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Documentos de Luis Mattini

EL HOMBRE DEL SUR Y LA AMENAZA DE CATASTROFE AGRARIA

 

Por Luis Mattini  / La Fogata
arnolkremer@lafogata.org

A fuerza de jugar conque el sur también existe al fin llegó a la presidencia un hombre del verdadero sur. Un auténtico NYC (nacido y criado) como dicen los patágonicos. Desafortunadamente, que venga de la región más despoblada, del "interior" más profundo, no significa que sea la expresión del campo. .
No llegó traído por el Pampero sino –como curiosa ironía– impulsado por los vientos de la crisis de representatividad, aunque actúa como el Pampero, arrasa, corta en seco, limpia y hasta es un poco peligroso, al menos muy molesto.
Peligroso para el señoreo de la frivolidad que se había instalado en la última década por arte y gracia del menemismo y sus mejores discípulos, la Alianza, FREPASO incluido y millones de argentinos (ricos y pobres) que se dejaron embaucar con el viaje de ida a un inexistente Primer Mundo.
Peligroso para la corporación militar, a la que puso en caja al estilo Trotsky, a pecho descubierto, sin charreteras y sin batallones de respaldo.
Peligroso para la Corte contra la que arremetió como un toro no dejándose ni pialar ni agarrar por las astas.
Molesto para el FMI ya que por primera vez, desde 1973, alguien negocia. No quiero discutir aquí si bien o mal; la novedad es que se negocia cumpliendo lo prometido a quienes lo votaron.(que yo sepa nunca propuso "romper")
Muy molesto y hasta peligroso para las empresas privatizadas, problema más duro, más grave que el FMI, porque ahí se manifiesta el imperio en concreto y el daño hecho es gravisimo y, en algunos casos de muy costosa reversibilidad.
Peligroso para la Izquierda Unida pues en un par de meses la dejó sin programa electoral reduciéndola a oposición parlamentaria funcional al sistema demoliberal.
Alarmante para aquellos partidos de izquierda que financian su actividad con la administración de planes Jefas y Jefes de hogar, mediante un sistema de premios y castigos impropios de los ideales libertarios.(¿Se olvidaron acaso que el comunismo se define por "a cada cual según lo que necesita"?) Si por milagro se resolviera el problema de la desocupación, se quedarían sin ingresos.
Inquietante para aquellos setentistas que se autocriticaban de haber sido demasiado "revolucionarios" y no haber tenido en cuenta la democracia o la cuestión nacional. Kirchner les puede arrebatar las banderas, por grandes que sean las que llevan a las marchas.
Muy molesto para aquel peronismo que se aggionó en los noventa, porque el presidente actúa con corazón peronista sin el filisteísmo de invocar a Perón y Evita cada hora.
Inquietante para los periodistas, que ya no saben cómo hacer para reinstalar el terrorismo económico que les había dado tema inagotable para producir esa rara alquimia de expresar ideas sin tenerlas.
Sumamente peligroso para los técnicos en ciencias sociales, a los que podría dejar sin trabajo, al quedar al desnudo su inutilidad ( en particular los, economistas, analistas y encuestadores deberían empezar a usar el sistema de deshojar la margarita).
¿Cómo es posible que este hombre, peligroso, molesto, inquietante, goza del consenso que goza aún entre quienes sienten esas molestias?
Cuando el presidente asumió nadie daba diez centavos por el menos carismático de los candidatos; desprolijo en el vestir en una país de elegantes, campechano en un país de mandapartes, casi sin "programa", con un escaso 20% formales y un 16 % reales de los votos; venía de un lugar desconocido (la mayoría de los argentinos no saben qué significa NYC, ni sabrían distinguir entre Río Negro, Chubut o Santa Cruz), ayudado por el aparato prestado por un socio poco confiable, un Congreso corrupto; y de pronto, empieza a ser amoroso a punto tal que logró lo que ningún político, ni siquiera de izquierda, ganarse la confianza de Hebe de Bonafini, que es mucho decir.

Para tratar de entender esta sorprendente "onda K" invito al siguiente ejercicio para poner a prueba la lógica de ese cuerpo de creencias dominante llamado ciencias sociales.
¿A quién "representa" Kirchner?
¿"Representa" al "imperialismo"? Es evidente que no. En todo caso no más que Mandela, Lula o Chavez y tiene más respaldo de Fidel que de Bush. Desde luego, que no "represente" al imperialismo, no significa automáticamente que sea "anti"-imperialista.
