Economía
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Argentina: debate sobre el pago al Fondo Monetario Internacional
Cancelación de la deuda con el FMI
Eduardo Cortizo, Roberto Páez y Sergio Kowalewski
Red Voltaire
En el siguiente texto, se expone un punto de vista particular acerca de la decisión del gobierno argentino de cancelar la deuda con el FMI. La agrupación política Huerta Grande convoca, de este modo, a sumar otras voces y pensamientos acerca de esta trascendental medida gubernamental, a favor y en contra, pero siempre con profundidad en las argumentaciones.
La consigna política de "No al pago de la Deuda Externa", desde su origen,
más de dos décadas atrás, incluye dos aspectos éticos fundamentales:
1- La rebelión contra la injusticia, reflejada en el robo de la riqueza y de los
recursos naturales por parte de los poderosos de turno, ante un pueblo diezmado
por la dictadura genocida, mediante una deuda ilegal e ilegítimamente impuesta,
concebida en forma fraudulenta y cómplice, entre mercenarios de la miseria,
genocidas y corruptos, que comprometieron el presente y el futuro de varias
generaciones de nuestro pueblo, porque lejos de amortizarse, la deuda creció,
generando así un problema financiero, que por su magnitud devino en político y
cuya resolución se torna hoy impostergable.
2- La solidaridad, manifiesta en el compromiso social de priorizar el uso de los
recursos existentes, para cubrir las cuantiosas y apremiantes necesidades del
pueblo, antes que cancelar deudas mal habidas con testaferros de las grandes
potencias y sus empresas multinacionales.
Ética, acción política y coyuntura
La acción política incluye en su esencia aspectos de la ética que a menudo
el político debe jerarquizar, priorizar y hasta a veces elegir en forma
excluyente, en función de las condiciones que impone la coyuntura. Los períodos
más oscuros de la historia de la humanidad, están plagados de hechos aberrantes
donde se impuso la opción entre aspectos de la ética que son equivalentes e
imprescindibles.
Un hecho reciente de nuestra historia, como ser la acción política de denunciar
públicamente la desaparición de personas, puede tomarse como ejemplo. En ella se
destacaron claramente los aspectos éticos de Libertad, Justicia y Solidaridad, a
la vez que, desencadenando más represión, desapariciones y torturas, se afectó
otro aspecto ético, la Defensa de la Vida. En este caso, la acción política
desarrollada por las incipientes Madres de Plaza de Mayo, priorizó arriesgar la
integridad de las mismas, en pos de un objetivo considerado entonces más elevado
que la Defensa de la Vida, cual fue la Defensa de la Libertad y de la Justicia.
Se perdieron vidas irremplazables, como todas y ejemplares; las Madres no se
equivocaron en su elección.
Esta dialéctica entre ética y acción política, se presenta aún en las acciones
guiadas por las mejores intenciones y es la coyuntura, como se dijo, la que
genera distintas opciones. La misma acción política continuó y continúa en
contextos muy distintos. Luego fue "Aparición con vida" y después "Juicio y
castigo a los culpables", ya dentro de otra correlación de fuerzas, donde los
genocidas no pudieron atentar tan fácilmente contra la vida y comenzaron a ser
condenados por el pueblo y hoy por el Poder Judicial. La decisión política más
difícil de tomar, fue la primera.
El pago de la deuda
El gobierno nacional al asumir, más de dos años atrás, anunció que "no
pagaría la deuda externa con el hambre del pueblo" y privilegió el pago de
capital e intereses a los organismos internacionales, mientras aplicó al resto
de los acreedores una quita del orden del 75 por ciento.
Por otro lado, decidió aumentar la recaudación fiscal de dos formas: con
retenciones a las exportaciones o aumentándolas si ya existían y erradicando la
evasión fiscal, dejando, tal vez, para más adelante el cambio de la matriz
impositiva, cuando sin evasión posible, pueda ejercerse el control y la
imposición efectiva de las nuevas reglas.
A su vez, encontró a las arcas del Banco Central casi vacías, menos de 20.000
millones de dólares y a las empresas ligadas a la economía nacional en recesión,
con capacidad productiva ociosa, desocupación, marginalidad y miseria. En ese
contexto, más allá de disquisiciones éticas, no era posible pagar, de hecho
cesaron los pagos en 2002.
El FMI debería, más que no recibir pago alguno por la deuda, resarcirnos
económicamente por su complicidad en nuestra debacle. Pero es el representante
indirecto de los países y empresas multinacionales que compran casi toda nuestra
exportación. Los bonistas privados no son nuestros clientes internacionales, lo
justo, lo ético, es que el pueblo no pague la deuda, ni a los privados que
especularon con una pingüe ganancia, ni a los organismos cómplices de los
corruptos vernáculos. En todo caso, deberían cobrársela a los funcionarios que
nos la impusieron.
La cruda realidad nos muestra que fuimos duros con los débiles (acreedores
privados) y sumisos con los poderosos. En una decisión política difícil
éticamente, se optó por "honrar" a los ladrones (FMI) para evitar reducir los
ingresos (exportaciones), que por la situación de descrédito internacional del
país, constituyen la única fuente de inversiones que permitan aumentar el PBI y
no aumentar la miseria. De todos los malos, se le pagó al que podía castigarnos,
porque no estamos en condiciones de resistir más castigo.
Cabían dos posibilidades para no pagar la deuda al FMI sin empeorar la
situación: conseguir mercados alternativos e independientes de las
transnacionales, como puede llegar a ser el MERCOSUR en un par de décadas o
formar un club de deudores para sumar fuerzas y obligar a una definición mundial
en relación al tema, tal vez en un par de centurias. La única opción vigente es
cómo pagar.
