País Vasco
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Entrevista a Arnaldo Otegi, portavoz independentista
«El modelo de Catalunya no sirve para resolver el conflicto en Euskal Herria»
GARA
En entrevista concedida a GARA, Arnaldo Otegi ofrece su visión
sobre lo ocurrido en torno al Estatut de Catalunya partiendo de una premisa
clara: «No tiene nada que ver el proceso de superación del conflicto político y
armado en Euskal Herria con una reforma estatutaria como la de Catalunya. Ni es
el mismo objetivo ni el mismo método». Preguntado sobre el acto celebrado ante
el BEC, afirma que «se vio un compromiso por construir un proceso de solución
con bases claras».
Tranquilo a pesar de los últimos golpes de la
Audiencia Nacional, Arnaldo Otegi repasa los últimos acontecimientos políticos y
habla con confianza sobre el futuro del proceso, dando la impresión de saber más
que lo que puede contar.
¿Por qué optaron por hacer un congreso público y
tan publicitado? Se ha hablado de provocación y de error de cálculo...
No hubo nada de eso. La decisión hay que
contextualizarla. Hace aproximadamente dos años Batasuna se planteó que había
condiciones políticas nuevas y que tenía que renovar su oferta política. Esa
oferta tenía que tener dos patas. Una era la referida a la resolución del
conflicto, lo que culminó en el velódromo de Anoeta con la propuesta «Orain
herria, orain bakea». De lo que se trataba ahora era de añadir la segunda pata,
la de fijar nuestra alternativa política para construir Euskal Herria desde la
izquierda, demostrar que Batasuna es alternativa a los modelos de gestión del
PNV, de UPN y de los jauntxos de Ipar Euskal Herria. Y hay que añadir que
Batasuna hizo todo su proceso de debate, con cientos de asambleas y la
participación de miles de militantes, con publicidad y sin problemas.
¿Cómo van a culminar el proceso Bide Eginez
ahora? De hecho el proceso está culminado,
aunque falte por celebrar la asamblea y el acto político. Ya fijaremos lugar,
fecha y hora para celebrar ese congreso. Todavía no está definido.
¿Esperaban la medida adoptada por la Audiencia
Nacional? No nos sorprendió, aunque fue
mucho más allá de prohibir el acto del BEC. Buscaba poner un obstáculo a que se
puedan crear las condiciones para que se pueda construir ese proceso y que se
diera un grave enfrentamiento entre el Gobierno de Lakua y la izquierda
abertzale. Frente a ello, lo que se ha fortalecido es la necesidad de ese
proceso, acumulando en el acto ante el BEC a los sectores que apostamos por
construir ese proceso.
¿Con qué claves se organizó la respuesta?
Al ver que se intentaba sabo- tear la puesta en marcha del proceso, se buscó una
respuesta plural para demostrar que por encima de los obstáculos hay un
compromiso nítido de fuerzas políticas, sociales y sindicales para que este país
construya ese proceso para solucionar el conflicto político y ar- mado desde la
identidad nacional de Euskal Herria y el derecho de autodeterminación.
¿Por qué esta vez no hubo concentraciones ante
los locales clausurados? Porque teníamos la
impresión de que se pretendía desviar la atención y culminar el proceso de
agresión como un problema entre la Ertzaintza y la izquierda abertzale, entre el
PNV y la izquierda abertzale. Además, había que transmitir que la respuesta
debía ser en términos de construcción política y no antirrepresivos. Pero aquí
hay que hacer una matización.
Aunque el PNV insiste permanentemente en que no se van a aceptar tutelas, lo que
ha quedado claro es que sí aceptan la tutela de la Audiencia Nacional.
¿Por qué acuden a un acto unitario?
Porque lo fundamental era insistir en que ese proceso sólo se va a construir
desde el compromiso de las fuerzas políticas, sociales y sindicales de este
país. Frente a un intento permanente de centrar las posibilidades y
potencialidades de un proceso en lo que pueda hacer o no hacer ETA o los
gobiernos de los dos estados, la izquierda abertzale insiste en que la
virtualidad del proceso está en los compromisos que aceptemos y adoptemos los
agentes políticos, sociales y sindicales.
¿De qué habló con el lehendakari dos días antes
del acto? Le expusimos nuestro análisis de
lo que estaba ocurriendo, de que frente a quienes quieren sabotear el inicio del
proceso y ante la debilidad manifiesta del PSOE, que se ha plegado a las
condiciones impuestas desde los tenientes generales a la Audiencia Nacional, lo
que había que hacer es potenciar una respuesta popular para apoyar la creación
de ese proceso orientado por el derecho a la autodeterminación.
