Medios y Tecnología
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Manifiesto de Tlaxcala
Traductores de Tlaxcala
Tlaxcala, la red de traductores por la diversidad lingüística, nació
en diciembre de 2005, creada por un pequeño grupo de ciberactivistas que se
conocían a través de internet y descubrieron que compartían intereses comunes,
sueños comunes y problemas comunes. La red creció con rapidez y hoy consta de
muchos miembros que traducen a más de diez de lenguas. Este Manifiesto expresa
su común filosofía.
Todas las lenguas del mundo deben contribuir, y así lo hacen, a la hermandad del
género humano. Contrariamente a lo que muchos creían, una lengua no es sólo
estructura gramatical, palabras engarzadas de acuerdo con un código sintáctico,
sino también, y sobre todo, creación de significado a partir de nuestros
sentidos. Con ellos observamos, interpretamos y expresamos el mundo desde un
lugar personal, geográfico y político determinado. Por eso, ninguna lengua es
neutra y en sus genes lleva la huella de la cultura a que pertenece. El latín,
primera lengua imperial, alcanzó su apogeo sobre los restos de las lenguas que
destruyó conforme las legiones romanas extendían su dominio territorial por el
sur de Europa y el norte de África. No parece extraño entonces que en los
albores del Renacimiento fuese la lengua española, hija genética del latín,
quien repitiese una nueva devastación, esta vez entre los pueblos conquistados
en el continente americano.
Imperio y lengua imperial van siempre juntos y son, por definición,
depredadores. Rechazan la alteridad. Toda lengua imperial se constituye en
sujeto de la Historia, narra ésta desde su punto de vista y aniquila (o trata de
aniquilar) el de las lenguas que considera inferiores. La Historia oficial de un
imperio no es nunca inocente, sino que está motivada por el afán de justificar
hoy sus actos del ayer para proyectar hacia mañana propia su versión.
Nadie conoce el sufrimiento de los pueblos conquistados por el Imperio Romano,
ya que no han quedado pruebas escritas de aquella derrota, que significó la
desaparición de sus culturas. Por el contrario, las lenguas vencidas en América
por el Imperio Español sí dejaron testimonio. Hacia los años cuarenta del siglo
XVI, muy poco después de la conquista de México, Fray Bernardino de Sahagún
ensambló lo que hoy se conoce como el Código Florentino, una mezcla de relatos
náhuas (el náhuatl es la lengua de los antiguos aztecas) e ilustraciones
pictóricas que describen la sociedad y la cultura prehispanas. Un segundo
testimonio, que contradice al primero, es el Lienzo de Tlaxcala, transcrito
asimismo en el siglo XVI por el mestizo Diego Muñoz de Camargo, quien basó su
narración en los frescos pictóricos de sus mayores -los nobles tlaxcaltecos-,
quienes describieron en imágenes la llegada de Hernán Cortés y la caída de
Tenochtitlán. Tlaxcala era en aquel tiempo la ciudad-estado rival del imperio
azteca de Tenochtitlán y ayudó a Cortés a destruirlo, con lo cual firmó su
propia sentencia de muerte, ya que el nuevo Imperio Español que nació de aquella
derrota significó el sometimiento de todos los pueblos precolombinos -ya fuesen
aliados o enemigos de la corona española- y la pérdida casi absoluta de su
cultura y de sus lenguas.
En nuestros días, el poder imperial se sitúa en los Estados Unidos de América,
cuya lengua oficial es el inglés. Fiel a las características conductuales de
todo imperio, la lengua inglesa impone ahora su ley. Países o territorios
enteros han perdido o están perdiendo sus lenguas vehiculares bajo la influencia
del inglés. Filipinas o Puerto Rico son sólo un ejemplo entre otros. En el
África subsahariana el falso prestigio acordado al inglés, al francés, al
portugués o a muchas lenguas vernáculas destruye una lengua materna local cada
dos semanas, según la UNESCO.
No es malo que exista una lingua franca que facilite el conocimiento
mutuo en estos tiempos globalizados, pero sí lo es que ésta transmita la
ideología de superioridad que la caracteriza, la cual, consciente o
inconscientemente, exhibe su desprecio por las lenguas "subalternas", es decir,
por todas las demás. El complejo de superioridad que acompaña siempre a una
lengua imperial es tan consustancial a su esencia que hoy se observa incluso
entre los activistas anglófonos implicados en la lucha por un mundo mejor: sus
medios de comunicación son una prueba tangible de que los escritos que publican
traducidos de lenguas "subalternas" constituyen sólo un porcentaje
insignificante de su contenido. Las traducciones desde el inglés a otras lenguas
son abrumadoramente superiores a las de sentido inverso. Todos somos culpables
de haber aceptado hasta ahora tal desigualdad.
Tlaxcala, la red de traductores por la diversidad lingüística, nace como
homenaje posmoderno a la desventurada ciudad-estado del mismo nombre que cometió
el gravísimo error de confiar en una lengua imperial -el español- para luchar
contra otra de menor calibre -el náhuatl- y comprobó demasiado tarde que no se
debe confiar las lenguas imperiales -en ninguna de ellas-, pues utilizan a las
subalternas sólo como palanca para sus propios objetivos. Los traductores
globales de Tlaxcala pretenden enmendar del destino perdido de los antiguos
tlaxcaltecas.
