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Análisis de la experiencia de la Unión de
Trabajadores Desocupados de General Mosconi
Imaginar y soñar el proyecto de liberación, al tiempo
que lo vamos realizando, implica revisar cada una de nuestras creencias - sin
descartar a priori ninguna, pero observando críticamente sus sentidos -,
dialogando con las experiencias concretas que crecieron a su amparo; significa
también capitalizar las enseñanzas que surgen de la batalla por el socialismo.
Claudia Korol*
Argentina
Vivimos un momento histórico caracterizado —entre otros datos— por el hecho de
que la ofensiva neoliberal comienza a tener tropiezos y que, en el caso de
Argentina, no existen fuerzas políticas y sociales capaces de realizar un
proyecto estratégico alternativo.
Imaginar y soñar ese proyecto resulta una necesidad para quienes sostenemos
prácticas emancipatorias que no se conforman con colocar parches para atenuar el
dolor que provocan estas políticas en millones de hombres, mujeres, niños y
niñas, sino que intentan crear las premisas para una nueva manera de
relacionarnos, de vivir, de trabajar, uniendo en esas prácticas, los derechos
con los deseos, las necesidades conocidas con las posibilidades impensadas.
Imaginar y soñar el proyecto de liberación, al tiempo que lo vamos realizando,
implica revisar cada una de nuestras creencias -sin descartar a priori ninguna,
pero observando críticamente sus sentidos-, dialogando con las experiencias
concretas que crecieron a su amparo; significa también capitalizar las
enseñanzas que surgen de la batalla por el socialismo, así como de otras
resistencias desarrolladas en nuestro continente, cuya historia fue quebrada en
dos por la conquista europea. En esta perspectiva, imaginar y soñar el proyecto
de liberación significa asumir que los recortes que produjeron en las teorías
revolucionarias distintos reduccionismos y dogmas, han derivado en una
diversificación de prácticas emancipatorias que aún no se reconocen
suficientemente entre sí como parte del mismo campo de resistencias. Me refiero
a los aportes provenientes de la batalla por la cultura, la identidad y la
autonomía de los pueblos originarios, a los desafíos a la cultura y prácticas
patriarcales que vienen sosteniendo los movimientos feministas, a la
reformulación de los contenidos y prácticas del movimiento de derechos humanos,
a la ampliación del campo teórico y práctico de la libertad que sostienen las
organizaciones que promueven el reconocimiento de la diversidad sexual. Me
refiero a la vinculación, cada vez más clara, de las batallas en defensa de la
soberanía nacional, contra la entrega de nuestros recursos naturales, con la
pelea que vienen dando los movimientos ecologistas que denuncian hace ya tiempo
la contaminación del medio ambiente, y una lógica de ruptura de la humanidad con
la naturaleza, que puede conducir —y de hecho lo hace— a catástrofes que se
revierten contra nuestra manera de ser humanos y humanas.
Si es cierto que el capitalismo ha demostrado su carácter salvaje, si ha quedado
demostrado que no hay "terceras vías" ni esperanzas de humanizarlo con una
mágico cocktail de inversiones extranjeras y políticas asistenciales, es
cierto también que el socialismo, como proyecto y como opción histórica de los
oprimidos, tendrá que saber reunir en su propuesta todas las emancipaciones
soñadas por hombres y mujeres a lo largo de la historia.
La lucha contra la explotación y la exclusión propias del capitalismo se amplía,
si entendemos que éste es un sistema de dominación que, jerarquizando desde el
poder las relaciones sociales, agrede de distintas maneras a franjas cada vez
más amplias de la población, susceptibles de integrarse en una misma lucha de
liberación, no comprendida necesariamente como un espacio único político y
orgánico, sino como la manera de reconocernos en el campo de los oprimidos y
oprimidas, y caminar juntos en la construcción de una vida nueva. Imaginar y
soñar el proyecto emancipatorio nos permite ir constituyendo, en el entramado de
sueños y de caminos transitados, los sujetos colectivos que sostienen prácticas
de resistencia y de desafío del poder; para lo cual es imprescindible un diálogo
sistemático entre las experiencias que realizan los movimientos populares, y las
interpretaciones de las mismas que se van produciendo en el campo del
pensamiento social y de las ideologías revolucionarias, teniendo la mirada
puesta en la creación colectiva de conocimientos que nos permita comprender
mejor sus potencialidades y límites, confrontando sus alcances y dificultades,
con las ideas que tenemos sobre las mismas.
El sentido de este trabajo es analizar una experiencia concreta, la desarrollada
por la Unión de Trabajadores Desocupados de General Mosconi (UTD), en el
contexto de las relaciones de fuerzas creadas en la Argentina, tres años después
de la rebelión del 19 y 20 de diciembre del 2001. La indagación tiende a
encontrar, en esta experiencia, nuevos contenidos y formas que asumen los
procesos emancipatorios, y a compartir una reflexión sobre las dificultades que
estos atraviesan, en un momento en el que el bloque de poder intenta reconvertir
las modalidades de la dominación, y establecer la gobernabilidad sobre la base
de una fuerte intervención estatal, que pretende actuar desde la asistencia
social en las zonas de mayor exclusión, buscando la cooptación de las energías
rebeldes, y la liquidación de toda autonomía.
Los desaparecidos del capitalismo
Las políticas neoliberales fueron impuestas en nuestro país sobre la base del
genocidio realizado por la dictadura. Así como el capitalismo se estableció en
América Latina a partir de las políticas de exterminio de las poblaciones
originarias, esta nueva fase de acumulación del capital requirió del
aplastamiento sangriento de todas las resistencias, tarea que cumplió como
política el Terrorismo de Estado. Para abrir paso a esta modalidad de la
dominación capitalista fue necesario, en Argentina, producir el exterminio de 30
000 luchadores. Para avanzar en su implementación, una década más tarde,
debieron crear la figura del desaparecido social: los desocupados. Pero así como
el capitalismo ha intentado volver a los desocupados los nuevos "desaparecidos
sociales", es el pueblo el que hace "aparecer" a los hombres y mujeres como
sujetos históricos.
"Piquetero" es el nombre que designa a quienes han decidido no aceptar la
condena en vida de la desocupación. Los cortes de ruta, método de lucha que
caracteriza al movimiento piquetero, son protagonizados por franjas de la
población organizadas, combativas, resistentes. Sus formas de lucha desafían al
poder y también a las maneras tradicionales de comprender la resistencia. Una
gran parte de los protagonistas de estos conflictos son trabajadores, con la
confusa pero significativa conciencia de clase adquirida en el siglo 20, a
partir de su participación en luchas obreras y populares. Trabajadores excluidos
por las políticas privatizadoras y por la hiperconcentración del capital
realizada por el modelo neoliberal, así como por el desplazamiento de las
inversiones del terreno productivo al financiero. Casi todos los movimientos
cuentan con un grupo forjado en la experiencia de lucha proveniente de décadas
anteriores, y con miles de jóvenes que se han sumado en los últimos años, en los
marcos de un cuadro de destrucción del país, que les arrebata cualquier
posibilidad de soñar un futuro individual o colectivo. Frente a la ausencia de
escuela que pueda formarlos como obreros, profesionales, técnicos,
intelectuales, en un cuadro de falta de alternativas, los adolescentes y jóvenes
encuentran sus escuelas en los movimientos piqueteros. Allí aprenden a luchar, y
también aprenden oficios, reciben formación política, construyen nuevas utopías.
Juegan también un gran papel en estos movimientos —aunque no siempre en sus
direcciones— las mujeres que salieron del rol de amas de casa para la lucha
primero individual y luego social por la sobrevivencia, y que se han puesto al
frente de los piquetes, en las ollas populares, y en las iniciativas productivas
colectivas. Si el neoliberalismo feminizó la pobreza, en la lucha nació la
"feminización de la resistencia", concepto que da cuenta del nuevo protagonismo
de las mujeres en las organizaciones populares, y en la invención de nuevas
formas organizativas, que atienden a dar respuesta a las urgencias que plantea
la vida cotidiana. Mientras el capitalismo creó a los desocupados, fue la
resistencia popular la que transformó a los desocupados en piqueteros y
piqueteras. La resistencia permitió aparecernos, ya no como víctimas, sino como
sujetos de derechos, y como creadores y creadoras de nuevas formas de vida. La
batalla contra el sistema, en estos tiempos, es también la pelea por nuestra
existencia como sujetos.
La Argentina postrebelión
La rebelión popular del 19 y 20 de diciembre puso en evidencia la crisis de una
forma de dominación, su agotamiento, las dificultades del bloque de poder para
continuar con ese modelo; así como las debilidades del movimiento popular en la
creación de alternativas.
