País Vasco
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El pueblo vasco no está en venta
Diego Farpón
El pueblo vasco no está en venta. El último atentado de ETA así lo demuestra. En
Euskal Herria hay un conflicto y la solución no es más o menos autonomía, o el
cese de la violencia por una de las partes, sino la democracia por la que el
pueblo vasco nunca ha dejado de luchar.
Mal acostumbrados estamos en el resto del Estado, donde nos cuentan que vivimos
en democracia y nos creemos la falsa liberal del voto cada cuatro años, para que
unas cuantas personas que dicen representarnos vivan a nuestra costa.
Mal acostumbrados estamos, porque en el resto del Estado hace mucho tiempo que
la lucha de clases dejo de existir y damos por sentada la injusticia, el hambre,
las guerras y la precariedad laboral. En el resto del Estado hace mucho tiempo
que la izquierda dejo de existir. Hace mucho tiempo que no se duda del discurso
de quienes nos mandan.
En Euskal Herria hay un pueblo que plantó cara al fascismo y que hoy sigue
luchando por sus sueños, porque no han perdido la capacidad de imaginar ni la
esperanza, y eso es algo que no podemos comprender los que no estamos allí, en
las barricadas, en las prisiones, en las manifestaciones recibiendo ostias.
Porque en el resto del Estado nadie sueña, nadie tiene la esperanza de que las
cosas cambien.
Dice Belén Gopegui, con una de esas frases irrefutables que nos regala de vez en
cuando: En España sentiríamos rubor y desconcierto y bajaríamos los ojos con
una media sonrisa si un joven nos dijera que ha empezado a militar en un
colectivo para hacer la revolución. En Euskal Herria hay, sin embargo, un
movimiento revolucionario indiscutiblemente poderoso. Hay un pueblo que no
claudicó cuando las cosas quedaban atadas y bien atadas. Y ahí sigue.
Cuando el actual gobierno parecía que iba a dialogar con ETA todos nos
alegramos. Quizá sería la buena. Quizá esta vez habría paz. Sin embargo temíamos
también que la izquierda abertzale claudicase y aceptase cuanto le dijera el
gobierno para poder presentarse a las elecciones. En suma: que la izquierda
abertzale se convirtiese en otra formación institucional más y aceptase el
sistema.
Hoy, parece que esto no va a ocurrir. Las bombas no son la solución, pero
tampoco la dispersión de presos, las detenciones ilegales y las torturas. En
Euskal Herria hay un conflicto que es político: eso es lo que hay que
solucionar. La violencia de ETA es solo una consecuencia del mismo. Mientras el
debate se centre en el desarme, el fin de la violencia o la condena de la misma,
no se estará debatiendo una solución sino alargando el conflicto.
Mientras la izquierda abertzale sigue soportando la fuerza de todo el Estado,
Corriente Roja y el Partido Comunista de los Pueblos de España se han mostrado
firmes en sus comunicados. Son organizaciones que deberían llevar el debate al
resto del Estado: socialismo y autodeterminación frente a la violencia. Porque
esta batalla no se libra solo en Euskal Herria, y eso lo debería tener siempre
presente la izquierda abertzale: esta es la batalla de los pueblos de España, y
son necesarios todos ellos para derribar este reino imperialista que nos legó el
franquismo. Y que tenga presente también la izquierda del resto del Estado
español que este es el punto débil del sistema.
Que se unan nuestros pueblos, cualesquiera que sea la lengua que hablen,
cualesquiera que sea su cultura; que se miren y unan sus sueños; que aprendan
los unos de los otros; que junten sus brazos y sus mentes y tengan más fuerza y
más esperanza que nunca, sabiendo que el fin del conflicto está hoy más cerca,
porque un día, mal que pese a algunos, tendrá que acabar; y que sus gargantas
unidas griten, bien alto para que escuchen quienes no quieren escuchar y quienes
no quieren que esto acabe: orain herria, orain bakea!
La Haine