País Vasco
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Constitución excluyente, 27 años bastan
Agustín Morán
La Haine
Una solución pacífica del "conflicto vasco" solo puede surgir del diálogo y el
respeto escrupuloso a las normas democráticas. Eso quiere decir que, si es
inaceptable que una parte -minoritaria - del pueblo vasco se vea forzada a vivir
fuera del estado español, más inaceptable es que otra parte – mayoritaria - del
pueblo vasco, se vea obligada a vivir dentro de dicho estado. La situación
actual en Euskadi no es democrática, por mucho que los que la propician se
llamen "los demócratas", adjudicando a todos sus adversarios políticos, el
apelativo de "los violentos".
Una solución democrática del "conflicto vasco" exigiría restablecer la
democracia en Euskadi. En esta Comunidad Autónoma, una minoría vasca,
amparándose en la fuerza del estado español y en una Constitución que
desconsideró las demandas del pueblo vasco y prohibió, de forma aberrante en el
derecho constitucional moderno, el derecho de autodeterminación, impone cada
día, desde hace 27 años, su voluntad a la mayoría del pueblo vasco.
El diálogo exige escuchar y no prohibir ni censurar en los medios de
comunicación las razones y argumentos de los adversarios. La estrategia de "los
demócratas" respecto los distintos movimientos sociales vascos que defienden el
derecho de autodeterminación, es una estrategia de guerra. Su primera víctima,
después de las personas y las familias afectadas por este conflicto es la
democracia y la verdad. La información en el Estado Español sobre la realidad
del conflicto vasco contiene tal grado de unilateralidad que se puede calificar
de "adoctrinamiento".
Hablar de diálogo, significa hablar de diálogo con quienes quieren dialogar en
base a unas mínimas reglas de respeto y reconocimiento de las razones de los
otros. Pretender que una estrategia de dialogo es imposible si no están todos
los partidos, es decir, pretender que el PP se siente a dialogar, condicionando
la estrategia de dialogo a que el PP acceda a ella, es una ilusión, es decir, un
error. Este relativismo político conduce a aberraciones como legitimar que una
minoría (el PP) tenga capacidad de veto sobre la mayoría o intentar dar a "Basta
Ya", omnipresente en los medios de comunicación, tribunas de expresión en los
movimientos sociales de Madrid como han intentado algunos que dicen apoyar el
derecho a decidir del pueblo vasco con otros que solo hablan de hablar todos sin
importar demasiado de qué se habla.
El Partido Popular es el espacio político donde habitan los poderes fácticos del
franquismo: capitalismo golpista, militarismo, machismo, racismo, catolicismo
integrista, fascismo cristiano, xenofobia, subordinación a EEUU, nacionalismo
español excluyente, desprecio a la democracia, a la paz, a las libertades y a
los DDHH. Su proyecto político y social consiste en la prolongación de 40 años
de nacionalismo españolista, descompromiso político, anticomunismo y aspiración
a medrar como siervos de los más fuertes. Cuarenta años de indignidad y
vasallaje bajo el franquismo, se expresan hoy bajo un consumismo motorizado y
digital, ignorante y precario, en la monarquía parlamentaria. Los diez millones
de votos del PP, cuentan con un largo adiestramiento de servidumbre y casticismo
"¡vivan las cadenas!" hoy globalizadas. Este espíritu reaccionario abortó el
impulso democrático y modernizador de la 2ª República mediante un baño de sangre
protagonizado por el ejército, sustentado por el fascismo de Alemania e Italia y
bendecido por la Iglesia Católica. El alzamiento militar de 1936, contó con una
parte del pueblo: "la España de charanga y pandereta, cerrado y sacristía,
devota de Frascuelo y de María, de espíritu burlón y de alma quieta". El Partido
Popular, es la maquinaria política para la prolongación del franquismo y el
vasallaje a EEUU bajo la máscara de la globalización neoliberal.
Partiendo de aquí, basar el diálogo en que el PP acepte dialogar, es un camino
sin salida, un falso punto medio. Es necesaria otra estrategia. Dicha estrategia
exige la reconstrucción de la izquierda que, en su degradación, es, hoy en día,
el principal soporte del PP.
Reconstruir la izquierda significa que la socialdemocracia rompa con los
principios políticos y teóricos del PP: España como "un destino en lo universal"
(ser una potencia mundial); crecimiento económico; desarrollismo y consumismo de
masas como garantía de bienestar; competitividad y eficiencia económica como
principio rector de la política; producción y distribución a gran escala; nuevas
tecnologías al servicio de la productividad; accidentes de trabajo; paro y
precariedad inevitables; mercado como regulador central de las relaciones
sociales; puestos de trabajo escasos en manos de los empresarios; libertad de
movimiento del capital y las multinacionales, "empleabilidad" como eliminación
de todas las barreras que protegen a las personas de los empleos basura;
derechos sociales de papel y derechos del capital de hierro; coexistencia
pacífica con el hambre, las enfermedades y la pobreza en el mundo; desconexión
entre nuestras formas de trabajo, vida, movilización y consumo y sus
consecuencias de contaminación, hambre, exclusión de la mayoría de la humanidad;
pertenencia a organizaciones armadas internacionales; bases militares
extranjeras en España; inseguridad material y jurídica de la mayoría de las
personas (trabajadores, mujeres, inmigrantes y presos) y de muchos pueblos,
sometidos a estados terroristas como EEUU, Israel, Rusia, Marruecos; represión
de la autodeterminación de los pueblos y de los sujetos sociales, despoblamiento
del campo, producción industrial a gran escala de alimentos para el mercado
mundial.
Reconstruir la izquierda es condicionar al PSOE, hoy patrón de los grandes
sindicatos, de la mayoría de IU y de la mayoría de los MMSS y ONGs. Esto sólo
será posible desde fuera de dichas organizaciones. Pero el "afuera" desde Abril
de 2003 está también controlado por ellas. Cualquier reforma pasa en última
instancia, por la reconstrucción del Movimiento Contra la Europa del Capital, la
Globalización y la Guerra (MAG) vinculado con las luchas sociales desde abajo y
autónomo de la izquierda capitalista.
La ruptura democrática aún está pendiente
No a la Constitución monárquica.
Por la III República.
Por el derecho de autodeterminación
MEMORIA, DIGNIDAD Y LUCHA
Este texto forma parte de un libro en preparación: "Constitución(es),
autodeterminación(es) y movimiento antiglobalización
* Agustín Morán es miembro del CAES