"MIREN COMO NOS HABLAN DEL PARAÍSO" |
Fernando Del Corro
Mientras entre los que espían las perspectivas de encontrar un sucesor de Juan
Pablo II en el papado antes de que el Sacro Colegio Cardenalicio se expida en el
cónclave no faltan los que apuestan por el nigeriano Francis Arinze, el único
negro miembro de ese cuerpo en la historia de la Religión Católica Apostólica y
Romana.
Curiosamente a fines de 1996, tras la elección en septiembre de ese año de la
joven mulata veneciana, aunque nacida en la República Dominicana, Denny Méndez
como Miss Italia, circuló por la península un verso que vinculaba el hecho con
un futuro papa de color.
'¿Sara vero, dopo Miss Italia, /avere un Papa nero?. /Non mi par vero,/ un papa
nero,/ che canta le canzon in venezian,/ ma ze le un ver african', tarareaban
algunos casi una década atrás en el viejo dialecto de la república marinera, y
cuyo significado es '¿Será verdad que después de Miss Italia habrá un Papa
negro?. No me parece cierto, un papa negro que cante las canciones en veneciano
pero que sea un verdadero africano'.
Para los muchos, católicos y de otros credos, que creen en esas cosas, la
perspectiva de que el próximo papa sea Arize no deviene tanto de la bella Méndez
sino de la profecía del médico y astrólogo francés Michel de Notredame (Nostradamus),
que junto con el irlandés San Malaquías se ocuparon de predecir los sucesivos
relevos en la sede obispal romana.
Nostradamus (1503-1566), descendiente de judíos cristianizados, se hizo famoso
como médico cuando la gran peste asoló Francia; peste que incluso costó la vida
de su esposa y sus dos hijos. Hacia 1550 comenzó su tarea de profetizador que
ubicó el fin del mundo en el 3797. Fue el horoscopero de cabecera de Enrique II
y médico de la corte de Carlos IX.
Una de sus visiones fue la de los futuros papas, pero no siempre cumplidas,
incluyendo desenlaces como la no-muerte trágica del reciente Karol Wojtyla. Sin
embargo, en el epitafio que escribió para sí dice: 'Aquí descansan los restos
mortales del ilustrísimo Michel de Nostradamus, el único hombre digno, a juicio
de todos los mortales, de escribir con pluma casi divina, bajo la influencia de
los astros, el futuro del mundo'.
Mucho más marketing tienen las profecías del arzobispo irlandés San Malaquías
(1094-1148), Maelmhaedhoc, en el original gaélico, quién formuló un listado de
112 papas a partir de su era, tras lo cual debiera desaparecer esa institución
vaticana.
Curiosamente entre la lista de papables de San Malaquías también puede estar el
cardenal nigeriano ya que el santo irlandés lo llama 'Gloria olivae' (la gloria
del olivo) que en términos interpretativos no necesariamente debiera estar
vinculado con la planta aceitunera sino que puede estar relacionado con la paz.
Arize, dentro de la estructura eclesiástica está a cargo del Consejo Pontificio
por el Diálogo entre Religiones. Una tarea relacionada, precisamente, con la
paz. En ese caso Malaquías parece coincidir con Nostradamus y hasta con buena
parte del estribillo veneciano. Además, algunos vaticanólogos dicen que el
purpurado nigeriano puede ser una transición entre europeos y latinoamericanos a
la par que de acercamiento entre diferentes credos.
Claro que si la profecía de Malaquías es tomada de una manera más directa, o sea
con la planta del olivo, hay un candidato en mejores condiciones. Se trata de
Silvano Piovanelli, de 81 años, arzobispo de Florencia, un cardenal que por su
edad aparece como apropiado para un período de transición, que es lo que se
espera. La familia Piovanelli se dedica desde hace algunas generaciones a la
producción de aceitunas y por si fuera poco el prelado incluyó el olivo en su
escudo obispal.
Pero hay otra posible coincidencia entre Malaquías y Nostradamus. En el marco de
que los acertijos son generalmente a gusto del consumidor, uno de los grandes
interpretadores del francés, su compatriota Jean Michel de Fontbrune, sostiene
que en verdad la profecía apunta a un judío y no a un negro.
Si se tratara de un judío o algo relacionado con los judíos, lo del olivo
también cuadra, ya que es otro símbolo de ese pueblo. En ese caso hay un par de
cardenales apropiados. Por ejemplo Carlo María Martini, arzobispo de Milán. Este
jesuita, que ha tenido una prolífica obra literaria, incluyendo su participación
en libros de Umberto Eco, ha declarado que quiere ser inhumado a su muerte en
Jerusalén. Pero el más directo, en ese caso, debiera ser el cardenal Jean Marie
Lustiger, arzobispo de París, judío converso.
La teoría del papa judío coincide con otra de algunos interpretadores modernos
de las profecías que señalan que el fin del papado se relaciona con la
globalización, de manera que deberá avanzarse hacia la unificación de las
religiones y pronostican que Jerusalén debiera ser el centro del nuevo credo
universal que unifique a judíos, cristianos y musulmanes. Claro está que se
advierte que, como en la nueva estructura económica y política mundial también,
sobre todo en el Islam y en sectores cristianos, estarán las que se conocen como
'zonas de la resistencia'.