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Libros sí, Alpargatas también

11 de julio del 2003

Presentacion de biografia sobre Paco Urondo
Paco está entre nosotros


Asociación Madres de Plaza de Mayo
En la Biblioteca Julio Huasi, de la Asociación Madres de Plaza de Mayo, fue presentado un importante libro que narra la vida y la lucha del gran Francisco "Paco" Urondo, hombre de palabra y acción, tal vez uno de los mejores poetas de la llamada Generación del 60. En el acto hablaron José Luis Mangieri, Carlos Aznárez, el autor Pablo Montanaro, y la voz del mismísimo Paco, leyendo sus poemas más extraordinarios.

O
currió el miércoles 18 de junio de 2003, a la hora del atardecer. Fue en la Biblioteca de la Asociación Madres de Plaza de Mayo, que lleva el nombre de otro poeta, militante y periodista fundamental, Julio Huasi. Al día siguiente de cumplirse 27 años de su caída en combate, y en ocasión de la aparición de una minuciosa biografía escrita por el joven escritor Pablo Montanaro, se reivindicó la vida y la lucha, los sueños y los poemas de Francisco "Paco" Urondo.

Al acto de presentación de "La palabra en acción. Biografía de un poeta y militante" (Ed. Homo Sapiens. Rosario), asistieron José Luis Mangieri, poeta y editor de la legendaria revista "La rosa blindada", y Carlos Aznárez, escritor y periodista, compañero de Paco Urondo en la organización Montoneros. Además, intervinieron el autor del libro y, centralmente, el mismísimo Paco, a través de una emocionante cinta que contenía la voz del poeta en la lectura de sus versos más reveladores.

El primero en hablar fue José Luis Mangieri. El director de la célebre colección de poesía "Libros de tierra firme", expresó que "lo más importante es que Paco Urondo murió en combate. Paco Urondo no fue asesinado; es cierto, tomó la pastilla, pero murió en combate, que es muy distinto a decir que fue asesinado. Dadas las características de Paco, es la muerte que le correspondía". Además, destacó que "a Paco habría que sacarlo a la calle, ponerle su nombre a alguna plaza. Paco fue un combatiente que llegó como los famosos poetas surrealistas de París que lucharon con el cuerpo bajo la ocupación nazi y no solamente con sus versos". Tal como luego lo hizo Carlos Aznárez, Mangieri celebró que el libro haya sido realizado por un joven: "Me llama la atención la inquietud de Montanaro sobre Paco y especialmente que se acerque a un combatiente en un momento de una decadencia tan grande en todos los niveles, donde el Proceso está instalado, lo tenemos instalado".

A su turno, el director del periódico "Resumen Latinoamericano" reconoció que "el libro de Pablo Montanaro me gustó mucho, no sólo porque lo escribe un joven sino porque vengo notando que nuestra historia de lucha de los 60 y 70 la están escribiendo, en gran parte, una cantidad de farabutes que ni estuvieron, tampoco era necesario que estuvieran, pero por lo menos tuvieran respeto para contarla. Montanaro la ha contado bien, ha recogido los testimonios y nos ha edificado un Paco Urondo muy parecido a lo que realmente fue".

La alocución de Aznárez fue por demás emotiva porque incluyó no pocas anécdotas acerca de la acción política de Urondo. "A Paco tuve la suerte de conocerlo en la militancia, cuando estaba en las Fuerzas Armadas Revolucionarias y, sobre todo, cuando andaba huyendo por los caminos hasta que fue detenido con Lili Mazzafero y con el 'Jote' Koncurat. De pronto gran cantidad de gente que lo conocía se sorprendió porque no podían entender que fuera guerrillero y además fuera todo eso que contaban los diarios con exageración pero dando algunos datos que tenían bastante que ver con la realidad militante", recordó.

Enseguida remarcó que Paco "era jodón, era muy alegre. Todo lo que hacía lo hacía con una pasión desenfrenada. Cuando cae preso, poco antes de la amnistía a todos los presos políticos, obviamente nadie sabía que iba a salir tan rápido, él dedica con pasión a trabajar en una acción militante que fue supereficaz y que fue recoger los testimonios de los sobrevivientes de la Masacre de Trelew, en ese libro maravilloso, 'La patria fusilada', que leímos todos".

Justo cuando Carlos Aznárez estaba relatando el contexto que rodeó a aquel importantísimo libro sobre los fusilamientos en Trelew, ingresó al salón de la Biblioteca Hebe de Bonafini, la presidenta de las Madres, quien hasta ese momento había permanecido escaleras abajo, en el Auditorio de la Universidad Popular, en la proyección inaugural de un valioso film producido por egresados de la carrera de Periodismo.

Envuelta en su pañuelo blanco, Hebe pudo escuchar que "cuando Paco salió de Devoto nos llamaba la atención que lo hiciera con el pelo largo, con cara de preso de varios meses, de estar dando vueltas al patio y, sobre todo, cuidando ese bolso marinero. Le preguntábamos qué tenía en ese bolso. El contestaba 'esto es la bomba'. Tal cual. 'La patria fusilada' prestó un servicio tremendo para desenmascarar lo que había sido esa miserable dictadura lanussista que llevó a practicar ese fusilamiento en masa que aún está impune, porque todavía no apareció el Capitán Sosa, a quien todos los compañeros lo seguiremos buscando en nuestros sueños".

