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Perú

La izquierda, hoy, en el Perú

Juan Cristóbal / RODELU

E
n los años 60, la izquierda peruana, como en muchas partes de Latinoamérica, quiso capturar el poder mediante la lucha armada. A imagen y casi semejanza de Cuba, dio sus batallas. Y perdió. Tanto el MIR, comanadado por Luis de la Puente Uceda, como el ELN, encabezado por Héctor Béjar, cayeron derrotados ante el empuje militar de la burguesía. Y esos movimientos no fueron capaces de revivir. Solamente de dividirse.
Ni siquiera de agonizar.
Con el transcurso del tiempo, variaciones hubo por cientos en la izquierda. pero ningún sector o grupo pudo catalizar con el debido criterio el ascenso de las luchas populares. Tal vez, la Izquierda Unida, con Barrantes a la cabeza, pudo lograr algo. Pero sus frutos fueron muy débiles y finalmente pobres. Y el castillo se volvió a caer. Sobre todo, hecho pedazos. Hoy ni siquiera existe algún vestigio de esa vertiente, que, en algún instante, alentó los anhelos populares. Por supuesto, estoy hablando de una vertiente de la izquierda peruana. La otra vertiente fue Sendero Luminoso y luego el MRTA, ambos alzados en armas, y finalmente derrotados. El MRTA difícilmente existe. De SL se habla muchas cosas, por ejemplo, que desea crear un movimiento político legal. Pero son bolas que se corren.
Lo cierto es que la izquierda no representa absolutamente nada en el país. Seguramente un sentimiento, eso es posible. Y hasta parece ser verdad. Y ¿por qué se ha llegado sólo a eso? Hay muchas respuestas, pero una me parece importante. Por ambiciones personales y por no comprender las experiencias históricas del país y de América Latina.
Cierta vez, con Gustavo Mohmme Llona a la cabeza, lamentablemente extinto, se quiso reagrupar a la izquierda, vertiente de IU. Lamentablemente, el planteamiento pasaba neceseriamente por llegar al parlamento, es decir, ingresar al terreno de la burguesía de la lucha electoral. Recuerdo que todos intervenimos para opinar sobre la materia. Cuando me llegó el turno plantée que era necesario ese movimiento que se pensaba crear y que debía ser legal, pero mi discrepancia con los demás era que no debiera pensarse en luchas electorales, sino en trabajar con las organizaciones populares durante unos 5 años y después de ello discutir, con ellas y con todas las instancias del caso, si entrar a la lucha electoral, esbozando alternativas posibles al sistema capitalista. Recuerdo que muchos pusieron el grito en el cielo. Pues crear un movimiento era ingresar de plano a la arena política.
Una discusión parecida se planteó en el MIR cuando se decidió ir a la luch armada en el 65. De la Punete era de la idea que ya no había posibilidades dentro del sistema y que la única solución era encaminar al movimiento hacia la guerrilla. Malpica y otros planteaban que era impostergable la lucha electoral y crear partido de masas. Héctor Cordero planteaba equilibrar las dos tesis, que no eran contradictorias. Al final, triunfó la tesis de De la Puente. El que saliera derrotado no invalida su tesis en su esencia: la lucha contra la burguesía tiene que ser con las organizaciones de base y no a espaldas de ella.
Por otro lado, Es conocida la historia de los congresistas. Cuando llegan al Parlamento se olvidan de sus pueblos y sus responsabilidades sociales. El encanto del poder los obnubila y las promesas o juramentos se los lleva el aire.
Finalmente, jamás toman en cuenta las lecciones de la izquierda en AL que llegaron al gobierno y fueron derrotadas por golpes militares.
Creo que no se puede reconstruir un importante movimiento popular socialista sino se conoce la realidad del país, sino se vuelve a esa práctica de antaño: de trabajar con las bases y crear una mística diferente, una mística que signifique ir creando ese hombre nuevo del cual hablaba el Che.
5 de junio de 2003
Juan Cristóbal
juancristobal2001@yahoo.es