NO A
LAS MINAS
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David y Goliat: el auge de la minería a cielo abierto y los movimientos de resistencia
Desde el primer caso de resistencia en Esquel contra la instalación de la
Meridian Gold, los emprendimientos son cada vez más rechazados por poblaciones
del interior. Sin embargo, favorecidos por la legislación vigente que se dictó
en tiempos de Carlos Menem, en la actualidad existen 141 proyectos de minería
metalífera a cielo abierto que abarcan 12 provincias. Los intereses económicos y
el papel de los gobernadores.
La tierra para el que la revienta
Diario Critica
Bajo La Alumbrera. La mina a cielo abierto empezó a funcionar en
Catamarca en el año 1997. La empresa fue procesada por daños ambientales. Un
caso sin antecedentes.
Más de uno debe preguntarse por qué existe cada vez más gente que se opone a la
explotación de la minería a cielo abierto en nuestro país. ¿Será que los
gobiernos y las grandes transnacionales mineras no trasmiten correctamente las
"ventajas" y "oportunidades" del nuevo modelo? ¿Será que la gente no está en
condiciones de comprender el impacto que en términos de trabajo, progreso y
desarrollo tendría la industria metalífera a gran escala, sobre todo en aquellas
provincias pobres y relegadas de nuestra geografía? Éstos parecen ser los
principales argumentos que repiten funcionarios, técnicos nacionales y
provinciales y, por supuesto, las grandes compañías mineras, que hoy buscan
legitimar el modelo.
Para entender la oposición cada vez mayor de las poblaciones a los
emprendimientos mineros, hay que aclarar que la minería a cielo abierto es
bastante diferente de la minería subterránea tradicional. Como explica el
periodista y ambientalista Javier Rodríguez Pardo, "los minerales remanentes hoy
se encuentran en un estado de diseminación y en partículas ínfimas dispersas en
las rocas montañosas, por lo cual es imposible extraerlos con los métodos
tradicionales.
Para apropiarse de los minerales y concentrarlos, una vez detectados por
satélite, la compañía minera debe producir la voladura de montañas enteras, que
son convertidas primero en rocas y luego trituradas, para aplicárseles luego una
sopa de sustancias químicas que separan y capturan los metales del resto de la
roca. Para ello se emplea cianuro, mercurio, ácido sulfúrico y otras sustancias
tóxicas, acumulativas y persistentes, de alto impacto en la salud de las
personas y el medio ambiente".
La utilización de tecnología de avanzada y el uso de sustancias tóxicas se deben
a que en la actualidad los recursos minerales con un cierto grado de
concentración natural han sufrido una gran disminución cuantitativa y
cualitativa en todo el planeta. Por otro lado, a raíz de la escasez y su estado
de diseminación, cuanto más baja es la ley del mineral, mayor es la cantidad de
explosivos y volúmenes de agua que se requiere.
DE MENEM A KIRCHNER. En la Argentina, la introducción de este modelo fue
posible gracias a una serie de leyes promulgadas en los 90, bajo el gobierno de
Menem, que favorecieron abiertamente la instalación de las grandes
transnacionales mineras, a través del otorgamiento de beneficios y exenciones al
capital transnacional. Entre esas ventajas se destacan la estabilidad fiscal por
30 años, la exención del pago de los derechos de importación, deducción del 100%
de la inversión en el impuesto a las Ganancias y otros privilegios no menos
escandalosos.
Este marco regulatorio fue impulsado por José Luis Gioja, el actual gobernador
de San Juan y el propio Ángel Maza, gobernador de La Rioja hasta 2007. Hace unos
años, Néstor Kirchner no sólo confirmó la continuidad del modelo minero; también
lo declaró un "objetivo estratégico".
Según datos elaborados a partir de informes de la Secretaría de Minería,
existirían 141 proyectos de minería metalífera a cielo abierto, en fase de
exploración, que abarcan 12 provincias argentinas. Más de la mitad de esos
proyectos se emplazarían en San Juan (22), Catamarca (9), La Rioja (10), Salta
(22) y Santa Cruz (21). Tres proyectos se hallan en estado de explotación, entre
ellos Bajo de la Alumbrera, en Catamarca; Veladero, en San Juan, y Cerro
Vanguardia, en Santa Cruz. Para los próximos meses se prevé el inicio de la
explotación de Agua Rica, en Catamarca.
Uno de los casos pioneros y emblemáticos fue el conflicto entre la población de
Esquel, en Chubut, con la minera canadiense Meridian Gold. Gracias a la alerta
dada por técnicos y ambientalistas de la región, la comunidad de Esquel se
movilizó contra la explotación de una mina de oro a cielo abierto.