¿"Representa" a la "burguesía nacional"? Quizás él y hasta algunos empresarios lo sientan así, pero no existe tal sujeto.
¿"Representa" a la clase obrera? Convengamos que tampoco.
¿"Representa" al campesinado? Falta el sujeto. En esta república sojera estamos a las puertas de una agricultura sin agricultores. Nuestros campesinos están náufragos en la periferia de las ciudades. Muchos son piqueteros. Los que resisten o bien son autónomos o bien productores con intereses sectoriales.
¿"Representa" a esa indefinida "clase media", entre ella, a la llamada "pequeña burguesía intelectual" o despotismo ilustrado? Parece ser que es a la que más ha entusiasmado. Sin embargo, tampoco.
¿Podemos reflotar aquella olvidada tesis marxista que llamábamos bonapartismo? Si seguimos la lógica de las ciencias sociales dominantes sería tentadora.
"¿Representa" a la clase política? No cabe dudas de que es un hombre que ha hecho de la política una profesión. El tal caso, no "representa", es.
¿A quién "representa" entonces?.
Mi hipótesis es la siguiente: Kirchner no "representa" sino que, por el contrario y –paradójicamente– expresa la crisis de representatividad puesta al rojo vivo el 19 y 20 de diciembre.
Insisto, no se trata de crisis de representantes sino de representatividad. Crisis más contundente que todas las crisis económicas que anunciaban la revolución cada tres años. Crisis política que abre grandes posibilidades e incertidumbres. Para la economía teníamos –tenemos– cien propuestas. En cambio, la idea de una sociedad sin representación parece no caber en la cabeza de los cientistas.
Esa sería la paradoja: por haber sido el menos "representativo" de los candidatos, la fuerza de los acontecimientos no previstos y, por tanto no controlados por nadie ( porque el 19 y 20, como cosa "pública", no tiene "dueño") fue una de sus resultantes inesperadas. Ni Kirchner ni nadie es "representante" del 19 y 20 porque en ese acontecimiento el pueblo no fue "representado", ni por partidos, ni por dirigentes, ni por eclesiásticos; el pueblo se hizo presente.
¿Podríamos empezar a pensar que sólo se puede representar al ausente?
Del 19 y 20 emergieron muchas cosas que se estaban incubando durante la última década, la comprobación que se puede enfrentar el fatalismo económico, sobre todo que los problemas no están allá, en la Casa Central de los administradores del Imperio, sino aquí, en las "sucursales", entre nosotros, que las soluciones tenemos que buscarlas también acá, aquí y ahora, no en Cuba, ni en los zapatistas, ni en el MSI brasileño o en el futuro; la constatación que se pueden transitar nuevas formas de relaciones sociales, el asambleísmo, los MTD autónomos, el MOCASE, las fábricas recuperadas son campos de experimentación que permiten vislumbrar formas de organización sin Sistema Representativo, sin "programas" pero con entusiastas proyectos.
Quizás la resultante más notable del 19 y 20 es que fue el momento de inicio de la formación de fuerzas constituyentes remplazando las fuerzas constituidas –esos sujetos que habían sido desbaratadas por la globalizacion y que ya no los encontramos cuando intentamos explicar a quien representa Kirchner. Desde luego si hablamos de constituyentes estamos diciendo algo en formación que está buscando una existencia presente y no re-presentada.
Como es natural, después del 19 y 20 de diciembre, los poderes constituidos no se quedaron a la espera de los acontecimientos. Actuaron con la rapidez y los reflejos de quienes tienen décadas de ejercicio del poder. Pero es menester también destacar que debieron improvisar vapuleados por la situación, tratando de evitar la "crisis institucional". Y lo hicieron con habilidad, no cabe dudas, Sin embargo, convengamos que no hicieron todo lo deseado sino lo que pudieron. .
Miradas así las cosas, el actual presidente es también un emergente de esa situación, tan sorprendente como el estallido.
Sorprendente su elección, pero mucho más sorprendente su reacción. La sobreactuación que imprime a todos sus actos, caracterizados por intentar mantener la iniciativa, tiene el inesperado efecto de crear un estado de optimismo colectivo.
Dos tipos de optimismo. Por un lado el oscilante optimismo del militante de la tristeza que sigue confundiendo el Poder con el aparato del Estado y creyendo que es cuestión de cambiar por "representantes" honestos; por otro el optimismo sólido de los que creemos en la potencia de la infrapolítica, que deposita la confianza en nuestras propias fuerzas, en nuestra voluntad para construir destinos autónomos.
¿Cuál será el optimismo duradero? Lo que importa en todo caso es que hay pocos obstáculos tan difíciles como el pesimismo.