El modelo neoliberal, establecido en Argentina a partir de la dictadura militar,
utilizó el genocidio para realizar la reconversión del país en el terreno
político, económico, social y cultural. El "menemismo" fue la modalidad
argentina con que se encarnó un proyecto de carácter mundial, que abrió camino
en los países llamados del "Tercer Mundo" a la desnacionalización de la
economía, la política, la cultura, a la degradación de la identidad como pueblos
y como naciones, a la corrupción como política de estado, y también a una trama
de complicidades que van desde el aparato estatal hasta las poblaciones que
habitan las zonas de mayor pobreza y miseria. El avance de las políticas
privatizadoras y saqueadoras fue posible gracias a la enérgica iniciativa
ideológica y cultural desarrollada a través de los grandes medios de
comunicación, de los formadores de opinión pública, de las investigaciones
realizadas por fundaciones y universidades, de la prédica de intelectuales
sobornados por el poder mundial. Fue posible también, gracias a las dirigencias
políticas y sindicales que se volvieron cómplices, y en algunos casos socias
menores o gerentes de los monopolios.
El neoliberalismo es una cultura política basada en la ruptura de la solidaridad
y de la acción colectiva, de los valores constitutivos de nuestra propia
identidad, como la justicia social, la dignidad, la soberanía, y su sustitución
por una cultura política basada en el egoísmo, el racismo, el individualismo, el
machismo, la discriminación, la destrucción de las identidades, en pos de un
afán homogeneizador, alrededor de un patrón cultural occidental, blanco,
preferentemente católico, xenófobo, patriarcal y heterosexual. Es la cultura
política que justifica el saqueo de nuestras riquezas, y también el saqueo de
las esperanzas y de la dignidad de millones de personas, condenadas a una vida
inhumana, o a una muerte salvaje, por hambre, desnutrición, falta de salud,
represión, etc.
En el límite de las fuerzas, la sociedad argentina reaccionó e impidió que se
continuara avasallando nuestra posibilidad de existencia. El 19 y 20 de
diciembre fue un auténtico "grito de los excluidos y excluidas", una manera de
afirmación de nuestra identidad como pueblo y como nación, de liberación de
rebeldías, y de creación de una energía vital, en la que se forjó una nueva
generación de militantes, que entraron en la escena política como protagonistas
de la batalla callejera. En ese grito confluyeron distintas acumulaciones
realizadas en los años previos, en especial las brechas abiertas en el modelo
por las puebladas y los cortes de ruta del movimiento piquetero.
Las puebladas1,
fueron las modalidades que encontró la rebeldía para expresar, en aquellos
lugares del interior del país declarados inviables por las políticas
neoliberales, el llamado de atención sobre los niveles de resistencia posibles
de nuestro pueblo. El 19 y 20 de diciembre hubo una generalización de las
puebladas, con epicentro en la Capital Federal.
En la rebelión se desarrollaron nuevas modalidades de resistencia, se afirmaron
y potenciaron otras, de las que las más significativas son las de las empresas
recuperadas por sus trabajadores y trabajadoras2,
y las asambleas populares. En el ámbito rural, se desarrollaron con mayor fuerza
organizaciones campesinas e indígenas, como el MOCASE (Movimiento Campesino de
Santiago del Estero), la Unión de Campesinos Poriajhú, así como las
organizaciones del pueblo mapuche y de otros pueblos originarios, que comenzaron
a protagonizar importantes batallas por la tierra.
El 19 y 20 de diciembre el espacio público fue recuperado. La memoria fue
honrada con la ocupación simbólica de la Plaza de Mayo, epicentro de tantas
batallas de nuestro pueblo. Para quienes habían reescrito la arquitectura de las
relaciones sociales en los tiempos posmodernos, colocando el protagonismo en los
despachos oficiales, y circunscribiendo la ciudadanía a la institucionalidad,
las jornadas de diciembre patearon el tablero. El pueblo, al volver a ser y a
sentirse pueblo, se volcó a la intemperie. Fue el quiebre del individualismo, de
la anorexia producida por el "puertas adentro" al que nos condena la
privatizadora política imperial. Frente a lo privado, lo público; frente a lo
individual, lo social; frente a la implosión, la explosión. El estallido fue
reconstituyente de memoria, de cultura de rebeldía, de autoestima, de fuerza y
subjetividad popular. Fue el "ya basta" de un pueblo harto, que volvió a ser
pueblo, al actuar masivamente desde sus intuiciones comunes como sujeto de
historia. El saqueo generalizado en aquellos días fue -en el terreno simbólico-
expresión de la recuperación de lo expropiado salvajemente por el gran capital;
así como el incendio de los grandes bancos y las financieras fue la insurrección
de la dignidad, levantándose de décadas de aplastamiento. El estallido fue un
acto de salud, que posibilitó la continuidad de nuestra existencia en la
resistencia. Se produjo precisamente en el instante en que empezábamos a dudar
de nuestra capacidad de ser humanos y humanas, constructores de nuestras vidas.
La rebelión puso en evidencia al mismo tiempo, la ausencia dramática de
alternativas que pudieran dar rumbo a la energía desatada desde el corazón
indignado de los pobres, que pusieron el pecho a las balas, regando una vez más
de vidas el camino de la dignidad americana. La debilidad de las alternativas
populares, la ausencia de organizaciones revolucionarias con capacidad de dar
perspectivas al conflicto, restó horizonte a la rebelión, que sin embargo actuó
como factor reconstituyente de energías, de subjetividad, de conciencia, y de
creación de nuevas formas de organización popular.
Nada fue igual desde entonces. El bloque de poder comprendió que no podría
seguir aplicando las mismas recetas que provocaron el estallido, a riesgo de que
una sociedad, que multiplicó sus organizaciones de resistencia después del
mismo, comenzara a cuestionar, ya no solo las aristas más agresivas del modelo,
sino al mismo sistema que le dio origen. Un bloque de poder que aprendió el
agotamiento de la ecuación de neoliberalismo y gobernabilidad, e incluso que
sospechó los condicionamientos existentes para una política fundada en el
autoritarismo, cuando el pueblo en la calle derogó el 19 de diciembre el Estado
de Sitio decretado por el ex presidente De La Rúa.
La creación de una subjetividad rebelde, organizada bajo variadas formas y con
diversos contenidos, siguió explorando sistemáticamente los propios límites, así
como las infinitas posibilidades. Hoy estos movimientos están desafiados a
continuar batallando por asegurar las condiciones de vida digna de quienes los
integran, batallando enérgicamente por su autonomía respecto al Estado, las ONG,
la Iglesia, la manipulación de los partidos del sistema, resistiendo los
esfuerzos de seducción y cooptación que se desarrollan desde el poder, avanzando
en su articulación en redes de resistencia y en la creación de alternativas de
poder popular que puedan ser parte del movimiento latinoamericano que emerge en
el siglo 21.
Petróleo y dictaduras
"Resulta inexplicable la existencia de ciudadanos que quieren enajenar
nuestros depósitos de petróleo acordando concesiones de exploración y
explotación al capital extranjero, para favorecer a éste con las crecidas
ganancias que de tal actividad se obtiene, en lugar de reservar en absoluto
tales beneficios para acrecentar el bienestar moral y material del pueblo
argentino. Porque entregar nuestro petróleo es como entregar nuestra bandera".
General Enrique Mosconi (1877-1940)
El pueblo de General Mosconi lleva su nombre en memoria del militar que, como
director de YPF, fue un tenaz defensor de los intereses petrolíferos nacionales.
Señala la historiadora Patricia Agosto3
que "en 1922 el general Enrique Mosconi asumió la dirección de YPF con el
propósito de que esta empresa tuviera un destacado papel en la extracción de
petróleo en Salta. En un principio era partidario del monopolio mixto,
admitiendo recién en 1930 la necesidad del monopolio fiscal. No aceptaba la
expropiación como recurso para eliminar los trusts y su plan para desalojar a
las compañías era impedir el crecimiento de propiedades mineras particulares,
aplicar contribuciones e impuestos razonables a la producción y fomentar la
industria fiscal. De esta forma, los trusts a largo plazo se verían obligados a
abandonar sus concesiones debido a la falta de márgenes de ganancia. Entre 1928
y 1930, Mosconi mostró el afán de expandir la acción de YPF en todas las etapas
de la industria: desde la exploración hasta la venta de los subproductos al
público, para lo cual contó con gran apoyo del presidente radical Hipólito
Yrigoyen. Esta posición llevaba implícita una competencia con las compañías
privadas que controlaban la comercialización. Desde el 1° de mayo de 1929, YPF
encaró por su cuenta la venta de sus productos y desde agosto de 1929 a enero
del 30 YPF realizó sucesivas rebajas al precio de la nafta y subproductos. En
febrero de 1930 dictó precio uniforme en todo el territorio".
Mosconi estuvo al frente de YPF entre 1922 y 1930, año en el que fue desplazado
por el golpe de estado de Uriburu (que inauguró un siglo de alternancia de
gobiernos civiles y golpes militares en la Argentina). A partir de 1930, comenzó
a revertirse esta política avanzándose en la entrega de distintos aspectos de la
producción petrolera.