¿En qué clave vio al lehendakari? ¿Son las mismas
que las de Josu Jon Imaz? Vimos que el
lehendakari se mantiene en las mismas posiciones que cuando hizo su propuesta
política, sobre todo en los términos que planteaba en el preámbulo, lo que a
nosotros nos parece enormemente positivo.
Mientras, el PNV lo que trata ahora es de agradar al PSOE porque lo que busca
desde el discurso de San Ignacio es fortalecer una alianza en términos
estratégicos con el Estado y el PSOE. Creo que el PNV se sintió incómodo por no
estar en el BEC y entonces hizo una nota diciendo que era muy precipitado,
cuando normalmente, en cuanto se agrede a alguna industria de este país, solemos
ver a Imaz salir inmediatamente, corriendo, en defensa a ultranza del
empresariado y criticando con dureza a ETA y a la izquierda abertzale.
Finalmente, ¿qué valoración hacen de cómo se
desarrolló el acto ante el BEC en sí mismo?
Enormemente positiva. Para poner en marcha el proceso la izquierda abertzale
únicamente confía en su propio pueblo, en que hay una mayoría que apuesta por el
diálogo, por el acuerdo, porque Euskal Herria es una nación y tiene derecho a
decidir. Por eso insistimos en que, sin esperar momentos mágicos, se puede
lograr construir ese proceso desde el compromiso de las fuerzas políticas,
sociales y sindicales.
¿La unidad de acción del BEC va a tener
continuidad? Creo que sí. Lo que se reflejó
en el BEC fue, en definitiva, la materialización de un polo claramente
autodeterminista, mayoritario en el país, que busca la creación de un proceso de
solución teniendo claro cuáles son sus claves y contenidos.
Ante el BEC pidió tranquilidad y confianza y
aseguró que «vamos ganando». ¿Hay datos que se puedan aportar para que la
ciudadanía tenga algo más que fe en sus palabras?
Mariano Rajoy ha dicho que tengo razón...
...Pero creo que lo ha dicho por fastidiar a
Zapatero...
Probablemente lo haya dicho por eso, pero si
miramos con perspectiva lo que ha ocurrido en este país en la última década, es
bastante evidente que las cosas que la izquierda abertzale ha ido trasmitiendo a
su pueblo se han ido cumpliendo.
¿Ahora mismo estamos mejor o peor que hace tres
meses? Estamos mucho mejor.
Pues Batasuna acaba de ser suspendida, se les
prohíbe aparecer públicamente, a los presos les siguen pegando en las
cárceles... ¿Cuáles son los datos de la mejoría?
Hay que tener en cuenta que estamos en una situación de tránsito, en la que hay
grandes riesgos y queda por despejar una incógnita importante, que es la de si
el Gobierno del PSOE va a hacer una apuesta nítida por solucionar el conflicto
en términos democráticos. Pero en este país hay fuerzas suficientes para forzar
ese proceso. Eso es lo que nos da confianza.
Se puede tardar más o menos en construir ese proceso. Será difícil de construir,
pero llegará.
Si el Gobierno español no es capaz de gestionar
crisis como la del BEC, en la que parecía que estaba por una cierta tolerancia y
al final ha tenido que doblar la muñeca, ¿qué confianza se puede tener en él?
La cuestión es que no podemos cifrar nuestras esperanzas en si tenemos confianza
en el Gobierno español o en el francés, porque no tenemos motivos para tener
ninguna. Confiamos en el compromiso de las fuerzas vascas y en que el pueblo va
a mantener una actitud de movilización que va a forzar que se cree ese proceso.
¿Qué significaba eso que ha llamado tanto la
atención de que en los dos próximos meses habría noticias positivas?
Hay que aclarar que cuando desde la izquierda abertzale se habla de noticias
positivas hay un intento permanente de centrarlo en lo que ETA pueda hacer o
dejar de hacer. Pero nosotros, desde el inicio de Anoeta, venimos destacando que
siendo importante lo que los gobiernos y ETA puedan hacer, lo sustancial es lo
que tenemos que hacer los partidos. Cuando hablo de dos meses o de tres o
cuatro, porque no se trata de poner fechas digo que en este tiempo vamos a ver
si es posible asentar bases sólidas entre las fuerzas del país. Y ya ha empezado
a haber noticias positivas como el propio acto del BEC, la creación de un grupo
de apoyo en el Parlamento Europeo...
Sin embargo hay mucha gente que lo que está
esperando es lo que haga ETA y eso también es una realidad...
Desde que hacemos la propuesta de Anoeta, los
sectores que menos se comprometen con el proceso, que son el PNV, el PP y el
PSOE, siempre intentan trasladar a la opinión pública que proceso es igual a
desarme de ETA. Eso es una equivocación. Proceso es igual a ir a las raíces del
conflicto y acordar entre todos cómo las superamos de manera democrática.