Carlos Aznárez también subrayó la etapa periodística de Urondo y evocó que "después estuvimos en el diario 'Noticias', que fue una experiencia de periodismo maravilloso. Era un diario bien hecho, bien escrito, con buen material y con una cantidad de gente enorme. Ahí estuvo Paco representando el cargo de coordinador, de director y mandamás. Lo hacía no sólo porque estaba trabajando con sus amigos, sus compañeros de toda la vida, sino también tenía un enorme respeto por aquellos que recién se iniciaban. Paco se tomaba el trabajo, a pesar de todas las responsabilidades que tenía, de guiarlos, conducirlos, no tirarles las notas al cesto de papeles, sino que se tomaba el tiempo que fuera necesario para corregirlos. Paco decía: 'Hay que hacer un periodismo que cuente lo que la gente hace, dice y tiene ganas de que se cuente'".

Además, su compañero en Montoneros recalcó que "obviamente, Paco pertenecía a una organización que era muy vertical, él respetaba esa verticalidad y se encuadraba cuando lo corregían o cuando le marcaban un error. Aunque no lo reconocía como un error, lo aceptaba porque venía de sus compañeros a los que les reconocía más mérito para marcárselo". De la misma manera destacó la capacidad militar de Urondo: "Era muy rígido cuando se disponía a plantear algo como una operación militar. Un tipo muy valiente. Lo interesante, y esto es lo bueno que cuenta el libro, muchos de nuestros compañeros lo tenían como un intelectual, en el concepto malo del intelectual. Subyacía la idea de que Paco no podría actuar en un enfrentamiento fuerte. Yo no participé de ninguna acción militar con Paco, pero tengo compañeros que sí lo han hecho y realmente agradecían tener un jefe militar como Paco, porque cuidaba hasta el último momento a su gente, porque lo más importante no era la acción a realizar sino el equipo de gente que estaba en la operación. En eso Rodolfo Walsh y Paco construyeron una relación con la organización, sobre todo con la base de la organización, que siempre le agradecían o pedían ir con ellos en los tantos ámbitos en que han estado de militancia".

Más adelante, Aznárez reconstruyó los días finales de Urondo y reveló que "cuando termina su paso por 'Noticias' y empieza la nueva experiencia de Informaciones, llega ese momento álgido para el cual hay una polémica de si lo mandaron o no lo mandaron al muere por ir a Mendoza. A nosotros nadie nos mandaba a hacer cosas que no tuviéramos ganas de hacer. Todo lo que hacíamos en la militancia política lo hacíamos porque queríamos estar en esa organización, porque nos comprometíamos con eso. A veces había excesos, errores, pero hay una parte de nuestra historia que se ha contado en el después, sobre todo cuando se empezaron a escribir libros que contaban la experiencia del 70 donde se quiere dejar esa imagen de que todos nuestros jefes nos mandaban al muere. Y no es así. Nadie iba al muere porque lo mandaban, uno estaba en una organización comprometida hasta las últimas consecuencias. Se cometían errores graves y también se pagaban esas culpas con los compañeros de base y otras veces con la muerte de algunos de los compañeros de la dirección; porque no todos los compañeros de la dirección de Montoneros o del ERP son los que sobrevivieron. Hay un montón de compañeros que fueron direcciones de esas organizaciones y estuvieron en la primera línea de combate hasta último momento. Y Paco era uno de ellos. Evidentemente Mendoza no era el lugar ideal para mandarlo, pero ya no había lugares ideales, todo el país estaba agujereado por la delación, por los servicios..."

Antes de terminar, también recordó a quien fuera la última compañera de Urondo, "Alicia Cora Raboy, una compañera que siempre reivindico porque la conocí y trabajé en distintos ámbitos de la organización. Alicia ha quedado siempre como la compañera de Paco, incluso algunos compañeros la miraban como 'La mujer de...'. Alicia se tomó la militancia en serio y le cambió la vida. Era muy disciplinada, honesta. A Paco, Alicia lo calmaba, porque Paco muchas veces volaba y Alicia lo bajaba a tierra. Y sobre todo le dio a su hija, Angela. Cuando nació Angela a Paco lo vimos cambiado, como que necesitaba ser padre otra vez y lo festejó con un entusiasmo que le hizo olvidar todos los agujeros negros que le estaba planteando en ese momento la militancia".

Para finalizar, Carlos Aznárez reflexionó que "hay que rescatar de Paco y de todos estos compañeros como Haroldo Conti, Rodolfo Walsh, Miguel Angel Bustos, que siendo brillantes intelectuales nunca se dejaron ganar por esta aureola de intelectualidad y cuando hubo que pasar a la acción directa, porque no había otra vía o forma de combatir a los enemigos, tomaron el camino de las armas. Y si hubiéramos ganado la revolución, hubieran sido maravillosos constructores. Hay que decirlo, estuvimos ahí del triunfo y porque estuvimos ahí nos pegaron con la ferocidad con que nos pegaron, porque estuvimos arañando el cielo. En ese sentido Paco nos dejó un legado de vivir con coherencia y con alegría las cosas que se hacen".