Con la llegada del peronismo al gobierno (1945-1955) vuelve a plantearse la
limitación de la influencia de las empresas extranjeras. La Constitución de 1949
establecía que las riquezas del subsuelo eran de exclusiva propiedad del estado,
y no podían entregarse al capital privado para su explotación. Señala en su
investigación Patricia Agosto que "sin embargo, Perón no expropió las compañías
petroleras privadas, y su objetivo fue intensificar la producción de YPF. Esto
no fue cumplido ante la negativa de Estados Unidos de enviar equipos de
perforación, instrumentos de refinación y repuestos para reparación de la
industria del petróleo; el país del norte pensaba así evitar la expansión de la
industria pesada argentina. La escasez de equipos, junto con la burocracia
peronista, obligaron a YPF a restringir la exploración y la perforación,
abasteciendo a la economía nacional en un nivel muy inferior al requerido. En
los yacimientos petrolíferos, Perón permitió la agremiación por primera vez
desde 1932. Durante el primer gobierno peronista se constituyó la Federación de
Sindicatos Unidos Petroleros del Estado (SUPE), de alcance nacional y con apoyo
del gobierno, que logró importantes aumentos salariales y mejoras en las
condiciones de vida y de trabajo de sus miembros. La política de apoyo a la
explotación nacional del petróleo fue revertida durante la segunda presidencia
de Perón, dentro del marco de una crisis y la consecuente reestructuración de la
política económica a partir de 1952. En política petrolera, 1955 fue el año de
la firma de un contrato provisorio de exploración y explotación de petróleo en
una superficie de 50 000 km cuadrados en la provincia de Santa Cruz entre el
gobierno y una filial de la Standard Oil de California. Si bien el contrato no
fue ratificado, por la oposición de radicales y sectores propios del peronismo
—representados por Arturo Frondizi y John William Cooke, respectivamente—, la
propuesta implicaba contradecir los propios contenidos de la Constitución de
1949".
El golpe de estado que derrocó a Perón, volvió a dar libertad al capital
extranjero para avanzar en el control del petróleo. Posteriormente, el radical
intransigente, Arturo Frondizi, que accedió al gobierno en 1958 con el apoyo de
los votos peronistas, socialistas y comunistas —estando proscritas estas fuerzas
políticas—, traicionó el programa prometido de defensa de la soberanía. Frondizi
había publicado en su libro "Petróleo y política" en 1954, la necesidad de que
YPF tuviera el monopolio de la exploración, explotación, importación,
industrialización y comercialización del petróleo. Sin embargo, ni bien accedió
al gobierno, planteó la dificultad que la realidad imponía para implementarlos:
la falta de recursos financieros y técnicos del estado que impedía la urgente
sustitución de importaciones de combustibles. Así la "batalla del petróleo" que
había prometido en su primer mensaje presidencial se transformó en la entrega de
4 000 km cuadrados al oeste de Comodoro Rivadavia a la firma Pan American
Internacional Oil Co., además de contratos con otras empresas privadas
extranjeras. En 1958, se aprobó una nueva ley petrolera que transfería a YPF los
derechos de las provincias a otorgar concesiones de petróleo. La respuesta
sindical fue una amenaza de huelga petrolera general, frente a la cual Frondizi
declaró el estado de sitio, dispuso la represión del movimiento obrero por la
policía y el ejército y encarceló a cientos de líderes gremiales. Será otro
radical llegado al gobierno en 1963, Arturo Illia, quien anulará dichos
contratos petroleros, otorgando a YPF el control de las propiedades de los
contratantes.
Una vez derrocado Illia por un nuevo golpe militar encabezado por el general
Onganía, en 1966, las compañías privadas de petróleo volvieron a gozar del apoyo
gubernamental. El gobierno firmó contratos con la Pan American Oil y la Cities
Service y dictó una ley que permitía al gobierno otorgar concesiones privadas en
las zonas petroleras que se descubrieran.
Al regreso del peronismo al gobierno en 1973 la cuestión del petróleo volvió al
debate. Las empresas petroleras extranjeras vieron reducidas su rentabilidad en
las operaciones de refinación por una serie de decretos, que también otorgaron a
YPF el monopolio del mercado de comercialización de derivados del petróleo. Sin
embargo, la escasez de capital de la empresa estatal impidió que pudiera
responder a la demanda del país, que fue satisfecha a través de importaciones de
petróleo.
El golpe militar de 1976 puso fin al monopolio de YPF sobre el mercado de
derivados del petróleo vigente desde 1974. Para que el gobierno tuviera un mayor
control sobre YPF, la compañía dejó de ser una empresa estatal autónoma y pasó a
ser una sociedad anónima con un único accionista: el Estado. Con el objetivo de
atraer a las empresas privadas, el gobierno militar promulgó una ley en 1978 que
les permitía asociarse con YPF. Los inversores se hacían cargo de los costos de
exploración en ciertas áreas, y en caso de tener éxito recibirían una parte del
valor del petróleo que se produjera. Así, las empresas privadas se hacían cargo
de algunas actividades como la extracción del petróleo, constituyéndose en
empresas contratistas del estado.
El gobierno de Alfonsín, que asumió en 1983, intentó reactivar la inversión
extranjera en especial en el área del petróleo, y anunció un plan que se
denominó Houston, ya que desde esa capital de las grandes empresas petroleras se
proponía la privatización de las áreas petroleras de YPF. Esta política
privatizadora fue profundizada por el gobierno menemista, que en 1992 resolvió
la privatización del petróleo, como parte de una política que entregó
prácticamente todos los recursos constitutivos de nuestro patrimonio nacional,
de nuestra soberanía y de nuestra capacidad de resistencia a los monopolios
trasnacionales. Menem completó esa tarea en 1999, cuando los españoles de Repsol
ampliaron su dominio accionario al 98% de la ex compañía estatal YPF. Esta
política fue continuada por sus predecesores como Fernando de la Rúa, que
extendió por diez años la concepción a Repsol de los yacimientos de Loma de la
Lata en Neuquén, y Eduardo Duhalde, quien por decreto autorizó al cartel
petrolero a no liquidar en Argentina el 70% de los dólares de sus exportaciones.
La política privatizadora pudo desarrollarse gracias a una trama política
nacional, en la que se comprometieron dirigentes de todos los niveles del
peronismo y del radicalismo. El actual presidente Néstor Kirchner, —que en esa
etapa era gobernador de la provincia de Santa Cruz—, acompañó todas las
privatizaciones, especialmente las de YPF y Gas del Estado, e incluso, faltando
un voto en la cámara de diputados para la aprobación de la privatización del
petróleo, puso un avión particular a disposición del diputado de la provincia de
Santa Cruz que se encontraba impedido físicamente de viajar, para garantizar los
votos necesarios para realizar ese paso. Como gobernador de una de las
provincias "petroleras", Kirchner piloteó un "lobby" de gobernadores que
negociaron durante años el curso de las privatizaciones y las regalías que de
esos procesos resultaran para el Estado nacional y los estados provinciales. Uno
de los hombres de confianza del presidente Kirchner, el actual secretario
general de la presidencia Oscar Parrilli, es autor del proyecto de ley de
privatización del petróleo.
Los dueños del petróleo y de las vidas
¿Quiénes se beneficiaron de las políticas privatizadoras? La parte fundamental
en la privatización del petróleo, se la llevaron Repsol y Techint. En 1999,
Repsol amplió el 98% de su dominio accionario de la ex compañía estatal YPF. La
empresa obtiene el 61% de su producción de pozos argentinos, de donde extrae
cada día 460 mil barriles de petróleo y 49 millones de metros cúbicos de gas
natural. Los dueños de Repsol son los bancos españoles La Caixa y el Bilbao
Viscaya, y el 9.36% de las acciones pertenecen al fondo estadounidense Brandes.
Según analiza el periodista Fabián Amico4:
"La captura de YPF por parte de Repsol, el último gran negocio de la era
menemista, implicó una operación de más de 15 mil millones de dólares. El
control abarca desde la producción y disponibilidad de petróleo, hasta la
refinación y comercialización de combustibles. En todas esas áreas participa con
más del 50 por ciento del mercado y hoy es el primer exportador del país con un
monto superior a los 1.400 millones de dólares. También ocupa una posición
dominante en la producción y distribución de gas natural, mediante sus
participaciones en Metrogas y Gas Natural BAN, en la comercialización de gas
licuado (YPF Gas, Repsol, Poligás, Luján y Algás) y en distribución eléctrica (Edenor
y la distribuidora entrerriana). Además, participa en la generación a través de
la Central Térmica Dock Sud. En poco tiempo será líder en varios rubros
petroquímicos y posee empresas especializadas en construcciones y servicios
petroleros. Las vinculaciones societarias de Repsol en España con Endesa (Edesur,
Central Costanera) e Iberdrola (Gas Natural BAN) conforman un núcleo de empresas
vinculadas que, en los hechos, controlan todo el negocio energético nacional. A
principio de 1999 la firma española compró a su homónima chilena Endesa y al
grupo Enersis. Con ello Endesa, que ya tenía la posesión del 37 por ciento de
Edenor, logró el 65,6 por ciento del paquete de Edesur y controla las mayorías
accionarias de central Costanera, central Dock Sud y Termoeléctrica Buenos
Aires, junto con paquetes minoritarios de Hidroeléctrica El Chocón y la
transportadora de electricidad Yacylec. Por sus vinculaciones con Endesa, Repsol
comparte ese poder y extiende su dominio por toda la estructura de energía del
país. Buceando detrás de todas estas empresas asoma el verdadero control en
manos del poder financiero: el Banco Bilbao Vizcaya y la Caixa, que aparecen
como accionistas de peso en Repsol, Endesa, Iberdrola y Gas Natural. El
presidente de Repsol, Alfonso Cortina, es el principal accionista individual del
BBV y miembro de su directorio, y ahora es el principal empresario de la
Argentina. Por su lado, Emilio Ybarra, vicepresidente de Repsol, es el actual
presidente del BBV (que en Argentina absorbió al Banco Francés, el Banco de
Crédito Argentino y el 100 por ciento de la AFJP5
Consolidar). Hace unos dos meses, Ybarra se lanzó con unos 500 millones de
dólares por la adquisición de Previnter".
