Pérdida de radicalidad y
autonomía de movimiento feminista
Rafael Maya
Cimac
El movimiento feminista en México y América Latina (AL) no tiene otra opción que
promover el diálogo entre sus corrientes -tradicionalmente enfrentadas-, a fin
de superar la crisis por la que atraviesa y sumar fuerzas para contrarrestar las
medidas de la globalización neoliberal mundial que atenta como nunca contra la
dignidad, la libertad y los derechos de las mujeres, sentencia de modo
contundente la filósofa Francesca Gargallo.
En entrevista exclusiva con Cimacnoticias, la profesora investigadora de la
Universidad de la Ciudad de México (UCM) comenta sobre los retos actuales de las
ideas y prácticas feministas en momentos en que el autoritarismo globalizador
agudiza la violencia contra las mujeres -con el feminicidio como máxima
expresión-, e incrementa la explotación laboral de las mujeres migrantes e
indocumentadas.
Gargallo abunda sobre las premisas contenidas en su más reciente libro "Ideas
feministas latinoamericanas", editado por la UCM, y en el que hace una revisión
crítica sobre la pérdida de radicalidad y autonomía del movimiento feminista en
México y AL, y la "mediatización" de la lucha de liberación de las mujeres ante
el auge de los estudios académicos de "género", y la mayor presencia de
"expertas" en el tema en las instituciones públicas.
Con la vehemencia de una militancia feminista de más de 25 años y la claridad de
una pensadora, la doctora en Estudios Latinoamericanos de origen italiano
sostiene que se debe recuperar el diálogo entre las dos grandes corrientes
feministas: la radical, que en autonomía frente al Estado y los financiamientos
internacionales pugna por la transformación del sistema patriarcal, y la
institucional, que desde los partidos políticos, organismos civiles con apoyo
oficial, y las estructuras de poder, buscan cambios inmediatos a favor de las
mujeres.
¿Hacia dónde va hoy el movimiento feminista en México y AL? ¿Qué objetivos
tiene?
- Creo que estamos atravesando por una gran crisis, y como en todas las crisis
yo le veo su lado positivo. Es un gran momento de impasse en el que se pueden,
se deben analizar los fenómenos que frenan el gran desarrollo inicial, y que se
manifiestan en una cierta institucionalización (del feminismo), no sólo de las
tareas, sino de las ideas que las sostienen y eso sí me parece muy peligroso.
"Creo que en este momento más que en los últimos años estamos frente a una
redefinición de las estructuras de poder, a una mutación en las manifestaciones
de la economía del poder, y por tanto de las mutaciones de las formas de
opresión de la población mundial, de la cual las mujeres somos el 51 por ciento,
y repercute en nuestras condiciones de vida y nuestros derechos."
La también novelista y ensayista expone que se debe pensar el feminismo "a la
luz de la nueva arremetida contra el derecho al trabajo y en el ámbito laboral"
por parte del neoliberalismo, que tiene como claro ejemplo la migración de las y
los trabajadores y de las masas campesinas, para integrarse al proceso de "maquilización"
(con su trabajo sobrexplotado y mal pagado) que "está sustituyendo el proceso de
industrialización en todo el mundo".
Entrevistada en su cubículo de la Academia de Historia de las ideas de la UCM,
la italiana nacida en Sicilia hace 47 años y avecindada en México desde hace 25
advierte que ante ese panorama el feminismo debe plantearse si va a ser un
pensamiento "para justificar el sistema económico legal vigente a través de la
introducción de algunas mujeres a los ámbitos de la visibilidad y el poder, o si
sigue siendo un pensamiento, una filosofía, y una práctica de liberación de las
mujeres".
"Ese es el momento en el que estamos" las feministas, observa.
Criticó el hecho que algunas representantes del movimiento feminista
"institucional" en México, se reivindiquen como "especialistas en cuestiones de
género" y debido a ello "estén perdiendo el diálogo y la capacidad de regenerar
su pensamiento en términos de una radicalidad".
LA CRISIS Y EL DIALOGO
Francesca Gargallo apunta que la "hiperexplotación" impulsada por la
globalización ha provocado en los movimientos sociales "una terrible situación
de miedo y pesimismo frente al futuro".
Agrega que no todos los grupos feministas son optimistas respecto a la capacidad
de su propio movimiento para lograr una transformación hacia la liberación de
las mujeres, y por ende de toda la sociedad. "Porque a fin de cuentas -subraya-
el fin último del pensamiento feminista es la transformación de la sociedad".
C: ¿Las tendencias radical e institucional del feminismo deberían confluir para
que el movimiento alcance de una manera más pronta sus objetivos?.
"No creo que ambas tendencias tengan los mismos objetivos. Podemos reconocer
coincidencias en objetivos precisos, por ejemplo: analizar y detener el
feminicidio que acompaña la crisis de la masculinidad dominante; y atender la
situación de las mujeres migrantes en situación de irregularidad, mujeres que
están siendo instrumentalizadas por el sistema capitalista porque son las más
baratas de todas las trabajadoras, y su situación de irregularidad determina que
sigan siendo baratas".