Hay tres formas de pagar: refinanciando, saldando vencimientos de intereses y
capital y cancelando totalmente la deuda. El refinanciamiento, medida empleada
hasta 2001, implica aceptar propuestas y seguimientos del prestamista (FMI).
Hasta ahora, se pagaba puntualmente ya que no se aceptaba acordar nuestra
política económica con el FMI, quien no refinancia de otra forma, exigiendo en
nuestro caso: aumentar las tasas de interés bancario, las tarifas de servicios,
pagar a los que quedaron fuera del canje de bonos de la deuda externa, "holdouts",
etc. Descartada esa opción, se optó por cancelar toda la deuda anticipadamente.
La cancelación de la deuda
Aceptando la prioridad del bienestar del pueblo, el principal problema a
resolver se centra en disponer de los bienes necesarios para cubrir sus
necesidades y distribuirlos pertinentemente. Vivimos en una sociedad
capitalista, donde rige la oferta y la demanda y los bienes son producidos por
empresas privadas que compran mano de obra con dinero, que los trabajadores
después utilizan para adquirir una parte menor de lo que produjeron. Aquí no hay
empresas del estado y las decisiones empresariales sólo dependen de los
intereses de sus dueños. Producirán más bienes cuando les convenga; cuando
puedan, venderán más caro, comprarán más barato y si se les permite, no
devolverán los préstamos. De esas empresas hoy deben salir los bienes que
necesita el pueblo.
Habiendo capacidad ociosa, es decir, medios para producir más de lo que se
produce, pero incapacidad de cubrir las necesidades de la producción o falta de
clientes para la venta, ya sea por competencia o poder adquisitivo, la inversión
de capital en las empresas, la restricción a las importaciones mediante el tipo
de cambio y el aumento de ingresos en la población, rápidamente elevan la
producción de bienes. Por eso, luego de una recesión prolongada, pueden
observarse altos niveles de crecimiento del PBI, cercanos al 10 por ciento, como
ocurre actualmente.
Pero alcanzada la plena ocupación productiva, ahora resulta necesario ampliar
empresas o directamente crearlas y esa actividad tiene su propio ritmo, nadie
que produce diez pueda pasar a producir mil al día siguiente y los empresarios,
seguros de tener que devolver el dinero que reciban en préstamo, nunca tomarán
una cantidad mayor que la necesaria para el crecimiento posible de sus empresas.
En cuanto a la situación financiera, los bancos radicados en el país disponen de
reservas suficientes para financiar ese crecimiento productivo, sin necesidad de
recurrir al prestador de bancos, el Banco Central, cuya principal función actual
es respaldar la base monetaria circulante y fijar el tipo de cambio.
El gobierno nacional decidió cancelar por adelantado la deuda con el FMI,
utilizando las reservas de libre disponibilidad del Banco Central, aquellas que
no quedan afectadas al respaldo de la base monetaria circulante. Con superávit
fiscal y balanza comercial a favor, es esperable que las reservas aumenten,
cuanto menos el próximo año y por lo tanto ese dinero no sea utilizado.
Con dos motivos se justifica el pago, por una cuestión de ahorro (el dinero del
BC afectado al pago se encuentra depositado en el Banco de Basilea, Suiza, a una
tasa de 2,5 por ciento anual y la tasa que cobra el FMI es de 6,5 por ciento
anual) y por una cuestión política, no sólo de independencia, sino también de
mejorar sus posibilidades de generar el consenso internacional que fuerce un
cambio en la esencia del FMI, devolviéndolo a la concepción de su fundador,
Keynes, por eso cancela la deuda y no renuncia a su asociación.
Conclusión
Este documento analiza solamente aspectos económicos de la gestión del
gobierno nacional, más específicamente el pago de la deuda externa. Nuestra
ideología, nos lleva a diferir en la concepción económica con el gobierno, los
interpretamos como keynesianos y nosotros somos marxistas.
El gobierno apunta al desarrollo de una burguesía nacional, con un estado
fuerte, que regule la economía con fondos "anticíclicos", permitiendo la libre
disposición entre oferta y demanda, evitando los monopolios. Nosotros no
queremos burguesía de tipo alguno, queremos planificación y un estado dueño de
las riquezas y de empresas que prosperen en función exclusiva del bienestar del
pueblo.
Los últimos resultados electorales muestran claramente que la postura
gubernamental cuenta con el mayor consenso en la población, todavía no es el
tiempo de la izquierda en nuestro país, pero creemos que llegará y militamos
para ello. No criticaremos desde el llano, sin compromisos ni responsabilidades,
criticamos desde la simulación del poder y en él hoy cancelaríamos la deuda,
sabemos que repartir $30.000 millones en la población sólo generaría aumentos de
precios y el festín de la burguesía y que no hay condiciones específicas
(insumos, maquinarias, personal calificado, etc.) para poner en marcha un plan
de construcción de 500.000 viviendas, ni desde las empresas privadas ni desde el
estado.
Creemos que la política económica del gobierno nos acerca al socialismo sin
dirigirse hacia él. Si la opción para llegar al socialismo pasa por un
capitalismo de estado, es preferible partir de un estado fuerte, keynesiano, que
hacerlo desde uno inexistente, liberal. Podemos recorrer largo trecho junto a
esta gestión de gobierno, nos encontrará apoyándolo en toda acción que
fortalezca al estado y a las organizaciones sociales, a las empresas recuperadas
y a las cooperativas, a la recuperación para el estado de los recursos naturales
y estratégicos y al fortalecimiento de la salud y la educación públicas. No
alentamos el crecimiento de las empresas privadas, las consideramos un mal
necesario que impone la coyuntura y que la militancia puede tornar prescindente,
cuando genere el consenso en la población de que a través del estado puede
administrar de la mejor forma sus propios bienes.
* Los autores son integrantes de la agrupación Huerta Grande.