Entre la cooptación y la represión.
La polisemia discursiva del semanario rosarino Monos y Monadas.
La cuestión social en la ciudad de Rosario hacia el Centenario
articulada desde el pintoresquismo costumbrista. Los múltiples discursos de una
popular revista de actualidades, operando con una estrategia funcional a las
clases dominantes.
Florencia Pagni y Fernando Cesaretti
Ciudad de Astengo y de Echesortu y Casas
-sede del "Honorable Benvenuto"-
ciudad donde se funden dos mil razas
pero no se funde ningún bruto. Cuartela anónima
Los dominios de Ceres y Mercurio
Hacia el Centenario Rosario es la cabecera indiscutible de la "pampa gringa",
ese vasto hinterland que desborda el sur santafecino y avanza sobre el este
cordobés y el norte bonaerense. La llanura cordobesa ve en Rosario, y no en la
docta, a su ciudad de referencia. Entre el primer y el tercer censo nacional ha
multiplicado su población diez. veces y media. Los 23.000 habitantes de 1869 se
elevan a un cuarto de millón en 1914.
Consecuencia directa en su origen del aluvión inmigratorio europeo que sustenta
este notable crecimiento demográfico es la élite dominante:
"La burguesía rosarina pisa firme; hija del desarrollo agrario, se identifica
totalmente con el progresismo liberal, y no solo carece de complejos frente a
las viejas clases, sino que las mira por arriba del hombro, porque se siente con
mejor derecho a conducir. No postula reconocimiento y será ella la que lo dará".
La clase terrateniente argentina no tiene residencia siquiera provisoria en
Rosario. Es entonces esa "exitosa nueva clase" la que lleva la voz cantante. Y
lo hace con orgullo, exhibiendo ante propios y extraños, la concreción práctica
de su filosofía positivista. Es su afán de progreso lo que ha transformado la
otrora insignificante aldea dormida en la siesta perenne a la que parecerían
haberla condenado autócratas sangrientos, extraños e imprevisibles como el
santafecino Estanislao López o el porteño Juan Manuel de Rosas, en la urbe que
asombra a Juan Bialet Massé por haberse convertido
"...en una de las ciudades más hermosas e higiénicas de Sud América. Su
urbanización obedece a los principios más modernos... Desde el parque
Independencia y el Boulevard Santafecino hasta la cloaca; desde el palacio a la
humilde casa de obreros; desde el hospital moderno, completo, hasta la
asistencia pública y el asilo, en todas partes hay un progreso real y eficaz..."
Un gran emporio comercial en definitiva, que por su propia dinámica muestra
-según el mismo observador- ciertas falencias en su sociabilidad dado que
"... raramente se ocupan los hombres de otra cosa que de sus negocios... Nunca
se pudo establecer un centro literario, y las manifestaciones del arte son muy
aisladas y pocas."
No hay prosapia ni alcurnia añeja en los dominios de Ceres y Mercurio. Sin
embargo las diferencias de clase están bien marcadas. Rosario es en ese aspecto
una reiteración de lo que se ve a nivel nacional. Y de igual forma es tratada la
cuestión social. Se copota o se reprime, o mejor se coopta y se reprime.
Claroscuros acentuados por una clase obrera tempranamente combativa.
Es en Rosario donde La Fraternidad, el gremio de los conductores
ferroviarios, logra su primer triunfo en 1889, al culminar exitosamente una
huelga declarada para lograr la libertad de un maquinista del Ferrocarril Buenos
Aires y Rosario, detenido y salvajemente apaleado por la policía tras un
accidente de tren. Es en Rosario donde en el temprano 1890 una manifestación
obrera recorre el 01 de mayo de ese año las calles recordando a los mártires de
Chicago, culminando el acto con oradores que en distintas lenguas arengan
a los trabajadores, destacándose en la ocasión la joven anarquista puntana
Virginia Bolten.
Pero es también en Rosario donde nuestro ya conocido Bialet Massé observa que
"... cuando la familia es mucha y el hambre apura, entonces se pone a las
niñitas en la Refinería, en las fábricas de tabacos, en lo que se puede, con tal
de que ganen algo, y se les enseña a mentir sobre la edad, de manera que las
chiquillas dicen que tienen once años cuando no han cumplido nueve y hasta que
se cansan y agotan las pobres hacen lo que pueden".
No es extraña entonces la importancia que adquiere en esos años la cuestión
social. Huelgas fundamentales en la historia del movimiento obrero (la de 1902
en la Refinería, o las ferroviarias de 1912 y 1917) se gestan o tienen su
epicentro en Rosario. Y junto a estas gestas fundacionales de la épica clasista,
la cotidianidad de innumerables y a la vez módicos conflictos medidos en
términos cuantitativos, pero globalmente importantes para merituar a una época.