Que en el contexto de ese proceso se puedan producir movimientos por parte de
los gobiernos o de ETA es otra cosa.
Usted ha dicho que uno de los objetivos del auto
de la Audiencia Nacional era romper los hilos oficiosos existentes entre
Batasuna y el PSE.
¿Lo ha conseguido? No. Esa vía no oficial
con sectores del PSE se ha mantenido, y eso es una buena noticia, aunque
seguimos insistiendo en que no tenemos ninguna vía abierta por parte de Batasuna
con el Gobierno español.
¿A través de esa vía les ha llegado alguna
información de qué ha pasado en el Gobierno español durante el pulso de la
prohibición del acto del BEC? Tampoco nos
interesa ese debate. Si el Gobierno español es incapaz de controlar poderes
fácticos que pueden condicionar el proceso, hay un problema, pero son ellos
quienes tienen que resolverlo. La izquierda abertzale hace la apuesta por el
proceso de forma cohesionada y coherente.
Ese es el trabajo que tienen que hacer otros si de verdad tienen voluntad de
encarar un proceso. Cuando hablamos de crear bases sólidas, también nos
referimos a que tiene que ser un proceso blindado en el que nadie va a jugar con
dos barajas.
Sobre la cohesión de la izquierda abertzale, hay
dirigentes políticos que mantienen que ETAha dicho asumir la propuesta de Anoeta
pero en realidad actúa de otra forma...
En nuestra opinión no es así. ETA ha mostrado su
apoyo inequívoco a la propuesta que hicimos en Anoeta, pero en los últimos meses
y años no sólo ha hecho eso. ETA mantiene un determinado nivel de actividad,
hizo una apuesta nítida por, según sus términos, «cerrar el frente de los cargos
electos», yha dicho que está intentando plantear una vía de comunicación con los
gobiernos francés y español... Es decir, ha dado pasos efectivos. Quienes no han
dado pasos son todos aquellos que le dicen a la izquierda abertzale que tiene
que hacer más. La izquierda abertzale hará todo lo que tenga que hacer, pero
estamos esperando a que algunos den todavía el primer paso y no se sitúen, como
por ejemplo el PNV e IU, en una especie de tierra de nadie.
ETA dijo que quería abrir vías de diálogo con los
gobiernos en abril de 2005. ¿Saben si esa vía está abierta?
No tenemos constancia.
¿Cómo están las relaciones con el PNV?
Mantenemos contactos para intentar llegar a acuerdos para poner en marcha el
proceso de superación del conflicto, pero desde la más absoluta de las
distancias.
¿Qué valoración hace de su respuesta al auto de
la Audiencia Nacional? La prioridad hoy de
la dirección del PNV no es situarse al lado de la izquierda abertzale
defendiendo un proceso de superación del conflicto político, sino situarse en un
terreno de proximidad con el PSOE, con quien buscan un pacto desde la
declaración del día de San Ignacio. Sospechamos que el PNV va a intentar hacer
con el proceso lo que ha hecho CiU con el Estatut.
¿Creen que el PNV busca un acuerdo con el PSOEy
dejar al resto fuera? Eso es lo que le
gustaría al PNV. Lo que ocurre es que eso es muy difícil en la medida en que
este país ha hecho un largo recorrido en la última década, hizo el proceso de
Lizarra y la mayoría popular tiene instalado un listón que no baja de la
consideración de Euskal Herria como nación y de su derecho a decidir. Por lo
tanto, este país no entendería que se eche a la basura la posibilidad real de
construir un proceso de superación del conflicto para sustituirlo por una
reforma estatutaria en tres territorios que mantiene intacto el conflicto.
¿Y el PSOEpuede tener la misma tentación?
Esa tentación puede existir, pero no hace más que alargar el conflicto, y ésa
sería su gran responsabilidad.
En el escenario de la resolución hay varios
actores. A veces se habla de un triángulo. ¿Cuáles serían sus vértices?
En el Estado español los vértices serían el PNV, el PSOE y quienes suscribimos
el Acuerdo Democrático de Base.
¿Tiene el PNV motivos para temer quedarse fuera?
En absoluto. Ya hemos dicho que la izquierda abertzale no mantiene vías no
oficiales con el PSE para buscar acuerdos de gobierno ni para echar de las
instituciones a nadie, sino para buscar la superación de un conflicto político y
armado. No estamos en clave de gestión institucional. Otra cosa es que yo estoy
convencido de que el PNV busca un acuerdo que le garantice su presencia
institucional antes, durante y después del proceso.
