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Heinz Dieterich Steffan

8 de febrero del 2003

El Sendero Luminoso de Bush y Blair

Heinz Dieterich Steffan

"Salvo el poder, todo lo demás es ilusión", solía decir el líder de la organización terrorista peruana, Sendero Luminoso, Abimael Guzmán. Esta máxima de la realpolitik del "Camarada Gonzalo" es la que rige la guerra de agresión de George W. Bush y Tony Blair contra Irak.

Si sólo el poder cuenta, el derecho y la ética ---los dos principales obstáculos al abuso del poder--- son irrelevantes. Y también son insignificantes la verdad, la solidaridad, el amor y el perdón. Es el sueño totalitario del uso ilimitado del poder, sin frenos ni limitaciones a fin de imponer sus propios intereses a los intereses de los demás.

Esa negación del otro lleva directamente al fascismo histórico europeo, del cual los nuevos cruzados anglo-estadounidenses se creen tan lejos. Si Donald Rumsfeld, ministro de "defensa" en el gabinete de George W. Bush ---y, junto con el vicepresidente Dick Cheney, uno de los dos arquitectos de la política guerrerista estadounidense--- se burla de la "vieja Europa", que se niega a darle un cheque en blanco para apoderarse del petróleo iraquí, se le olvida que la gente de su estirpe está siguiendo precisamente las huellas de los viejos europeos Adolf Hitler, Mussolini y Franco.

Y esto no sólo en un sentido ideológico y amoral, sino muy práctico. No sólo la estrategia militar que utilizarán por segunda vez contra Irak es una versión avanzada de la famosa doctrina del Blitzkrieg de los nazis, desarrollada por el General de Panzer, Heinz Guderian, sino hasta la tecnología de ataque que pretenden emplear es una herencia de los científicos de Adolf Hitler.

En las primeras 48 horas del ataque, las fuerzas de agresión de Estados Unidos y Gran Bretaña lanzarán 3000 mísiles cruceros teledirigidos de alta precisión contra objetivos iraquíes. La guerra comenzará "en una gran explosión", se ufanan los planeadores del Pentágono de sus artificios bélicos, que fueron empleados por primera vez en la historia por Hitler contra Londres. Esos cohetes cruceros, llamados por los nazis V 1 (venganza 1), al igual que los primeros cohetes balísticos de la historia, los V 2 y los aviones de combate jet (ME 262), estuvieron en primer lugar de la lista del botín de guerra, que Washington había confeccionada para garantizarse la ventaja tecnológica decisiva para dominar el Nuevo Orden Mundial de la posguerra de 1945.

Detrás de las tropas estadounidenses que entraron a Alemania, iban unidades especiales de científicos y técnicos con listas precisas de las instituciones de investigación y de producción bélica de los nazis, que requirieron ---siempre ganándole la competencia a los ingleses y rusos--- miles de toneladas de armamento avanzado, de patentes científicos y de uranio, para las guerras inevitables de su Nuevo Orden Mundial anti-comunista.

Junto con el hardware se llevaron a la elite científica que posteriormente garantizó la posición de vanguardia mundial de Estados Unidos en la industria aeronáutica y, a los especialistas nazis en terrorismo de Estado. Muchas de las guerras post-1945 iban a ser guerras de guerrilla ---es decir, contra movimientos de liberación nacional--- preveían los planeadores estratégicos de Washington, y nadie tenía más experiencia en combatir esos movimientos de liberación nacional que los nazis. En los territorios ocupados de la Unión Soviética, del Balcano, de Francia e Italia, se habían formado grandes movimientos guerrilleros anti-nazi y la represión de esos movimientos era un tesoro de know how, que la elite estadounidense codiciaba.

En consecuencia, llevó desde generales hasta simples torturadores nazis a Estados Unidos para integrar ese conocimiento de represión de movimientos populares armados en su arsenal guerrerista. En uno de esos grupos de estudio, un general alemán que había combatido en la URSS les confió a sus educandos estadounidenses una lección que había aprendido en lo que los nazis llamaron la "guerra contra bandidos": incapaces de expulsar a las guerrillas rusas de los pantanos del Pripjet con armas convencionales, se debía usar en futuras guerras de contrainsurgencia armas nucleares para aniquilarlos.