Refiriéndose al sistema de precios adoptado, continúa el análisis, el grupo
"traslada al mercado doméstico y sin referencia alguna a los costos locales
todas las alzas que se registran en el mercado externo, pero nunca las
disminuciones. Esto es factible merced a una conformación oligopólica del
mercado de hidrocarburos, donde 7 empresas acaparan el 86 por ciento de la
producción: YPF el 40 por ciento, Pérez Companc el 11 por ciento, Bridas y BP
Amoco el 9 por ciento, Astra el 8 por ciento, Chevron el 8 por ciento,
Total-Austral el 6 por ciento y Techint el 4 por ciento. Al controlar YPF y
Astra, Repsol domina el 48 por ciento del mercado. Con semejante poder,
cualquier movimiento de precios decidido por Repsol es seguido por todos los
demás. En 1999, el peor año de toda la década, YPF fue quien obtuvo la mayor
rentabilidad, con 477 millones de dólares de utilidades, dejando atrás a
Telefónica, Telecom y Pérez Companc. Hoy, mientras los argentinos pagan más del
doble por el precio del combustible, generando enormes ganancias que emigran del
país, el Estado recauda un porcentaje sustancialmente menor en impuestos. La
megaoperación que determinó la venta de YPF, asegura reservas a España y permite
realizar un gigantesco negocio vendiendo caro y llevándose las utilidades. No
hubo en los contratos de concesión una imposición para que Repsol realizara
tareas de exploración. Sencillamente, el negocio es gastar lo que hay e irse".
Según la investigación realizada por el periodista Marco Díaz Muñoz para la
agencia COPENOA6:
"Tecpetrol pertenece al grupo ítalo-argentino Techint y se dedica a la
exploración y producción de petróleo crudo y gas. Fue fundada en 1981 y en estos
días está ubicada entre las siete más importantes firmas de ese sector. En la
Argentina, Tecpetrol opera con participación completa o mayoritaria en doce
áreas distribuidas en las cuencas del golfo San Jorge (Chubut y Santa Cruz),
Neuquen y Noroeste (Salta). Tiene, además, negocios en la cuenca de Maracaibo,
en el oeste de Venezuela, y la cuenca Oriental, en Ecuador, entre otros. En 1992
Tecpetrol, luego de la privatización de YPF, ganó la licitación internacional, y
asociada con otras empresas conformó la UTE (Unión Transitoria de Empresas)
Aguaragüe. En 1993 se instaló en una moderna estructura ubicada en el acceso Sur
de General Mosconi. Desde allí, la compañía llevaba adelante todo el control
operativo de sus yacimientos. Acaba de mudar sus oficinas a Tartagal. El grupo
Techint, dueño de Tecpetrol, data de 1945 y en la década siguiente se
especializó en obras de ingeniería civil a través de la empresa Techint, y la
fundición de acero y la laminación de tubos sin costura, por las empresas
Dálmine y Siderca. En la actualidad comprende 60 empresas que actúan en diversos
países. En la Argentina, las principales empresas del grupo son: Techint
(construcción), Telefónica de Argentina (telecomunicaciones, asociada con
Telefónica de España y Citibank), Siderca (acero), Propulsora Siderúrgica
(acero), Tecpetrol (petróleo), Aceros Paraná (ex Somisa, estatal de acero),
Transportadora Gas del Norte (20%), Edelap (electricidad) y Ferroexpreso
Pampeano (ferrocarriles)".
Los "beneficios" de la inversión extranjera
La privatización de YPF trajo como consecuencia no solo el dominio de capitales
extranjeros en la explotación de este recurso estratégico, sino también el
despido de miles de trabajadores y trabajadoras. General Mosconi es una de las
poblaciones más afectadas, teniendo un 60% de sus habitantes desocupados.
Juan Carlos "Hippie" Fernández, dirigente de la Unión de Trabajadores
Desocupados de General Mosconi, describe así el impacto de estos cambios sobre
la población: "Con el cierre de YPF, vimos cómo ha desaparecido parte de nuestra
cultura, de nuestra identidad. Junto a la desocupación, crecieron otros
problemas. La empresa petrolera, las multinacionales, entraron a deforestar la
selva. Empiezan a romper los caminos y a hacer las picadas, y nosotros no
tenemos contención arriba en las sierras. Eso crea problemas climáticos. Hemos
tenido un alud de barro, donde murieron familias. Así también se van las
familias nuestras. Las petroleras derraman en los ríos productos químicos.
Nosotros tenemos el 60% de enfermos de diabetes, y tenemos personas enfermas del
corazón y de la cabeza gracias a los productos químicos que nos entregan las
multinacionales. Las aguas nuestras están contaminadas. Tenemos enfermedades
como el dengue, lesmianasis, hantavirus. Con los puentes destruidos, han llegado
a morir 38 personas. Esa es una parte de lo que hacen las empresas petroleras y
lo que realmente nosotros tenemos acá, que lo único que recibimos son migajas y
marginación… Las multinacionales están aquí solo para llevarse nuestros recursos
naturales. No han instalado una sola industria ni generado puestos de trabajo.
Sus únicas inversiones fueron para digitalizar el control de los pozos. De esta
forma, necesitan solo dos puestos de trabajo por pozo, en turnos de 12 horas. De
esta forma, también, solo ellos pueden controlar lo que sacan."7
En General Mosconi, a partir de la privatización de YPF, más de cinco mil
trabajadores quedaron desocupados, sobre una población activa de ocho mil. Es
ésta la base sobre la que se constituyó la UTD. Pero además de la desocupación y
de sus dramáticas consecuencias en la subjetividad popular, con lo que implica
de crisis de identidad, deterioro de la autoestima, crisis de los lazos
constituidos en la vida cotidiana; la situación social se ve agravada por el
deterioro alarmante de la educación, la salud, el crecimiento del analfabetismo
y la deserción escolar, la desnutrición, la mortalidad infantil, la destrucción
del medio ambiente. La escuela argentina y el sistema de salud no están
preparados para contener estas realidades, que se multiplican en toda la
extensión del país.
Pepino Fernández, dirigente de la UTD denuncia: "Las compañías petroleras, que
traen el gas de pozos de las sierras subandinas, al no hacer forestación y
degradar el ambiente, hacen que las lluvias caigan en aluviones a la zona llana.
Eso está causando muchas pérdidas en la flora y en la fauna. A la empresa le
importa más el abaratamiento de los costos, la plata, las ganancias, que el ser
humano. No hay un control adecuado del medio ambiente. Nosotros vemos cómo se
mueren las plantas, cómo se muere la fauna, y cómo se mueren las personas. Nos
están matando hace rato, y cuando reclamamos, nos mata la gendarmería. Debe
haber unos mil efectivos en esta localidad: el grupo antimotines de Santiago del
Estero, que viene con francotiradores, los escuadrones 52 y 54 de la
Gendarmería, que están cuidando los intereses de las multinacionales. También
está la DEA norteamericana, y quieren establecer una base militar de EE.UU. Pero
nosotros no los queremos."8
En relación al daño ambiental que vienen produciendo las petroleras, la Agencia
de Noticias Copenoa publicó en el mes de diciembre del 2003 una investigación
periodística en donde pobladores que viven en cercanías de la refinería de
petróleo de Campo Durán, denunciaban que la petrolera derrama líquidos pesados
al Río Caraparý, originando la muerte de peces y de ganado. Las imágenes y
muestras de agua contaminada fueron entregadas a integrantes de grupos de
ambientalistas internacionales, que estuvieron monitoreando la problemática en
Salta.
El correlato de esta política de destrucción de los recursos naturales, y de la
población que habita estos territorios, es la militarización de la región. En el
año 2000 y el 2001 se hicieron en esa zona los Operativos Cabañas, en los que
participaron 1500 oficiales de Chile, Bolivia, Ecuador, Paraguay, Perú y
Uruguay, dirigidos por el Comando Sur del Pentágono. La ruta 34 no solo es la
ruta del petróleo. Para la DEA, es la ruta del narcotráfico (con esto justifica
su presencia). Para la estrategia de dominación norteamericana, que ha hecho de
la militarización la contracara del "libre comercio", es también la ruta que une
a estas poblaciones con la insurgencia boliviana.
