¿Quién va a hacerse cargo del mundo, y cómo? (II)
Noam Chomsky
Cubarte
¿Porqué, entonces debiéramos sorprendernos que el terror se bajase de nivel a
favor de la invasión a Irak ? O es que Wolfowitz-Rumsfeld-Cheney y socios
estaban presionando a la comunidad de la inteligencia para que presentasen
algunos trapos como evidencia para así justificar la invasión, Blair y Straw
también: los vínculos iraquíes con el terror, las armas de destrucción masiva,
todo vale. Resulta un tanto chocante que en la medida que un pretexto tras otro
se vienen abajo, y el conjunto de líderes anuncia otro nuevo, los comentarios
continúan, uno detrás del otro, cumpliendo un objetivo, siempre de manera
conspicua evitando la razón obvia, la cual resulta virtualmente inmencionable.
Las encuestas estadounidenses en Bagdad mostraron que una gran mayoría supuso
que el motivo para la invasión fue tomar el control de los recursos de Irak y
reorganizar el Medio Oriente de acuerdo con los intereses estadounidenses. No
resulta inusual que aquellos del otro lado del palo comprendan lo que realmente
pasa en el mundo.
Del hecho existen cantidad de otros ejemplos actuales, obviamente suficientes
para los habitantes de Bagdad, de que terror se considera como un hecho menor en
comparación con garantizar una correcta disciplina en el Medio Oriente. Justo la
pasada semana salió a la luz un revelador ejemplo, cuand Bush impuso nuevas
sanciones a Siria, poniendo en vigor la Syria Accountability Act aprobada por el
Congreso en Diciembre, virtualmente una declaración de guerra, a menos de que
Siria siga los dictados de los EUA.
Siria figura en la lista oficial de estados patrocinadores del terrorismo, pese
al reconocimiento de la CIA de que Siria no ha estado involucrada en patrocinar
el terror desde hace muchos años y se ha mostrado altamente cooperativa en
suministrar importante información de inteligencia a Washington con relación a
Al-Qaeda y a otros grupos islámicos radicales, y a favor de otras acciones
anti-terroristas. La gravedad de la preocupación de Washington con relación a
los vínculos de Siria con el terror fue revelada por Clinton hace diez años,
cuando él ofreció eliminiar a Siria de la lista de estados que patrocinan el
terror si se avenía a los términos de paz estadounidense-israelíes. Cuando Siria
insistió en recuperar su territorio conquistado, permaneció en la lista.
Habiendo sido eliminada, esta sería la primera vez que un país queda fuera de la
lista desde 1982, cuando los actuales funcionarios en Washington, en su fase de
seguidores de los dictados de Reagan, sacaron a Saddam de la lista, de modo que
pudieron brindarle un flujo de ayuda que malamente necesitaba mientras que éste
llevaba adelante sus peores atrocidades, seguidos por Inglaterra y muchos otros
que de nuevo nos dicen algo sobre la actitud hacia el terror y los crímenes de
estado, como es el hecho de que Irak fue sustituido en la lista por Cuba, quizás
reconociendo el hecho de que la guerra terrorista estadounidense contra Cuba que
se estaba librando desde los años de Kennedy, había alcanzado entonces un clímax
de ferocidad.
Nada de esto, y mucho más por el estilo, se supone que nada nos diga sobre la
"guerra contra el terror" que fue declarada por la administración Reagan en
1981, rápidamente devenida en una asesina guerra terrorista, y re-declarada con
la misma retórica 20 años después.
La puesta en práctica de la Syria Accountability Act, aprobada casi
unánimemente, privó a los Estados Unidos de su principal fuente de información
sobre el terrorismo radical islámico para alcanzar el alto objetivo de
establecer en Siria un régimen que aceptara las demandas estadounidenses
Israelíes – un patrón no inusual, pese a que los comentaristas lo hallan
sorprendente, no importa cuán fuerte fuese la evidencia y habitual el patrón, y
no importa cuán racional las opciones en términos de prioridades de
planificación claras y comprensibles.
El Syria Accountability Act del pasado diciembre nos dice más sobre prioridades
del estado y doctrinas prevalecientes de la cultura moral e intelectual, como
señala el erudito en asuntos internacionales Steven Zunes. Su demanda medular se
refiere a la Resolución 520 del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, que
llama al respeto por la soberanía y la integridad territorial del Líbano,
violada por Siria, debido a que ésta aún retiene en el Líbano fuerzas que fueron
bienvenidas allá por los Estados Unidos e Israel en 1976 cuando su misión era
masacrar palestinos.
Pasado por alto por la legislación congresional, y por los informes y
comentarios noticiosos, está el hecho de que la Resolución 520, aprobada en
1982, estaba claramente dirigida contra Israel, no contra Siria, y también el
hecho de que mientras Israel violaba esta y otras resoluciones del Consejo de
Seguridad concernientes al Líbano durante 22 años, no hubo llamada alguna para
aplicar sanciones contra Israel o para reducir la enorme e incondicional ayuda
militar a esta nación. El silencio de 22 años incluye a éstos que ahora firmaron
el Acta condenando a Siria por su violación de la resolución del Consejo de
Seguridad ordenando a Israel abandonar Líbano. El principio es bien claro,
escribe Zunes: "La soberanía libanesa debe ser defendida sólo si el ejército
ocupante es de un país al cual se oponen los Estados Unidos de América, pero
resulta innecesaria si el país es un aliado de los Estados Unidos." El principio
se aplica de manera bien amplia en diversas esferas, por supuesto, no solamente
en los Estados Unidos.
