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Pa�s Vasco

 

As� es la tortura en Euskal herria
Un descenso a los infiernos

Gara

A lo largo de sus paginas, el informe presentado ayer por torturaren aurkako taldea (TAT) recoge cerca de medio centenar de testimonios. hombres y mujeres que narran su permanencia en manos de diferentes cuerpos policiales. golpes, amenazas, vejaciones, practicas como la bolsa� un autentico descenso a los infiernos. lo recogido en estas paginas es tan solo una peque�a muestra que sirve como ejemplo. _

�Ten�a los pies al rojo vivo, hinchados y doloridos
HARITZ TOTORIKA
�Me obligaron a realizar flexiones hasta la extenuaci�n, hasta que el dolor de las piernas era insoportable. A veces se apoyaban en mis hombros, con lo que el esfuerzo y el dolor se multiplicaban, me daban �pataditas� en alguno de los pies, con lo que perd�a el equilibrio y el ritmo�
Al final de las sesiones, me era imposible mantenerme en pie. Los pies se me resbalaban por el sudor que hab�a en el suelo. El mismo sudor me hizo unas llagas entre los dedos y en las plantas de los pies. La forense lo justific� diciendo que mis zapatillas eran malas. Los pies me escoc�an, los ten�a al rojo vivo, hinchados y doloridos. Las piernas no pod�a ni tocarlas, las ten�a tan congestionadas, cargadas... que el simple hecho de tocarlas con un dedo era un suplicio. Las rodillas no pod�a articularlas del dolor que sent�a�

�Me amenazaron con hacerme comer galletas con gluten
IGOR ALVAREZ
�Me hablaron de mi enfermedad, celiaqu�a, de la que yo antes le hab�a hablado al m�dico; mi aparato digestivo no admite gluten. Expliqu� a los guardias civiles que pod�a sufrir convulsiones y que pod�a llegar a morir. En los interrogatorios, si no contestaba lo que ellos quer�an, me amenazaban con que me obligar�an a comer galletas con gluten (...).
Realic� la declaraci�n policial. El abogado de oficio estuvo callado en todo momento, y los guardias civiles iban a�adiendo cosas todo el tiempo. Yo dec�a las cosas de una manera y ellos las escrib�an de una manera diferente, pon�an lo que quer�an�.

�Me dec�an que, tras una descarga, tendr�a c�ncer�
IZASKUN VILLANUEVA
�Trajeron los electrodos, me los ense�aron, ya me hab�an dicho antes que me los pondr�an. Pusieron el aparato frente a m� y comenzaron a probarlo, se aseguraban de que yo lo viera. Apretaron el bot�n y me amenazaban todo el rato con que me los iban a poner (...) Cuando probaron la m�quina, comenzaron a discutir entre ellos d�nde me aplicar�an los electrodos, en qu� parte de mi cuerpo...
Al final decidieron que me pondr�an los electrodos en mi seno izquierdo. Me colocaron el aparato pero no conectaron la corriente. En ese momento no ten�a la camiseta puesta y ten�a el sujetador medio quitado, ya que al mismo tiempo segu�an pellizc�ndome los pezones. Dec�an que no me dejar�an marcas y que tras darme una descarga, en esa zona tendr�a c�ncer u otra enfermedad, que al principio me saldr�a algo del tama�o de una lenteja, e iban explicando el proceso que sufrir�a utilizando palabras t�cnicas. Todo eso me lo dec�an a la oreja (...)
Dec�an que se tratar�a de una enfermedad cr�nica y que deber�a sufrir operaciones a menudo. Que la enfermedad ser�a muy dif�cil de curar, ya que si me colocaban el aparato en mi seno izquierdo, al estar �ste cerca del coraz�n, har�a que operarme fuera m�s complicado. Una vez que yo hab�a visto la m�quina y tras dar un par de descargas ante m�, me taparon los ojos con una cinta y segu�an dando descargas el�ctricas muy cerca de m�, siempre de manera que pudiera notarlas, y vaya si notaba claramente las descargas y las chispas el�ctricas. Tambi�n me la pon�an en los pechos y me amenazaban con dar descargas�.

