Libros sí, Alpargatas también
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Entrevista a Higinio Polo, doctor en Historia Contempóranea y escritor:
"O el mundo desarrollado se toma en serio la radical desigualdad del planeta o tendrá que afrontar gravísimas crisis"
Erasmo R.
Higinio Polo es profesor de Historia y vive en Barcelona. Doctor en Historia
Contemporánea por la Universidad de Barcelona, ha publicado numerosos trabajos
sobre cuestiones políticas y culturales y colabora en diversas publicaciones
periódicas. Es autor de las novelas Al acabar la tarde en Singapur, y Vientre de
nácar, ambas en Montesinos, y del ensayo Irán, memorias del paraíso, también en
la misma editorial.
ENTREVISTA Usted toca muchos géneros literarios. ¿En cuál de ellos se siente más
a gusto?
Higinio Polo: No estoy muy seguro de que me interesen todos los géneros
literarios, sobre todo pensando en las epopeyas, los madrigales, las odas, e
incluso las fábulas, aunque a estas alturas es difícil establecer fronteras
entre géneros diversos que nos sirvan para algo más que para repartir etiquetas.
Abordo algunos, sí; contenidamente, creo. De hecho, lo que más me gusta es
mezclar la pura invención con los textos ensayísticos, hasta el punto de
confundir una cosa con otra. En los textos periodísticos juego con la
información, la crónica, el reportaje e incluso el ensayo. También en las
novelas: en la que aparecerá próximamente se incluyen, por ejemplo, artículos
periodísticos escritos por algunos de los personajes de la novela.
¿Qué pretende al escribir sobre viajes? ¿Es sencillamente una forma de dar a
conocer otras culturas, países o costumbre o un medio para fomentar el interés
por "los otros"?
Higinio Polo: Estrictamente, no puede decirse que escriba sobre viajes, aunque
aparezcan distintos países en mis textos literarios o en mis artículos
periodísticos. Me explicaré: viajar a Irak, como he hecho, no tenía sólo el
estímulo de conocer Bagdad, Babilonia o Samarra, sino, sobre todo, comprobar los
estragos que causó la política norteamericana a la población iraquí, cuyo
sufrimiento continúa, para después hacer llegar esa realidad, en la medida de
mis posibilidades, a quien no la conoce. La sanguinaria ocupación que hoy está
padeciendo Iraq no debe olvidarse y creo que todos debemos contribuir a poner
límite al sufrimiento y a la guerra. No creo que se escriba sobre viajes, sino
sobre los seres humanos. Dicho esto, no me importaría nada que se me pegase a la
piel algo del Stendhal de Paseos por Roma, del Magris de El Danubio, del Calvino
de Las ciudades invisibles, del Conrad de El corazón de las tinieblas, o de
cualquiera de los libros de Norman Lewis. Pido poco, ¿verdad? De igual forma,
viajar a Irán o a Vietnam, a la Argentina o a Sudáfrica, me acerca a otras
realidades que expresan también la diversidad humana y la soledad de la gente
normal ante la brutalidad del poder imperial y de sus cómplices. No olvidaré
nunca, por ejemplo, el rostro quemado de una joven mujer vietnamita por el
napalm lanzado por los bombarderos norteamericanos, en Hanoi. Aquella mujer
debía ser una niña cuando la ferocidad de los militares de Washington se cruzó
en su vida. Como no olvidaré los interminables kilómetros de miserables barracas
donde la segregación blanca obligó a vivir a los negros sudafricanos: todavía
hoy, muchos viven en ellas.
Como articulista mantiene una línea muy crítica con el poder y con el sistema.
¿Cree que merece la pena esta batalla?
Higinio Polo: Sin duda. ¿Qué otra cosa mejor y más digna podríamos hacer? Los
intelectuales siempre se han mantenido, mayoritariamente, al amparo del poder;
el escriba sentado es un funcionario a sueldo del poder, complaciente, que
siente a veces la comezón de su complicidad, aunque obtenga beneficios
personales. Eso empieza a quebrarse con fuerza en el siglo XX, sin que olvidemos
por eso los autores que, antes, contribuyen a la elaboración de un discurso y
una tradición de crítica al poder: nombres como Zola o Wilde, incluso Tolstoi,
muestran otras inquietudes. Después, ya en la estela de la revolución
bolchevique, hombres como Henri Barbusse o Romain Rolland, crean un movimiento -o
adoptan una posición, como quiera- que llega hasta nuestros días. Curiosamente,
los más feroces ataques contra lo que se ha llamado el intelectual comprometido
han surgido siempre de otros intelectuales, en nómina del poder.
En relación con lo anterior ¿no teme que el sistema consiga que sea usted
considerado un escritor marginal?
Higinio Polo: Tendríamos que definir qué es un escritor marginal. Por otra
parte, no es que "el sistema" planee una acción concreta para todas y cada una
de las personas que se dedican a tareas más o menos intelectuales.
