País Vasco
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Secuestro e impunidad versus indefensión
Editorial Gara
Torturas y hospitalizaciones. La operación policial iniciada el 24 agosto en
Nafarroa ha sido -y es- un cúmulo de irregularidades.
Irregularidades lamentablemente habituales en las redadas contra ciudadanos
vascos, tales como las denuncias de torturas de los detenidos o la
hospitalización de algunos de ellos; pero en este caso, además, la detención del
joven Alberto López el miércoles de la semana pasada y su ingreso en un hospital
pocas horas después sin que hasta el pasado lunes, cuando compareció en la
Audiencia Nacional de Madrid, nadie, excepto el juez y la Guardia Civil, tuviera
noticia alguna de él, sólo se puede denominar secuestro. Quien utiliza esos
procedimientos no necesita denuncias de los detenidos para perder la
credibilidad. Ese tipo de actuaciones desacreditan no sólo a las fuerzas
policiales, sino también a jueces y gobernantes que permiten y encubren las
mencionadas irregularidades.
Si bien es cierto que estas detenciones han reunido todos esos elementos
escandalosos, los mismos no son excepcionales, sino habituales en Euskal Herria.
Es preciso recordar que han de circunscribirse en la «lucha contra la kale
borroka», denominación que viene a justificar detenciones de jóvenes con
acusaciones genéricas como «pertenencia a organización terrorista», aunque no se
les acuse de acción alguna ni posean armas o material para llevarlas a cabo. Sin
embargo, es suficiente acusar a los jóvenes de ser miembros de Segi para que, en
virtud de la sentencia en la que el Tribunal Supremo declaró «terrorista» a esa
organización juvenil, se vean procesados por pertenecer a ETA, de modo que no es
precisa la voluntad de pertenecer a una organización ni siquiera el conocimiento
de tal militancia para ser juzgado por ella.
Llama poderosamete la atención que las denuncias de torturas, la hospitalización
de detenidos o la desaparición de un joven durante varios días no haya provocado
la más mínima reacción de las instituciones autonómicas de Hego Euskal Herria.
Tampoco para el Defensor del Pueblo de Nafarroa han sido motivo de preocupación.
Con su actitud han dejado claro que no están dispuestos a denunciar las
vulneraciones de derechos a ciudadanos vascos si éstas proceden de los aparatos
del Estado, y que la indefensión de estos jóvenes y, por tanto, la de cualquier
ciudadano vasco ante esos aparatos es total.