Libros sí, Alpargatas también
|
Proyecto educativo del Colectivo Hiperion
Colectivo Hiperion
Creemos que el mejor aprendizaje es el que parte del verdadero interés de las
personas. Imponer qué es lo que tenemos que aprender, o cuándo y cómo lo
tenemos que aprender, nos parece un camino inadecuado. Vemos muy probable que
aquí se encuentre una parte importante de las razones del fracaso educativo,
pues esta forma de educación genera con frecuencia más rechazo que amor por el
conocimiento de lo que nos rodea (y en el fondo también por los adultos que la
imponen), y pocas ganas de experimentación y superación. En consecuencia
consideramos que el desarrollo natural de l@s niñ@s se produce cuando de
verdad están preparados para ello, y que el mejor momento para su crecimiento
personal y su aprendizaje es el que eligen voluntariamente, siempre que les
proporcionemos un entorno suficientemente rico en posibilidades y con el apoyo
y el respeto que necesitan. Para ello han de decidir autónomamente sobre qué
hacer en cada momento, cómo hacerlo y con quién hacerlo, siempre con nuestra
disponibilidad para ayudarles y apoyarles en todo momento, y siempre que esta
ayuda no interfiera en el desarrollo de su autonomía personal; todo ello
evitando imposiciones y presiones de los adultos.
Si respetamos su ritmo natural de aprendizaje y desarrollo, l@s niñ@s aprenden
en cada segundo del día. Hay tanto interés por todo lo que les rodea; por
observar, experimentar e interaccionar con ello que no hay tiempo para perder.
Todo es atractivo "pero no uniforme". Cada persona se siente atraída por una
actividad u otra, dependiendo de su momento personal.
Es por ello nuestro objetivo acompañar a l@s niñ@s en su desarrollo y
aprendizaje, y por tanto debemos estar atentos a sus intereses para así poder
enriquecer su ambiente con materiales y actividades en los que estén realmente
interesad@s, facilitando de este modo su desarrollo personal y la posibilidad
de profundizar en materias que sean de su interés.
De esta forma, si cada niñ@ se hace a sí mism@ en libre interacción con su
entorno, se libera de la presión de rendir ante los adultos en función de sus
expectativas. Ésta nos parece la mejor manera de desarrollar la independencia
y la responsabilidad, a través de una educación activa como contraposición a
"que se lo den todo hecho".
Según plantean los pedagogos Mauricio y Rebeca Wild , promotores de una
experiencia educativa que incluye algunas de estas características y que lleva
funcionando en Ecuador desde 1.979, si respetamos el ritmo interno y la etapa
de desarrollo en que se encuentran l@s niñ@s, ést@s van construyendo las
estructuras de comprensión imprescindibles para una real asimilación de todos
los conocimientos
Múltiples experiencias como la citada anteriormente demuestran que si disponen
del ambiente adecuado l@s niñ@s tienen realmente ganas de superarse a sí mism@s,
moviéndose sin presiones a "ir más allá" en sus deseos de descubrir y
experimentar con lo que les rodea,. haciéndose más responsables y capaces de
hacer por sí mism@s los esfuerzos necesarios para alcanzar los objetivos que
desean.
Conviviendo en este ambiente de libertad l@s niñ@s de diferentes edades y
características, se inspiran, corrigen y ayudan mutuamente. En una dinámica
que permite a cada persona ser ella misma se evitan sentimientos de
prepotencia o por el contrario de minusvalía, tan habituales en un ambiente de
homogeneización y competitividad.
Pretendemos como uno de los principales objetivos de este espacio facilitar y
mantener el desarrollo del interés y la capacidad de aprendizaje de l@s niñ@s
(desarrollo del ser, más que del tener), y no la mera acumulación de datos
(frecuentemente susceptibles de ser olvidados por el escaso interés que
suscitan) que resulta de la educación convencional. Recordemos, como escribió
C.Freinet, que "el espíritu no es un granero que se llena, sino una llama que
se alimenta".
También en este sentido Erich Fromm, en su libro "Tener o Ser", contrapone el
modo de existencia del ser y de la vitalidad, que es el que a nosotr@s más nos
interesa, al modo de existencia del tener y del atesorar, predominante en
nuestro sistema, sujeto a un constante temor a perder lo que se tiene.