Finalmente, los vecinos autoconvocados organizaron un plebiscito en marzo de
2003 que arrojó un rotundo "no" a la minería tóxica, que reunió el 81% de la
población. El "efecto Esquel" tuvo un arrastre multiplicador, despertando a
otras regiones donde ya se han implantado o se proyectan emprendimientos mineros
de gran envergadura. Frente a la resistencia de la población, en unas pocas
provincias, Chubut, Río Negro, Mendoza y La Pampa, se sancionaron leyes que
prohibieran la minería con uso de sustancias tóxicas.
LA MINERÍA, ACTIVIDAD FEUDAL. Un tema no menor es que la industria
extractiva minera suele encontrar un terreno favorable en aquellas regiones
marcadas por una matriz social muy jerárquica y poco diversificada desde el
punto de vista económico, en donde imperan gobiernos provinciales y municipales
de bajísima calidad institucional.
En este contexto, las asimetrías propias de la dinámica entre lo local (las
asambleas de autoconvocados) y lo global (empresas multinacionales) se
exacerban: las grandes empresas tienden concentrar un número importante de
actividades, reorientando la economía del lugar y conformando enclaves de
exportación. Su peso económico es tal que no resulta extraño que los intereses
mineros atraviesen y hasta sustituyan al Estado, menospreciando y violentando
procesos de decisión ciudadana.
De este modo, la minería a cielo abierto termina configurándose como una figura
extrema, un modelo descarnado, en el cual las más crudas lógicas del saqueo
económico y la depredación ambiental se combinan con escenarios grotescos,
caracterizados por una gran asimetría de poderes, que parecen evocar la lucha
desigual entre David y Goliat.
En La Rioja, la región de Famatina tiene una relación con la minería que se
inserta en la memoria larga. Famatina proviene de "wamatinag" que en quechua
significa "madre de los metales". Cuna de la minería en nuestro país, la
actividad encontró pleno desarrollo a principios del siglo XX, a través de una
empresa inglesa, y gracias a un moderno cable-carril. Las minas fueron cerradas
en 1926, cuando de los socavones dejaron de fluir las vetas preciosas.
En los altos del Famatina quedaron los desechos contaminantes, sacudidos por el
viento helado. Evocando aquellas épocas, una finquera de Famatina, que vende
conservas en el centro de Chilecito, nos dijo con crudeza: "Ni una dentadura de
oro nos dejaron. Se llevaron todo. Lo único que dejaron fueron mujeres viudas…".
Pero ahora, en Famatina, los fantasmas de la minería parecen haber retornado de
la mano de las nuevas tecnologías. El reciente auge minero impulsó la
realización de cateos y exploraciones en el antiguo distrito minero La Mexicana,
ubicado a 4.500 metros de altura, donde la compañía Barrick Gold, una de las
mayores del mundo, montó su campamento.
Los vecinos, que entonces desconocían el abecé del lenguaje ambientalista,
fueron organizándose en asambleas, y poco a poco tomaron conciencia de que, como
en el pasado, la mina significaría trabajo para una minoría, además de la
modificación de la vida cotidiana de los habitantes, debido a la escasez de
agua, los desechos tóxicos y la contaminación. También comprendieron que partes
del majestuoso cordón de Famatina se reducirían a montañas de escombros y polvo.
De esas asambleas surgió la consigna "El Famatina no se toca". Así, entre enero
y febrero de 2007, se decidieron a salir a la ruta y realizaron dos cortes
importantes, instalando finalmente un corte de acceso (Peñas Negras) al camino
que conduce al campamento instalado por la empresa, en los altos del Famatina,
que continúa hasta el día de hoy.
En 2007, la crisis política provincial abrió un nuevo escenario, dando cierta
visibilidad a las demandas ciudadanas. La crisis terminó eyectando a Maza,
sustituido por Beder Herrera, el vicegobernador, quien impulsó la ley de
prohibición de la minería a cielo abierto con cianuro, sancionada poco después.
Todo parecía indicar que, a pesar de las grandes asimetrías, pero gracias a las
oportunidades proporcionadas por una feroz interna peronista, David podía vencer
finalmente a Goliat.
Sin embargo, una vez consolidado por la vía electoral, el gobernador Beder
Herrera derogó tanto esa ley como aquella otra que disponía el llamado
obligatorio a una consulta popular por el tema, un reclamo ineludible de la
comunidad movilizada. El hecho, ocurrido hace apenas dos meses, fue coronado con
el nombramiento del presidente de la Cámara de Minería de La Rioja como nuevo
secretario de Minería de la provincia...
