Se ha discutido mucho sobre si la llamada "propiedad intelectual" podía ser
considerada como una auténtica propiedad. Los debates actuales sobre las
patentes de software y el canon de la SGAE han conseguido que participen y sean
oídos, no sólo los juristas y legisladores, sino todos los ciudadanos. Lo que
había sido una polémica para una minoría ha transcendido a todos nosotros cuando
tenemos que pagar un canon – que seguramente ira a parar a algún artista que
viva en Miami - por nuestra copia privada, por leer un libro en la biblioteca
pública o nos amenazan con la cárcel por utilizar un programa de p2p o para
copiar cds.
Para los romanos, creadores del derecho tal y como lo entendemos hoy, sólo
podría ser objeto de propiedad aquello que pudiéramos poseer físicamente (una
finca, un esclavo), los derechos estaban vinculados a la posesión. La
apropiación de las ideas surge con el triunfo del modo de producción
capitalista. Al mismo tiempo que se privatizan los montes públicos (y las
propiedades de la iglesia) mediante la amortización, se "inventan" y desarrollan
las denominadas propiedades industrial e intelectual, a las que se cataloga como
formas "especiales de propiedad" por las que el uso de determinada técnica se
atribuía sólo al titular inscrito en el registro de la propiedad intelectual o
industrial.
La distinción entre una y otra propiedad radica básicamente en el uso de ellas.
Así la propiedad industrial protege las marcas y las invenciones con usos
industriales, mientras que la intelectual se ocupa de las obras artísticas,
literarias o científicas. En las leyes españolas y europeas siempre los
programas informáticos han sido considerados como propiedad intelectual. También
se diferencian ambas propiedades en que mientras las industriales se inscriben
en el registro de patentes y marcas, existe otro registro con alcance más
limitado para la propiedad intelectual. Así ha sido hasta ahora, ya que los
grupos de presión formados por las grandes multinacionales del sector intentan
por todos los medios que se legalice las patentes de software. Estas
corporaciones, desde que existen, han presionado a los estados para que cada vez
menos bienes y servicios sean de uso común. La mercantilización de la cultura no
nos puede sorprender, es otra forma de aumentar la cuenta de resultados de las
grandes corporaciones.
Pero, desde un principio hubo juristas que criticaron la creación de estas
nuevas propiedades. Por una parte, los que partiendo del derecho romano,
entendieron que al ser derechos inmateriales son inapropiables. Y otros
entienden que lo creado por la mente humana nunca es obra de una sola persona,
sino que es fruto de un acervo cultural y social.
Una de las cosas que nos diferencia del resto del mundo animal, es que los
humanos nacemos con muy pocas conductas programadas genéticamente, todo lo
adquirimos por el proceso de endoculturación. Nada mas nacer, a los niños nos
visten de azul y a las niñas las visten de rosa y les ponen pendientes,
seguidamente ninguno se libra del bautismo. A partir de ese momento somos una
esponja seca que va absorbiendo todos los conocimientos de nuestro entorno a los
que tenemos acceso. Primero, aprendemos el lenguaje, él que será imprescindible
para adquirir el resto de conocimientos que conformaran nuestro propio saber,
según Noam Chomsky esta facilidad con la que aprendemos el lenguaje sí que tiene
relación con nuestra "programación" genética.
La cultura no es más que la acumulación de saberes trasmitidos de generación en
generación para adaptarnos al medio del que formamos parte.
La cultura es algo vivo o cambiante, pero en nuestra civilización los cambios
ocurren mucho más rápidos gracias, entre otras cosas, a las nuevas tecnologías,
si lo comparamos con la lenta evolución cultural de las sociedades
prehistóricas. La técnica actual no es más que la mejora o evolución de otras
técnicas anteriores. Nada se inventa de la nada o "ex-novo", como dirían los
juristas. Los grandes inventos son fruto del trabajo de muchos hombres y mujeres
aunque, en ocasiones, aparece como inventor una persona en concreto que no deja
de ser la cúspide de una pirámide humana y, en la mayoría de las ocasiones, el
que aparece como titular de una patente no es mas que una corporación
multinacional que se ha apropiado del fruto del trabajo de sus empleados a
cambio de un salario. Claro que estos argumentos pueden utilizarse también a
favor, podría decirse ¿que diferencia existe entre fabricar un automóvil o crear
un programa informático? Bueno, nadie va a negar el derecho a cobrar por
realizar un trabajo, pero sí podemos criticar las situaciones de abuso que el
sistema de patentes esta creando: monopolios y consiguiente unilateralidad en la
fijación de precios, así como que suponen un freno a la innovación.
También, los defensores de las patentes dirán que de esta forma se fomenta la
investigación y desarrollo, ya que se garantiza que durante un tiempo se se
reserva el uso del procedimiento patentado, financiando así de esta manera la
investigación. Pero lo paradójico es que, a pesar de vivir en economías de
mercado, la investigación y desarrollo dependa, muchas veces, de entidades
financiadas con presupuestos públicos, es decir, financiadas por todos nosotros.
Me estoy refiriendo a las universidades, muchos avances tecnológicos se
desarrollan en estos centros, para ser apropiados seguidamente por entidades
privadas. Además, prácticamente todos los investigadores son formados en las
universidades públicas. No es disparatado creer que las personas formadas en
entidades financiadas a cargo de sociedad estén en deuda con ella y que, sin
perjuicio de ser profesionales bien pagados, los frutos de su trabajo reviertan
en mayor medida al colectivo social que ha invertido en su formación.
Quizás, lo más grave no sea el aspecto económico, sino la privatización de las
herramientas para comunicación. En la era de las comunicaciones, estas están en
manos de un monopolio llamado Microsoft, su sistema operativo, navegador,
cliente de correo son de uso mayoritario, creando estándares haciendo complicada
la subsistencia de otros programas. Es como si el castellano o inglés estuvieran
sujetos a patente y la mayoría de la gente los usara gratis pero "pirateados" y
de forma clandestina. Si, realmente, el poder político tiene un sincero interés
en fomentar la sociedad de la información no lo puede hacer sino desde
herramientas de todos nosotros, es decir, software de código abierto y libre.
No esta nada clara la legitimidad de las propiedades intelectuales e
industriales, por ello las diferentes legislaciones no la reconocen de un modo
absoluto, sino que la sujetan a términos temporales y/o a su uso efectivo.
Cuando leemos o escuchamos a sus defensores parece que estuviéramos hablando de
la propiedad de una finca, no es así en ningún caso como hemos visto. De todas
formas el problema es de tipo económico, nuestros sueldos no nos alcanzan para,
que una vez pagada la hipoteca, la comida, la luz y el agua, pagar los que nos
piden por la música, los libros, las comunicaciones o el software. La cultura no
debe ser un bien accesible solo para los mas pudientes. Tenemos un problema los
ciudadanos con los "propietarios de la nada". Pues nada es una idea registrada
en un papel.