País Vasco
|
Macroproceso "18/98": la criminalización de las ideas en el País Vasco.
Alvaro Hilario
El pasado 21 de noviembre de 2005 comenzó en la sala tercera de la Audiencia
Nacional española, presidida por la jueza Ángeles Murillo (tribunal de excepción
heredero del Tribunal de Orden Público franquista) el macroproceso "18/98"
contra 59 ciudadanos y ciudadanas vascas. La petición fiscal suma un total de
991 años de prisión; las imputaciones son "integración en organización armada,
delitos contra la Seguridad Social y Hacienda españolas, de contabilidad y
falsedad documental"; las penas oscilan entre los diez y cincuenta y un años de
prisión.
Este proceso, de clara intencionalidad política, con origen en la "Operación
persiana", ordenada por Baltasar Garzón el 15 de julio de 1998 (cierre del
diario "Egin" y de la emisora "Radio Egin") se está caracterizando en estos
primeros compases por el caos judicial y por la vulneración del derecho a la
defensa de imputados e imputadas.
15 de julio de 1998. Era verano, caluroso verano, cuando los medios, las
llamadas de teléfono nos advirtieron que la policía española, por orden del
inefable Baltasar Garzón, estaba procediendo al registro y cierre del diario "Egin"
("Hacer") y de la emisora radiofónica del mismo nombre. El juez consideraba a
dichos medios como funcionales a los fines de ETA (Euskadi Ta Askatasuna; País
Vasco y Libertad), teniendo como objetivo último el "aparato financiero" de la
organización.
Esta primera actuación policial tuvo su seguidilla en el cierre de otros dos
medios de comunicación más: la revista de investigación periodística "Ardi
Beltza", el año 2001 ("Oveja Negra"; creada por trabajadores que perdieron su
empleo con el cierre de "Egin", y financiada mediante suscripciones), y el
diario "Euskaldunon Egunkaria" ("El diario de los vascos", único editado
íntegramente en nuestro idioma), el 20 de febrero de 2003.
En el medio, organizaciones de diverso tipo (una empresa dedicada al alquiler de
sillas; una comercializadora de bacalao islandés; escuelas; colectivos de
enseñanza de la lengua vasca; un coro, "Euskaria"; y grupos políticos de
diferente signo - Xaki, Ekin, Fundación Joxemi Zumalabe-) fueron intervenidas,
algunas cerradas y un buen número de personas relacionadas con ellas detenidas,
encarceladas y procesadas. Citemos, como muestra, las 221 detenciones habidas en
este tiempo, amen del pago de 4.393.000 euros, una bagatela.
Independientemente del "fallo" que pueda dictar la jueza Murillo, empresas y
ciudadanía, ya han sido condenadas a cárcel preventiva, fianzas millonarias,
desempleo, embargo de cuentas bancarias, criminalización, prohibición de viajar
fuera del estado español y ruina económica. Sólo el cierre de "Egin" supuso la
pérdida del empleo de 250 personas.
Los diversos autos de procesamiento de Garzón tienen como base la ya aludida
connivencia con ETA: todas conforman "una estructura más del complejo
político-violento diseñado para conseguir una finalidad concreta a través
de la subversión y la alteración de la paz pública, cual es la autodeterminación
de la llamada "Euskal Herria" (País Vasco); (.) para ello, sus responsables
anteponen a cualquier otro medio el ejercicio de la violencia, cuya práctica no
sólo justifican, si no que consideran imprescindible para la solución de lo que
denominan "conflicto" y que no es más que una actividad criminal de contenido
terrorista". Curioso el verso garzoniano: ¿Será éste al que se refiere León
Gieco cuando dice que se siente muy honrado por la utilización de algunos de sus
textos por el magistrado español? Quizás.
"¿Acaso creían que no nos íbamos a atrever?", dijo, desde Turquía el entonces
presidente español José María Aznar, en ese aún próximo 15 de julio de 1998,
mientras su antecesor Felipe González señalaba que "en cualquier país
democrático sería insoportable e insostenible un periódico como "Egin" por la
ruptura de las reglas del juego que entraña el servicio que presta a ETA".
El "pecado" de los medios de comunicación cerrados por la "democracia" española
fue no reírles la gracia, no bailarles el agua, ser medios independientes de los
grandes grupos de comunicación (de "formación de masas", como en una ocasión los
calificó el filósofo zamorano Agustín García Calvo); su pecado fue dar voz a la
disidencia vasca y de todo el estado español; ejercer la investigación y crítica
periodísticas.
¿Tiene, todavía, alguien dudas de la intencionalidad política de estas
operaciones represivas?
El 21 de noviembre la sala tercera de la Audiencia Nacional se desplazó al
juzgado especial sito en la Casa de Campo: 59 procesados y procesadas necesitan
de un decorado comparable a los de la Italia de los años setenta y ochenta, la
Italia del "compromiso histórico" de comunistas y democratacristianos. Y empezó
el desbarajuste, el caos judicial, la infracción de las normas procesales
españolas, la vulneración del derecho a la defensa de los acusados.
600 tomos y 200.000 folios ocupan la instrucción. Así, en estos primeros días de
juicio, han sido varios los documentos requeridos por la defensa (algunos de
ellos constituyen las pruebas documentales en base a las cuales están procesados
varios de los acusados) que no han aparecido; otros, de los que se pedía su
exhibición, tampoco aparecieron en primera instancia y sí cuando el Fiscal,
Enrique Molina, quiso, dándoles, además, lectura, cosa no solicitada; varios de
estos documentos fueron obtenidos por la Guardia Civil de las computadoras de
los procesados. Dada la incapacidad del Tribunal para encontrar los papeles, la
defensa pidió que toda referencia o acusación respecto a la misma no pudiera ser
utilizada, asunto que negó la jueza Murillo.
En la primera vista la jueza solucionó en menos de media hora estos y otros
aspectos procesales, entre las protestas de la defensa; uno de ellos era la
recusación -pedida por la defensa en enero- de los peritos (15 de la policía
española, 12 de la Guardia Civil) por haber participado en la instrucción del
caso: en alarde de cinismo, el fiscal Molina dijo desconocer tal petición de
recusación cuando él mismo cursó, con fecha de 3 de marzo del presente, un texto
al respecto.
Por otra parte, la jueza impide el derecho a la libre expresión de quienes se
sientan en el banquillo, cortando bruscamente sus disertaciones cuando estos han
intentado resaltar el carácter político de esta pantomima, pidiendo "que se
atengan a la causa" e, incluso, llamando "impertinente" a uno de ellos, Joxean
Etxebarria. La defensa ya ha recusado al Tribunal por "parcialidad manifiesta".
La sociedad vasca ya ha reaccionado en diferentes ocasiones ante estas tropelías
contra su cultura e idioma, contra sus lícitos anhelos de autogobierno: las
ideas no se pueden criminalizar, todas pueden defenderse.
Una comisión internacional de juristas, formada por diez profesionales de
Italia, Puerto Rico, Suiza, Alemania y Estados Unidos sigue el proceso desde
hace meses.
El circo no ha hecho más que comenzar. El pueblo vasco está harto, quiere
justicia, quiere que se acabe la persecución y el dolor provocados por la
infamia española y francesa.