AY, SAN JUAN. Otro caso de grotescas asimetrías es la provincia de San
Juan, gobernada por José Luis Gioja, quien posee actualmente intereses
económicos en el sector. En Calingasta, una localidad amenazada por las
explotaciones mineras a gran escala y cuatro proyectos más en exploración, los
habitantes y autoridades locales intentaron llamar tres veces a un plebiscito
para consultar a la población si está de acuerdo con estos megaemprendimientos,
pero estos llamados fueron suspendidos por el tribunal electoral de la
provincia, alegando que "el medio ambiente no es de competencia municipal".
Por si fuera poco, a fines de 2007, se institucionalizó la criminalización de la
protesta ambiental, cuando la Legislatura provincial sancionó un nuevo régimen
contravencional que establece la condena con 30 días de cárcel o trabajo
comunitario a todo aquel que "anunciando desastres, infortunios o peligros
inexistentes provoque alarma en lugar público o abierto al público, de modo que
pueda llevar intranquilidad o temor a la población".
El caso del yacimiento Bajo de la Alumbrera, situado en Catamarca, que empezó a
funcionar en 1997, permite ver en perspectiva el funcionamiento del modelo. Se
trata del mayor emprendimiento minero del país, y se extiende en varias
provincias: aunque se encuentra en Catamarca, el concentrado es transportado en
un mineraloducto de 316 kilómetros que llega hasta Tucumán, atravesando
poblaciones y lechos de río. Luego de su tratamiento y una vez obtenido los
metales, éstos son transportados por un ferrocarril propio (el tren azul) hasta
las instalaciones portuarias (también propias) de San Lorenzo, en Santa Fe.
Horacio Machado, investigador de la Universidad Nacional de Catamarca, indica
que la compañía minera obtuvo un permiso de extracción de 1.200 litros de agua
por segundo (alrededor de 100 millones de litros por día). Respecto del consumo
de energía, para 2003, éste fue de 764,44 GW. Esto equivale al 170% del total
del consumo de la provincia de Catamarca y al 87% de Tucumán.
Por supuesto, todos estos datos, que no son incluidos en el costo final del
producto, presagian nuevos problemas, que van desde la escasez de agua hasta la
demanda de construcción de nuevas represas hidroeléctricas, enteramente al
servicio de las compañías mineras, algo previsto para los futuros
emprendimientos.
Lo más notorio es que, hace unos meses, la compañía fue procesada por la
justicia federal de Tucumán, por daños ambientales, constituyéndose en el primer
fallo en Latinoamérica contra una minera. Además, desde el 6 de agosto de este
año comunidades originarias y organizaciones de vecinos interrumpen el paso en
la ruta 40, en el límite entre Tucumán y Salta, a cuatro camiones con insumos y
maquinaria con destino a La Alumbrera.
Los vecinos movilizados consideran extender su lucha, luego de haber sido
informados de los pedidos de destitución que enfrenta el fiscal general de
Tucumán, Antonio Gustavo Gómez, quien dirige las actuaciones que motivaron el
actual procesamiento del vicepresidente de la minera Bajo de la Alumbrera,
Julián Patricio Rooney, por contaminación.
Es cierto que el "efecto Esquel" fue altamente beneficioso, pero produjo también
el reacomodamiento de gobiernos provinciales, organismos nacionales y empresas
transnacionales que multiplicaron sus intervenciones en defensa de este tipo de
minería y ensayan ahora nuevas estrategias de "disuasión" que incluyen desde
dudosas formas de responsabilidad social empresarial hasta la cooptación de
universidades públicas, a través de subsidios y convenios de formación. Así,
nada parece indicar que el gobierno actual revea los límites de su discurso
desarrollista, contemple las demandas ciudadanas y se oriente hacia una
verdadera discusión sobre las gravosas consecuencias sociales, económicas y
ambientales de este tipo de minería.
Un modelo que crece y asusta
La expansión de la minería a cielo abierto, con la utilización de sustancias
tóxicas que implican altos niveles de afectación del medio ambiente, y un uso
desmesurado de recursos, entre ellos, el agua y la energía, no es patrimonio
exclusivo de la Argentina, sino que recorre a gran parte de América Latina.
Las estadísticas son más que elocuentes: mientras que en el período 1990-1997 la
explotación minera a nivel mundial creció el 90%, en América Latina lo hizo en
un 400%. No es casual entonces que hayan surgido diferentes movilizaciones tanto
en la Argentina como en Perú, Ecuador, Guatemala o Chile que se oponen al avance
de estos grandes proyectos, exigen la derogación de las leyes mineras y la
realización de consultas populares, que permitan expresar la opinión de las
comunidades afectadas.
El caso más dramático es el de Perú, donde las protestas de las comunidades
campesinas contra los megaproyectos de minería ya han dejado un saldo de varios
muertos, heridos y centenares de comuneros judicializados.