VOLVER A LA PAGINA  PRINCIPAL
Documentos de Luis Mattini

LA COLONIZACION MENTAL

Por Luis Mattini  / La Fogata
arnolkremer@lafogata.org

"Pero la investigación del conocimiento no pude acaecer más que conociendo. Con este, así llamado, instrumento, la investigación no significa otra cosa que conocerle. Y querer conocer antes de conocer es tan insensato como el sabio propósito de aquel escolástico de aprender a nadar antes de echarse al agua."
Hegel "Enciclopedia de las ciencias filosóficas"


En una entrevista publicada en la web Rebelión el 2 de diciembre de 2003, Atilio Borón, Catedrático de la Universidad de Buenos Aires y Secretario Ejecutivo del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO), sostiene: "Los movimientos populares argentinos propugnaron una especie de limbo político en donde no eres ni insurrección ni institución y a la larga te quedas sin nada". Luego expresa que "Estos movimientos, tienen una gran capacidad de conmoción social y política pero no tienen capacidad de resolver la problemática del poder. Porque en el fondo no se trata de decir que se vayan todos, tú tienes que tomar el poder y empezar a gobernar de otra manera. Entonces, lo que estos movimientos no hicieron fue plantearse una estrategia de poder, plantearse una estrategia de organización".
Ser catedrático tiene la ventaja de que uno –sin tirarse al agua– puede brindar soluciones racionales para aquellos problemas que no encuentran respuesta miles de personas con toda la energía del cuerpo nadando en mar desconocido. El inconveniente es que esos miles de personas no lo escuchan a uno. ¿Cómo es posible. en este caso, que caceroleros, asambleístas, piqueteros autónomos, no se dieron cuenta de que –como dice Borón– se debería haber traducido la acción en "fórmula política de gobierno"? Y si uno fuera un déspota ilustrado, al estilo Américo Ghioldi con respecto al peronismo, podría decir "¡Oh masas ignorantes. Merecen pan y circo!".
Claro que si uno fuera catedrático y comprobara cómo las masas "hacen la suya" igual que niños mal aprendidos, se dedicaría estudiar esa conducta de la gente y descubriría que tal vez tenga razón Hegel con eso de tirarse al agua para aprender a nadar. Uno tiene que tratar de entender por qué esa gente que tanto dinamismo demostró para ir a por Cavallo, voltear a De la Rua y continuar yendo a por más, a por todos…no se deja de continuar destruyendo y se pone a constituir un movimiento electoral. Pero parece ser que si uno es académico está obligado a responder todo en una entrevista, por más que aún no se tenga la respuesta. En este caso el entrevistado la brinda con total seguridad, sin un mínimo "quizás", sin mojarse ni un poquito: "ahí influyeron teorías absurdas que surgieron en los últimos dos o tres años, la de Negri, que es la que critico en mi libro Imperio e Imperialismo, la de Holloway, que es una cosa totalmente desubicada, la renuncia a la toma de poder, y todo eso en Argentina produjo una muy profunda impresión".
¡Uf!, menos mal! ¡Qué tranquilidad para el intelecto! Las cosas se ponen en el orden que aprendimos de la Academia. Hay una razón. Y además una buena razón! Excelente, la que más nos gusta a los argentinos…la culpa la tienen los de afuera.
Tres genios nefastos, un italiano que nunca había pisado la Argentina, que no habla castellano, ayudado por un yanqui y un irlandés que habla mexicano, mediante dos textos (a pesar que no tuvieron una difusión sólo un poco mayor que la normal de ese tipo de publicaciones, sobre todo Imperio, libro del que, como de Borges, muchos hablan pero pocos han leído) pudieron lo que no pudo nuestra Academia. Influir en la población argentina.

¿Qué tienen Negri, Hardt y Holloway, que no tenga yo?