Yo no puedo vaticinar el futuro de este gobierno. Quizás el resultado de la pulseada con la Empresas privatizadas (las de servicios esenciales, las que no son sólo "transnacionales") lo defina. El haber emprendido aquí, en el territorio nacional, la pelea principal inmediata, indica que –en este caso– comprende, mejor que muchos "antiimperialistas, dónde se expresa el Imperio". No tengo por qué dudar de sus buenas intenciones ni sé hasta dónde está dispuesto y puede llegar.

Sin embargo –un poco más allá de la coyuntura– parece ser que Kirchner se propone reindustrializar el país en base a los ingresos provenientes de la exportación de la producción agraria. Alrededor de esta idea, que en principio se muestra como posible y lógica, va logrando agrupar cada vez mayor número de adeptos, en particular en la franja "ilustrada" progre, de izquierda o popular.
Y esto es más preocupante que las negociaciones con el FMI, porque (salvo quienes tienen directos intereses agropecuarios) la ironía es que en este país, que vive –o sobrevive– del campo, se carece de una cultura agraria. Pregunte Ud., a cualquier militante sobre el tema y le responderá que hay que hacer la "reforma agraria". Si es un poco más radical le dirá la "revolución agraria", pero en todos los casos se piensa sólo en términos de propiedad de la tierra, la que sigue suponiendo en manos de la vieja "oligarquía terrateniente".
Lo que no se comprende es que ya ha habido una verdadera "revolución agraria" no sólo en el régimen de propiedad sino en las formas productivas. La generalización de la biotecnología que no tiene en cuenta el medio ambiente, tradiciones y culturas y está dejando gravísimas consecuencias:
Está desmantelando la organización social del campo con el despoblamiento generalizado y concentración de la tierra en grandes empresas, estableciéndose una "agricultura sin agricultores". En rigor desaparece la noción integral de agricultura, base de toda civilización. Desaparece el concepto de "cultivo", cultura, agri-cultura, cultivar, esto es, no sólo extraer los productos para la vida, sino cuidar y mejorar cada vez más la base de la vida, con un sentido sustentable: cultivar aplicando técnicas para mejorar la tierra como cimiento de la vida. Y hoy la experiencia productiva y la investigación científica, empiezan a darle la razón a Nietzsche contra Darwin en el sentido de que no es "la supremacía de los más fuertes" sino la diversidad, la biodiversidad lo que asegura la continuidad de la vida.
Por el contrario, la aplicación de tecnología genética, para lograr eficiencia en monocultivos (de alto rendimiento monetario inmediato) representan la "anti-vida" por el simple hecho que al eliminar sin contemplaciones, todos los agentes biológicos que no se refieran al producto deseado –soja por paradigmático ejemplo– matan la vida, convirtiendo la feraz tierra en un receptáculo para la germinación de la semilla, previamente modificada y programada.
El realizador de esta operación –que ya no puede llamarse agricultor porque ya no cultiva, sino que fabrica extractivamente dejando detrás un yermo, tal cual los hornos ladrilleros que utilizan tierra orgánica– podría decir con todo cinismo "Después de mí el diluvio".
Otra consecuencia alarmante también es la tala de miles de hectáreas de bosques para sembrar soja transgénica. En la provincia de Santiago del Estero, gran parte de ella convertida en un erial por la ex Forestal Argentina, están hoy amenazados sus bosques de maderas de diversas especies. En el Chaco se cultivaban dos millones de hectáreas de plantaciones de algodón empleando unas 150.000 personas; ahora con la soja, quedan 100.000 hectáreas. Una hipotética industria textil recuperada, deberá depender del algodón importado.
A esto –que ocurre en la plantación propiamente dicha– se le agrega la no menos grave consecuencia para sus vecinos, toda vez que los cultivos con ingeniería genética afectan a los aledaños con consecuencias más graves que las históricas mangas de langostas eliminadas por Perón el los años cincuenta. Matan todo a su alrededor.
Asimismo se ha comprobado que –al igual de lo que ocurre con ciertos microbios con respecto a los antibióticos– las malezas tienden a ofrecer cada vez mayor resistencia adaptándose a los tratamientos transgénicos, de modo tal, que se hace cada vez más necesario agregar diversos tipos de agrotóxicos para garantizar la producción.
Esta modificación de la cultura rural, este olvido de los viejos conocimientos agrarios en favor de una visión especulativa del uso de la tierra, que –como dice Jorge Rulli– "corresponde al mundo de las cosas muertas", hace prevalecer los criterios extractivos por sobre los productivos, semeja cortar la rama del árbol sobre la que se está pensando reindustrializar.