Sencillamente, privilegia el discurso que le interesa y facilita la promoción de
sus protegidos. Para mí, la marginalidad está más ligada a las zalamerías ante
el poder, a la insignificancia que supone aceptar convertirse en ornato,
portavoz o cómplice, a veces en artífice directo del discurso del poder
capitalista. La verdad es que, pese a los problemas que he tenido -y tengo- con
algunos periódicos de difusión nacional para publicar artículos de opinión,
puedo hacerlo en otros medios y revistas, que, si bien no tienen la misma
difusión, son mucho más honestos y dignos.
¿Cree que el mundo de la cultura puede contribuir a mejorar la sociedad y de ser
así cuál sería el camino?
Higinio Polo: Sin duda, puede hacerlo. Como puede hacerlo también el conjunto de
los metalúrgicos o de los trabajadores de la sanidad. En el mundo de la cultura,
como en cualquier otro grupo social, los intereses son muy diversos, y las
expresiones literarias, o artísticas, están siempre ligadas a una concepción del
mundo y de la vida de la que nadie puede desprenderse. No hay más que leer los
artículos de los colaboradores de los principales periódicos: siempre hay
excepciones, desde luego, pero la mayoría saben perfectamente lo que hay que
escribir en cada medio.
¿Qué opinión le merece la difusión de la literatura a través de internet?
Higinio Polo: Me parece muy bien, la verdad, que se difunda textos literarios
por Internet. Es un excelente instrumento para divulgar ideas, aunque si,
además, los ciudadanos compran libros, mejor.
¿Qué espera en el terreno educativo y cultural del nuevo equipo de Gobierno?
Higinio Polo: Como mínimo, que cambie radicalmente los propósitos educativos del
anterior gobierno de José María Aznar, que la religión salga de los centros
educativos y que se incremente la inversión en la educación y en la instrucción
pública. Y que se luche contra la invasión de la peor cultura norteamericana,
que es la que, en general, nos llega, cuando también se hacen allí cosas del
mayor interés, aunque apenas se conozca.
¿Le sorprendió la victoria de ZP, o, mejor, ganó ZP o perdió Aznar?
Higinio Polo: Sí, fue una sorpresa para todos, también para el PSOE.
Probablemente, el partido socialista recogió los votos del hartazgo de la
población ante una forma de gobernar, junto a la movilización de última hora
producida por la indignación ante las mentiras del gobierno y su vergonzosa
subordinación al poder de Washington. De todas formas no hay que esperar
demasiado de un partido socialdemócrata que tiene un alma liberal.
¿Tras el 11 de marzo cree sinceramente que se puede producir un cambio serio en
la sociedad con respecto al tercer mundo?
Higinio Polo: No, no lo creo. Para ello sería necesario el fortalecimiento de
los sectores situados más a la izquierda del PSOE -los representados por
Izquierda Unida, el Partido Comunista de España, y otros ligados al anarquismo y
a la izquierda anticapitalista- y la configuración de un bloque de cambio que
apostase por un cambio real en las estructuras económicas y sociales del país.
Por otra parte, los cambios no pueden realizarse a escala nacional: ahí están
las ataduras de la Unión Europea. De todas formas, o el mundo desarrollado se
toma en serio la radical desigualdad que existe en el planeta y renuncia a una
parte de su bienestar para contribuir al desarrollo planetario o tendrá que
afrontar gravísimas crisis: el ochenta por ciento de la humanidad no puede
seguir viviendo en las condiciones en que lo hace.
¿Nos puede adelantar algo sobre su próxima obra?
Higinio Polo: Ya he comentado que, en unas semanas, va a aparecer una novela.
Además estoy trabajando en varias cosas simultáneamente: manías. Estoy ultimando
un libro sobre la política exterior norteamericana, que, de hecho, es una
selección de ensayos y artículos que han aparecido en distintos medios; trabajo
también en un pequeño ensayo sobre una figura de la literatura española, y
todavía en otro libro: una colección de imágenes que tienen una proyección
histórica y literaria, y, finalmente, una novela a propósito de cierto archivo,
tal vez imaginario. No sé cómo voy a salir de todo este lío.
¿Está usted de acuerdo en que España de acuerdo en que España goza de una buena
salud literaria?
Higinio Polo: No sabría qué decirle.
¿Por qué se lee tan poco en este país?
Higinio Polo: Buena pregunta. Probablemente porque se sirve a la población la
basura de una cultura de masas que busca el embrutecimiento popular. La II
República hizo más, en apenas cinco años, por la instrucción popular y por la
cultura que estos veinticinco años de monarquía impuesta. No desdeño, ni mucho
menos, la libertad conquistada, en la que, si se ha avanzado en muchos aspectos
ha sido exclusivamente por el empeño y la lucha de las organizaciones populares.
Pero no puede olvidarse que, hoy, esta relajada monarquía de fastos y
francachelas privadas convive gustosamente con los beneficiarios de la
corrupción, con los empresarios de alma esclavista, con los hijos del franquismo
reconvertidos en delicados liberales dispuestos a seguir sirviendo basura a la
población. Esa es la explicación. ¿Cómo van a leer quienes se embrutecen con los
programas de televisión? Y gracias por todo, habéis sido muy amables.
Gracias a Usted por su tiempo.