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24 de Marzo

El huevo de la serpiente

Guillermo Almeyra
La Jornada

El presidente argentino Néstor Kirchner, 28 años después del golpe del 24 de marzo de 1976 que instauró una sangrienta dictadura, consagró la Escuela de Mecánica de la Armada (Esma) -donde fueron torturadas más de 5 mil personas de todas las edades, la mayoría de las cuales terminaban en los famosos vuelos de la muerte- en Museo de la Memoria; pidió disculpas a la sociedad "en nombre del Estado" por las atrocidades cometidas durante la dictadura y descolgó del salón de honor del Colegio Militar los retratos de dos de los ex directores de esa institución, Videla y Bignone. Previamente el ejército, hace unos años, y recientemente la marina y la aeronáutica habían ofrecido disculpas por sus violaciones a los derechos humanos y a las leyes. Todo eso, por supuesto, es una reparación mínima, pero no borra algunas cuestiones.

En primer lugar, durante los pasados 28 años, el Colegio Militar ha estado formando a los futuros oficiales, manteniendo entre sus honras a dos que la Constitución declara "infames traidores a la patria", en su calidad de golpistas y que mataron 30 mil connacionales, fueron condenados por crímenes de lesa humanidad, hundieron al país en la desastrosa guerra de las Malvinas para retener el poder y entregaron la economía a las trasnacionales, además de multiplicar por 20 la deuda externa. Ahora hay generales que piden ser retirados porque creen que se les ha mancillado el honor, al quitar los retratos de los genocidas, cuando la vergüenza consiste en tener como héroes y ejemplos para los cadetes a monstruos y delincuentes de la peor especie. En segundo lugar, el contralmirante responsable de la formación académica de la marina incitó a los padres de los cadetes del Liceo Naval a protestar ante el presidente por el nuevo destino de la Esma. Lo atroz del caso es que se formaban jóvenes, durante décadas, en un campo de detención, tortura y asesinato clandestino: como si en Auschwitz o en Dachau funcionasen escuelas militares. En vez de denunciar un pasado de golpes, asesinatos, aberraciones, robos de infantes, lo escondía y resultaba normal para esos pundonorosos marinos (y para los profesores civiles) enseñar en ese lugar de luto y de horror. En tercer lugar, el "partido" de la derecha, el diario oligárquico La Nación, no encontró nada mejor que criticar el carácter, según él, "sesgado" de la medida oficial, al cerrar la Esma. Sin duda el rotativo desea que la mitad de la Esma siga como escuela de torturas y asesinatos y de formación de futuros amorales, golpistas, represores... Por si esto fuera poco, a la jauría se agrega también la Iglesia. Como se recordará, el vicario castrense, durante la dictadura, felicitó a ésta por haber renovado la Argentina bañándola "en un Jordán de sangre" (la de los desaparecidos) y el nuncio apostólico Pío Laghi jugaba todos los días al tenis con el almirante Massera, genocida y organizador, entre otras cosas, del campo de tortura y exterminio en la Esma. Ahora el nuevo capellán general, frente a las condenas a los genocidas, llama a "perdonar" cristianamente (como si el Vaticano llamase a perdonar a Hitler) y ningún prelado le responde, porque el Vaticano está presionando al gobierno para hacerlo retroceder en las resoluciones favorables al derecho al aborto y a los casamientos entre heterosexuales (cosas que no se perdonan).
Kirchner ha tomado pues importantes decisiones que marcan un hito. Se ha peleado así con la jerarquía castrense verdeoliva, azulmarino o celestegris que se siente escrachada (puesta en la picota, en el lenguaje porteño) ante la sociedad, porque la obligaron a levantar la alfombra y a sacar a luz toda la mierda que había acumulado debajo de ella durante casi 30 años. Se ha peleado también con la derecha (Menem, los radicales, La Nación, López Murphy y con Estados Unidos, protector de los genocidas) y con la dirección peronista que con Menem amnistió a los genocidas y con la mayoría de los demás dirigentes que consideraron normal que el Liceo Naval funcionase en la Esma o que el Colegio Militar se enorgulleciera de los genocidas. Kirchner, es cierto, como peronista y como ex gobernador ligado a Duhalde, mantuvo durante años el mismo silencio que sus compañeros de partido a los que la gente no dejó ni acercarse al acto en la Esma. Pero ahora rescata moralmente no al Estado sino a este gobierno. Ese es un hecho político que, por un lado, lo consolidará y, por otro, alentará las conspiraciones en su contra. Dos anécdotas, para terminar: los mandos del Colegio Militar robaron de noche los retratos de los genocidas Videla y Bignone, que vestían uniforme de gala, y los sustituyeron con otros donde ostentan uniformes comunes. Los retratos pasaron a la clandestinidad y Kirchner descolgó algo así como sosias. El huevo de la serpiente sigue siendo fértil. La otra es lastimosa: el periódico del Partido Obrero (PO) dice que si el gobierno fuese realmente popular, los asesinos deberían ser encerrados en la Esma "para hacerlos cantar dónde están los archivos de sus crímenes". Propone, en resumen, torturar a los torturadores. ¿Quién aplicaría esa tortura: el secretario general de PO, para que nadie después alegue obediencia debida? Ese es el nivel de una ultraizquierda que llega a adoptar posiciones nazis... ¿Cómo no va a aparecer Kirchner como un héroe?