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Perú

Coletillas al Margen
Encubrimiento oficial


Carlos Angulo Rivas
RODELU

El Perú oficial no aprende ni aprenderá jamás. Nunca ha tenido voluntad de enmienda y de ningún modo iniciará un acto de reflexión verdadero, menos de arrepentimiento. Los intrincados intereses de la corrupción, la inmoralidad, la picardía y la indignidad, superviven en la comparsa del deshonor ligado a la infamia; y son estas acciones del perímetro delincuencial que nos gobierna por muchísimos años los que nos han convertido en una "republiqueta" desvergonzada y obscena. Nuestros políticos convergen, se reúnen, conversan, pactan alrededor de este festín consagrado religiosamente bajo el nombre de democracia, donde las raras excepciones no cuentan para nada. Y frente a este desconcierto patrio es cada vez es más notorio el divorcio entre la "clase política tradicional" y el universo circundante de la mayoría de los peruanos padeciendo el hambre, la miseria, la ignorancia, la insalubridad y la falta de empleo. El cinismo de los políticos es una carta de presentación indispensable, sin la cual el ingreso al Perú Oficial, auspiciado por un ejército de mercenarios de la pluma, la radio y la televisión, es negado con la valentía de los facinerosos que administran las empresas periodísticas en nombre de la libertad de expresión.
Alejandro Toledo en representación del Perú Oficial ha demorado casi tres meses para referirse al polémico Informe de la Comisión de la Verdad y Reconciliación. Informe que, si bien plagado de ambigüedades, perdido en disquisiciones sociológicas, antropológicas y parcialmente históricas, algo nos dice sobre el fenómeno de la violencia desatada por Sendero Luminoso y el MRTA. Así pues, frente a los 70,000 muertos dejados atrás en el conflicto, a Toledo no se le ocurrió mejor idea que pedir PERDÓN en acto confesional, como si se tratara de pecados cometidos y no de execrables delitos incurridos y probados que deberían ser sancionados. Si de perdón se tratara, tanto Abimael Guzmán como Víctor Polay, en nombre de sus respectivas organizaciones y como principales causantes de las víctimas de la violencia, según la Comisión de la Verdad, también podrí an pedirlo. Sin embargo, ambos penan condenas de por vida por sus "excesos" pero los otros responsables son perdonados por los suyos, mediante una hipócrita justificación oficial. "En un conflicto de esta naturaleza, algunos miembros de las Fuerzas del Orden incurrieron en excesos dolorosos" ha manifestado Toledo en su mensaje. ¿Le parecen excesos al presidente las masacres colectivas, las desapariciones forzadas, las ejecuciones sumarias y la violación de mujeres jóvenes campesinas? Si esto es así, podríamos asumir que el presidente Toledo no ha leído el Informe de la CVR, porque allí se señala que hubo una "sistemática violación de los Derechos Humanos por parte del Estado." Y de no haberlo leído, no tenía derecho a pronunciarse.
La CVR fue nombrada y financiada para encontrar pruebas, verificaciones, expedientes, documentos, comprobaciones y testimonios en función de encontrar las evidencias de los crímenes de lesa humanidad y de la violación de los Derechos Humanos, de ninguna manera para elaborar una fraseología interpretativa, desde el punto de vista de los comisionados, de los orígenes de la violencia en el país desde los tiempos de la conquista, el virreinato y la república de los criollos hasta nuestros días. Ampuloso informe donde se esconden compadrerías, por supuesto, ajenas por completo a la verdad. La exclusión social, la falta de presencia del Estado y el abandono de los pueblos del interior, son el caldo de cultivo de la injusticia social que perdura en la actualidad, pero también lo son la mentira, la impunidad y la protección de unos con respect o a otros en ese Perú Oficial del que venimos hablando. Tanto la CVR como Alejandro Toledo, exoneran, por ejemplo, a Alan García Pérez y éste y su partido felices celebran esa cobardía en alegres abrazos y "juiciosos" comunicados. Solamente Alberto Fujimori es violador de Derechos Humanos y acusado de crímenes de lesa humanidad; con este doble standard ¿quién les va a creer? Fujimori es culpable, a ello ni que darle vuelta, pero muchos otros también lo son. Por favor, si quieren ser honestos consigo mismo, digan la verdad sobre el genocidio de los penales de El Frontón y Lurigancho y la participación directa de García Pérez, como desde Europa lo señaló el padre Garatea, miembro de la CVR, luego, presionado y obligado a callar, desmentido por los otros comisionados.
Aunque Toledo por intereses calculados apruebe parcialmente el Informe, esta Comisión de la Verdad no ha cumplido una misión trascendente. Los resultados de su trabajo, algunos positivos, pero en su mayoría ambiguos, enigmáticos, indeterminados y vacilantes, caen en el reacomodo político del momento, marcando alianzas con el Perú Oficial, donde seguro algunos comisionados buscan su espacio político a futuro; constituye, por tanto, un saludo a las tribunas muy lejos de conseguir el propósito de la justicia y menos el de la reconciliación, como sí el de la impunidad y el "borrón y cuenta nueva." Por otra parte, si Toledo pretende lograr el inicio de la reconciliación con la ejecución de un Plan de Paz y Desarrollo de 2,845 millones de soles (para tres años) en las zonas más afectadas por la violencia, está fuera de lugar; pues en primer lugar, esa exigua inversión en un vasto territorio, es la obligación de cualquier Estado; y de lo que se trata es de hacer justicia verdadera, sin impunidad para nadie y de indemnizar individualmente a las familias de las víctimas de la violencia.
Enviado por
Cecilia Tello