Economía
|
La mayoría de los pobres del mundo son mujeres
Ilsa Rodríguez
Argenpress
Junto con los niños, las mujeres constituyen parte importante de los pobres que
existen hoy en el mundo, debido a la marginalización, la explotación y las pocas
oportunidades para su desarrollo.
Diversos estudios especializados realizados por Naciones Unidas y otros
organismos internacionales dan detalles de la real situación de ese sector de la
población mundial, que recibe sobre sus hombros los más pesados fardos.
'No existe una estrategia efectiva de desarrollo sin que las mujeres desempeñen
un papel central. Cuando las mujeres participan a plenitud, los beneficios son
visibles de inmediato...
'Las familias son más sanas y están mejor alimentadas, se incrementan los
ingresos, ahorros y reinversiones', expresó el secretario general de Naciones
Unidas, Kofi Annan, en 2003.
Para Annan, lo que se refleja en la familia vale para la comunidad y, a largo
plazo, para todo el mundo.
Pese a ese criterio compartido por autoridades de todo el mundo, lo cierto es
que en la actualidad dos tercios de los 2,5 mil millones de pobres del orbe son
mujeres, es decir que viven con menos de dos dólares al día.
La definición de pobreza va más allá de la alimentación, según estableció la
Plataforma de Acción de Beijing, adoptada en la Cuarta Conferencia Internacional
de Mujeres celebrada en Beijing, China, en 1995.
Además del hambre, la pobreza es la falta de atención médica, de acceso a la
educación, la inadecuada vivienda, el inseguro medio ambiente, la no
participación en la toma de decisiones y en la vida civil, social y política de
sus respectivos países.
En estas categorías, las mujeres siempre están muy atrasadas en comparación con
sus iguales del sexo opuesto.
Un reciente libro presentado en la sede mundial de las Naciones Unidas bajo el
título Mujeres en un mundo inseguro recoge datos, experiencias y estadísticas de
numerosos países y regiones del mundo que demuestran la discriminación contra
las féminas.
Al abundar en esos aspectos, el volumen señala que en algunas sociedades las
mujeres y las niñas se alimentan de las sobras dejadas por los varones de la
familia y carecen de derechos legales o tradicionales a la tierra y otras
propiedades.
A las representantes del sector femenino les es muy difícil obtener créditos
porque no tienen propiedades para respaldarlas, además de que carecen de los
recursos para entrenarse y acceder a la información que les permita establecer
exitosos negocios.
Entre los Objetivos de Desarrollo del Milenio, adoptados en la Cumbre de ONU de
2000 y con fecha de cumplimiento en 2015, se establece la igualdad de género y
el empoderamiento de la mujer, el acceso igual a la educación y a mejores
condiciones de salud.
En el caso del acceso a la educación, muchas familias pobres prefieren que los
hijos varones reciban educación, mientras las hembras quedan en la casa ayudando
a los quehaceres domésticos y a criar a sus hermanos.
Muchos padres sencillamente no las envían a la escuela porque temen por su
seguridad en el camino o en los propios centros de estudio, donde pueden ser
maltratadas e incluso violadas.
Estadísticas que aparecen en este libro señalan que, en todas las
manifestaciones de la pobreza, las mujeres enfrentan peor suerte que la de los
hombres.
El 70 por ciento de los pobres con menos de un dólar al día son mujeres, igual
que el 66 por ciento de los analfabetos, mientras son ellas las que dedican el
70 por ciento de tiempo no pagado en el cuidado de los miembros de la familia.
Solo el uno por ciento de la tierra del mundo está en manos de mujeres, apenas
el 33 por ciento de los puestos de dirección y administración en el mundo
desarrollado están en manos femeninas, y solo 15 por ciento en Africa y 13 por
ciento en Asia-Pacífico.
En esa cuerda también se reporta que solo hay cinco mujeres jefas ejecutivas en
la relación de los 500 corporativos más importantes del mundo escogidos por la
revista Fortune y en Silicon Valley apenas una de cada 100 acciones pertenece a
una mujer.
La relación parece interminable, ya que las mujeres casi nunca están presentes
al frente de países o en importantes puestos del gobierno o sector privado.
En Estados Unidos, el país más desarrollado del mundo, la discriminación es
igualmente alta, e incluso en el sistema de Naciones Unidas solo nueve por
ciento de las posiciones al más alto nivel y 21 por ciento del intermedio son
ocupadas por mujeres.
A este panorama se une la desaparición demográfica de 113 a 200 millones de
mujeres cada año, que no nacen porque son eliminadas cuando la madre conoce el
sexo o mueren en los primeros años de vida por maltratos, hambre o enfermedades
curables.
Las desgracias que vive la población femenina comprende también la venta de
niñas a redes internacionales de prostitución, un negocio que florece en todo el
mundo y que brinda ganancias a sus autores que fluctúan de siete a 12 mil
millones de dólares por año.
Por último, las mujeres enfrentan numerosas formas de violencia -tanto en los
países subdesarrollados como los desarrollados- por parte de padres, esposos,
hermanos...
Por cada mujer que muere en situaciones de guerra, existen muchas que resultan
heridas física o síquicamente por abusos, violencia y prácticas como la
mutilación genital, que aún es impuesta en muchos países por patrones
culturales.
Para cambiar este panorama, los especialistas indican que se requiere adoptar
medidas radicales con el concurso de todos los sectores de la población en todas
partes del mundo.
Está bien claro que el acceso de la mujer a la educación es indispensable para
detener el círculo vicioso de la pobreza, ya que cuando ellas aprenden pueden
realizar mejores trabajos y así beneficiar a la familia.
En esas familias de mujeres educadas los niños van a la escuela, son atendidos
en centros de salud, reciben mejor atención y preparación para enfrentar la
vida, a juicio de los expertos.
Este sería un primer paso en el largo y sinuoso camino hacia la incorporación
femenina en todos los ámbitos económicos, sociales y políticos del mundo, opinan
los especialistas.