Economía
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Los dólares de la energía
John Richards
Americaeconomica.com
La presentación de los últimos resultados de las petroleras estadounidenses ha
desencadenado una tormenta social y política en EEUU. En un momento en el que
los precios de la gasolina se sitúan en cifras históricas, las ganancias del
sector despiertan recelos entre la castigada población.
Algunos columnistas señalaban hoy que el ambiente político parecía reeditar los
protagonistas y los escenarios de 1974 cuando la primera gran crisis energética
sacudió a la economía estadounidense.
La tensión es evidente, entre julio y septiembre de este año, las grandes
petroleras del país han obtenido un aumento medio del beneficio del 59%. Y la
cifra podría haber sido aún más espectacular si Chevron hoy no hubiera
presentado unas cifras más que discretas (+12%) por culpa de su dependencia de
las refinerías del Golfo de México afectadas por los huracanes.
Sin embargo, los números de Exxon (+75%) o los de Conoco (+89%) han estado
acompañados de récords históricos en la facturación. Esas ganancias corresponden
a un periodo en el que el precio del barril de petróleo texas superó los 70
dólares y también en el que el precio de la gasolina alcanzó una cima histórica
de tres dólares por galón (65 céntimos de euro por litro).
La reacción política ante este clima social enrarecido ha sido rápida. El líder
de la mayoría republicana en el Senado, Bill Frist, ha dicho que estudiará la
posibilidad de que los responsables de las petroleras comparezcan en el
Parlamento para hablar del entorno energético actual y que no tolerará ningún
abuso, ni que se utilice el libre mercado para expoliar los bolsillos de los
estadounidenses.
También otros miembros de su partido han hablado de imponer un impuesto
extraordinario a las compañías petroleras que grave sus ganancias excepcionales.
Los demócratas, más duros, han declarado que "Las empresas petroleras son
depredadoras".
La Factura. El recrudecimiento del invierno va a golpear un poco más a
los estadounidenses que experimentarán un aumento de su factura energética
doméstica de más del 50% este año, con respecto a las cifras del año anterior,
cuando ya hubo una subida del 10%.
Pero las petroleras no son las única empresas del país con motivos para
enfrentarse con la Casa Blanca. La combinación de salarios bajos, incrememento
de costes sociales y retraimiento del consumo está a punto de provocar una dura
crisis empresarial en EEUU que afecta principalmente a los mayores empleadores
del país.
Las dificultades a las que ya se enfrentan estas compañías emblemáticas han
propiciado la aparición en su entorno de voces críticas con la política
económica de la Casa Blanca que acusan a Bush de poner en peligro el modelo de
crecimiento del país, históricamente basado en el consumo.
Esta semana, en unas inesperadas y sorprendentes declaraciones, el consejero
delegado de Wall-Mart, Lee Scott, solicitaba a la Casa Blanca que promoviera de
inmediato un aumento del salario mínimo fijado desde hace doce años en 5,15
dólares por hora trabajada (4,24 euros).
Scott considera que esta cantidad (que es inferior en un 33% a la media de la
UE, pero supera en un 135% al sueldo mínimo español) es insuficiente para
asegurar el crecimiento económico y muy perjudicial para su empresa, la mayor
cadena de grandes almacenes del mundo con una plantilla de un millón de
trabajadores sólo en EEUU).
Ventas. Según Scott, a partir del día 15 de cada mes las ventas caen en
picado. Y la solución no va a mejorar en la actual coyuntura de aumento de tipos
de interés e inflación al alza. El consejero delegado de Wal-Mart se une así a
otro ilustre alto ejecutivo anti-Bush el máximo responsable de General Motors
Rick Wagoner.
Wagoner ha arremetido contra el actual inquilino de la Casa Blanca en varias
ocasiones a lo largo de este año. Este mismo mes, en una inesperada calificación
de las ventajas del estado del bienestar, Wagoner, reconocía ayer ante algunos
periodistas que los sistemas de cobertura sanitaria universal y pensiones
públicas, vigentes en Europa y Japón, son una poderosa arma competitiva para las
compañías rivales. Todo por culpa de Washington que ha permitido que los costes
de la sanidad estén fuera de control.
Según los cálculos de Wagoner, los costes de fabricación de General Motors
aumentan en 1.500 dólares por vehículo debido a la factura sanitaria, el triple
que, por ejemplo, soporta Toyota, que, además no debe pagar esta factura más que
a sus empleados estadounidenses.
La queja no resulta rara en el jefe de una empresa que ha perdido 3.800 millones
de dólares (3.131 millones de euros) en los primeros nueve meses del año y que
invierte casi 5.6000 millones de dólares anuales (4.614 millones de euros) en
pagar los gastos sanitarios de 1,1 millones de individuos, lo que supone el 0,4%
de la población de EEUU.
Y que, además, tiene que lidiar ahora con otra dura batalla. La pesadilla de las
contabilidades falseadas ha regresado a Wall Street tras la investigación
abierta por la SEC sobre las cifras de General Motors y la revisión que el
supervisor de los mercados estadounidenses realiza a los informes públicos de
otras cinco grandes compañías: Delphi, Ford Motor, Boeing, Navistar y Northwest
Airlines.
Capital. El asunto, en apariencia menor tiene, sin embargo, puede tener
un impacto considerable sobre las valoraciones que los analistas realizan de las
fundamentales de estas empresas. La SEC considera que estas firmas han utilizado
un ratio de descuento inflado a la hora de calcular el dinero comprometido a
futuro por los compromisos contraídos con sus empleados, derivados de las
pensiones y las coberturas sanitarias. Y como consecuencia han presentado
mayores beneficios y disponibilidades de capital de las que realmente les
corresponden.
El ratio de descuento es un factor corrector que descuenta la pérdida de valor
del dinero a través del tiempo y la amortización de algunos compromisos como las
correspondientes a los fallecimientos. Según algunos columnistas de la prensa
especializada, General Motors habría estado aplicando un recorte del 9,5% al
valor absoluto de esta cantidad, cifra pareceida a la de las otras entidades
bajo sospecha. Los expertos aseguran que cada 25 puntos básicos aplicados de más
provocan variaciones de más de 2.300 millones de dólares (1.895 millones de
euros) que afectan directamente a los beneficios netos finales.
En el caso concreto de General Motors, además, la empresa podría haber
contabilizado a la baja la deuda pendiente con sus suministradores.