La militarización no constituye solo una amenaza potencial. En General Mosconi
la represión ya produjo, desde mayo del 2000 hasta ahora, la muerte de cinco
piqueteros. Nos dice Pepino Fernández: "Para nosotros no hay justicia. Cada vez
somos más los procesados, pero por las muertes de nuestros compañeros no hay
ningún detenido. Hay un compañero que tiene una causa abierta ahora por
Tecpetrol, por cambiar la bandera de la empresa por la bandera argentina.
¡Nosotros estamos procesados por izar la bandera argentina!9".
La experiencia de la UTD
"La UTD expresa la convergencia de una fuerte acción comunitaria, con una acción
confrontativa, capaz de interpelar no solo al Estado, sino a las grandes
multinacionales, ligadas a la explotación de los recursos naturales (petróleo y
gas). Su fuerza reside, pues, en esta doble interpelación, cuyo carácter general
se expresa tanto en la propuesta de un programa de defensa y recuperación de los
recursos naturales como en la búsqueda de articulaciones a nivel nacional". Así
caracteriza la experiencia de la UTD, un grupo de intelectuales argentinos
nucleados en la Red de Intelectuales, Artistas y Académicos por la defensa de
los derechos fundamentales10
(RIAA).
La socióloga Maristella Svampa profundiza esta descripción: "La UTD es una
organización autónoma, sin vinculación con estructuras sindicales o partidarias.
Uno de los aspectos específicos del modelo de acción de la UTD, es la doble
experiencia comunitaria de la cual nace: por un lado la segregación espacial que
vivieron durante décadas los trabajadores de las categorías más bajas de YPF;
por otro, la experiencia masiva de la descolectivización que alcanzó a
diferentes categorías sociales. Paradójicamente, en el seno de una sociedad
fuertemente jerárquica, la desocupación como fenómeno colectivo fue desdibujando
las fronteras sociales, al tiempo que instaló las bases para el desarrollo de
una primera experiencia unificadora. En esta dirección, dada la fuerte cercanía
del mundo laboral, y la nostalgia de la integración social, el modelo bajo el
cual se gestó la UTD es sin duda alguna, el sindical. En efecto, sin ser
exclusivamente un sindicato de desocupados, desde su fundación en 1996 la UTD
adoptó una suerte de modelo sindical, cuyo alcance local se vio reforzado tanto
por el tipo de acción reivindicativa, como por el rechazo a toda intromisión
político-partidaria. La UTD privilegia, antes que nada, la acción concreta —a la
vez reivindicativa y política— orientada hacia la rehabilitación de una cultura
del trabajo. Sus posicionamientos se han ido forjando en la misma acción. Esto
es, a medida que ésta se ha ido encontrando con diferentes obstáculos,
provenientes tanto del sistema político —local y nacional— como de las
estructuras sindicales. Así, la UTD ha desarrollado una gran desconfianza hacia
las estructuras organizativas, sobre todo aquellas que poseen un alcance
nacional. Esto explica sus reticencias a cualquier tentativa de apropiación o
cooptación, sea partidaria o sindical11."
Uno de los aportes significativos de la experiencia de la UTD, al debate y a las
prácticas emancipatorias, es la articulación del conflicto social en
profundidad, con la creación de iniciativas que van promoviendo la organización
autónoma del pueblo. Trataremos de hacer una reseña de estos dos planos de su
actividad, para luego analizar lo que significan en la realidad de construcción
del movimiento popular en Argentina.
Cronología de las principales etapas de lucha y organización de Mosconi
En febrero de 1989 se organizó la agrupación de Trabajadores Ypefianos. Se
hicieron asambleas de concientización en yacimientos Palmar Largo (Formosa),
Tineo y en la administración central (Vespucio-General Mosconi), en las que se
denunció la eminente privatización de YPF.
En noviembre de 1990 se realizó una asamblea popular en contra de la
privatización de YPF en el complejo de Mosconi, donde participaron más de siete
mil trabajadores.
El 1° de abril de 1996 nació la UTD, formada fundamentalmente por ex
trabajadores de YPF.
El primer corte de ruta en Mosconi y Tartagal se realizó del 7 al 14 de Mayo
de 1997. Lo hicieron los comerciantes de Tartagal, los deudores del Banco
Nación, del Banco Provincia, los madereros, los vinculados a YPF. Se recibieron
Planes Trabajar por primera vez. (2 500 Planes Trabajar provinciales para
Mosconi). Había 15.000 personas en la ruta. Relata Pepino Fernández: "Fue la
primera vez que tuvimos enfrentamientos, porque no dejamos pasar la camioneta de
Gendarmería. Después hubo escaramuzas en el monte. Nos pusieron la pistola en la
cabeza y, claro, la gente tenía mucho miedo. A un aborigen lo golpearon, se lo
llevaron, después lo dejaron en libertad. Todo eso pasó en tierra de los
aborígenes, en la misión Wichi. Primero negociaron los madereros y se fueron,
negociaron los comerciantes y se fueron. Todos estaban negociando y nosotros
estábamos ahí, firmes. Se decide levantar el corte y nosotros nos ponemos duros,
porque no nos habían dado nada. Nosotros fuimos a luchar por trabajo en la
petrolera y por las acciones de YPF. Nos decían que dejaban eso "a futuro", y no
como punto principal, entonces nosotros cortamos de vuelta. Quedamos nosotros
solos, en el piquete sur, que había sido el más duro de los piquetes. Se llegó a
un acuerdo: se consiguieron planes trabajar, la condonación de la deuda, se le
dio madera a mucha gente, para los barrios, para hospitales, terminales. Se
formó la comisión regional de vecinos. Tenemos veintiún puntos de la gente de la
coordinadora departamental de desocupados."12
En agosto del 97 se cortó la ruta de nuevo como Unión de Trabajadores
Desocupados por siete horas.
Del 11 al 21 de diciembre de 1999 creció la participación popular en la UTD.
Se hizo un corte en Refinor. Relata Virulana, militante de la UTD: "En 1999 se
hizo el corte para apoyar a los muchachos de EDESA, que estaban en corte de ruta
en Tartagal, en ollas populares. En Tartagal estaban también los municipales en
huelga de hambre. Cuando llegamos se hace una asamblea y se decide cortar la
ruta en General Enrique Mosconi, en el acceso sur donde están los tanques de
reserva de Refinor, donde está Tec Petrol. Apenas nos instalamos viene
Infantería que estaba asentada en la ciudad de Tartagal. Nosotros llegamos de
Tartagal a las 13:00 horas y a las 14:30 el comisario Gaspar que estaba a cargo
del operativo, da la orden de reprimir. Como en ese momento hemos venido de
Tartagal y mucha gente se ha vuelto por el calor que hacía, hemos sido pocos los
que quedamos en ese corte de ruta. Viene infantería y nos reprime, nos desaloja
a todos. Entonces la gente de Mosconi al sentir ese gas que viene a todo el
pueblo fue a ver lo que pasaba y dice: "pero si nosotros somos cinco veces más
que ellos ¿por qué nos han reprimido?". Ahí se empezaron a reagrupar de nuevo
todos los compañeros que venimos de Tartagal y los que salieron de aquí de
Mosconi. A los palos los hacemos retroceder como 5 kilómetros y ahí ya se habían
quedado sin gases ni balas de goma. A lo último tiraban piedras y de todo porque
no sabían como defenderse; y la gente avanzaba. Eran un montón de gente que los
"pecheaba". En ese momento cuando se reúne toda la gente y pechea a la policía,
logran pillar a 4 ó 5, entre ellos el Comisario. Cuando ellos empezaron a
reprimir nos habían pillado a un dirigente de ATE13
de Tartagal, lo llevaron detenido y nosotros hicimos cambio por el comisario
Gaspar. A las ocho de la noche se llegó a hacer el arreglo y ellos liberaron al
dirigente de ATE y nosotros a Gaspar. Entonces se van ellos y seguimos nosotros.
En ese momento no había nada que negociar por el tema del corte de ruta con los
compañeros de Tartagal e instalamos el corte de ruta indefinido hasta que se
venga una solución a nosotros. Había un problema. Estaba metida la gente de ATE,
y llevan a los muchachos a negociar a Buenos Aires. Nosotros no queríamos que
vayan. Tenían que aceptar las decisiones de la asamblea. Dicen que las asambleas
son soberanas, pero no se respetó14".
Relato de Pepino Fernández: "Ahí conseguimos casi 120 puestos de trabajo. Yo
trato de incorporar a muchos jóvenes. Empiezo a buscar gente de todos los
barrios, empieza a ingresar gente y a haber estudiantes. Pido a las empresas
petroleras cursos de capacitación. También lo logramos y metimos casi 700
personas. Les hicimos hacer el curso durante 3 meses, de instrumentista, de
soldador, de electricista y de mecánico...".
