VOLVER A LA PAGINA  PRINCIPAL
País Vasco

Muerte del preso político José Ángel altzuguren, "Kotto"

Gara

Encuentran muerto a José Angel Altzuguren en una celda de Soria Había sido detenido diez días atrás para que cumpliera lo que le restaba de una condena El preso vasco José Angel Altzuguren, natural de Bera y de 39 años, fue encontrado muerto en la mañana del domingo en la prisión de Soria, a donde había sido trasladado tres días antes desde la cárcel de Iruñea. Kotto, que según fuentes penitenciarias fue hallado en su celda ahorcado con unas sábanas, se encontraba bajo tratamiento médico por la gran depresión que sufría, pero, aun así, lo mantenían en aislamiento, motivo por el que el movimiento pro amnistía no duda en calificar el trágico suceso de «suicidio inducido».
 José Angel Altzuguren, Kotto, sufría una fuerte depresión por la que recibía tratamiento médico. Hace diez días, el 22 de octubre, fue detenido para cumplir lo que le restaba de condena. En principio fue encarcelado en Iruñea junto a Imanol Larrañaga. Seis días más tarde, el pasado viernes, fue dispersado a Soria, donde se hallaba solo. Su cuerpo sin vida apareció ahorcado ayer por la mañana en su celda. Tenía 39 años.
Funcionarios de este centro carcelario descubrieron el cadáver durante el recuento de las 8.00. Fuentes penitenciarias añadieron que el vecino de Bera estaba colgado de unas sábanas atadas a unos tubos de calefacción.
Efectivos de la Policía Judicial y un médico forense se desplazaron hasta la cárcel castellana para investigar tanto la muerte del ciudadano vasco como la de otro preso social que apareció igualmente ahorcado. Sobre las 11.00, dos coches fúnebres entraban en el recinto. Su cadáver fue trasladado al Hospital Virgen del Mirón de Soria para practicarle la autopsia y determinar la causa exacta de su muerte.
Hasta allí se desplazaron sus allegados y su abogada, que tuvieron que regresar hasta Bera sin haber podido ver el cadáver. Los restos serán repatriados hoy, y se espera que lleguen a su localidad natal sobre las 15.30. La capilla ardiente se instalará en el Ayuntamiento del que fue concejal durante dos legislaturas.
Altzuguren había sido condenado a seis años y medio años de cárcel por «colaboración con banda armada», acusado de formar parte del «aparato de mugas» de ETA. Fue detenido por ello en marzo de 2001. En ese operativo, realizado conjuntamente por la Guardia Civil y la Policía francesa, fueron arrestadas otras siete personas en Nafarroa, Gipuzkoa y Lapurdi. El vecino de Bera, quien denunció haber sufrido malos tratos, permaneció en prisión provisional durante casi cuatro años en Navalcarnero, hasta el 7 de enero pasado. El 22 de octubre pasado fue detenido para cumplir el resto de la condena.
«Suicidio inducido»  Ayer en Bera, ikurriñas con crespones negros vestían de luto las calles, mientras que pancartas y carteles informaban de la muerte de Kotto. A partir de las 19.00 decenas de personas se fueron congregando en Herriko Plaza.
En nombre del movimiento pro amnistía, Juan Mari Olano expresó su solidaridad a los allegados de Altzuguren y al colectivo de presos y exiliados antes de denunciar que el beratarra «fue encarcelado a sabiendas de que sufría una profunda depresión. Se podía haber pospuesto el cumplimiento de lo que le quedaba de condena, pero a pesar de los informes médicos le metieron en prisión. Y en Soria le dejaron aislado». A su juicio, lo acontecido en este caso «es la crónica de lo más parecido a un suicidio inducido».
Olano no dudó en señalar que «aquí hay unas responsabilides. Desde que el PSOE llegó al Gobierno, la política penitenciaria es más dura y la dispersión se ha acrecentado. Parece que está utilizando a los presos para tensar la situación y para fortalecer su posición política».
Para el portavoz del movimiento antirrepresivo, «es incompatible hablar de paz y solución democrática mientras se mantiene esta política penitenciaria.
Sólo hay gestos de distensión por una parte. Hay otra muerte sobre la mesa, la ha provocado el Estado español».
El Ayuntamiento de Bera había convocado un Pleno Extraodinario para las 20.00. Los grupos municipales encabeza- dos por la alcaldesa Helena Santesteban (EA)  y la plataforma ilegalizada Beraginez aprobaron un acuerdo en el que se lamenta la muerte de Altzuguren y se pone la institución «a disposición de la familia para la realización de los trámites necesarios».
«Podía haberse evitado»  En el texto también se incidía en la enfermedad de Altzaguren, y se acusaba a «los responsables de la política peniten- ciaria» de haber vuelto a encarcelarle y dispersarle «pese a ser conocedores de la situación». Por ello, el Consistorio de Bera no duda en apuntar que «esta muerte podía haberse evitado, y el no haberse evitado es responsabilidad política».
El acuerdo municipal muestra su «repulsa por la forma en que se produjeron las detenciones» recientes de José Angel Altzuguren, Imanol Larrañaga y Ainara Fresneda, con «un despliegue de medios que no se entienden en una sociedad democrática».
Asimismo, se exige el fin de la dispersión, el acercamiento de los presos vascos y el respeto de los derechos que les corresponden, y se subraya que «la actitud del Gobierno del PSOE no va en consonancia con las posibilidades de solución del conflicto que se están creando en EuskalHerria».