"Creo que otro de los puntos específicos donde podrían confluir (ambas
corrientes) es en el análisis y detención de la violencia contra las mujeres por
el hecho de serlo, violencia que no sólo llega al feminicidio, es decir al
asesinato sistemático de mujeres por ser mujeres, sino la violencia que se
manifiesta en el ninguneamiento de su palabra, que es una forma de violencia y
misoginia, y la misoginia es una forma de sexismo."
La integrante fundadora de la Asociación Iberoamericana de Filosofía y Política
no oculta su simpatía por el feminismo radical, al cual considera como el único
que puede aportar un cambio social mediante una profunda crítica a la sociedad
sexista de manera autónoma frente a la academia y la política formal.
Y no obstante, la licenciada en Filosofía por la Universidad de Roma "La
Sapienza", considera "indispensable" que se abra un diálogo entre el feminismo
autónomo radical y el institucional con el fin de que el feminismo "oficial"
impulse ciertos cambios dentro de los órganos de la política formal.
TENDER PUENTES
Consideró que las "feministas institucionales" actúan de manera similar a los
partidos de izquierda, que en su afán de atraer votos de la población más
moderada dejan de escuchar a sus bases populares.
"En su desesperado intento de lograr la legitimación por parte del sistema
capitalista global y sexista tal como lo conocemos, (ellas) han perdido la
capacidad de reflexión y de relación con el feminismo radical", lamenta.
Por tanto, reitera que la solución para esta crisis del movimiento feminista
está en el diálogo entre las corrientes, pero -aclara- un diálogo que no
signifique una "asimilación" del feminismo radical al institucional.
"No es cuestión de blanco y negro. El diálogo es posible: el feminismo
institucional debe darse cuenta de que el origen de su pensamiento está en las
bases de mujeres que no son manejadas desde una estructura, sino de las mujeres
que se reúnen espontáneamente entre sí para la reflexión sobre sí mismas, y esto
implica por ejemplo a las jóvenes, a las punks, a las lesbianas radicales."
Sin bajar en ningún momento el tono de su voz, la autora de diversas novelas
como "Verano con lluvia" defiende que el feminismo puede seguir apostando al
juego de la política formal, el cual puede ser validado por el resto del
feminismo sólo si la corriente institucional dialoga con la radical.
Francesca Gargallo celebra que hay sectores del feminismo que están construyendo
esos puentes de diálogo entre las dos tendencias. Pone como ejemplo el
acercamiento entre sí de programas universitarios de estudio sobre las mujeres
como el PIEM del Colegio de México y el PUEG de la UNAM, así como con otras
visiones no académicas.
Añade que desde la corriente radical feminista hay académicas a favor del
diálogo al igual que en el movimiento lésbico, las jóvenes punks, y las mujeres
organizadas en el movimiento popular que aspiran a democratizar la política de
izquierda.
EL GENERO Y LOS RETOS DEL FEMINISMO
En su libro, Francesca Gargallo hace una crítica implacable de los llamados
"estudios de género", por considerar que han contribuido a la mediatización de
la lucha por la liberación de las mujeres.
Explica a Cimacnoticias que aunque está de acuerdo en el uso en algunos casos de
la categoría "género" para explicar la situación de desigualdad de las mujeres
ante los hombres, esa herramienta de análisis sustituyó cualquier reflexión
sobre la condición de las mujeres por la reflexión del juego entre los géneros.
"Devolvió el factor masculino a la reflexión de las mujeres entre sí, e impidió
a las mujeres pensarse como mujeres para las mujeres", sostiene.
Abunda que otro paso para la mediatización de la lucha de las mujeres a través
del género, fue la academización de esta categoría, con la que los estudios
feministas y sobre las mujeres pasaron a ser estudios de género en los que
proliferan, entre otros asuntos, los cursos sobre masculinidad.
La filósofa indica que el siguiente escalón en la mediatización fue la "creación
de las expertas de género, que por lo general, son ex feministas radicales".
Remarca que esas expertas ingresaron a las instituciones públicas para hacer
política a favor de las mujeres, y desafortunadamente perdieron el diálogo con
las feministas.
C: ¿Cuáles serían los retos inmediatos en México del movimiento feminista
respecto a la situación de las mujeres?
"El reto fundamental es repensar el lugar de las mujeres en el mundo, y por lo
tanto, pensar el lugar que adquiere el cuerpo femenino en la práctica represiva.
Y la represión se da, por ejemplo, contra las trabajadoras a las que se les
impide la sindicalización (lo hace hasta el Gobierno del DF), y en la violencia
contra las mujeres".
Refiere que uno de los retos más fuertes es el combate del feminicidio, que por
ejemplo en Ciudad Juárez ha dejado alrededor de 400 víctimas desde 1993, ya que
se requiere, con la colaboración de todo el movimiento feminista, de una
"revisión cultural de fondo, una redefinición de los roles, y una revisión
económica importantísima".
Gargallo recuerda con alarma que hace poco la Secretaria de Desarrollo Social
informó que en México son asesinadas 5 mil 200 mujeres cada año. "Creo que es
una cifra oficial, es decir, creo que es una cifra por debajo de la realidad,
pero es espantosamente alta, sobre todo porque sólo el 1 por ciento de los
asesinos es perseguido".
Con la indignación en la piel, advierte que el 99 por ciento de los casos de
asesinatos de mujeres en los ámbitos doméstico y público, quedan impunes. "Esa
impunidad es el reto de las feministas hoy", concluye enfática.