Bajo el gobierno de George W. Bush, esta lección del general nazi es doctrina militar oficial de Washington que amenaza a cualquier ente social con la destrucción preventiva nuclear. Y el gobierno de Blair no se queda atrás. El 3 de febrero, el ministro británico de "Defensa", Geoff Hoon, declaró en una entrevista con la BBC que "Saddam puede estar completamente seguro de que, en las condiciones adecuadas, estaríamos dispuestos a utilizar armas nucleares".

Que la amenaza nuclear del gobierno de su Majestad se dirija contra Irak, implica una trágica ironía de la historia. Cuando las tropas británicas devastaron, de 1915 en adelante, a los pueblos de Mesopotamia, hoy Irak ---tal como Marcel Proust relató en una de sus últimas notables novelas--- el icono de la democracia occidental y ministro del gabinete inglés, Winston Churchill, recomendaba el uso de gas letal contra "las incivilizadas tribus árabes", incluyendo la población civil. Esta es la "vieja Europa" que el nuevo fascismo anglo-estadounidense pretende reavivar con las armas y la ideología perfeccionada de Hitler, para someter a la humanidad a otros quinientos años de opresión y explotación.

Y al igual que Hitler, sus herederos calculan la guerra de agresión como negocio. Los enormes costos del rearmamento alemán de 1933 a 1939, financiado por el keynesianismo militar de los nazis, tenían que cubrirse de alguna forma, si no, el milagro económico de Hitler iba a terminar en una catástrofe económica debido a los gigantescos déficit del Estado. Ese endeudamiento lo iban a pagar los vencidos, decidía Hitler, y lo mismo se ha decidido para la guerra de rapiña contra Irak.

"El gobierno de un Nuevo Irak rembolsaría a Estados Unidos y Gran Bretaña mucho de lo que gastó durante la guerra y la implementación de un gobierno de transición", escribió el columnista del The New York Times, y amigo personal del Primer Ministro israelí, Ariel Sharon, William Safire, en octubre del año pasado, añadiendo que tampoco pagará "la corrupta ´deuda´ por 8 mil millones de dólares que Rusia le reclama a Saddam".

Pagando las víctimas los costos de la guerra de agresión y reconstrucción; entregando las mayores reservas petrolíferas del mundo, superiores a las de Arabia Saudita, como ahora se ha revelado; cediendo el sistema fluvial y las reservas de agua dulce más grandes de Medio Oriente (los ríos Tigris y Euphrates), de vital importancia para Israel; pudiendo experimentar bajo condiciones reales la efectividad de la primera brigada de tanques totalmente digitalizada, dentro de la nueva concepción militar del campo de batalla electrónico, Air-Land Battle 2000, y, de las nuevas armas de alta energía, de tipo láser y de microondas; pudiendo debilitar estratégicamente a Rusia, China y el eje Berlín-Paris, en fin, todo esto es un meganegocio, que ninguna elite imperial puede rechazar.

La histeria de la clase política estadounidense ante la resistencia de Alemania, Francia y Bélgica, frente al nuevo fascismo de la troika Bush, Blair y Sharon, encuentra aquí su explicación. Nadie debe interferir con el negocio del siglo, y así lo han entendido los empleados políticos del Wall Street Journal en Europa, José Maria Aznar y Silvio Berlusconi, que rindieron pleitesía a la nueva troika mediante su servil carta de sumisión, publicada por el diario del subimperialismo español, El País, el 30 de enero.

El gobierno polaco, a su vez, ha decidido echar su suerte con Gran Bretaña y Estados Unidos, ante la histórica amenaza que han sido Rusia y Alemania. Sin embargo, en la actual repetición fársica de la tragedia de los años treinta, los pretendidos salvadores de Polonia son la peor amenaza para la humanidad. Si la democracia imperialista británica-estadounidense de 1939 era preferible al totalitarismo imperialista de la Alemania nazi, hoy es al revés.

Una gran parte de la opinión pública informada entiende esto. En una encuesta de opinión electrónica de la edición europea de la revista Time, 318,000 personas contestaron la pregunta: "¿Qué país representa el mayor peligro para la paz mundial en el año 2003?", de la siguiente manera: Corea del Norte, 7 por ciento; Irak, 8 por ciento; los Estados Unidos, 84 por ciento.

Pero, como en la lógica del Camarada Gonzalo, de George W. Bush y de Tony Blair, "salvo el poder, todo lo demás es ilusión", la opinión mundial informada no importa. Lo que debe aprender esta opinión mundial es, que los nuevos fascistas ya no hablan el idioma de Goethe. Hoy hablan el idioma de Shakespeare.