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Operación Masacre en Avellaneda

Debemos decidir para qué necesitamos votar

"La Constitución puede reformarse en el todo o en cualquiera de sus partes. La necesidad de reforma debe ser declarada por el Congreso con el voto de dos terceras partes, al menos, de sus miembros; pero no se efectuará sino por una Convención convocada al efecto"
Artículo 30 - Constitución de la Nación Argentina

Por Hugo Alberto de Pedro

Ahora nos mandan a votar en marzo del 2003, exactamente a quince meses que el presidente electo a fines del año 1999, De la Rúa, abandonaba el Gobierno. Sin la menor duda que la noticia es saludable y en cierta forma se cumple con los deseos de la ciudadanía que sigue reclamando "Que se vayan todos" y en ningún sentido en un acto patriótico, como se quiere dejar entender, por parte de provisorio presidente.
El Gobierno de coalición, en éste medio año, hizo todo la posible para que la hecatombe social y económica se agudice a extremos ya insoportables. Es por eso que no debemos dudar que cada gestión política que asume en la Casa Rosada cumple una parte del papel, que en forma corporativa le imponen los grupos económicos -dueños del verdadero poder en Argentina- que cuentan como aliados a la banca nacional e internacional.
Nos preguntamos para qué Eduardo Duhalde se hizo cargo del Gobierno si con su incapacidad, demostrada en sus años de vicepresidente y gobernador, por todos conocida jamás hubiera podido encaminar una salida honorable para el país y encontrar una solución a los graves problemas sociales de toda la comunidad nacional.
Es tétrico ver en estos días, como desde la gran mayoría de la dirigencia política se hace la distraída con el deseo popular de elegir de una vez y totalmente a todos los representantes en los municipios, provincias y nación; según las encuestas nueve de cada diez piensan en éste sentido.
Nos quieren vender nuevamente ilusiones políticas al hacernos creer que la elección del presidente es suficiente para hacer un verdadero y real cambio en las cuestiones del Estado. Ésto lo debemos denunciar y poner todas nuestras fuerzas para obligarlos al llamado de una Asamblea Nacional Constituyente, que con las más amplias representación política, social e ideológica se reúnan para abocarse al diseño de un nuevo país, fijando reglas de juego nuevas para estos tiempos, con las más avanzadas normas de participación ciudadana que garanticen la instauración de una nueva República. Sería la forma de hacer una nueva declaración de la Independencia Nacional y no renovar todos los años perimidas premisas.
Desde ya, que no debemos permitir ni un solo caso de proscripción política, y que los que están en cargos electivos tengan la oportunidad de revalidar sus mandatos pero que fundamentalmente permitan la más amplia participación de las ideas y las propuestas. Para ello es imprescindible bajar al máximo los requisitos que las leyes electorales imponen a las diferentes opciones políticas para presentarse en las elecciones.
Es muy posible que estén tramando cualquier tipo de tropelías, los que hace más de veinte años manejan los destinos de la patria, y por eso debemos estar bien alertas y movilizados. Para experiencia ya tenemos la reformar constitucional de 1994 posterior al Pacto de Olivos. Ojalá que sea éste 9 de julio no un simple aniversario más de nuestra Independencia sino un punto de inflexión que confirme las demandas populares de los últimos días de diciembre del 2001. Si una gran parte de la ciudadanía toma las calles y las plazas de la República para manifestarles y advertirles que no serán toleradas otras decisiones que no sean las que garanticen la renovación total de la dirigencia. No podemos aceptar que un poco más de trescientos legisladores, que actualmente no representan a nadie, se arroguen el privilegio de decidir sobre la convocatoria o no a una Convención Constituyente.
Debemos ser contundentes en los reclamos y exigencias de un cambio total de la forma de hacer política en Argentina y la manera de llegar y mantenerse en sus cargos delegados por todos nosotros, implantando la revocatoria de los mandatos que garantice terminar la costumbre de traicionar el voto popular al no cumplir con las promesas preelectorales o bien pasar a formar parte de la corrupción política una vez elegidos. Muchos somos los que estamos convencidos que entre todos los sectores de la vida social nacional se pueden establecer las bases de la salida a tantos años de mentiras, corrupción, postración y desprecio hacia los sectores más necesitados de la población. Considero que de ahora en adelante tendremos la claridad de oponernos a las jugarretas de siempre y proponer las ideas necesarias para conseguir entre todos desarrollarnos plenamente en nuestro suelo; y otorgar a los niños y jóvenes un futuro previsible de crecimiento.
Como ciudadanos debemos partir de la convicción y la seguridad de que somos fuertes si estamos unidos, que sin dudas nos tentarán con ideas y proyectos políticos encubiertos que en el fondo serán más de lo mismo, que nada perseguirán el cambio de las reglas de juego impuestas desde siempre. Ya estamos viendo como desde los medios de comunicación, las mafias periodísticas, los formadores de opinión, los políticos mesiánicos e inescrupulosos y los grupos de poder económico y financiero están desarrollando sus fuerzas para mantener sus privilegios.
Entonces, arriba con la "reivindicación de los privilegios de todos nosotros" y con la posibilidad de realizar todos los cambios que sean necesarios, no debemos dudar de nuestras capacidades de autodeterminarnos de una vez por todas y de conseguir nuestra verdadera y duradera libertad.
5 de julio del 2002
Hugo Alberto de Pedro
Buenos Aires – Argentina

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