El monocultivo no sólo significa dependencia, sino destrucción de la biodiversidad, no deja lugar a nada, arrasa con las huertas, apicultoras, establecimientos avícolas, industrias lácteas y diversas producciones agropecuarias de alto valor agregado y considerable caudal de mano de obra ocupada y, poco a poco, obliga a los tenedores de la tierra a arrendarlas a algún empresario sojero.
Aquí es donde se manifiesta el Imperio con toda su potencia dominante, no tiene forma de infante de marina norteamericano, sino de empresario argentino, inglés, chileno, chino o cubano, fabricante de soja por medio de una alta tecnología que ocupa sólo un par de peones, un puñado de técnicos y depende de semillas monopolizadas por dos o tres gigantes transnacionales.
El dueño del campo, grande o mediano, por el momento soluciona el problema de sus ingresos, pasando de productor a rentista, sin saber a ciencia cierta en qué condiciones quedará su tierra después de esta explotación y, mientras tanto, la mano de obra que ocupaba emigra hacia las ciudades, donde se aglomeran masas de ingentes expulsados de su tierra y su cultura y que conocen por primera vez el hambre en este que fuera llamado el granero del mundo.
En ese contexto los monopolios de la industria genética, particularmente estadounidenses, cuyo centro de actividad no es la tierra sino la producción industrial de semillas y las rentas de sus patentes, enmascaran sus intereses económicos en la promesa "universal" de saciar el hambre en el mundo acusando de "conservadores" a quienes intentan mantener su soberanía alimentaria. .
Ignoro cuánto sobre este asunto tiene en cuenta Kirchner. El verdadero problema es que estas ideas son comunes a una gran franja de nuestra intelectualidad de variados orígenes ideológicos, que se autodenomina progresista (para la cual no hay peor insulto que llamarla "conservadora") por lo mismo, por ese temor a no aparecer como cavernícola, se emboba con la tecnología y todavía no ha comprendido que la dependencia tecnológica es mil veces más peligrosa que la presencia de los infantes de marina. El General Giap demostró que se puede derrotar la maquinaria de guerra. En cambio, todos los intentos de superar la dependencia tecnológica fueron derrotados (El más notable fue el de Mao en China) Y, a propósito de tal, es sabido que el crecimiento económico actual de China está sostenido en una explotación despiadada al campesinado.
Cualquier proyecto industrializador debe abandonar la concepciones desarrollistas –de izquierda o de derecha– del siglo veinte y ubicarse de frente a esta realidad mostrada por la vida. Producir desde adentro y para adentro implica, no un retorno mecánico a la época de la "sustitución de importaciones", donde se formaron estas mega ciudades hoy inhabitables, sino una resignificación de la relación campo-ciudad. Recuperar la cultura agraria. Dejar de pensar que "agricultura orgánica" es sólo un sueño rouseriano de pequeños burgueses anarquistas. El Mercosur no es la alternativa positiva al ALCA, sino la resignación al mal menor. La verdadera alternativa debe partir de asegurar la autonomía alimentaria, base de toda soberanía.
Por eso es que yo no dudo ni dejo de dudar de la intenciones de Kirchner. Insisto que el problema no está allá, sino acá: El actual "boom" agropecuario –basado en la producción biotecnológica y precios excepcionales– le permite al gobierno sostener la moneda y contener la gravísima situación social. De decidirse a cambiar de raíz la situación del campo, significaría disminuir en lo inmediato esos ingresos. Un círculo vicioso del que no se podrá salir mientras no se desarrolle un gran debate nacional, una conciencia colectiva dispuesta a una práctica no exenta de riegos. .
Pese a ello yo no apostaría a la "profecía cumplida", al "fracaso" de Kirchner como administrador del Estado Nacional. Temer que su hipotético "éxito" en lo inmediato, implique desarmar al movimiento –además de apostar al famoso "cuanto peor es mejor"– es caer nuevamente en el fetiche del Poder, continuar con prácticas políticas mediáticas y dudar de la potencia de aquello que sigue pasando en la base de la sociedad; el remplazo de la representatividad por la presencia, sin espanto por la "fragmentación". Compruebo que es mucho más vital la presencia de miles de grupos constituyentes –en cuya práctica la organización se subordine a la vida– que "unidos" en una homogeneidad que deposita la acción en los "representantes". Como dijo un piquetero de Salta: "Es la vida y no la organización la que vence al tiempo". .