VOLVER A LA PAGINA  PRINCIPAL
Perú

23 de agosto del 2003

Perú: Defensa de la ley y libertad de Olachea
Miseria moral y periodismo

Luis Arce Borja
Rebelión
Víctor Hugo (1802-1885), el gran escritor francés, habló de la miseria humana no sólo para referirse a los que vivían en la dramática mendicidad y la pobreza, sino también para nombrar a todos aquellos que abandonaban su dignidad para arrastrarse a los pies de ricos y poderosos. Es cierto, Perú no es la Francia de Víctor Hugo, pero si de Fujimori, Montesinos, Alan García y Alejandro Toledo, donde la miseria es abrumadora y tiene la misma dimensión de la miseria moral de sus gobernantes, de sus intelectuales, y en particular de sus periodistas.

Un periodismo sumiso y mercenarizado como el que existe en Perú, es una herramienta útil que sirve a sostener dictadorzuelos, y cualquier elemento corrompido que se sienta en el sillón presidencial. Es esta prensa, que se mueve en los oscuros corredores del poder, que alienta y apoya la represión y la violación de las leyes. Ningún crimen cometido desde el Estado se ha efectuado sin el concurso de la prensa peruana. Ninguna violación de la ley y mismo de la Constitución se ha realizado sin la contribución de la prensa. Ningún sátrapa que ha gobernado el Perú lo ha hecho sin la complicidad de esta prensa y de la mayoría de los periodistas.

Así por ejemplo, a raíz de la ilegal extradición de Adolfo Olachea, es esta prensa la que irresponsablemente exige que para "meter a la cárcel a Olachea" se violen leyes y la misma Constitución del Estado. Por ejemplo, la revista Caretas (14 de agosto 2003), refiriéndose a Olachea dice: "¿Y ahora Quién Podrá Defenderlo?", argumentando que Olachea está frito, y que ya no seguirá riendo, porque la Dirección de Inteligencia Operativa de la policía antiterrorista (Dircote, ha entregado un "informe" cuyo contenido da cuenta del acta de registro del domicilio donde en 1992 fue capturado Abimael Guzmán y donde fueron "encontrados documentos del Comité Sol Perú de Londres, organización que fue creada y dirigida por Adolfo Olaechea". ¡Que maravilla!. Así de simple resulta la justicia para esta revista. Basta que un libro o cualquiera texto, aparezca en poder de alguien acusado por terrorismo para que el supuesto autor de dichos textos o documento sea apresado y condenado también como "terrorista". Esto algo parecido a los hechos que sancionaba la Santa Inquisición en la época medieval, cuando se reprimía al autor y a sus lectores.

La nota de Caretas, firmada por Patricia Caycho, carece no solamente de racionalidad y cualquier elemental juicio objetivo, sino que no tiene ni siquiera un poco de imaginación para seguir pescando incautos entre sus lectores. Si tomamos en serio lo que dice Caretas, todos los periodistas, incluido directores y editores de los medios de comunicación del Perú, estarían fritos y correrían el riesgo de ser encausados como "terroristas" y "militantes de Sendero Luminoso". Incluso los hijos de José Carlos Mariátegui, tendrían que lanzarse a la clandestinidad para no ser apresados en tanto son ellos los editores de las obras de tan prestigioso padres, y como se conoce estas eran libros de cabecera del Dr. Guzmán. Hay que recordar, que en setiembre de 1992, cuando fue arrestado el jefe del Partido Comunista del Perú (PCP) se le encontró una bien surtida biblioteca y una buena colección de diarios, documentos, y revistas entre las que se encontraba las ultimas ediciones de Caretas.

Para Caretas, lo absurdo se convierte en lógico, y así en resumen, Olachea comete el delito, no tanto por lo que escribía o decía desde Londres en su revista (Sol Perú), sino por el hecho de que esos textos se encontraron en el cuartel general de la guerrilla maoísta. Siguiendo la lógica perversa (tomando el criterio legal) de dicha revista, si mañana o pasado mañana, los americanos logran atrapar a Usama Bin Laden y junto a éste se encuentran revistas y libros, los autores de dichos textos bien podrían ser acusados de "terroristas", no por participar en acciones guerrilleras, sino por haber permitido que Bin Laden haya leído dichos textos. Caretas, que le duele en el alma que Olachea ría en lugar de llorar ("Durante las cuatro horas que duraron las diligencias al interior de la Interpol, Olaechea no dejó de sonreír") acusa al extraditado de haber "justificado" la muerte de María Elena Moyano (Madre Coraje); ¿Es que en alguna parte del mundo existe delito por haber explicado políticamente la muerte de una persona?. En qué planeta se castiga la "justificación". Sólo en Perú, república bananera y surrealista se puede escribir de esta manera.

La República: una voz repugnante de la policia

Pero no solamente es Caretas, es también el diario La República que como en los buenos tiempos de Fujimori pide sangre y sanción para los que ridículamente califica de "voceros de la subversión" en el extranjero. La República (19 de agosto 2003) publica una lista (confeccionada en 1992 en plena dictadura fujimorista) con 16 nombres de peruanos residente en el exterior que "apoyaron, financiaron, incitaron o difundieron la violencia desatada por Sendero Luminoso", y que según dicho diario merecen 25 años de prisión. La República, en coro con la policía antiterrorista y el corrupto poder judicial, acusa a Olachea de captación de fondos para la guerrilla, de hacer actos de proselitismo, y de haber incitado a la subversión.

La República va lejos y acusa a la señora Raquel Martín viuda de Mejía de ser una vocero del "terror" y pide para ella nada menos que 25 años de cárcel. En efecto ella radica en Suecia donde adquirió la condición de refugiada política después que saliera del Perú, donde peligraba su vida. Para refrescar la memoria de los editores de este medio de comunicación, que actúan no como vulgares soplones, sino como miserables testaferros de la policía antiterrorista del Perú, Raquel Martín es una escandalosa víctima de la insania de las fuerzas represivas del Estado. El 15 de junio de 1989, ella fue violada dos veces por el jefe militar que dirigió el comando que secuestró, torturó y asesinó a su marido (el abogado Fernando Mejía) en el distrito de Oxapampa (Pasco). Fernando Mejía, esposo de Raquel Martín, fue secuestrado en su propia vivienda y después de que fuera torturado y asesinado fue arrojado a la orilla del río. Lo increíble es que el gobierno fujimorista para ocultar este crímen lo acusó de ser militante del Movimiento Revolucionario Tupac Amaru (MRTA) y señaló que había muerto en un enfrentamiento con el ejército. De la misma manera, para descartar a Raquel Martín, como testigo ocular de este alevoso crimen, se le persiguió, y se le acuso de ser "vocero del "terror" en el extranjero. Y esto es lo que alegremente trasmite el diario La República.

La conducta delirante de esta prensa, no tiene antecedentes en ninguna parte del mundo. Menos en los países que aún aplican el Estado de derecho. Y la historia peruana no muestra un caso semejante hasta antes de 1985. Es seguro que el Perú, hablando de su prensa y de su periodismo, resulta una página negra en la historia de este país. Revistas como Caretas, o diarios como La República, son muestras del hundimiento moral del Perú oficial. El origen de esta espantosa y vergonzosa crisis hay que buscarla en la bancarrota del Estado y como hemos dicho anteriormente en la lumpenización de las clases gobernantes.

Bruselas, 22 de agosto 2003