Una observación al margen: por 2-1, la población estadounidense se manifiesta a
favor de un Israel Accountability Act, manteniendo a Israel con posibilidades
para desarrollar armas de destrucción masiva y de cometer abusos contra los
derechos humanos en los territorios ocupados. No obstante, esto no figura en la
agenda, y aparentemente ni siquiera ha sido informado.
Existen muchos otros ejemplos de las claras, pero imperceptibles prioridades.
Para mencionar una, el Departamento del Tesoro tiene un buró (o departamento),
la Office of Foreign Assets Control cuya tarea es la de investigar
transferencias financieras sospechosas, un componente crucial de la "guerra del
terror." La OFAC posee 120 empleados. Hace unas pocas semanas la OFAC informó al
Congreso que cuatro se dedicaban a seguirle el rastro a las finanzas de Osama
bin Laden y de Saddam Hussein, en tanto que casi dos docenas se dedicaban a
vigilar y hacer cumplir el embargo contra Cuba - incidentalmente, declarado
ilegal por todas las relevantes organizaciones internacionales, aún la
complaciente Organización de Estados Americanos. De 1990 a 2003 la OFAC
informaba al Congreso que habían 93 investigaciones relativas al terrorismo con
$9000 en multas, y 11,000 investigaciones relativas a Cuba con $8.000,000 en
multas. No se despertó el menor interés entre aquellos quienes consideraban la
desconcertante cuestión de que si la Adminsitración Bush – y sus predecesores –
bajaron de nivel la guerra del terror en favor de otras prioridades.
¿Por qué el Departamento del Tesoro debería dedicar muchísima más energía para
estrangular a Cuba que para librar la guerra contra el terror? Los Estados
Unidos de América son una sociedad genuinamente abierta; por lo tanto poseemos
cantidad de información acerca de la planificación estatal. Las razones básicas
se explicaron en documentos secretos hace 40 años, cuando la administración
Kennedy buscaba culpar a Cuba como sede de "los terrores de la tierra", como
apuntaba Arthur Schlesinger en su biografía de Robert Kennedy, quien mantuvo las
operaciones contra el terror como su máxima prioridad. Los planificadores del
Departamento de Estado adviritieron que la "existencia en sí" del régimen de
Castro constituye un "desafío exitoso" a las políticas estadounidenses
remontándose 150 años, a la Doctrina Monroe, nada de rusos, pero un desafío
intolerable al amo del hemisferio. Aún más, este desafío exitoso alienta a otros
quienes pudieran infestarse por la "idea de Castro de tomar parte en el asunto
por sus propias manos," Schlesinger había advertido al entrante presidente
Kennedy, resumiendo el informe de la misión del Presidente en América Latina.
Estos peligros resultan particularmente graves, elaboró Schlesinger, cuando "la
distribución de la tierra y otras formas de riqueza nacional favorecen en gran
medida a las clases convertidas en propietarias y a los pobres y no
privilegiados, estimulados por el ejemplo de la revolución cubana, están ahora
exigiendo para una vida decente." El sistema completo de dominación pudiera
destejerse si la idea de tomar parte en el asunto por sus propias manos extiende
sus tentáculos malignos.
El desafío exitoso permanece intolerable, con una clasificación bien elevada
como una prioridad que está bien establecida, internamente racional, lo bastante
clara para las víctimas, pero no perceptible para los agentes. El clamor sobre
las revelaciones de las prioridades de la administración Bush, y las actuales
audiencias en Washington por los atentados del 11 de septiembre, son solamente
ilustraciones de esta curiosa incapacidad para percibir lo que resulta obvio,
incluso como una posibilidad para entretener.
Volviendo al terror, existe un amplio consenso entre especialistas sobre como
reducir la amenaza - manteniéndolo ahora en la subcategoría que resulta
doctrinalmente admisible: el terror de ellos contra el nuestro - y también como
incitar atrocidades terrroristas adicionales. las cuales más tarde o más
temprano, se tornarán verdaderamente horrendas. Es simplemente una cuestión de
tiempo antes que se vinculen el terror y las armas de destrucción masivas, como
se anticipó en la literatura técnica bastante tiempo antes del 11 de septiembre.
La invasión a Irak es típica: con bastante frecuencia la violencia incita una
respuesta violenta. Serias investigaciones sobre Al-Qaeda y Bin Laden revelan
que éstos eran virtualmente desconocidos hasta que Clinton bombardeó Sudán y
Afganistán en 1998. Los bombardeos condujeron a un gran aumento en apoyo,
reclutamiento y financiamiento para las redes del tipo de Al-Qaeda (Al-Qaeda no
es realmente una organización) convirtieron a Bin Laden en una figura principal
y crearon una relación mucho más estrecha entre Bin Laden y los Talibanes,
anteriormente frías y hostiles.
Podemos, si nos gusta, aprender algo más sobre la civilización occidental por la
reacción a los bombardeos en Sudán, los cuales condujeron a decenas de miles de
muertes de acuerdo con los pocos estimados creíbles, una catástrofe humanitaria
pronosticada con antelación por el director de Human Rights Watch. Como es
habitual, la investigación resulta dispersa y no existe interés. La reacción
pudiera ser diferente si un ataque terrorista destruyese la fuente principal de
suministros farmacéuticos en los Estados unidos de Norteamérica, Inglaterra,
Israel, u otros lugares de importancia – los cuales pudieran haber sido mucho
menos serios, dado que los suministros pueden fácilmente volver a surtirse en un
país rico. Esto no es del todo inusual. Otra vez, aquellos del otro lado del
palo tienden a ver el mundo algo diferentemente, despertando la furia de los
guardianes de los valores de la civilización.
Traducción: Frank Martínez