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Guatemala: Entrevista a Hilda Morales
"Hagan saber al mundo que las mujeres guatemaltecas también tenemos derechos humanos"
Angel Gonzalo
Hilda Morales (Ciudad Flores, Guatemala; 1943) ha consagrado su vida a la
lucha por los derechos de la mujer en su país. Profesora universitaria -imparte
clases de Derechos Humanos y Derecho Familiar en la Universidad de San Carlos y
Derechos de la Mujer en la Universidad de Rafael Landivar- el pasado mes recibió
en Madrid el premio Embajadora de Conciencia 2004, un galardón que entrega
anualmente Amnistía Internacional en reconocimiento a la trayectoria de una
persona en su defensa de los derechos humanos.
Hilda es una luchadora y su objetivo más inmediato es que en un país como
Guatemala, donde un agresor puede redimir su culpa si contrae matrimonio con la
agredida, a las mujeres se les reconozca el derecho a demandar cuando son
víctimas de abusos.
¿Cuál es la situación de las mujeres en su país?
Las mujeres en Guatemala, como en todo el mundo, siempre han sido víctimas de
violencia tanto en el ámbito familiar como en el público. Actualmente, y a raíz
de que desde 1996 existe una ley que facilita la presentación de las denuncias
de violencia intrafamiliar que persigue la emisión de medidas de seguridad a
favor de las víctimas, se conoce un mayor número de denuncias. Desgraciadamente
no todas las mujeres víctimas de violencia doméstica se atreven a denunciar y el
número de femicidios o muertes violentas de mujeres sin causa conocida no hace
más que aumentar. En el año 2001 se reportaron 222 casos, y ya en lo que va de
año se han superado los 480 asesinatos, algunos con signos de ensañamiento y
depravación, y otros muchos cadáveres han aparecido mutilados, con señales de
violación y algunos descuartizados.
¿Cómo está la situación de la mujer a nivel legislativo en Latinoamérica? ¿Y en
Guatemala?
Después de que fuera adoptada en julio de 1994 la Convención Interamericana para
Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra la Mujer, se esperaba que
los países americanos emitieran normas internas para dar cumplimiento a dicha
Convención. Sin embargo, los países que empezaron a darle cumplimiento, entre
ellos Guatemala, se circunscribieron a emitir leyes sobre la violencia
intrafamiliar o violencia doméstica, de forma que se deja fuera lo relativo a la
violencia cometida en el ámbito público, como el acoso sexual por ejemplo, que
es identificado por familiares de las víctimas, al mismo tiempo que la violencia
intrafamiliar, como un preludio de los femicidios.
¿Cuentan con respaldo institucional las iniciativas de las organizaciones de
mujeres?
Estas iniciativas son llevadas adelante principalmente por el trabajo
voluntario, tenaz y generalmente sin remuneración alguna. Dentro de esas
iniciativas se creó la Coordinadora Nacional para la Prevención de la Violencia
Intrafamiliar y en contra de las Mujeres (CONAPREVI) en cuya integración
participan instituciones del Estado al más algo nivel y tres delegadas de la Red
de la No Violencia contra las Mujeres -que pertenece a la sociedad civil-. Sin
embargo, el Estado no ha asignado fondos suficientes para el funcionamiento de
esta entidad.
¿Con qué problemas se ha encontrado usted a lo largo de todos estos años
defendiendo los derechos de las mujeres?
Bueno, desde descalificaciones por parte de mis colegas abogados -hombres y
mujeres-, amenazas de muerte y de lesiones, hasta la frustración que conlleva
buscar la interlocución con el Estado para que a través de sus instituciones
lleve a cabo acciones concretas para la prevención y sanción de la violencia
contra las mujeres y para que se aprueben leyes que impidan que dicha violencia
quede impune, ya que en Guatemala la legislación penal estimula y perpetúa la
violencia contra las mujeres. En el caso de los delitos sexuales, la ley
contempla que no son de impacto social y por lo tanto pueden ser perdonados por
la víctima o bien se permite y hasta se estimula que el agresor, el violador,
contraiga matrimonio con la agredida para que él quede libre de responsabilidad
penal o de la pena si ya hubiere sido condenado.
¿Cuáles son las armas de la sociedad civil para luchar contra la violencia que
padecen las mujeres?
Las armas que hemos utilizado a través de varios años, son la organización, la
presión, la búsqueda de interlocución con el Estado, la presentación de datos
concretos, el seguimiento de casos, la sensibilización de las autoridades y de
las propias mujeres para que sepan que tienen derecho a una vida libre de
violencia y la creación de una estrategia de medios de comunicación que permite
hacer visible el problema y que lo ha colocado en la agenda nacional.
¿Es la Educación la primera de estas armas?
No es la primera ni la única. En mi caso particular he tratado de introducir
este problema como un tema que debe abordarse en las universidades en donde son
docentes. A largo plazo, la educación colabora a cambiar actitudes y a formar
una sociedad que resuelva sus confrontaciones a través del diálogo y busque la
formación de familias no autoritarias, más democráticas. Sin embargo, ante los
altos niveles de violencia que vivimos las mujeres en Guatemala, es necesario
buscar medidas inmediatas y a corto plazo para proteger a las mujeres.
¿Qué pueden hacer las propias mujeres que son víctimas para acabar con
situaciones de desigualdad y discriminación?
Las mujeres pueden organizarse, buscar el apoyo de otras mujeres y a su vez
apoyar las voces de las mujeres que desde hace algunos años venimos señalando
ese problema. A través de la organización se puede hacer presión para que cambie
la legislación obsoleta que promueve e incentiva la violencia contra las mujeres
en Guatemala, como la norma antes mencionada que permite que el violador
contraiga matrimonio con la violada para que él quede libre de responsabilidad
penal o de la pena si ya se le hubiere impuesto, o la norma que permite que
todos los delitos sexuales puedan ser perdonados o conciliados, aplicando así un
criterio de oportunidad para los agresores, lo cual fomenta la impunidad.
Organizadas también impulsamos políticas públicas a aplicarse por diversas
instituciones del Estado, para prevenir, sancionar y ojalá algún día, erradicar
la violencia y la discriminación contra las mujeres.
En su país, ¿qué apoyos reciben las mujeres que deciden abandonar a sus
maltratadores?
No existen apoyos de las instituciones del Estado para con estas mujeres. No
existen albergues. El apoyo consiste en entregar una orden, un papel, para que
la policía las acompañe a sacar sus objetos personales de su casa. Después las
mujeres verán qué hacer para autoprotegerse.
¿Por qué hay mujeres que no denuncian a quienes les maltratan?
En primer lugar porque tienen miedo de las represalias del marido. En segundo
lugar porque dependen económica, social y emocionalmente de sus maridos o
parejas y tienen miedo de no poder sacar adelante a sus hijas e hijos. Y en
tercer lugar, porque existe desconfianza en el sistema de justicia porque no
atiende a las mujeres con la eficacia y la rapidez necesaria.
¿Qué mensaje querría hacer llegar a la opinión pública internacional?
Mi mensaje consiste en solicitarles que no dejen aisladas ni solas a las mujeres
guatemaltecas, que las tengan presentes y así lo hagan saber a las autoridades
de Guatemala a fin de que pongan atención al problema de la discriminación y la
violencia contra las mujeres y de esta manera permitan y reconozcan que las
mujeres guatemaltecas también tenemos derechos humanos.