Bromas aparte. Es legítimo preguntarse cómo uno de los catedráticos más destacados de este país puede expresar un razonamiento que no resiste la forma más primitiva de la razón, si de razón se tratase. ¿Si las masas fueron influidas por esos libros o esos hombres, por qué no lo fueron por nuestros libros y nuestros intelectuales? No se puede argumentar que por gozar de mayor espacio. Atilio Borón es mucho más conocido en Argentina y probablemente en América Latina, que Negri o Hardt. Si mal no recuerdo "Imperio e Imperialismo" fue escrito por el autor a pedido de una editorial francesa, precisamente por su prestigio académico. Gran parte de la crítica lo considera la respuesta más sólida a Negri, Y realmente la es, al menos en el mundo latino. Uno puede estar de acuerdo o no, pero hay que reconocer que Borón criticó la obra de Negri, no su nacionalidad, ni el color de sus ojos, ni sus amigos o su trayectoria. A su vez, la prensa local, y sobre todo la radio, le dio más espacio a la polémica que a la obra de Negri y Hardt. En rigor, estos tres "ideólogos" se hicieron más conocidos por la reacción a sus libros (incluidos la de los que, más que criticar las ideas, descalificaron las nacionalidades, trayectorias y "sospechosos" difusores de los autores) que por la lectura directa por parte del público de los textos cuestionados.
La colonización mental excede en mucho el ejercicio del poder físico de un país colonialista sobre otro colonizado. La colonización es posible, en última instancia, por la receptibilidad del colonizado. Napoleón se inspira en Maquiavelo y no sólo impone la potencia de la infantería sino la hegemonía de la lengua francesa. La castellanización de Franco, la rusificación de Stalin, para tomar ejemplos opuestos entre sí, no obedecía a un amor desenfrenado por sus lenguas.(Después de todo el primero era gallego y el segundo georgiano) Sabemos, lo sabe cualquiera que conozca la historia, que la dominación manu militaria es posible porque va entretejida con la dominación comúnmente llamada "cultural", palabra aún insuficiente para describir el fenómeno en su conjunto. Incluso la resistencia armada sólo es posible cuando el dominado rompe la relación de fascinación de creer superior al dominador. Ahí está el ejemplo de Cuathemoc, cortando la cabeza de un caballo y fundiendo el hierro traído por los españoles, con los que mejoró su "tecnología", e hizo llorar a Cortez bajo el "Arbol de la noche triste". No será la espada la que asegurará la conquista de la América ibérica sino la cruz. Cuando la acción es sólo mano militari, como en el caso de la conquista del oeste en los EE.UU y la conquista del desierto en las pampas argentinas, ya no es dominación sino exterminio.
Si se me permite hablar metafóricamente, –sinonimizando colonización con dominación– la colonización mental se produce cuando ambos, dominador y dominado, aceptan que existe un saber previo sobre la realidad y, quien lo detente, tendrá poder sobre el otro. Así el obrero se somete al trabajo asalariado porque el patrón, no sólo es dueño de la fábrica, sino también porque es el que sabe (administrar, organizar, vender el producto, etc.) Las academias han hecho mucho para afirmar esto, a punto tal que han creado profesiones designadas por palabrejas como "gerenciamiento". En el mejor de los casos, y a pesar de lo que están demostrando las experiencias autónomas de las fábricas recuperadas, los obreros deberán "aprender" en la academia cómo habrán de administrar sus cooperativas. A su vez los "revolucionarios" consideran muy radical proponer el "control obrero", sin abandonar la idea del saber previo, el de los expertos, a los que democratizarán llamándolos "camarada gerente".

"Pienso, luego existo", la centralidad del cerebro.

Así, la muchedumbre que salió a la calle el 19 de diciembre no puede haber creado la consigna "que se vayan todos" sin que alguien la haya inducido con un saber previo. Así también se lee la historia: la revolución industrial se habría debido al privilegiado cerebro del inventor de la máquina de vapor y no a aquel colectivo, y por tanto anónimo, desarrollo de la relojería mecánica que posibilitó –no el reemplazo de la fuerza del caballo, el elefante, el agua o el viento– sino la habilidad de los artesanos por medio de ingenios mecánicos que les expropiaron los saberes y de los cuales la lanzadera del telar es sólo uno de los elementos. Por supuesto, el "pienso, luego existo" no puede admitir que se puede pensar con las manos, menos con todo el cuerpo y, menos aún, como dice Frei Betto , "con los pies". Así también la Academia de Ciencias de la URSS nos enseñó que el pensamiento genial de Lenin "inventó" los soviets. Por eso, si el 19 y 20 de diciembre no cuajó en soviets, o alguna "fórmula política de gobierno" más criolla; fue porque faltó un gran táctico como Lenin o un estratega en "ingeniería política" como el Chacho Alvarez.
La colonización mental no consiste sólo en no poder zafar del referente europeo o importar de los Estados Unidos palabras como "agencia", "empoderar", "soporte", "nicho", "sale" "delivery", etc; esas son sólo expresiones que usan cientistas mediocres y comerciantes analfabetos que memorizaron cartelitos en Miami. La colonización mental es seguir creyendo que el cerebro domina al cuerpo, identificar acumulación de conocimientos con el pensar. Esta colonización es tan profunda que produce el insensato razonamiento que comentamos; teorías "absurdas" como la de Negri y "desubicadas" como las de Holloway condicionaron la conducta de millones de personas.
No tengo por que dudar de la ética y las buenas intenciones de nadie hasta que se demuestre lo contrario, pero en el caso de esta soberbia de la supremacía del cerebro –y entiéndase esto como la supremacía del saber analítico previsible que separa teoría de práctica– por sobre el saber "existencial" que contiene teoría y práctica, razón y sentimientos, cerebro y corazón, esta actitud conlleva también el disfrute objetivo de una posición de dominación, que traslada la sujeción de Imperio-Nación a clase dominante-clase dominada. Porque, como queda dicho, convencer a los dominados de la superioridad del cerebro, tarea que cumple en primer lugar el sistema educativo, es la manera de asegurar la dominación. Entonces, cuando se producen esas rupturas, esos estallidos sociales no previstos por nadie y, al menos por un momento, las muchedumbres se emancipan de esa dictadura mental sin llegar a elaborar una "estrategia", se las atribuye a la "ignorancia de los pueblos" o a la fascinación por el "extranjero".