9 de mayo del 2000. Son asesinados Orlando Justiniano y Matías Gómez. Relata
Pepino Fernández: "Viene el problema de mayo. Se acaban los planes para un
programa que se llama servicios comunitarios. Hicieron trabajar dos meses a la
gente de la provincia, pero no se les pagó porque era programa nacional y ya
había terminado el programa en febrero. Entonces las mujeres (eran todas
mujeres) de General Mosconi, y de Tartagal, en total eran 1.600 planes, van a
buscar apoyo a la UTD. La UTD nunca les dice no. Ahí las mujeres cortan. Antes
de cortar esta gente manda documentos, papeles, fax. Se habla con el intendente,
el gobernador, diputados. Se le manda al presidente, al Ministro de Trabajo, a
todos. Como no tenían respuesta se corta la ruta y viene esa represión donde
luchó todo el pueblo. El pueblo de Tartagal se vino para acá. El pueblo de
Mosconi luchó cuadra por cuadra. De vuelta se hace retroceder a las fuerzas de
seguridad y se las rodea por completo. Según estiman había más de 4 000
efectivos, entre Policía y Gendarmería. Nosotros éramos todo Mosconi y 15 000 de
Tartagal. De Mosconi todo el pueblo luchaba. Me agarra la policía y me llevan
preso a Salta. Nos pegaron fieramente. A los aborígenes los golpearon
salvajemente, los pateaban, los golpeaban con la cabeza en la pared. Mueren dos
muchachos antes del corte, Justiniano y Gómez. En el nuevo corte la gente les
mató caballos, les mató perros. El pueblo de Mosconi estaba enojado. A un
grupito nos agarra la policía en el monte pero volvimos. No nos llevaron a
declarar, pero nos pegaron mucho".
9 de noviembre del 2000: el corte de Cuña Muerta llega a Mosconi. A media noche
se acuerda con las autoridades continuar el diálogo y no reprimir.
10 de noviembre del 2000: Muerte de Aníbal Verón15.
Comienza la revuelta popular. En Tartagal se quema la policía, el diario "El
Tribuno"16,
la empresa de transportes Atahualpa17,
EDESA y hay saqueos de comercios. En Mosconi se quema la Municipalidad, Rentas,
la policía y la casa del intendente.
Corte de ruta en junio del 2001. El día del padre son asesinados los jóvenes
piqueteros Oscar Barrios y Carlos Santillán. Hubo 8 heridos de bala.
20 de Junio del 2001: los piqueteros acampan en la Plaza del Aguante. Relata
Pepino Fernández: "En junio tampoco era un problema de la UTD, era de la UOCRA.
Los muchachos que estaban haciendo el hospital, trabajando en obras públicas,
cobraban $70 por quincena. Piden ayuda a la UTD, ya que ellos querían llevar el
valor de la hora de $ 1,25 a $ 2, y nosotros vamos a pedir $2.50 la hora. Les
metimos 1 200 personas en el hospital, paramos la obra. Y logramos llegar a algo
que nunca se había logrado históricamente, llevar la quincena a $350. Se logran
los $2 la hora y después se llega a un acuerdo que la provincia iba a poner
$0.20. Después la provincia se echa atrás porque iban a quedar antecedentes y
todos iban a querer hacer lo mismo. Nosotros les decimos que en Neuquén pagaban
$2,23 y deciden los muchachos de la UOCRA ir a cortar la ruta y nosotros vamos
en apoyo de ellos. Decide atacar la Gendarmería justo un día muy especial, el
día del padre. Ese día había gente que iba al cementerio. Ahí vinieron con los
francotiradores, han empezado a tirar a lo loco y hubo dos muertos. A las 10 de
la mañana empezaron a tirar a mansalva en la ruta al cementerio, donde están los
tanques. La gente reaccionó, el combate duró todo el domingo, lunes y martes. A
los muchachos los golpearon salvajemente, los torturaron, esta fue una de las
represiones más salvajes que hubo."
Desde entonces queda instalada en el centro del pueblo la "Plaza del Aguante",
donde acampan los dirigentes piqueteros, buscados por la gendarmería y con orden
de captura, custodiados por su pueblo.
A partir de ese momento, hasta la actualidad, hubo nuevos episodios de
confrontación con la Gendarmería, puebladas, cortes de ruta, bloqueos de acceso
a las petroleras.
La última pueblada se produjo en noviembre de 2004. Los ex trabajadores de YPF
habían bloqueado los accesos a las petroleras y cortaron la ruta 34. ¿Qué
demandaban? Trabajo genuino, que se les pague la deuda que contrajo con ellos el
Estado, en el momento de la privatización, hace 12 años, en concepto del 14% del
paquete accionario de YPF. Fueron duramente reprimidos y encarcelados sus
principales dirigentes. Esto desató la furia de la población, que ingresó a las
sedes de Tecpetrol (perteneciente a Techint) y Pluspetrol (de Repsol). En la
revuelta se produjeron destrozos y se voló un tanque de gas. La UTD señala que
hubo en estos hechos provocadores policiales
Reflexionando sobre el carácter de las medidas de lucha que deben asumir Pepino
Fernández afirma18:
"Si no gritamos no nos escuchan. Nosotros cortamos puentes, obstruimos
destilerías, petroleras, para que nos escuchen. Ellos tienen mucha plata y
nosotros no tenemos nada. Pero nosotros no nos movilizamos solamente por lo que
nos toca como ex - Ypefeanos. Nos movilizamos también por los maestros, la
salud, las comunidades aborígenes, el sindicato de Luz y Fuerza. Por todos ellos
hicimos cortes. Ahora estamos trabajando con los "bagalleros" bolivianos".
Cuando se privatizó, se les dio un porcentaje de las acciones a los
trabajadores. Pepino fundamenta en este hecho la legitimada de su acción: "El
Estado nos debe muchos millones de dólares a los trabajadores de YPF. Nosotros
cortamos la producción, porque es lo mismo que hace el Estado con nosotros si no
pagamos los servicios. Si vos debés algún impuesto o no pagás, te cortan el
servicio. Entonces, como ellos nos deben a nosotros, nosotros les aplicamos sus
leyes: les cortamos, les paralizamos todo, y ellos pierden dinerales. En la
última toma que hicimos entramos como si fuera nuestra casa -porque eso es
nuestro-.".
Los proyectos productivos de la UTD
La ausencia de cualquier consideración hacia los pueblos, ha tenido como
contrapartida, la creación de una cultura de la autonomía. Hoy la UTD administra
una red de emprendimientos productivos que vinculan a la parte fundamental de la
población en iniciativas de sobrevivencia. Con grandes dolores y dificultades,
la gente se ha organizado, ha descreído del capital extranjero, ha descreído del
papel del Estado, y ha ejercido su manera de autoorganizarse. Ha aprendido a no
obedecer. Tal vez por aquí vengan algunos de los aprendizajes fundamentales de
este tiempo. En los territorios donde pretende mandar el capital, comienzan a
levantarse también las experiencias emancipatorias, que anticipan un nuevo
tiempo de rebeldías en nuestro continente. Nos dicen los dirigentes de la UTD al
respecto19:
· Organizamos muchos proyectos productivos y sociales. Nosotros distribuimos
para todos los lugares un poquito. Para los aborígenes, para los barrios, para
los pueblos. Otra cosa importante es que los Planes Trabajar están distribuidos
sobre todo entre mujeres. El 60% de los que reciben los planes son mujeres.
· Empezamos con la huerta y ya estamos en granjas integrales. Cuando nos dan los
planes a nosotros en el año 2000, los proyectos los hacemos en colectivo y
empezamos la plaza, la escuela, el hospital, la sala de primeros auxilios, el
vivero, la huerta y cría de conejos, gallinas, chanchos. Lo que sale de las
huertas lo mandamos a los comedores, y otra parte repartimos entre los más
carenciados.
· La gente que trabaja ahí dona un porcentaje de lo que produce y el otro
porcentaje lo vende o se lo lleva a la casa y lo reparten entre ellos. También
hicimos erradicación de ranchos, cerca de 100 casas. Nosotros llegamos a un
acuerdo con algunos vecinos que tenían casitas rancho para ver si podían comprar
los materiales y nosotros poníamos la mano de obra. A algunos que no tenían les
dimos los materiales.
· Empezamos a presionar a las empresas para que empiecen a reforestar. Les
hicimos comprar los plantines y la gente de las cooperativas va a hacer el
trabajo de la reforestación. · Lo último que estamos haciendo es el reciclaje de
las botellas de plástico. Nosotros no tenemos recursos, así que hacemos
trueque, dinero no recibimos, intercambiamos por maquinarias.
· Construimos un comedor comunitario de una misión aborigen, una sala de
primeros auxilios de la misión aborigen la Misión El Cruce. Hicimos unas cuantas
salas de primeros auxilios en las afueras del pueblo. Acá hay cuatro fábricas de
ladrillos construidas con nuestra administración de los planes trabajar. Con los
ladrillos que se sacan de la fábrica se realizan las obras públicas. (La UTD
tiene un convenio de intercambio con Cerámicas Zanon, la empresa recuperada por
los trabajadores en Neuquén, para abastecer las obras).
