Economía
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Bolivia
Multinacional cede, pero se ignora hasta dónde
Alicia Fraerman
IPS Noticias
Bechtel, controlada por una firma ligada a la familia del presidente estadounidense George W. Bush, y el consorcio español Abengoa desistieron de su pretensión de indemnización por el retiro de la concesión del servicio de agua en Bolivia, pero aún falta clarificar el alcance de esa renuncia.
En Barcelona, tres organizaciones no gubernamentales líderes de las protestas
que llevaron al retiro de las empresas transnacionales de Bolivia, consideraron
que el acuerdo de ahora entre esas firmas y el gobierno saliente fue una
"victoria" y "un precedente importante para la lucha contra la privatización del
agua en el mundo".
El conflicto legal comenzó en 2000, cuando el gobierno boliviano de entonces, de
Hugo Banzer (1997-2001), acosado por movilizaciones populares contra el aumento
de las tarifas del agua de 50 hasta 200 por ciento, resolvió rescindir el
contrato por el cual un año antes había concedido en régimen de monopolio la
distribución del agua potable en la central ciudad de Cochabamba.
Por presiones del Banco Mundial para que se privatizara el servicio de agua, se
le otorgó la concesión a la firma Aguas del Tunari, 80 por ciento de cuyo
capital se distribuía en su mayoría en Bechtel y en menor medida en Abengoa.
El resto de las acciones correspondían a empresarios locales, entre ellos Samuel
Doria Medina, quien quedó tercero en las elecciones de diciembre pasado que
consagraron al izquierdista Evo Morales como primer presidente indígena del país
y que asumirá el cargo este domingo.
Al producirse la rescisión, Aguas del Tunari demandó al Estado una indemnización
de 50 millones de dólares, que después redujo a la mitad y ante la negativa que
recibió, recurrió al Banco Mundial.
La entidad financiera multilateral constituyó un tribunal para que decidiera,
integrado por un representante designado por la empresa, otro por La Paz y el
tercero por el propio banco. Sus conclusiones llevaron al acuerdo firmado el
jueves.
Según el contrato suscripto, Bechtel y Abengoa vendieron su 80 por ciento del
capital de Aguas del Tunari por un precio total de dos bolivianos (moneda
local), lo que equivale aproximadamente a 20 centavos de dólar. En la práctica
es una cesión sin costo, ya que el valor nominal de las 1.000 acciones que se
transfirieron es de 10.000 bolivianos y el volumen del negocio proyectado mucho
más.
La propia firma de los contratos llama la atención. Cuando en 1999 se suscribió
el acuerdo de suministro con el gobierno, Aguas del Tunari tenía su domicilio
legal en las Islas Caimán.
Empero, poco después, para ampararse en el tratado bilateral de inversiones
vigente entre Holanda y Bolivia, Aguas del Tunari vendió parte de sus acciones a
una empresa italiana y trasladó su domicilio a Holanda.
Por ese traslado de domicilio de la empresa distribuidora de aguas, Bolivia
quedó obligada a someter a un arbitraje internacional cualquier conflicto o
diferencia, del que se derivó el tribunal constituido por el Banco Mundial.
En esta ocasión, la firma del preacuerdo entre el gobierno y Bechtel se hizo en
La Paz, pero con Abengoa la suscripción se concretó en Barcelona pues,
informaron fuentes de la misma, sus directivos no pudieron viajar a Bolivia ya
que no lograron comprar pasajes de avión hasta allá por estar todos los vuelos
completos.
Algo difícil de demostrar, ya que normalmente los ejecutivos de grandes empresas
viajan en primera o en preferente, sin mayores problemas de reservas o asientos.
Aunque el texto completo del "arreglo amistoso" amparado por el Banco Mundial no
fue dado a conocer, la no gubernamental boliviana Coordinadora de Defensa del
Agua y la Vida (CDAV) afirma haber tenido acceso al mismo.
CDAV constató que en el escrito el Estado asume las responsabilidades de
International Water BV (nombre con el que Bechtel se inscribió en Holanda) y
obligaciones pendientes que suman 6.839.799 euros (unos ocho millones de
dólares).
Con ese arreglo, afirmó Óscar Olivera, dirigente de la Coordinadora, "el estado
de Bolivia estaría comprando a dos bolivianos una deuda de siete millones de
euros", lo que a su entender no será aceptado ni por esa organización ni por las
demás que protagonizaron la "guerra del agua", como se conoció al levantamiento
popular contra las tarifas impuestas por Aguas del Tunari.
Según señalaron a IPS portavoces de las organizaciones no gubernamentales
Observatorio de la Deuda en la Globalización, Ingeniería sin Fronteras y el
Comité de Solidaridad con los Pueblos Indígenas de América, "la presión social
consiguió que una multinacional retire la demanda contra el gobierno de
Bolivia".
Ante el requerimiento de IPS, el portavoz de Abengoa se negó a dar explicaciones
sobre el tema. No obstante, en una carta dirigida en abril de 2005 al
Observatorio de la Deuda en la Globalización, la firma señaló que "participa de
forma indirecta únicamente en un 25 por ciento del capital social de Aguas del
Tunari".
En esa carta asegura que "Abengoa no controla ni gestiona en modo alguno dicha
compañía boliviana ni se responsabiliza de la gestión que hayan llevado a cabo
sus accionistas mayoritarios".
Los tres grupos no gubernamentales españolas emitieron este viernes un
comunicado en el cual recuerdan que el acuerdo firmado se debe en gran medida a
la movilización de 210 organizaciones y personalidades de todo el mundo, que en
2005 exigieron a Aguas del Tunari que renunciase a la demanda contra el gobierno
boliviano y respetase el derecho al acceso al agua de la población de ese país.
Dentro de esas acciones, se cuentan las acciones de presión contra Abengoa,
precisa el comunicado.
La "guerra del agua", como se conocieron las revueltas populares del primer
trimestre de 2000, dejó una persona muerta, más de un centenar heridas y la
implantación del estado de sitio decretado por el gobierno del general retirado
Banzer, quien antes había encabezado una dictadura militar de 1971 a 1978.
En esas revueltas, el pueblo se alzó contra el alza del precio de las tarifas,
que Aguas del Tunari llevó a más de 100 por ciento desde cuando era de propiedad
del Estado, además de facturar a los usuarios el coste de las instalaciones y de
prohibir el uso de fuentes naturales de agua o de pozos construidos por los
lugareños en sus propiedades.
Dentro de la campaña internacional de denuncia, las organizaciones Enginyeria
Sense Fronteras, el Observatorio de la Deuda en la Globalización y el Comité de
Solidaridad con los Pueblos Indígenas de América emprendieron acciones de
presión en España contra la empresa de este país Abengoa, que tenía el 25 por
ciento del capital social del consorcio Aguas del Tunari.
Según estas organizaciones, "el caso boliviano demuestra una vez más la presión
hace el Banco Mundial para que los gobiernos privaticen los servicios públicos,
el fracaso de las empresas privadas en el respeto de los derechos humanos y la
protección de las poblaciones más desfavorecidas y el debilitamiento de los
gobiernos del Sur ante las empresas transnacionales".
Pero añaden que este caso "demuestra también que con la presión popular y las
campañas internacionales de solidaridad, existe la capacidad de enfrentar
eficazmente a grandes corporaciones transnacionales".