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Juan Gelman

El libreto se repite

Juan Gelman
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El representante de EE.UU. en la Junta de Gobernadores del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), Jack Sanders, reiteró la semana pasada en una reunión en Viena que ese órgano directivo "no puede ignorar para siempre su obligación estatutaria de elevar esta cuestión al Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas". La "cuestión" es notoria: Washington insiste en que Irán se propone fabricar armas nucleares. Días antes, el subdirector general de la OIEA, Pierre Goldschmidt, había proporcionado a los miembros de la Junta una actualización del informe de noviembre último preparado por los inspectores de la OIEA en Irán, quienes verificaron que Teherán había suspendido voluntariamente sus actividades de enriquecimiento de uranio cuando inició negociaciones sobre el tema con Alemania, Francia y el Reino Unido. Verificaron además que Irán acata las obligaciones que contrajo como Estado parte del Tratado sobre la no proliferación de armas nucleares de la ONU y de su Protocolo adicional. Pero W. Bush no lee esos documentos y a los neoconservadores poco les importan. Sus bocas dictan cuál es la realidad.
Goldschmidt señaló al presentar el informe que Teherán ha incrementado sustancialmente su colaboración con la OIEA y permitido "el acceso oportuno a sus instalaciones y materiales nucleares en virtud del acuerdo de garantías". Da igual. W. Bush afirmó sin pruebas que Irak ejecutaba un programa de rearme nuclear, que poseía enormes depósitos de armas biológicas y químicas y que mantenía estrechas relaciones con Al Qaida. Nada de eso resultó cierto, pero por qué privarse ahora de usar la técnica encontrada. La nueva secretaria del Departamento de Estado Condoleezza Rice asevera que Teherán incumple sus obligaciones internacionales, aunque el tiempo no le alcanza para demostrarlo. De Irak se dijo que no cumplía las resoluciones del Consejo de Seguridad, aunque las cumplía. Cabe señalar de paso que W. Bush y sus acólitos nunca mencionan el robusto arsenal nuclear de Israel, que nunca adhirió al Tratado de no proliferación y nunca permitió que la OIEA lo inspeccionara. Es que una cosa es una cosa y otra cosa es otra cosa.
La Casa Blanca hizo caso omiso de las inspecciones de la ONU que no encontraban armas de destrucción masiva en Irak. Tampoco ahora escucha al diplomático egipcio y director general de la OIEA, Mohamed El Baradei, quien señala que ni los datos de inteligencia ni la labor de sus inspectores han aportado evidencias de que Irán se propone tener armas nucleares (The Washington Post, 16/2/05). Teherán reitera que el reactor de agua pesada que construye en Arak, localidad del centro del país, y que se terminará en cuatro años más, servirá para incrementar el suministro de energía eléctrica para la población y la industria. "Lo que el petróleo hizo por Irán durante más de cien años, la tecnología nuclear puede hacerlo en 20", afirmó el ex viceministro de Defensa iraní, Alireza Akbari (The International Herald Tribune, 7/3/05). Y luego: el petróleo no durará para siempre.
En una poco habitual conferencia de expertos nucleares –tres de ellos, norteamericanos– que se llevó a cabo en Teherán el fin de la semana que pasó, Hassan Rowhani, director del proyecto nuclear iraquí, advirtió que si EE.UU. empuja al Consejo de Seguridad a imponer sanciones a Irán "la seguridad y la estabilidad de la región se tornarían problemáticas". Y no sólo: "(las sanciones) causarían problemas en el mercado energético regional, pero también en la economía europea y todavía mayores en EE.UU." (The Australian, 7/3/05). Por su parte, el ex presidente Hashemi Rafsanjani recalcó que el Tratado sobre la no proliferación de armas nucleares faculta a los Estados parte a construir centrales nucleares con fines pacíficos y que ése es un derecho al que Irán no renunciará. "No podemos detener nuestro programa nuclear –asentó– y no lo haremos. No se puede quitar a un país la tecnología que ya tiene" (Fox News, 6/3/05).EE.UU. y varios países europeos acordaron en la década de los ’70 instalar 20 centrales nucleares en el Irán del sha, pero rompieron el compromiso de inmediato en 1979, cuando el ayatola Jomeini tomó el poder. Lo dicho: una cosa es una cosa y otra cosa es otra cosa.
Teherán llegó con desconfianza a la segunda ronda de negociaciones con Alemania, Francia y el Reino Unido que se iniciaron en Ginebra el martes 8.
Los europeos exigen que Irán detenga el enriquecimiento de uranio como único "acuerdo de garantías" posible a cambio de algunos incentivos económicos. Pero "Europa no ha presentado ningún plan o propuesta, ni tomado iniciativa alguna respecto del establecimiento de garantías objetivas", declaró a la agencia noticiosa IRNA Hossein Moussavian, representante iraní en las negociaciones (www.channelnewsa sia.com, 6/3/05). Entre las promesas europeas figura la posibilidad de que Irán ingrese en la Organización Mundial de Comercio, un derecho de todo país cuyo ejercicio EE.UU. ha vetado sistemáticamente a Teherán. Para los "halcones-gallina", las sanciones que el Consejo de Seguridad aplicaría a Irán abrirían la puerta de otra invasión. Obsedidos por su sueño imperial, no los arredran ciertos hechos: que Irán es un país montañoso y no llano como Irak; que tiene casi 70 millones de habitantes y no 25 millones como Irak; que su ejército cuenta con armas modernas a diferencia del Irak de Hussein. Los 1500 muertos y casi 20.000 heridos que la guerra de Irak le viene costando al pueblo norteamericano son bajas que en Irán podrían aumentar abruptamente.