Un ambiente preparado no directivo o no intervencionista por parte de l@s
adult@s permite que l@s niñ@s se abran a un sin fin de nuevas experiencias que
explorar, experimentar y comprender a su nivel, sin tener que amoldarse a
explicaciones abstractas o sermones ajenos a sus necesidades. Si permitimos a
cada niñ@ vivir la experiencia de que sus sentimientos y pensamientos son
importantes, respetamos sus necesidades básicas de movimiento, exploración y
expresión espontáneas, y permitimos que vivan en el verdadero respeto a las
necesidades individuales y peculiaridades de cada cual, generaremos
necesariamente diversidad y respeto natural a las diferencias, más como un
sentimiento vital que como un principio a inculcar.
Permitiendo a l@s niñ@s la posibilidad de tomar sus propias decisiones: cuándo
estar dentro, cuándo estar fuera, cuándo trepar, cuándo estar sol@, a qué
actividad dedicarse o hacia dónde dirigir su esfuerzo, con nuestro
acompañamiento y confianza en que irán encontrando su propio camino, mejor que
el que otr@s consideran más oportuno para ell@s.
El respeto a las necesidades y a la decisión de cada niñ@ sólo puede funcionar
mediante el respeto a las necesidades de l@s otr@s y a las decisiones tomadas
colectivamente de forma democrática en las Asambleas, evitando en lo máximo
posible manipulaciones de los adultos que acuden a ellas.
Sólo l@s niñ@s invertirán de verdad en su espacio y en su comunidad si lo
viven auténticamente como algo suyo, como algo que pueden transformar según
sus necesidades, evitando así que los adultos determinen unilateramente las
caracteristicas del espacio a partir de planteamientos sagrados e inmutables.
Summerhill o las Escuelas Democráticas (Sudbury Valley entre ellas) son un
importante referente en este aspecto, que deberemos desarrollar en profundidad
como un aspecto vital de nuestro proyecto, teniendo siempre en cuenta que la
asistencia a la Asamblea debe ser también opcional, como ocurre con cualquier
otra actividad. Todos los que asisten a ella tienen su voto, y cualquier niñ@
puede proponer un tema, o si le interesa el tema que se trata puede hacer
valer su opinión y su voto. De esta forma cualquier niñ@ (y l@s adult@s que
están habitualmente en el espacio también) puede tomar partido e influir en lo
que se decide, pudiendo también decidir respecto a las normas del espacio y de
la colectividad de la que forma parte
En nuestro espacio l@s adult@s:
Proporcionamos apoyo a l@s niñ@s cuando lo necesitan.
Permitimos la expresión de sentimientos y emociones (llanto, rabia, etc.
Intentamos no propiciar la imitación del adulto en todas aquellas actividades
que pueden permitir a l@s niños expresar su visión y percepciones personales.
Evitamos ayudarles en todo aquello que pueda limitar su autonomía, para
propiciar su desarrollo autónomo y su independencia.
Evitamos corregir si esto puede suponer frustrar o negar a la niña o el niño
un camino que puede realizar por sí mism@. Tampoco emitimos juicios ni
valoraciones subjetivas sobre lo que el niño o la niña ha realizado.
Intentamos que ell@s encuentren la solución a sus conflictos. Tan solo
acompañamos a l@s niñ@s que lo están pasando mal y ponemos los límites
necesarios para evitar que se produzcan agresiones, sin utilizar la
recriminación, el chantaje, la amenaza o el castigo.
Algunas consideraciones acerca de la relación entre adultos y niñ@s
Nos parece que en el modelo educativo habitual el adulto abusa
permanentemente de su situación de poder a favor de sus propias necesidades.
Contra esta actitud de prepotencia adulta nos parece interesante la sugerencia
que hace Alice Miller de "ponernos al servicio del niño", evitando a l@s niñ@s
lo que cotidiana y constantemente experimentan, prohibición o concesión, y con
ello incapacidad y dependencia; la permanente sensación de ser siempre
inexpertos, débiles e ineptos.
En un ambiente de respeto a su "ser niñ@", éste podrá experimentar un positivo
sentimiento de autovaloración, al contrario de la falta de confianza en sí
mismo que frena su desarrollo. Por ello uno de los fines de nuestros
planteamientos educativos ha de ser conseguir la mayor independencia posible
respecto de los adultos, y que la función de las prescripciones de éstos sea
proporcionar apoyo y no el ejercer presión, castigo, abuso de poder o
manipulación: "no se consigue apresurar el crecimiento del trigo tirando del
tallo".
