Ejes
Juan Gelman
Página 12
Se espesa la trama contra Irán, al que se acusa de procurar armas nucleares so
capa de un programa de enriquecimiento de uranio con fines pacíficos. Teherán
insiste en que sólo quiere tener más energía eléctrica, pero Washington y Tel
Aviv no le creen –o dicen que no le creen– y han comenzado a rodar los mismos
argumentos y amenazas que precedieron a la invasión a Irak. Norman Podhoretz, ex
director de la revista Commentary que leen con fruición los neohalcones, declaró
a fines de agosto: "No estoy abogando por invadir a Irán, aunque...". Los puntos
suspensivos pueden llenarse con las afirmaciones sobre el tema del general
Eliazar Shkedy, jefe del Estado Mayor de la fuerza aérea israelí: "Si el Estado
resuelve que se requiere una solución militar, los militares deben
proporcionarla", registra el número de Newsweek del próximo lunes 27. La revista
agrega: "La semana pasada, funcionarios estadounidenses e israelíes
intercambiaron ideas acerca de una posible acción militar, aunque algunos
piensan que es muy tarde para impedir que Irán fabrique armas nucleares (si
elige hacerlo)".
El asunto es complicado para el gobierno Bush y seguramente nada se decidirá
antes de las elecciones presidenciales de noviembre. Los "halcones-gallina"
instan a derrocar al gobierno iraní por la vía militar. La idea no es muy
popular en las filas republicanas, donde cunden los ceños fruncidos ante ese
gran pantano político-militar en que Irak se convirtió para la Casa Blanca. W. y
alrededores creían que el traspaso a fines de junio de la Autoridad Provisional
de Coalición, dirigida por los ocupantes, a un gobierno interino, digitado por
los ocupantes, iba a socavar la base insurgente. Y no: el Washington Post
contabilizó en primera plana que en julio y agosto fueron muertos por la
resistencia iraquí más efectivos norteamericanos que durante la invasión de
marzo-abril del 2003. El número de heridos duplicó, sólo en el mes de agosto, el
de los heridos durante la invasión. The Wall Street Journal reconoce que la
insurgencia está más organizada y no se explica de otro modo que ésta lleve a
cabo un promedio de 80 ataques diarios, es decir, cuatro veces más que hace un
año. Los insurgentes controlan territorio y no pocas ciudades del llamado
triángulo sunnita, mientras los partidarios del chiíta Al Sadr combaten en las
calles de Bagdad y no ahorran proyectiles de lanzagranada para sobresaltar la
muy amurallada Zona Verde de la capital, asiento del virrey-embajador John
Negroponte.
Las críticas por "el manejo desastroso" de la ocupación de Irak no sólo dimanan
del candidato demócrata John Kerry. El sábado 19-9 cuatro senadores republicanos
expresaron su alarma malhumorada por la situación, mientras el primer ministro
provisional iraquí Iyad Allawi afirmaba por televisión "estamos ganando". "No,
no creo que estemos ganando... tenemos problemas graves en Irak", declaraba a la
CBS Chuck Hagel, miembro del comité de relaciones exteriores del Senado. Richard
Lugar, presidente de dicho comité, confiaba a la cadena ABC que "hay
incompetencia en el gobierno". Lindsey Graham pedía por la CNN que se enviaran
más tropas y John McCain redondeaba que sólo se podía acabar con la resistencia
iraquí poniendo "botas sobre el terreno", unos 90.000 pares o más. Tampoco ésa
es una idea popular entre sus conciudadanos, que han perdido a más de mil de los
suyos en la aventura iraquí. Una encuesta reciente del Pew Research Center
encontró que el 51 por ciento de los interrogados temía que W., de ser reelecto,
llevara al país a otra guerra. Es un temor con fundamento: en tal caso se
necesitarían muchos más hombres de la reserva y de la Guardia Nacional que hoy
viven en sus casas.
Las acechanzas contra Irán repiten sin pudor los prolegómenos de la invasión a
Irak. Se acusó a Saddam Hussein de acumular armas de destrucción masiva que
nunca se encontraron; se presume que Irán está a punto de fabricar armas
nucleares. Los servicios diplomáticos y de inteligencia de EE.UU. estrecharon
sus contactos con los exiliados iraquíes en busca de posibles sustitutos de
Saddam; lo mismo hicieron el año pasado con los exiliados iraníes, aunque al
parecer no encontraron entre ellos "grupos confiables" (The New York Times,
21-9-04). Como ocurrió con Irak, aliados europeos tan importantes como Francia y
Alemania prefieren evitar otra "guerra preventiva". En tanto, Israel negocia con
Washington la compra de 500 bombas BLU-109, bautizadas "rompe-bunkers" y capaces
de destrozar las instalaciones subterráneas en las que Irán ocultaría
centrifugadoras que producen uranio enriquecido. No parecen bombas que Tel Aviv
ha de usar contra los palestinos: un vocero del Pentágono explicó en junio
pasado que en realidad contribuyen "de manera importante al logro de los
objetivos estratégicos y tácticos de EE.UU." (Reuters, 21-9-04). ¿Cuáles
objetivos? ¿Siria? ¿Irán?
Pero W. no gana para sustos. En medio de sus presiones para que la cuestión
nuclear iraní sea examinada por el Consejo de Seguridad de la ONU con vistas a
aplicar sanciones a Teherán –como antes a Bagdad–, inspectores del Organismo
Internacional de Energía Atómica (OIEA) descubrieron que Corea del Sur estaba
produciendo uranio enriquecido en el mayor de los secretos. Claro que Corea del
Sur, como Israel, India, Pakistán y otros países con armas nucleares, no forma
parte del "eje del mal" y su caso no será juzgado por el Consejo de Seguridad ni
se le impondrán bloqueos económicos. El eje del bien ha de prevalecer y reinar
sobre la Tierra.