�Comenzaron a andarme junto al ano con una botella�

AITOR LARRETA
�Seg�n me metieron en la sala de interrogatorios y si no dec�a lo que quer�an o�r, me obligaban a realizar flexiones (agacharme, levantarme, agacharme...) con los brazos estirados hacia arriba, y me dec�an que si paraba me meter�an un palo por el ano. Les dije que no pod�a m�s, y entonces me bajaron los pantalones. Como hac�a las flexiones muy despacio, me dijeron que me quedara en pie, y entonces comenzaron a andarme junto al ano con una botella de pl�stico llena de agua sucia, y me dijeron que si me volv�a a parar, me la meter�an por el culo.
Luego, abrieron la botella y me tiraron el agua sucia que conten�a (en mis piernas, calzoncillos...), y tras decirme que me subiera los pantalones, me hicieron limpiar el agua sucia que hab�a ca�do al suelo. Me obligaron a realizar flexiones de nuevo. Al de un rato me hicieron bajarme los pantalones de nuevo y me golpeaban los test�culos con una de mis zapatillas�.

�En una ocasi�n llegu� a vomitar y ech� bilis�

EDER ARIZ LIZASO
�Casi siempre que me golpeaban me encontraba sentado, aunque a veces tambi�n estaba de pie y contra la pared. En ocasiones me obligaron a realizar flexiones. Me golpeaban en la cabeza, en los o�dos, en el est�mago, en los test�culos, en la espalda...
Tambi�n me provocaron la asfixia mediante una bolsa. �Cu�ntas veces? Muchas. En ocasiones, adem�s, no me quitaban la bolsa de la cabeza durante todo el interrogatorio. La ten�a puesta por la cabeza y estaba empapado en sudor, y cada vez que no contestaba sus preguntas o contestaba algo que no les gustaba, me la apretaban. La sensaci�n de ahogo, las arcadas� en una ocasi�n llegu� a vomitar y ech� bilis. Entre las amenazas que sufr�, muchas eran contra mi compa�era: me dec�an que tambi�n estaba detenida y que la estaban torturando, me dec�an que estaba sufriendo violaciones, electrodos, la bolsa, golpes, etc�tera.
Tambi�n me amenazaron con mis padres. Mi padre ha tenido problemas de coraz�n y ellos ya sab�an que ha sufrido un infarto y que hab�a estado ingresado en un hospital. Las amenazas contra m� tambi�n fueron incesantes: que me iban a matar, que despu�s di-r�an que me hab�a tirado por la ventana... Entre las humillaciones que tuve de padecer, me obligaron a contarles las relaciones sexuales que manten�a con mi compa�era (...)�.

�La forense me dijo:�Ves c�mo hoy ya no te iban a pegar?�
UNAI LIZASO
�Cuando en dependencias policiales me llevaron ante el m�dico forense yo estaba aterrorizado. Ten�a mechones de pelo por todas partes. El m�dico forense era una mujer, y me dej� alucinado: le dije que me estaban maltratando, y su repuesta fue que ya ver�a c�mo estaba al d�a siguiente.
Ten�a la cabeza completamente hinchada, parec�a que llevaba casco, pero �nicamente me dio paracetamol y listo. No apunt� nada ni me mir� demasiado. Me tom� la temperatura. Cuando pas� ante el m�dico forense la segunda vez, estaba m�s tranquilo y no me hab�an golpeado, y ella me dijo ��ves c�mo te dije que no te iban a pegar?��.