Finalizada la lectura del documento, la alcaldesa llamó a acudir a los actos en recuerdo a Altzuguren, deseando «que sean multitudinarios y que se celebren en paz». La primera de dichas convocatorias era después del Pleno, con una asamblea informativa en Herriko Plaza y una manifestación.
Al respecto, Santesteban comentó que existía permiso de la Guardia Civil para concentrarse durante veinte minutos. «Luego dispersaros en paz», apostilló la alcaldesa.
Un vecino presente tomó la palabra para apuntar que «no vale lamentar. Esto es un asesinato y este ayuntamiento debería hacerlo patente. Hay partidos que pueden y deben dar más pasos en favor de los presos. Hay partidos, y no voy a dar siglas, que han asesorado a los estados sobre cómo tratar a los presos».
Otro vecino mostró su indignación ante la imposición de un límite de veinte minutos para la concentración. Helena Santesteban se defendió recordando que «el tiempo no depende del Ayuntamiento, ya sabéis de quién depende».
Precisamente, un nutrido grupo de guardias civiles se había apostado ya en los alrededores. Pese a ello, fueron muchas las personas que tomaron parte en la asamblea. En la misma, el electo de Beraginez Oskar Goñi invitó a los presentes a acudir hoy a la capilla ardiente y anunció que durante la semana se realizarán diversas movilizaciones.
Manifestación el sábado  Recordó que para este sábado ya se había convocado una manifestación contra las detenciones, movilización que ahora adquiere mayor relieve. Tras señalar que «no hemos nacido para andar a escondidas por nuestro pueblo», invitó a los presentes a manifestarse por las calles de Bera.
Cientos de personas recorrieron la localidad tras una ikurriña con crespón negro. Entre ellos, una nutrida representación de Batasuna. Cuando la marcha estaba a punto de finalizar, unos cuarenta guardias, armados con material represivo, se dirigieron a paso raudo hacia los congregados. Afortunadamente llegaron tarde. El acto había finalizado y los manifestantes ya se habían disgregado.
El dolor de Josu Goia, el alcalde que le enseñó a esquiar  Josu Goia, cabeza de lista de la plataforma Beragiñez, ex alcalde y compañero de corporación de Altzuguren entre 1987 y 1991, no podía contener las lágrimas cuando habló conGARA. «Lo conocía desde que tenía 15 años, cuando venía conmigo al monte a Panticosa y a la zona de los Pirineos. Yo le enseñé a esquiar. Con 21 años empezó a trabajar en el Ayuntamiento como concejal. Nuestro objetivo era no sólo acercar el Ayuntamiento a los jóvenes, sino que ellos mismos formaran parte de él. Hizo un trabajo excelente a nivel cultural. Era un íntimo amigo mío. Nos han castigado un montón. Era una persona muy comprometida, alegre y un montañero estupendoS Tras estar cuatro años en prisión salió a la calle, pero siempre con la espada de Damocles encima. Estaba deshecho y por eso estaba en tratamiento médico. Pese a ello, le volvieron a encarcelar. Al principio estaba en Iruñea con Imanol Larrañaga, que hasta la detención ha vivido en Sara. Pero a Imanol lo mandaron a Zaragoza y a José Angel a Soria. Ellos lo han matado sin duda, lo han llevado a esta situación». - Tras su detención en 2001 por la Guardia Civil denunció torturas  Ainara LERTXUNDI IRUÑEA El 23 de marzo de 2001, la Policía Judicial francesa y la Guardia Civil arrestaron a ocho personas en Lapurdi, Gipuzkoa y Nafarroa. Entre los detenidos, que tras su paso por comisaría denunciaron torturas, estaban José Angel Altzuguren y su hermano José Esteban. En las siguientes líneas reproducimos su testimonio, incluido en el balance de Torturaren Aurkako Talde (TAT) de 2001: «Tras registrar el piso, me llevaron a Madrid. En el camino empezaron a preguntarme por nombres (...) De repente, uno de los guardias civiles se enfada y me da fuertes tortazos en el oído izquierdo con una revista o libro. En Madrid, la primera sesión de tortura comenzó con la 'bolsa'..
Durante todo el tiempo estuve con los ojos tapados. Me colocaron casi hasta ahogarme, y si no se quedaban contentos me ponían dos bolsas para que pudiera respirar menos y me ahogara más rápido».
«A veces, me obligaban a aplicarme yo mismo 'la bolsa' y si no la apretaba lo suficiente comenzaban a golpearme en la cabeza o la tripa. Todo esto entre los gritos de mi hermano y amigos». «Las sesiones de tortura fueron muchas, no sé cuántas, hasta que consiguieron la declaración que querían (...)».
«Mientras estaba en la celda no me dejaban dormir. Pasé horas y horas de pie y con las manos en alto en la pared. Me dejaron los dedos de los pies ensangrentados; cuando me llevaron ante el juez tuve que ir con calcetines porque no me podía poner los zapatos. En una de las sesiones, estaban muy enfadados, me pusieron 'la bolsa' sin cesar y me dieron un montón de golpes en la cabeza. Me cogieron de las orejas tirándomes fuerte de ellas y levantándome un poco del suelo. Sentí un gran dolor en el oído izquierdo y, desde entonces, oigo un poco menos de este lado. En otro momento, tras mojarme todo el cuerpo, me colocaron electrodos en la tripa (...) También dispararon un tiro a modo de amenaza, no sé si era de verdad o no. Antes de pasar por la Audiencia me pusieron una pistola entre las manos; dijeron que tenía mis huellas y que se había utilizado para matar a alguien y que si no declaraba lo que ellos querían me imputarían esa muerte, y me lleva- rían a Salto del Negro».