· A ellos no solo se les sale a cortar la ruta por pedir un plan trabajar,
nosotros le estamos pidiendo mucho más allá y le estamos tocando el poder: les
estamos pidiendo las regalías petrolíferas-gasíferas que nos corresponden.
· Actualmente la UTD cuenta con 31 huertas, granjas, reciclaje de botellas,
viveros para luego forestar, taller metalúrgico y de carpintería donde se hacen
camas, sillas, etc. y una colonia agrícola de 150 hectáreas. La idea con la
colonia agrícola es recuperarla y además criar cerdos y otros animales. También
dedicarse a la apicultura.
· Tenemos otra de 9 000 ha para defensa de la flora y fauna, en la selva de las
Yungas20.
La UTD chequeó junto con la Universidad de Salta todas las plantas que había
para que no se deforestara. La idea es recuperar las tierras río arriba para
volver a forestar.
· A través de estos proyectos, hay vinculadas a la UTD alrededor de 2000
personas (sobre una población económicamente activa de 8000).
· ¿De dónde sacamos los materiales? Se los sacamos a las petroleras.
Nuevas y antiguas emancipaciones: enseñanzas, límites, desafíos
El movimiento que ha organizado la UTD de General Mosconi, aporta
experiencias al conjunto del movimiento popular, que me interesaría subrayar.
Muestra también límites y desafíos, cuyo análisis puede ser fuente de nuevas
prácticas populares.
Entre las enseñanzas que nos entrega, quisiera mencionar la capacidad que han
tenido para sostener, en los hechos su carácter de trabajadores. Tanto desde el
nombre (Unión de Trabajadores Desocupados), como por la modalidad de sus
acciones, han sabido construir una conciencia que forja el carácter de clase de
estas batallas, no como proclamación dogmática, sino como ejercicio cotidiano.
Se desarrollan en esta experiencia, formas de trabajo comunitarias, en los que
se va forjando una nueva conciencia. Son obreros sin patrones —lo que los
emparienta con otras experiencias que se desarrollaron en este tiempo, a partir
de la recuperación de empresas por partes de los obreros. Los integrantes de la
UTD trabajan, ya no como antes, en relación de dependencia con YPF, sino de una
nueva manera, organizados colectivamente, de manera solidaria. En un tiempo en
el que el sistema quiere liquidar el concepto mismo de trabajador, los
integrantes de la UTD revalorizan el trabajo como fuente de transformación de la
naturaleza y de los seres humanos, de sus relaciones sociales; y pelean no por
cualquier trabajo, sino por un trabajo digno. Es esta también una batalla contra
la alienación que marca la subjetividad de los desocupados, que pierden
identidad y autoestima al considerarse parte orgánica de un sector que solo
puede definirse por lo que no tiene, por la exclusión. La lucha, el corte de
ruta, han demostrado ser un factor no solo de resistencia económica y política
contra el neoliberalismo, sino de recuperación de la salud mental, individual y
colectiva, dotando a quienes se integran en las organizaciones piqueteras, en
este caso la UTD, de una nueva identidad colectiva, de una referencia que
permite no solo luchar por sobrevivir, sino vivir cada día con una mayor
dignidad.
La UTD levanta un programa de reivindicaciones que no pueden ser realizadas sin
una transformación política profunda. Sus demandas apuntan al corazón del
modelo, en lo que hace a la política privatizadora, excluyente, a las políticas
de flexibilización laboral, de depredación del medio ambiente, de entrega de los
recursos y la soberanía. La exigencia de la UTD de "nacionalización de los
recursos naturales", va a contracorriente de las políticas neoliberales, y de
las pretensiones de la burguesía norteamericana, en complicidad con las
burguesías y oligarquías argentina y salteña, empeñadas en el control y el
saqueo del petróleo, de las riquezas, y de la vida cotidiana de la población.
Las grandes confrontaciones producidas en estos años por la UTD, han logrado
incorporar los reclamos y necesidades de diferentes sectores populares, desde
los trabajadores de distintos sindicatos, hasta los pueblos originarios, las
mujeres, los jóvenes. Gracias a esto, han logrado concitar la adhesión, en su
región, de fuerzas sociales importantes, y un nivel de identidad con su
organización, que pocos movimientos han logrado. Por este camino se ha vuelto
una referencia ineludible para el movimiento piquetero, y para los trabajadores
de empresas recuperadas, para el movimiento social que resiste.
La administración de los Planes Trabajar20
primero, y Jefes y Jefas de Hogar después, ha sido —para la mayor parte de los
movimientos piqueteros— un factor contradictorio, en la medida en que por un
lado los vuelve vulnerables frente a los manejos que hace el poder de los
mismos, pero por otro los convierte en mediadores de las demandas de los
excluidos. En este contexto, la experiencia de la UTD aporta criterios
interesantes en los que la debilidad, trabajada colectivamente, se vuelve
fuerza, ya que han sabido combinar la lucha por los planes, con una forma de
organización colectiva a través de los diversos proyectos productivos en que se
aplican estos planes, en los que se forja una nueva conciencia social, y las
bases auténticas de un poder popular. Al mismo tiempo, han sostenido la pelea
con las petroleras por puestos de trabajo genuino, poniendo en debate
permanentemente entre los movimientos piqueteros, cuáles son los objetivos de la
pelea, cuáles son los enemigos, y dando una batalla contra el posibilismo de
quedarse solamente en el reclamo de los planes asistenciales.
La conducción de la UTD ha resultado legitimada frente a su pueblo, sobre la
base de la incapacidad que han tenido los gobiernos de turno, de sobornarla y
corromperla; como ha sucedido con la mayor parte de los movimientos existentes
en la provincia, quebrados en muchos casos con un poco o una cantidad
considerable de dinero ofrecido por las petroleras, por los ingenios, o
directamente por el gobierno, y por el deslinde con las fuerzas políticas
nacionales. La UTD logra mantener su autonomía, y al mismo tiempo articula
acciones con los otros movimientos, a la hora de la lucha, o de la solidaridad.
En el plano nacional, se relaciona con algunos grupos piqueteros que se definen
por las acciones directas contra las multinacionales, y con otros que entienden
a la autonomía como parte de su proyecto político, como es el Movimiento de
Trabajadores Desocupados de Solano, y el Movimiento Teresa Rodríguez.
Los límites y desafíos
Uno de los aspectos más complejos de este movimiento, como del conjunto de los
movimientos nacidos como respuesta a la exclusión salvaje del capitalismo, es su
vulnerabilidad. El hecho de haber nacido en los límites de la capacidad de
existencia de sus integrantes, los marca de manera especial. La cultura de
sobrevivencia, tiene algunas características que influyen de manera fuerte sobre
la subjetividad de sus integrantes, como son el inmediatismo, el pragmatismo, el
cortoplacismo, la dificultad para establecer alianzas estratégicas, la
desesperación cotidiana. En el caso de la UTD, contando con una base social
marcada por estos rasgos, se ha logrado hasta el momento sostener el núcleo
principal de sus integrantes, y la legitimidad de su conducción, con un proyecto
que atiende, junto a la resolución provisoria de los problemas inmediatos, a la
construcción colectiva de un discurso político que apunta más allá de esta
manera de sobrevivir. Las acciones realizadas como la reforestación de la selva,
o la defensa de la biodiversidad, están pensadas no solo para el hoy, sino para
el mañana.
En los momentos en que ha recrudecido el conflicto social, y en especial en las
crisis de gobernabilidad, los piqueteros fueron "demonizados". Recuperando la
"teoría de los dos demonios", instalada en la salida de la dictadura por Raúl
Alfonsín, para parangonar al terrorismo de Estado y sus crímenes con las
acciones revolucionarias de los movimientos insurgentes de la Argentina, desde
el poder se escribe un discurso sobre los "piqueteros violentos", con el que se
designa precisamente a aquellos que resisten los intentos de cooptación de las
fuerzas del sistema. Desde estas posiciones, se ha llevado agua al molino de la
represión institucional, favoreciendo el clima de "aprietes" y persecuciones que
se desarrollan en las zonas más desprotegidas del país. El carácter de
"organización social", que tiene el movimiento piquetero, lo vuelve
especialmente vulnerable frente a las políticas represivas. Si bien en el caso
de la UTD, su mejor forma de autodefensa es el arraigo que tiene en la población
local, también es cierto que sus principales líderes han sido una y otra vez
detenidos, (Pepino tiene abiertos 72 procesos judiciales), y en cada uno de
estos episodios se vuelve complejo garantizar la conducción colectiva del
conjunto de los proyectos. También se viven, en determinadas franjas de la
población, cansancio ante la realidad cotidiana de hambre, enfermedades,
miseria, y el acoso permanente que sufren por parte de las fuerzas de
Gendarmería y de la Policía provincial.