�Pens� en clavarme un bol�grafo en el est�mago�

MIKEL ZIAURRIZ
�El mi�rcoles me obligan a cantar el �Cara al sol�, el �Eusko Gudariak�, y a correr la �Korrika� (...). Cuando me vuelven a subir, me obligan a memorizar una declaraci�n. Estamos un rato bastante largo prepar�ndola. Cada vez que digo algo que no les gusta, me provocan de nuevo la asfixia mediante la bolsa, y me golpean en la cabeza. El jueves declaro y despu�s me dejan dormir un rato...
No me vuelven a subir hasta el d�a siguiente. Es en este momento cuando comienzan las amenazas contra la familia, me amenazan con meterme punzones en los o�dos, me dicen que voy a acabar como I�aki Beaumont, sangrando del o�do... Lo peor de todo esto fueron las amenazas con mi familiar.
Me obligaron a firmar la muerte de dos polic�as, aunque despu�s rompieron lo que hab�a firmado, llegu� a creerme que los gritos que proven�an de la habitaci�n de al lado eran de mi familiar, hubo un momento en que me dijeron que le ten�a delante y me cre� que los sollozos eran suyos...
Se me pas� por la cabeza el jueves cogerle el bol�grafo a la m�dico y clav�rmelo en el est�mago, al final no lo hice. Estaba humillad�simo, hab�an conseguido aplastar mi barrera psicol�gica, quer�a que aquello acabase, como fuere pero que acabase. Tambi�n decir que aunque esto sea muy violento, se acaba, son cinco d�as, hay que ense�arles los dientes�.

�Dec�an que me pasar�a lo mismo que a Lasa y Zabala
ZAINE REKONDO
�El viaje fue horroroso. Nada m�s entrar en el coche comenzaron los interrogatorios... Me gritaban al o�do una y otra vez, y si no contestaba o no les gustaba mi respuesta, la mujer me golpeaba en la parte inferior derecha de la cabeza. El hombre se enfadaba mucho y me gritaba fuertemente.
Orden� al chofer que parara el coche. Me dijeron que me matar�an, que me pasar�a lo mismo que a Lasa y Zabala o que a Zabalza, que hoy en d�a hab�an perfeccionado los m�todos para que fuese imposible determinar que hab�an sido ellos. De nuevo m�s gritos, golpes, zarandeos y �rdenes para parar el coche. Pararon (...). Al rato volvieron a parar y el hombre que estaba a mi lado sali� al arc�n, empuj�ndome. Yo hac�a fuerza para no salir. Volvi� a entrar, continuamos, pero un poco m�s adelante de nuevo lo mismo...
Me empujaban para que saliese... El hombre que estaba a mi lado abr�a de vez en cuando la puerta mientras el coche estaba en marcha, amenaz�ndome con tirarme. S�lo deseaba que tuvi�ramos un accidente y que la pesadilla terminara�

�El ertzaina me dio una bofetada y dijo: �Hablas en espa�ol��

JOSETXO LUCAS
�Me detuvieron en la playa (...). Me cogieron y me tiraron al suelo, me retorcieron el brazo violentamente haci�ndome mucho da�o. Cuando abr� la boca para gritar, un ertzaina de paisano me meti� un pu�ado de arena en la boca, me tiro de los pelos y me sumergi� la cabeza en la arena (...).
Me metieron en una celda y enseguida entraron dos ertzainas encapuchados. Uno llevaba capucha negra, otro gris. El de la negra tir� al suelo una manta y una esterilla, y entonces el de la gris me pregunt� en castellano ��quieres algo m�s, o necesitas algo m�s?�.
Yo le respond� en euskara �no, no quiero nada m�s�. Entonces, se me acerc�, me tir� de los pelos con la mano izquierda y con la derecha me dio un pu�etazo en la cabeza, dici�ndome: �Aqu� vas a hablar en espa�ol, �has entendido?�. Yo respond� en euskara que �no, yo hablar� en euskara�.
Me dio una gran bofetada con el guante: �Vas a hablar en espa�ol o te meto un mont�n de ostias�. Yo de nuevo �no, yo hablar� en euskara porque es mi derecho�. De nuevo, y mientras continuaba tir�ndome del pelo, me dio otra bofetada ��a m� me hablas en espa�ol, joder!�. Yo todo el rato �no, no...�. Entonces me solt� y me grit� �puto gudari, asesino��. -  

Fuente: lafogata.org

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