Vemos que la educación basada en la sumisión y la obediencia, que toma como
base la idea de que "el hombre es un lobo para el hombre" es considerada por
pensadores humanistas como Fromm , como una imagen negativa del ser humano que
pretende justificar una sociedad que necesita y crea personas que sólo miran
su propio provecho. Igualmente Alice Miller explica cómo la educación para la
obediencia, vinculada a esa negativa imagen del hombre, tiene como principal
exigencia el quebrar la obstinación infantil, es decir, su voluntad, y
eliminar la vitalidad del niño, manifestada en la fuerza y violencia de sus
estallidos emocionales, como tratándose de "mala hierba" (así se dice
literalmente en prescripciones pedagógicas del siglo XIX).
Creemos que esta concepción y las concepciones de Fromm, en el sentido de que
el hombre no es bueno ni malo de nacimiento, sino que lleva en sí ambas
posibilidades (siendo la "maldad" la consecuencia de una vida no vivida" o la
salida cuando el camino de la vida se vio obstaculizado). Tendremos pues que
preguntarnos cuáles son los factores del ambiente y la educación que favorecen
el potencial amoroso del hombre, y cuáles fomentan su potencial destructivo.
Ello nos lleva a cuestionarnos esa educación para la obediencia que se dirige
primordialmente contra lo "instintivo" y lo "no domado" que hay en l@s niñ@s,
es decir, su vitalidad.
Estamos también de acuerdo, tal como plantea Thomas Gordon, en que la solución
de los conflictos entre l@s niñ@s ha de configurarse de tal manera que el niño
se convierta en un compañero (no en un enemigo), y en que los padres y
educadores no han de aparecer como dioses infalibles, pues basta con que se
les vea sinceros e íntegramente preocupados por construir un buen entorno.
Según Gordon "las relaciones interhumanas han de regularse atendiendo a la
satisfacción de cada cual, y eso es todo". Esto libera a padres y adultos que
conviven con l@s niñ@s del sentimiento de culpabilidad y de la presión de
tener que educarlos constantemente.
¿Cuántas veces nos expresamos con falta de afecto y exceso de jerarquía". Cada
vez que el adulto habla con un niño, aporta una nueva piedra en la
construcción de la forma de relación que logran entre ambos. Poco a poco el
niño se va haciendo una imagen de cómo el adulto le percibe como persona.
Aunque por supuesto pensamos que deben existir normas claras en un espacio
para l@s niñ@s, debemos evitar el puro autoritarismo a la hora de poner
límites y posibilitar un ambiente en el que tod@s puedan estar a gusto. El
mantener un ambiente agradable no debe basarse en la aplicación estricta y
fría de límites inflexibles sino en diversas alternativas (escucha activa,
resolución de conflictos intentando que nadie salga derrotado, y otras muchas)
a las que debemos estar siempre abiertos y en constante observación,
investigación y experimentación sin prejuicios). No queremos que el
autoritarismo y la rigidez obsesiva conviertan a nuestr@s compañer@s niñ@s en
enemigos. El calor humano, el amor y el proporcionar un ambiente relajado han
de ser siempre prioritarios.
En los conflictos infantiles, cuando sea necesario, el adulto debe ocupar una
posición de ayuda, sabiendo escuchar y evitando estar por delante del proceso,
intentando buscar fórmulas no directivas para evitar que se incapacite a l@s
niñ@s para la acción o se les reste autonomía en el trato interpersonal (o que
l@s niñ@s se habitúen en sus dificultades a correr siempre hacia la persona
autoritaria que ¿les solucione el problema", no aprendiendo a resolver sus
conflictos).
Por ello hemos de saber esperar y evitar la intervención en los conflictos
antes de tiempo, dejarles a ellos siempre que sea posible que busquen su
propia salida, y no adelantarnos por miedo.
También podemos describir la situación y las dos posiciones encontradas y
plantearles qué solución se les ocurre o qué se puede hacer. Según el caso
también pueden intervenir más niños o el grupo a la hora de encontrar una
solución que satisfaga a las dos partes sin que ninguna resulte vencida o
derrotada. l@s niñ@s son tremendamente creativ@s y se les ocurren ideas y
soluciones muy efectivas y originales, que los adultos tal vez no vemos. En
cualquiera de las situaciones, y por lo que respecta a nuestra papel como
adultos, nuestra cauta observación y nuestro sentido común determinarán qué es
lo más adecuado en cada caso, evitando siempre sermones morales o presiones
inadecuadas.
No olvidemos que lograr el máximo respeto que podamos permitirnos a la
libertad y la iniciativa de l@s niñ@s ha de ser nuestro principal esfuerzo. En
palabras de Alice Miller "son la vitalidad y la libertad, y no la coacción
educativa, las que abren la fuente de la verdadera capacidad de amar".