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"MIREN COMO NOS HABLAN DEL PARAÍSO"



El arma secreta del Papa El poder del Opus Dei

Septiembre de 2001

(Extractos, artículo completo en la edición impresa y en el libro EL PODER DEL OPUS DEI publicado por la Editorial Aún Creemos en los Sueños)

La campaña restauradora iniciada por Karol Wojtyla se hace sentir con particular fuerza en América Latina, continente católico por excelencia, donde en los años 60 y 70 había cobrado impulso la Teología de la Liberación. La tradicional influencia de la Compañía de Jesús sobre el papado fue sustituida por la del Opus Dei, punta de lanza para combatir a las corrientes modernizadoras de la iglesia. En América Latina, uno de los blancos de esa misión purificadora fue precisamente esa corriente de compromiso con los socialmente oprimidos.

Por medio de una política de designaciones episcopales que casi no tiene en cuenta los deseos de las iglesias locales, Juan Pablo II lleva adelante su empresa de restauración, utilizando todos los medios a su disposición: doctrinales, disciplinarios y -sobre todo- autoritarios, con la ayuda de una cantidad de movimientos tradicionalistas duros, en general sectarios y políticamente de derecha, que le son totalmente adictos.

Estos forman parte de la renovación carismática, o tienen por nombre: Comunione e Liberazione, organización italiana creada en los años 70; Focolari, movimiento fundado en 1943 en Trento; Neocatechumenat, creado en Madrid en 1964; Legionarios de Cristo, grupo ultrasecreto formado en México en los años 40 y, fundamentalmente, el Opus Dei (Obra de Dios), organización creada en España por el padre José María Escrivá de Balaguer.

El Opus, que goza del apoyo incondicional del Obispo de Roma, se infiltra en todos los escalones de la jerarquía católica. ¿Es el ejército secreto del Papa en su tarea de reconquista católica? ¿O Juan Pablo II es un prisionero inconsciente de esa mafia blanca?

El Opus cultiva el secreto desde sus orígenes. En su constitución (secreta) redactada en 1950, el artículo 191 precisa que los miembros numerarios y supernumerarios sepan bien que deberán observar siempre un prudente silencio sobre los nombres de los otros asociados y que no deberán revelar nunca a nadie que ellos mismos pertenecen al Opus. Una vez dada a conocer, la constitución desató tantas críticas (1) que en 1982 se redactaron nuevos estatutos, donde puede leerse (artículo 89): (los fieles de la Prelatura) no participarán de manera colectiva en las manifestaciones públicas de culto, como las procesiones, sin por ello ocultar que pertenecen a la Prelatura.

A pesar de esta aparente concesión a la transparencia, el Opus continúa practicando el secreto y utilizando testaferros y sociedades pantalla, bajo el pretexto de la humildad colectiva y de la eficacia apostólica.

Como se niega a cualquier tipo de transparencia, el Opus excita la curiosidad y la hostilidad, despertando a veces hasta fantasmas de complot2, sostiene un biógrafo de Juan Pablo II (2). De muchas personas se dice que son miembros o simpatizantes de la organización. La discreción, que por una parte sirve para hacer proselitismo entre los jóvenes a espaldas de su familia y por otra ayuda a tejer una red invisible en todos los ámbitos de la sociedad, se explica en primer lugar por el contexto en que nació el Opus, en la España franquista.

Esta Obra de Dios se parece en algunos de sus objetivos -santificar el trabajo diario- a los movimientos de la Acción Católica nacidos en Francia y en Bélgica en la misma época. Surgido en los años previos a la Guerra Civil española, el Opus quedó muy marcado por esa coyuntura, lo que explica su incondicional apego al aparato eclesiástico preconciliar, su odio obsesivo al comunismo y su gusto desmedido por la clandestinidad.

A pesar de que Escrivá de Balaguer pretendía haber descubierto el principio de la santificación de la vida cotidiana, esa idea es tan vieja como el Evangelio. De todos modos, la inspiración inicial del Opus fue rápidamente pervertida por la personalidad de su fundador: un pequeño burgués ambicioso, colérico y vanidoso (3). El secreto de su éxito fueron su fogosidad y su carisma personal, que subyugaban a quienes lo rodeaban.

La primera perversión fue la clericarización de la Obra, que sigue diciéndose laica, aunque son los sacerdotes los que tienen el verdadero poder y ocupan todos los puestos de mando. Los no religiosos, que representan el 98% de los miembros, son presentados como personas corrientes que viven en el mundo, pero por sus votos de pobreza, castidad y obediencia (rebautizados lazos contractuales), se parecen más a religiosos que a laicos (4)....

Pero la nueva estrategia de la Obra consiste en infiltrarse en las organizaciones internacionales, por ejemplo las Naciones Unidas, la Unesco o la Organización para el Comercio y el Desarrollo Económico (OCDE, integrada por los 21 países más ricos). El Parlamento Europeo en Estrasburgo y la Comisión Europea en Bruselas son sus lugares preferidos. Varios parlamentarios europeos son miembros del Opus. En Bruselas la organización actúa clandestinamente, como es su costumbre. Un ejemplo: el boletín semanal Europe Today -editado en español, francés e inglés- es enviado desde la capital belga a todo el Tercer Mundo, principalmente a América Latina, donde se distribuye gratuitamente. Presentándose como una agencia de prensa internacional, especializada en salud, problemas de sociedad y educación, la publicación defiende las posiciones de la derecha católica. El nombre del Opus no aparece en ninguna parte de la revista, que goza de una subvención de la Comisión Europea.

Otros puntos estratégicos que el Opus trató de ocupar en Bélgica son el Instituto Robert-Schuman y la Universidad Católica de Lovaina. El primero es una escuela de periodismo fundada por el empresario holandés Piet Derksen, cercano a la extrema derecha católica.

Una dictadura espiritual

En Lovaina, en cambio, el Opus perdió la batalla, gracias a la tenacidad del vicerrector, el padre Gabriel Ringlet. Este sacerdote se negó a renovar el contrato de alquiler de dos residencias para estudiantes abiertas en el campus por el Opus y le prohibió distribuir sus publicaciones mientras siguiera ocultando su identidad. La decisión fue tomada por unanimidad por el consejo administrativo de la Universidad. El padre Ringlet explica que el Opus apunta sólo a la élite de la sociedad, lo que resulta inadmisible para nuestra Universidad. No reconozco en ella mi fe. La búsqueda de la perfección encierra algo muy orgulloso y malsano. No puedo aceptar una religión que lava más blanco que el blanco... ¡el color de los sepulcros! Porque al final de ese camino encontramos siempre la exclusión, el racismo. En estos tiempos de avance de la extrema derecha, todas las precauciones son pocas contra las dictaduras espirituales.

En efecto, se trata de una dictadura que puede tomar al Papado como rehén. Esta arma del Papa es de doble filo, y podría volverse contra él...