País Vasco
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Iñaki de Juana Chaos
Es sabido que uno puede morir esperando que le diagnostiquen sus
dolencias, en tratamiento erróneo de las mismas, por negligencia medica o
simplemente porque su tratamiento es muy caro.
Nebera
Uno puede morir asomado a la ventana de su piso de un certero pelotazo, agachado
tras un coche de un tiro al aire, por un infarto provocado ante una carga
policía y la burla de estos ante quienes piden ayuda, en un control inesperado y
mucho menos justificado, al acudir, detenido o voluntario, a una comisaría
cualquiera de la guardia civil, de policía armada o de ertzaintza no importa
todas han demostrado ser igual de peligrosas, o pilotando un helicóptero militar
en una tierra ajena donde solo el interés político de quien jamás pasara en ella
mas tiempo que el de una foto y un himno patrio.
Uno puede morir subcontratado, a destajo, in itinere, o cruzando el mar sobre un
cayuco o una patera que tanto da, o saltando unas vallas como frontera de dos
mundos creados y un certero tiro que nadie disparara porque se tiene hambre, de
una dosis adulterada de una droga mas cotizada en la ilegalidad que en el uso
libre, a manos de su expareja o de su pareja que tampoco importa mucho.
Uno puede morir en una carretera ajena en un viaje de ida y vuelta para robarle
unos minutos a la dispersión, en su propia tienda con el corazón roto porque un
policía así siente su deber patrio, en un tren de madrugada que alguien hace
reventar porque otro que nunca viajara en tren un día declaro una guerra ajena
por unos intereses propios.
Uno puede morir porque un capullo quiere sentirse kamikaze y lanza su coche
nuevo y deportivo a 200 kms. por hora y en dirección contraria importándole un
carajo los puntos que siempre podrá volver a comprar, o simplemente cruzando un
paso cebra porque un bailaor famoso va ciego de una droga no adulterado, sin
carnet y a todo trapo.
Uno puede morir de viejo pero son los menos.
Lo que uno no puede hacer es elegir el momento de su propia muerte, la eutanasia
o el suicidio para entendernos. Al estado parece molestarle que otros se
adelante en el único trabajo en el que históricamente se ha mostrado tan eficaz.
Uno puede morir poco a poco siempre y cuando no meta mucho ruido con su muerte y
su agonía, día tras día mueren miles sin que nadie haga nada por evitarlo. De
hambre, de miseria, de frío, de calor o simplemente por ser pobres en un sistema
que dice ser socialista.
Pero Iñaki tu bien sabes que uno si esta preso, aunque no debiera estarlo una
vez cumplida su condena, y ha sido condenado por pertenencia a ETA no puede
morir de hambre por mas que mantenga una huelga indefinida de hambre por sus
derechos, los que son fundamentales y son humanos e individuales, por la
dignidad que todo ser, aunque este preso, debería temer y ser capaz de hacer
valer y que tú estas demostrando que la tienes y por ello peleando.
Iñaki puedes estar seguro que el estado, esa maquina trituradora, fría,
calculadora y vengativa, no te va a dejar morir de hambre y no es porque tú le
importes lo mas mínimo, mas bien le gustaría verte mil veces muerto si esto
fuese posible, es tan simple como ese complejo de culpabilidad que tiene quien
sabe que nunca podrá justificar el porque de tu huelga, el porque de tu cárcel,
hoy y ahora, y sobre todo el porque de su postura.
Un estado capaz de contradecirse, de inventar nuevas imputaciones si hiciese
falta, de negar la libertad de expresión y agotar la prisión preventiva hasta la
venganza. Un estado tan injusto que no siente vergüenza al incumplir su propia
ley o someter a la justicia a la mas burda burla que jamás cómico alguno hubiese
imaginado.
Iñaki solo pensar que día tras día tu salud se va quebrando por esa huelga de
hambre indefinida que nos mantiene en vilo a tantos y que, como tantas veces
antes, dejara en ti secuelas que no llegar a curar jamás por mas que recuperes
la libertad que te mereces y esta tierra Euskal Herria te mime como mereces.
Nebera (Intxaurrondo)
2006 septiembre 13