Existe dificultad para establecer alianzas más estables entre estos movimientos,
y las fuerzas políticas y sociales tradicionales de la izquierda. La
imposibilidad para canalizar inmediatamente estas formas de resistencia, y los
proyectos populares alternativos generados en los movimientos —sobre todo
aquellos como la UTD de Mosconi que han defendido su autonomía respecto de las
fuerzas políticas partidarias—, provoca desconfianzas en los sectores que
consideran que la política se resume en las contiendas electorales, o en las
posibilidades de capitalización de las luchas en favor de la posición de uno u
otro partido político. A su vez la UTD sostiene una fuerte desconfianza hacia
estas organizaciones. Más allá de las razones históricas que alimentan este
desencuentro, el mismo debilita la potencialidad concreta de una batalla que
apunta no solo a sobrevivir, sino a transformar la sociedad.
Existe un enorme retraso en el pensamiento crítico desarrollado por fundaciones,
academias y partidos políticos, y en su aporte a la batalla cotidiana que libran
estos movimientos. El dogmatismo ha provocado huellas tan difíciles de superar
como las heridas dejadas por la represión. Existe una gran distancia aún entre
los intelectuales que se consideran de izquierda, revolucionarios, y los
movimientos populares. Es una brecha que requiere ser superada, a fin de ir
avanzando en la creación de intelectuales orgánicos de los movimientos populares
y de un intelectual colectivo que aporte a la constitución de un nuevo bloque
histórico de los oprimidos y excluidos. En esta situación, hay un conjunto de
prácticas sociales y políticas populares que esperan, al menos, ser conocidas,
para poder ser interpretadas y aportar a la reelaboración de las teorías
revolucionarias y proyectos de cambio verdaderos.
Plantea Pepino Fernández: "El problema que tenemos es la escasa solidaridad de
otras organizaciones. Siempre que nos llaman, la UTD está, pero cuando los
necesitamos no aparece nadie. Con casi todas las organizaciones nos sucede lo
mismo. Solo se acercan cuando estamos presos. Pero dicen que no se puede luchar
por la estatización de YPF. (Nosotros decimos que no es solo el tema del
petróleo sino también todos los recursos naturales). Porque las multinacionales
sacan todos los derivados, todo sale de acá y si no lo recuperas esto no vuelve.
Pero muchos nos dicen que ya no se puede recuperar YPF, yo digo que el pueblo es
capaz de lograr todo lo que se proponga21".
Algunas pistas para el debate
La experiencia de la UTD de General Mosconi, nos permite repensar los desafíos
del movimiento popular. Las relaciones de fuerza creadas en la Argentina
post-rebelión, están signadas por una gran inestabilidad. El bloque de poder
intenta rearticular una política de gobernabilidad, sobre la base de la alianza
de Néstor Kirchner con Eduardo Duhalde y los gobernadores provinciales;
enfrentando por un lado a los resabios del aparato menemista en todos los
niveles, y desorganizando a su vez a las posibles fuerzas de oposición de
izquierda y centroizquierda a través de políticas que apuntan a la cooptación de
una parte, a la contención social por la vía del asistencialismo, y al
aislamiento y desgaste de las franjas más combativas del movimiento social.
Mientras tanto los gobiernos provinciales, continúan recurriendo a la represión
del conflicto social como modo de control. Tanto en el bloque de poder como en
el campo popular, se está produciendo un intenso realineamiento de fuerzas,
desarticulación de alianzas históricas e incluso de organizaciones, debate de
proyectos y programas.
Experiencias como la de la UTD de Mosconi, muestran caminos que pueden aportar
algunas luces en esta etapa, en la medida en que puedan ser visualizados con
mayor claridad por otros movimientos. El hecho de ser una experiencia del
interior del país, en una región lejana y bastante aislada política y
culturalmente, limita su impacto en otras organizaciones sociales y políticas.
Crece por lo tanto la exigencia para los movimientos populares de encontrar
caminos para poner en común sus experiencias, y socializar sus prácticas. En
esta dirección es necesario un mayor aporte de los intelectuales
revolucionarios, y la necesidad de integrarse en la constitución de un sujeto
popular que, como parte de su resistencia, construye un saber autónomo, en
diálogo con el pensamiento social avanzado, con las ideologías de las fuerzas
que se pretenden revolucionarias y de los movimientos populares, y con los
aportes que nacen de estas experiencias. Un saber popular autónomo que de cuenta
de las necesidades, los deseos, las esperanzas, descubiertos o creados en el
mismo proceso de constitución de los sujetos políticos. Un saber popular que no
obre como legitimador de las transacciones políticas que se ejercen desde el
poder, sino como interpelador crítico de las mismas, como conciencia de los
oprimidos, de los olvidados, de los que no cuentan. Que aporte a develar estas
experiencias de poder popular que, nacidas a contramano de los proyectos
hegemónicos, logran desafiarlos una y otra vez, creando en este desafío las
esperanzas de una perspectiva de continuidad de las resistencias, sobre la base
de la autonomía de estos movimientos, y de su justificación histórica como fruto
y semilla de la rebelión de los explotados y oprimidos por el capital.
1-Algunas de las más significativas fueron el Santiagazo, el Jujeñazo, el
Riojanazo, el Correntinazo, y las puebladas de Cutral-Có y General Mosconi.
2-Son más de 200 empresas que fueron ocupadas por sus trabajadores, y organizan
el trabajo de los "obreros sin patrones".
3-"Salta, historia a la luz del petróleo". Integra el libro "Cortando las rutas
del petróleo". UPMPM.
4-Fabián Amico, artículo publicado en La Insignia.
5-Administradora de Fondos de Jubilaciones y Pensiones. Se constituyeron después
de la privatización del sistema de previsión social.
6-Copenoa, Cooperativa de Periodistas del Noroeste Argentino. Artículo: "Quiénes
son: la empresa que acusa a los desocupados de la UTD Mosconi". Investigación
realizada por el periodista Marco Díaz Muñoz.
7-Juan Carlos "Hippie" Fernández. Charla con el equipo de educación popular de
la Universidad Popular Madres de Plaza de Mayo, realizada en julio del 2001.
8-"Cortando las rutas del petróleo". Sistematización de la experiencia de la UTD
de General Mosconi realizada por el equipo de educación popular de la
Universidad Popular Madres de Plaza de Mayo.
9-Pepino Fernández. Diálogo con la autora. 26 de febrero del 2004.
10-Declaración realizada con motivo de las últimas detenciones de los dirigentes
de la UTD, en febrero del 2004.
11-Entre la ruta y el barrio. La experiencia de las organizaciones piqueteras.
Maristella Svampa. Sebastián Pereyra. Editorial Biblos.
12-Entrevista a Pepino Fernández realizado por la autora.
13-ATE: Asociación de Trabajadores del Estado.
14-Entrevista con "Virulana", militante de la UTD, realizada por la autora.
15- Aníbal Verón fue asesinado por un disparo efectuado por un policía
provincial, cuando reprimían el corte en la ruta nacional 34, a la altura de
General Mosconi. Recientemente el dirigente de la UTD José Pepino Fernández
junto a distintas agrupaciones populares del país, solicitaron que la justicia
cite al gobernador Romero, quien fue involucrado por el Ex jefe de la policía
salteña Gómez García, de dar la orden para no abandonar la ruta 34.
16-El Tribuno, diario provincial manejado por el gobernador Juan Carlos Romero.
17-Aníbal Verón era trabajador de la empresa Atahualpa.
18-Entrevista realizada en febrero del 2004 por la autora
19-Sistematización de la experiencia realizada por el equipo de educación
popular de la Universidad Popular Madres de Plaza de Mayo.
20-El territorio (que habita históricamente el pueblo ava guaraní), ha sido
declarado por la UNESCO como Reserva de la Biosfera de las Yungas, porque es una
de las regiones más ricas en biodiversidad.
21-Entrevista con la autora.
Notas biográficas:
Claudia Korol (nacida en 1958) es Secretaria de Redacción de la Revista
América Libre, editora de revistas y libros, y educadora popular.
Es autora de los libros "Rebelión, reportaje a la juventud chilena", "El Che y
los Argentinos", "Diálogo con Gladys Marín", y "Feminismo y Marxismo. Diálogo
con Fanny Edelman". Es coautora del libro: "Cono Sur, una Iglesia para la
Libertad" (historia de la Teología de la Liberación en América Latina) editado
por ADITAL.
Escribe para el periódico Acción del IMFC de Argentina, para Punto
Final de Chile, para el periódico de la Asociación Madres de Plaza de
Mayo y para Brasil de Fato.
Es corresponsal en Argentina de ADITAL (Agencia de Noticias Frei Tito de
Brasil). Coordina la Cátedra de Educación Popular de la Universidad
Popular Madres de Plaza de Mayo.
Junto a Néstor Kohan coordina la Cátedra libre Ernesto Che Guevara, en esa
Universidad. Produce junto a Liliana Daunes el programa radial La Rosa de los
Vientos.