Sin embargo esa combatividad no se traducirá en el fortalecimiento partidario de
una alternativa de clase dada en términos marxistas. Ello ocurrirá por varios
motivos convergentes. La clase obrera rosarina será en gran medida, anarquista o
sindicalista. El partido Socialista no logrará un predicamento similar al que
alcanza en la Capital Federal. No encuentra en esta ciudad de gringos a su
"ciudadano ideal". Opera en esta orfandad del deber ser cívico que pregonan las
huestes higienistas de Juan B. Justo, la apática desconfianza del inmigrante a
los manejos políticos que sabe ajenos a sus intereses. Así cuando se aplique en
1912 la nueva Ley Electoral, los contendientes serán por un lado, la Liga del
Sur, portavoz de la satisfecha burguesía rosarina que aspira a la autonomía
frente a la capital provincial, y el radicalismo que específicamente en Rosario,
encuentra sustento electoral por el modo clientelar con el que capta al
proletariado criollo fronterizo del lumpenaje arrab
alero. En ese sentido los referentes locales de la "Causa" como Ricardo
Caballero o Juan Cepeda en poco difieren sus métodos de los de los hombres del
"Régimen".
Es entonces esa sólida burguesía la que impone un rol hegemónico a la sociedad
rosarina. Hegemonía que trasciende lo meramente político y económico, y llega a
la imposición de juicios morales y políticos a través de argumentos
psicológicos. Así la holgazanería es utilizada para demostrar acerca de
disposiciones débiles y congénitas que tienen determinados marginales para
presentarse en el mercado de trabajo.
El mono y la monada de cada semana
La prensa resulta un arma fundamental para transmitir esa posición. Veamos como
opera esta en un caso concreto, el de la revista Monos y Monadas.
Acerca de la llegada contemporánea a los restos fósiles de la misma, debemos en
rigor de verdad manifestar que nuestro acceso a la principal fuente documental
de este trabajo tuvo limitaciones. En la Hemeroteca de la Biblioteca Argentina
"Dr. Juan Alvarez" quedan (o quedaban) unos pocos ejemplares, en mal estado de
conservación. Si, existen microfilmados en el Centro de Estudios Históricos que
funciona en instalaciones del muy privado Colegio Español de Rosario, ubicado en
el bucólico escenario del Parque de España. Pero acceder a ellos no es libre ni
menos gratuito. Por esto último nos resultó a los autores imposible revisar la
colección tomándonos el tiempo necesario para citar cada referencia. De allí que
no precisemos fecha ni número, salvo excepciones.
Monos y Monadas es un semanario gráfico que aparece regularmente entre junio de
1910 y diciembre de 1911, e irregularmente desde entonces y hasta mediados de
1913. Tras dos décadas de silencio reaparecerá en una segunda etapa entre Julio
de 1934 y Enero de 1936, ya con otro carácter tanto la revista como la ciudad.
Nos interesa a los fines de este trabajo su primera época. Entonces su formato y
diseño era similar al de la revista porteña Caras y Caretas. Ojeemos juntos un
ejemplar al azar. Por lo general hay una primera sección de noticias
internacionales, luego una de política nacional y a continuación, información
sobre la ciudad y la región ya sin un orden determinado, mezclándose notas de
carácter social con información general o policial, junto a misceláneas y
curiosidades, y el todo ilustrado con profusas fotografías.
Más allá de este desorden expositivo, se van dando ciertas constantes.
En primer lugar hay una encubierta toma de posición a favor de la Liga del Sur.
La campaña electoral de esta es seguida en detalle y por toda la provincia, con
abundante material gráfico. Impacta sobre el particular de la cobertura de estos
comicios, la visión de un De la Torre aún joven, en contraste con la
estereotipada imagen del Lisandro del Debate de las Carnes, un cuarto de siglo
después. Muchas menos páginas y fotos se dedican a las actividades del
radicalismo o del partido Constitucional.
Hay también una manifiesta disposición a mostrar los signos del progreso
ciudadano. De allí los amplios informes sobre obras de salubridad, tales como
las Aguas Corrientes o los nuevos hospitales. Un claro discurso positivista al
modo usual a la época. Las páginas de Monos y Monadas sirven también de habitual
tribuna a resabios masónicos. Los hermanos "tres puntitos" hacen paradójica
profesión de fe anticlerical con actos, reuniones, ágapes y saraos que la
revista publicita ampliamente. Después de todo el obispado está en la "lejana"
Paraná. Más peligrosamente cercanas están las esposas de tales come frailes,
aunque todo parece un juego entre burgueses satisfechos dictado por el principio
sexista aceptado de "el hombre en la logia, la mujer en la iglesia". Modos de la
sociabilidad de la época que el semanario refleja.