¿Se avanza en la constitución de la mesa de
partidos? Vamos cerrando etapas y hemos
entrado en la fase de intentar concretar en los próximos meses un gran acuerdo
que permita poner en marcha esa mesa de resolución.
¿Qué influencia puede tener la creación del
Consejo Político por el Gobierno de Lakua?
En primer lugar hay que destacar, como se lo hemos dicho directamente al
lehendakari, que nosotros no hablamos de un proceso de corte parlamentario sino
de un acuerdo entre fuerzas políticas que se tiene que situar fuera del marco
institucional. En segundo lugar está el problema estructural de que el ámbito
administrativo del lehendakari y de ese Consejo Político sólo afecta a Araba,
Bizkaia y Gipuzkoa. Y, en tercer lugar, creo que el Gobierno de Gasteiz busca
una cuota de protagonismo político en este momento histórico.
¿Qué opina de lo ocurrido en torno al Estatut de
Catalunya? Hay varias lecciones que extraer,
pero en primer lugar hay que dejar una cosa meridianamente asentada: no tiene
nada que ver el proceso de superación del conflicto político y armado en Euskal
Herria con un proceso de reforma estatutaria como el de Catalunya. Ni es el
mismo objetivo ni es el mismo método. No estamos planteando reformar los marcos,
estamos planteando solucionar el conflicto político en términos estructurales. A
partir de ahí, sí vemos que un cierto ambiente político en España, con la
actitud del PP, declaraciones del Ejército y la judicatura, se utilizan en el
proceso de negociación como elemento de chantaje.Se repite el mismo esquema
negociador que en la transición. En segundo lugar, se observa que CiU ha hecho
un pacto para gestionar sus negocios y volver a gestionar la Generalitat. Nos
suena mucho a lo que quieren hacer otros aquí porque ya lo hicieron hace 25
años. Escuchar a Imaz hablar del «gran acuerdo» logrado en Catalunya nos puede
dar una pista de a qué pueden querer jugar aquí si les dejamos. Y también hay
que tener clara la necesidad de la movilización popular para intentar equilibrar
otros climas de opinión que se generan en el Estado. Un proceso de negociación
es un periodo de lucha y activar socialmente a la gente es una necesidad de
primer orden antes de construir el proceso, durante el proceso y después del
proceso.
¿Un periodo de lucha?
Un proceso de negociación, si finalmente se construye, no es un periodo de
inactividad. Incluso si llegamos a un acuerdo de bases sólidas y nos sentamos en
una mesa, las partes siguen cada una defendiendo su propio interés. Y, por
tanto, en un proceso largo pueden intentar condicionar el resultado final.
Nosotros lo que tenemos claro, y por eso es importante lo que se apuntó en el
BEC, es que tiene que haber un polo que defienda los contenidos de ese proceso
continuamente. Por un lado, para evitar que los estados intenten ganar en la
mesa de negociación;por otro lado, para evitar que otros, como puede ser el PNV,
intenten cerrar un acuerdo en falso. El término de lucha debe entenderse como de
activación y movilización popular, un elemento absolutamente imprescindible para
afrontar un proceso de negociación con una cierta garantía.
SI a Catalunya no le aceptan ni siquiera incluir
debidamente el término nación, ¿por qué iban a aceptar el derecho a decidir de
los vascos? Independientemente de que no
sabemos si se va a aceptar, lo cierto es que este país ya hizo el proceso de
Lizarra, cosa que no ha hecho Catalunya.
Aquí los límites están claros. Superar el conflicto en este país es reconocer su
carácter de nación y pactar las fórmulas que posibiliten su derecho a decidir
libre y democráticamente. Cualquier otra cosa no sirve para resolver el
conflicto político y armado.
Pero si no se lo aceptan a Catalunya con el
consenso del 90% del Parlament...
La diferencia está en que en Catalunya se ha
hecho un proceso en términos de reforma estatutaria, aceptando la legalidad
española y que el texto se renegocie en Madrid. Lo que nosotros planteamos con
absoluta claridad es que si hubiera un acuerdo en una mesa en Euskal Herria,
habría que abrir un proceso de negociación con los estados, pero no sobre el
acuerdo sino sobre la aplicación de los acuerdos.
¿Eso no suena a ciencia ficción?
Puede, pero lo que está claro es que ése es el esquema para las fuerzas
políticas de este país y los gobiernos español y francés lo saben.
Eso no quiere decir que se vaya a producir. Puede que se deseche ese esquema y
puede que el Estado haga una apuesta en otros términos. Con lo que habrá que
seguir luchando y peleando para hacer posible ese esquema. Estoy seguro que lo
vamos a conseguir.