Los traductores de Tlaxcala creen en la alteridad, en la bondad de acercarse a
otros puntos de vista, y por eso se comprometen a desimperializar la lengua
inglesa publicando en todas las lenguas posibles (incluido el inglés) las voces
de los escritores, pensadores, dibujantes de cómics y activistas que hoy
redactan sus textos originales en lenguas a las que la influencia avasalladora
del imperio no les permite hacerse oír. Asimismo, los traductores de Tlaxcala
facilitarán a quienes desconocen el inglés que conozcan las ideas de escritores
anglófonos situados en los márgenes o publicados en medios pequeños, difíciles
de encontrar.
La lengua inglesa, en su calidad de aparato institucional del conocimiento, es
hoy una estructura global de poder mediante la cual representa el mundo a su
imagen y semejanza sin pedir permiso a las demás lenguas y culturas. Los
traductores de Tlaxcala están convencidos de que es posible derrotar a los amos
del discurso y anhelan difuminar dicha estructura para que el mundo llegue a ser
multipolar y multilingüe, diverso como la vida misma.
Los principios que Tlaxcala utiliza para seleccionar textos son que éstos
reflejen los valores esenciales de la Declaración Universal de los Derechos
Humanos, a la búsqueda de un respeto cabal de los derechos y la dignidad de la
persona. Los traductores de Tlaxcala son antimilitaristas, antimperialistas y se
oponen a la globalización corporativa neoliberal. Aspiran a la paz y a la
igualdad entre todas las lenguas y culturas. No creen en la guerra de
civilizaciones ni en la actual cruzada imperial contra el terrorismo. Se oponen
al racismo y al establecimiento de muros o alambradas -ya sean de carácter
físico o lingüístico- que impiden la libre circulación de ciudadanos e ideas en
el planeta. Buscan promover el florecimiento del Otro, reconocerle su derecho,
respetarlo, lograr que deje de ser objeto de la historia y pase a ser sujeto en
un plano de equidad. Este esfuerzo es voluntario y gratuito. Todas las
traducciones efectuadas por Tlaxcala llevan el signo del copyleft.
¡Traductores e intérpretes de todas las lenguas, conectaos y uníos! webmasters y
blogueros de todos los colores del arco iris que compartís nuestras
preocupaciones, contactadnos!
* * *
La fecha del 21 de febrero no fue escogida al azar para la publicación de este
Manifiesto: durante las décadas de los cincuenta, sesenta y setenta el 21
de febrero fue la jornada anticolonialista y antimperialista mundial.
Un día como éste, en 1944, París amaneció con sus paredes cubiertas de carteles
rojos que anunciaban la ejecución en el Monte Valérien de 23 "terroristas",
miembros de los Trabajadores Inmigrantes Francotiradores y Partisanos, la
primera organización de resistencia al nazismo en territorio francés. El líder
del grupo, Missak Manouchian, de 36 años, era un superviviente del genocidio
armenio, un inmigrante. A los colaboradores franceses que asistieron al juicio
sumarísimo ante el tribunal nazi y que lo tacharon de meteco, Manouchian les
respondió: "Ustedes heredaron la ciudadanía francesa, pero yo me la gané".
"El tiempo de mártires ha llegado y, si soy uno de ellos, será por la causa de
la hermandad, la única que puede salvar este país". Éstas fueron las últimas
palabras de Malcolm X antes de ser asesinado durante una reunión en Harlem, el
21 de febrero de 1965, a manos de tres miembros de la Nación del Islam, que
Malcolm había abandonado en 1963 para crear la Organización de la Unidad
Afroestadounidense. En abril de 1966, sus asesinos fueron condenados a cadena
perpetua, pero los que planearon al asesinato -los Amos del Imperio– quedaron
impunes, como en la mayoría de los casos.
Malcolm X, alias El-Hajj Malik El-Shabazz, cuyo nombre original era Malcolm
Little, tenía 39 años. Había regresado de una peregrinación a La Meca, donde
descubrió la universalidad tras convivir con peregrinos de todos los orígenes.
Uno de los motivos de su ruptura con la Nación del Islam fue que ésta había
mantenido contactos con el Ku Klux Klan para discutir sobre el establecimiento
de un estado negro independiente en el sur de EEUU, de la misma manera que el
fundador del sionismo, Theodor Herzl, había solicitado el apoyo de los peores
antisemitas para su proyecto de un Estado judío. Para Malcolm, cuyo padre había
sido una víctima del Ku Klux Klan, tal colaboración era inconcebible.
En este día de remembranza ponemos a Tlaxcala bajo el patrocinio de aquellos dos
luchadores por la causa de los pueblos, Missak Manouchian y Malcolm X.
Ciberespacio, 21 de febrero de 2006
Firmantes:
AIENA Caterina
ALMENDRAS Nancy Harb
ANGUIANO Rocío
BOCCHI Davide
BOULOS Zaki
BUEMI Valerio
CILLA Antonia
DÍEZ LERMA José Luis
GIUDICE Fausto
HADDAD Ramez
HAUN Agatha
HIRSCHMUGL Eva
INDA Elaine
JUÁREZ POLANCO Ulises
KALVELLIDO Juan
LECRIQUE Yves
MANAI Ahmed
MANNO Mauro
MARTÍNEZ, Miguel
PÁRAMO Ernesto
POUMIER Maria
RIZZO Mary
SANCHIS Carlos
TALENS Manuel
TARRADELLAS Àlex
VITTORELLI Manuela
Logo de Tlaxcala por Juan Kalvellido (Copyleft)