VOLVER A LA PAGINA  PRINCIPAL
Libros sí, Alpargatas también

5 de febrero de 2004

Hegemonía de la frivolidad
Cultura de la evasión

Lisandro Otero
Rebelión

En este instante la aldea global es una realidad. Existen mil seiscientos periódicos diarios en la red de Internet. El número de medios de comunicación obtenibles por línea telefónica sobrepasa los cinco mil y su número aumenta cada día. A partir del próximo siglo no será posible pretender la difusión de una idea, o de propagar una iniciativa, si no se está dentro del intercambio digital. La industria del entretenimiento en Estados Unidos ha pasado a ser su principal producto de exportación. Aporta más que los autos de Detroit o las computadoras del Valle del Silicio, según el Departamento de Comercio. Más de sesenta mil millones de dólares son facturados cada año por esa vía.

La penetración de la cultura estadounidense después de la Segunda Guerra Mundial, y aun más tras el cese de la Guerra Fría, es un fenómeno universal. La compañía de renta de videos Blockbuster tiene dos mil representaciones en 26 países y la popular distribuidora de discos Tower tiene setenta tiendas en 15 países. Los viejos programas de la televisión como "I love Lucy", con la interpretación estelar de la fallecida Lucille Ball, han pasado a ser una imagen popular en el Tercer Mundo, como es ahora en el pequeño Bhutan, al borde del Himalaya. Time Warner se ha convertido en la mayor productora y exportadora de programas de televisión y sitúa sus productos en 175 países. Los restaurantes McDonald?s se abren a un ritmo de seis diarios, incluso en Francia que tiene la reputación de ser el país que cuenta con la mejor cocina del mundo, está invadida por los establecimientos de hamburguesas

La razón del éxito de la difusión cultural estadounidense se debe, desde luego, al expansionismo hegemónico. Sucede ahora lo mismo que en la época del Imperio Romano. En aquellos tiempos la cultura era una sola desde Tánger a Armenia, desde Escocia hasta las fuentes del Nilo. Los acueductos, las termas y las calzadas tenían un patrón similar, dictado por el Estado dominante en la época. Hoy el "modo de vida americano" constituye la ambición de muchos. Pero hay otro elemento importante, analizado por los sociólogos. El "modo americano" es divertido, propone placer, evasión, irresponsabilidad. El "modo americano" tiene presente en todo momento que el ser humano desea pasar un rato agradable, ameno.

Los medios de comunicación mienten, tergiversan y difaman. Hasta los reputados de mayor seriedad han sucumbido a las presiones de la falsedad. Ello fue más que evidente durante la reciente invasión a Irak. La opinión mundial ha reaccionado alimentando la prensa alternativa. La red de Internet que fue ideada por el Pentágono con fines militares se ha convertido, ahora, en un instrumento de liberación. Existen más de cuatrocientos periódicos que se propagan por esta vía y algunos de ellos, como Rebelión, han alcanzado millones de lectores y un éxito sin precedente divulgando sencillas verdades. La oferta de principios, el análisis objetivo y la difusión razonable han demostrado tener una amplísima aceptación social.

Estados Unidos es una nación de inmigrantes que llegaron a una nueva patria con la esperanza de hallar la tierra de promisión. La cultura estadounidense difunde la creencia en una esperanza cierta: todo habrá de salir bien, todos van a prosperar. En sus filmes, su música, predomina una sensación de libertad de acción, la presencia de innumerables opciones abiertas, la gratificadora autonomía del individuo, la fe en las posibilidades mágicas de la transformación de la vida. Ello otorga ese poder de captación, aunque sabemos que la realidad es bien distinta y la frustración, el vicio, la delincuencia, el desempleo y el naufragio de muchos sueños dan la tónica de la vida cotidiana. Son muchos quienes desean parecerse a los norteamericanos, vestir como ellos, comer lo que ellos comen, oír y bailar lo que ellos oyen y bailan. Esa inmensa capacidad de proselitismo se debe al ocio placentero, al esparcimiento ligero que propone aquella cultura.

Las canciones de Madonna y Michael Jackson se oyen desde Estonia a Bombay. Series como "Dinastía", "Miami Vice" y "Dallas", que dejaron de ser vistas en Estados Unidos, invaden los televisores de Camberra y de Vladivostok. Las muñecas Barbie son arrulladas por las niñas de Papúa. El programa "Baywatch" es un favorito en Hong Kong. En Irán, el país de los ayatolas que han declarado a Estados Unidos como el Gran Satán, se lee a John Grisham y Sidney Sheldon y se escucha a grupos desaparecidos como Guns N?Roses. Buena parte de esa cultura evasiva no contribuye al conocimiento del hombre y propone la frivolidad como programa de vida. El ser humano no puede vivir ignorándose a sí mismo, pero los sueños deleitosos arrastran a la fruición adictiva de la dinámica moderna del "modo americano" que ejerce un gran atractivo sobre ciertas masas juveniles de escasa madurez y menguada capacidad reflexiva.

Pero gradualmente las quimeras se desvanecen y la juventud está despertando y por ello desfila en Davos y en Seattle contra el neoliberalismo o se congrega en América Latina para protestar contra el ALCA. Los restaurantes McDonalds son incendiados y los consulados estadounidenses son apedreados en todo el mundo. Una sana reacción se ha experimentado en los albores de nuestro siglo que ha descubierto que la vida no es del color de rosa que proponían los filmes de Doris Day y Rock Hudson.