"Foro
Social Mundial 2005 en Porto Alegre (Brasil)" del 26 al 31 de enero
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Foro social mundial: la información
Marcelo Pereira
El VI Foro Social Mundial (FSM) se realizará el año próximo de modo
descentralizado, "en varios lugares del mundo" aún indefinidos, y eso aumenta la
importancia de resolver problemas pendientes de comunicación, interna y hacia
fuera.
Según los organizadores del FSM, hubo unos 155.000 participantes en su quinta
edición, que terminó este lunes en la meridional ciudad brasileña de Porto
Alegre, y de ellos, 6.880 se acreditaron como comunicadores. La proporción de un
comunicador cada 22,5 personas parece excelente, pero no evitó que persistieran
grandes dificultades en la materia.
Los periodistas profesionales de medios de comunicación masiva tuvieron que
adaptarse, como en anteriores ediciones, a la ausencia de una "oficina de
prensa" tradicional. Como el Foro no tiene dirigentes ni portavoces (y este año
ni siquiera tuvo invitados especiales) tampoco cuenta con una estructura propia
que seleccione, entre su torrente de actividades (fueron 2.500), las que
considera principales, o intente sintetizar lo ocurrido cada día.
Esa tarea titánica queda a cargo de cada periodista, pero antes de entrar a la
difícil definición de criterios sobre lo que importa, está el problema de contar
con un panorama general de los hechos, que son prácticamente inabarcables.
El FSM no está pensado para que alguien pueda ver el panorama general de lo que
pasa en él, pero los periodistas tratan de acercarse a esa perspectiva, o se
presentan ante su público como si la tuvieran.
En el mundo actual, y quizá también en el "otro mundo posible" que se intenta
construir desde el Foro, a nadie le interesarían las noticias de alguien que
admitiera estar perdido en medio de una vorágine.
En ese marco, no puede llamar la atención que el manifiesto dado a conocer el
sábado por 19 destacados intelectuales que participaron en el FSM haya recibido
un tratamiento privilegiado por parte de grandes medios de comunicación, aunque
no fuera una declaración oficial del encuentro.
En ausencia de portavoces formales, los periodistas buscan a personas famosas,
sobre todo si gran parte de ellas están asociadas con la historia del Foro desde
su inicio. Y es muy difícil convencer a una gran cadena internacional de
noticias de que nadie es especialmente representativo de la multitud.
Una parte muy interesante del mundo llega al Foro, pero el Foro no tiene
resuelto cómo llegar al mundo. Ni siquiera a la parte del mundo que tiene dentro
de sí. Los asistentes deambulan de una carpa a otra, participan en una ínfima
proporción de las experiencias posibles, y les cuentan algunas más.
¿Cuántas personas se enteraron de las duras críticas a la intervención militar
en Haití, comandada por Brasil, en una conferencia de prensa poco después de las
cuatro de la tarde del sábado, con participación destacada de João Pedro Stédile,
dirigente del brasileño Movimiento de los Sin Tierra? ¿Y quién debería decidir
si esa noticia, o cualquier otra de las que expresaron con fuerza polémicas
internas de la izquierda brasileña, es más importante, por ejemplo, que la
denuncia sobre atrocidades en Chechenia realizada, un par de horas antes y en la
misma sala, por la abogada chechena Lydia Yusupova? Este año, la comunicación
interna se articuló más que en ediciones previas, por la coordinación entre
medios de comunicación alternativos que lograron ponerse de acuerdo, al fin de
cada día, sobre la importancia de cubrir algunas de las actividades del día
siguiente.
Pero esos acuerdos no tienen por qué considerarse representativos de la
diversidad del Foro, y quizás haya quien piense que la acotaron en forma
perjudicial.
Por otra parte, ¿cuántos de los participantes accedieron a esos medios
alternativos? Conectarse a Internet no era fácil en el territorio del Foro, ni
siquiera para quienes contaban con una acreditación de prensa. Entre discursos
sobre las nuevas tecnologías de la información y los desafíos del siglo XXI, la
circulación interna eficaz de mensajes dependió ante todo del papel.
Un periódico, una octavilla entregada personalmente o un simple aviso manuscrito
sujeto a un árbol en el enorme campamento de jóvenes asistentes, podían ser
medios más útiles que Internet para convocar a una actividad.
Si la idea para el año próximo es que el Foro "descentralizado" sea un solo
acontecimiento en varios continentes, y no un conjunto de foros regionales
independientes entre sí, el problema de la comunicación interna es absolutamente
crucial, sobre todo desde el punto de vista de la interactividad. Y no podrá
resolverse con papeles.
Al igual que en la edición del FSM que ha terminado en Porto Alegre, el centro
de ese problema no es tecnológico, sino que se ubica en la encrucijada de la
ideología y la política de organización.
Existen medios para que reuniones simultáneas muy distantes entre sí se
mantengan interconectadas, pero no se puede transmitir todo para todos al mismo
tiempo, y alguien, en algún lugar, deberá establecer prioridades.
En lo relacionado con la comunicación hacia fuera, la primera pregunta es qué
importancia se le asigna realmente. Un canal de televisión de Porto Alegre se
dedicó casi por completo al FSM, pero los organizadores del encuentro no
parecieron muy interesados en mantener un ojo atento a esa transmisión, que
moldeó la percepción de la ciudad anfitriona sobre el acontecimiento.
¿Será que se apuesta a que los medios alternativos presentes se hagan cargo del
vínculo con "el exterior"? ¿O será que no se otorga mucha relevancia al público
que sólo consume medios masivos? La primera idea parece impracticable, y la
segunda excluiría a la amplia mayoría de la humanidad.
En ese contexto, es claro que la descentralización prevista para el año próximo
abre un amplio espacio a nuevas emisoras de televisión con vocación
internacional, mucho más cercanas al proceso del FSM que las grandes cadenas
comerciales, pero no por eso de la misma naturaleza que el Foro.
Esas emisoras, como TV Brasil o la venezolana TeleSur (en la que se prevé
participación argentina), son "alternativas" en el sentido en que lo es la
qatarí Al Jazeera, en relación con las grandes cadenas estadounidenses. Pero
también son, como Al Jazeera, empresas con fuerte apoyo estatal.
Aunque se propongan, con la mejor voluntad, ser un vehículo para la expresión de
la sociedad civil, y con independencia de que pongan énfasis en lo
explícitamente político o en lo cultural, surgen por decisión de gobiernos y es
inevitable que sean sensibles a la voluntad de éstos.
Los organizadores del proceso del FSM y los innumerables grupos y personas que
se relacionan con él tienen un año para probar que otra c