Es una sociabilidad que también se manifiesta y adquiere visibilidad
periodística de otras maneras. Desde las reseñas sobre los clubes de élite hasta
la galería de personalidades del mundo social que da título a la revista: cada
número trae la imagen en página central de un distinguido caballero y de una
rolliza beldad, los que en amable tono son designados respectivamente como el
"mono" y la "monada" de la semana. A los que se suman las fotos de niños
satisfechos en elaboradas poses de supuesta ingenuidad.
Como reflejo de la ciudad y la región, las colectividades inmigratorias
encuentran acogida en sus páginas. Desde el Centre Catalá al Club Español,
pasando por las instituciones mutualistas de cada comunidad, todos encuentran la
posibilidad de difundir sus actividades mediante recurrentes gacetillas. De modo
especial en los números que siguen al 20 de septiembre de 1910, la revista
visibiliza los festejos del día de Italia en muchas de las localidades de la
pampa gringa. Los fotógrafos documentan los actos con una inconciencia
perturbadora a futuro. Son imágenes inquietantes desde nuestros hoy. Así a casi
un siglo de distancia, la coautora de este trabajo trata de descifrar si algún
antepasado suyo posa orgulloso de sus itálicos mostachos y de la rica bandiera
tricolore (SIC) que de la romana Porta Pía parece haber sido trasladada
por el espectro de Garibaldi a la esquina de. ¿Belgrano y 9 de Julio?
¿San Martín y Umberto Primo? en Arroyo Seco, y el coautor intuye, fantasea
o imagina que alguno de los niños de muy corta edad que se "cuelan"
festivamente lejos de toda solemnidad en la sepia fotografía de los festejos en
Carreras, es tal vez su propio abuelo.
Hasta aquí una revista informativa más, que refleja a una sociedad sin grandes
problemas en apariencia. Sin "cuestiones" demasiado traumáticas.
Sin embargo, la verdadera problemática social, aparece encubierta bajo el
pintoresquismo y la mirada condescendiente.
El morbo delimitando la pertenencia de clase
Monos y Monadas en tanto portavoz de los que triunfaron, encuentra en la
marginalidad, la exclusión y la miseria, una fuente de humorismo. Que le
permitirá por ejemplo, nominar bajo el título "El Albaicín Rosarino", una
ranchada miserable establecida "atrás del Córdoba y Rosario" en octubre de
1910, con el mismo sentido de burla que a principios de 1911 empleará para
regodearse con el barrio de Las Latas , describiendo irónicamente el "palacio de
Las Latas", con su "reina", su "príncipe", etc.
Este indisimulado desprecio de clase, se torna evidente en una de sus secciones
fijas, "La Semana Trágica", donde se hace el racconto de lo sucedido en materia
de hechos policiales. Es un lugar común en esas páginas el trazar un paralelo
entre pobreza y delincuencia. Para Monos y Monadas habitar en un conventillo es
un elemento de sospecha. Las condiciones infamantes de las casas de inquilinato
le interesan solo para reforzar esta tesis de culpabilidad o a lo sumo para
lograr una nota pintoresca, en tono burlesco, nuevamente con su "reina", "su
príncipe", etc.
El trato periodístico que se le da al tema de la muerte muestra también esa
diferenciación, ya con rasgos de impúdica obscenidad. Así el deceso de un
miembro de la élite es cubierto de manera respetuosa, aunque con la teatral
necrofilia de la época (esa que convoca multitudes a los cementerios en una
especie de kermés pagana celebrando el día de los Santos Difuntos). Vemos la
pompa y magnificencia del cortejo en fotografías que acompañan un obituario
panegírico. Pero si un muerto pertenece a la clase obrera, solo es noticia si su
deceso se produce a consecuencia de la violencia. Y entonces se torna evidente
en sus gráficas imágenes y en su narrativa el regodeo irrespetuoso, la invasión
de la intimidad, el escarnio. Fotografías de suicidas o asesinados a los que se
exhibe impunemente en sus féretros abiertos sin ningún recato. Un niño de la
burguesía que muere a causa de una enfermedad da lugar a respetuosos obituarios
donde la elite local expresa deseos de consuelo para la afligida
familia, con un tratamiento discreto del tema. Pero un niño obrero, tal el caso
de un chiquito de nueve años que es atropellado por un tranvía en el Cruce
Alberdi es mostrado impúdicamente con su rostro destrozado en un
humildísimo ataúd. El morbo delimitando las clases.
Como conclusión podemos afirmar que Monos y Monadas no es sino el exponente de
una faceta a medio camino entre la cooptación y la represión. El tratar como
objeto de burla y reprobación a determinados actores sociales, proponiendo -por
efecto contrario- a otros sectores la integración mediante la emulación de
conductas, en el modelo dominante, antes que la solidaridad con los escarnecidos
estereotipadamente.
Complejidades de una muy compleja problemática: la cuestión social.
Florencia Pagni y Fernando Cesaretti.
Escuela de Historia. Universidad Nacional de Rosario grupo_efefe@yahoo.com.ar