Economía
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Los renegados del neoliberalismo
Julio Godoy
Rebelión
"Economics are the method, but the objective is to change the soul."
Margaret Thatcher
La premisa fundamental del marginal debate académico sobre el fin de la
globalización neoliberal, que tuvo lugar en algunas universidades europeas en
los 1990s, decía que una crisis de gran envergadura sería necesaria para
convencer a los gobiernos de los países industrializados de la necesidad de
reintroducir reglas y controles, tanto en las finanzas como en el comercio
internacional y en las inversiones de capital. Los académicos que participaron
en tal debate - economistas, sociólogos, politólogos, ninguno de ellos
representantes del "main stream" universitario - argumentaban también que esta
crisis llegaría, más temprano que tarde, dados los excesos de riesgo acumulados
sobre todo en la ingeniería financiera y en sus creaciones, los llamados
derivados.
Crisis han habido, en serie, desde entonces. La crisis mexicana en 1994, la
crisis asiática, que afectó América Latina y Rusia en 1997, la quiebra en cámara
lenta del fondo especulativo Long Term Capital Management (LTCM) en 1998, el
estallido de la burbuja de la mal llamada nueva economía, en 2002, por
ejemplo.[1] Pero ninguna tuvo las dimensiones de la presente: Nacida en el
inflado mercado de hipotecas y en la especulación inmobiliaria y de crédito de
los Estados Unidos, la crisis ha llevado ya a la quiebra a varios bancos, ha
sumido a los Estados Unidos en la recesión, destruyendo de paso las ilusiones de
riqueza de millones de gringos, y se ha extendido al mundo entero. Incluso
pueblecitos en Noruega están al borde la quiebra por haber involucrado sus
finanzas públicas en los derivados financieros de las hipotecas gringas; bancos
en Suiza, en Alemania, en Francia, en Inglaterra, han quebrado. Y, a pesar de
los esfuerzos multimillonarios de los bancos centrales de todos estos países, la
crisis no parece tener fin.
La crisis es el resultado inevitable de la irresponsabilidad de gobiernos,
bancos, y fondos de inversión. Tanto banqueros como operadores bursátiles
creyeron en el curso de los últimos años haber descubierto el perpetuum mobile,
la máquina de hacer dinero sin inversión real previa. A raíz de la crisis de la
deuda latinoamericana de principios de los 1980s, los bancos dejaron de ser
prestamistas, para convertirse en intermediarios del crédito. Es decir, los
bancos continuaron prestando dinero, pero al mismo tiempo, a través de la
creación de los llamados derivados financieros, convirtieron los títulos de
deuda en nuevos instrumentos negociables, que vendieron a los fondos
especulativos. Ambos hicieron dinero a través de la subvaluación del riesgo de
las hipotecas concedidas a deudores insolventes, y de la sobrevaluación del
colateral, de las garantías obtenidas para los créditos. A partir de estas
hipotecas sin valor, los ingenierios financieros crearon "assets", es decir,
"activos" financieros, ficticios, pero comercializables, que les proveyeron de
nuevas fuentes de dinero. Pero esta riqueza,existente a largo plazo solo en el
papel, tenía que desaparecer un día, de la misma manera que los llamados
esquemas Ponzi, las famosas pirámides, solo garantizan un buen ingreso temporal
al primer negociante, con el dinero de los cretinos.[2]
Los banqueros también abusaron del dinero fácil proporcionado por los bancos
centrales para comprar firmas al crédito, en lo que en la jerga técnica se
conoce como "leverage buy out", "racionalizarlas" después, es decir, aprovechar
la automatización de la producción y las economías de escala derivadas, y
despedir empleados, incrementando así su valor bursátil, otra vez ficticio, y
vendiéndolas con jugosas ganancias. Resultado? Millones en las cuentas bancarias
de los operadores, en los llamados paraísos fiscales, a cambio de casi ningún
esfuerzo.
Pero estos malabares financieros, en otras circunstancias considerados
artificios criminales, no podían durar hasta el infinito. La burbuja ha
explotado, en la cara de gobiernos y bancos y operadores bursátiles y fondos
especulativos, que hasta hace pocos meses afirmaban que todo iba bien en el
mundo financiero. Hoy, frente a la crisis, y como bien habían predicho los
académicos mencionados arriba, los gobiernos de los países industrializados han
comenzado a revertir la globalización neoliberal: A mediados de febrero, el
gobierno de Londres nacionalizó el banco Northern Rock, asumiendo una pérdida de
entre 100 y 250 mil millones de dolares, a pagar por sus ciudadanos. El gobierno
de Alemania está tratando de salvar el banco IKB de la quiebra, así como varios
otros bancos estatales, todos perdidos en los recovecos de las finanzas
derivadas del mercado de hipotecas en los Estados Unidos. Sin la intervención
del gobierno gringo, el banco Bear Stearns, vendido por un precio casi simbólico
a su concurrente JP Morgan el 16 de marzo, habría quebrado oficialmente. Y los
bancos centrales de Washington y Londres están tratando de convencer a sus
homólogos en Europa y Asia de comprar los títulos de deuda basados en las
hipotecas, y practicamente irrecuperables, que son la fuente de la crisis, como
una medida suplementaria para salvar a los bancos privados.
Incluso banqueros privados, como Joseph Ackermann, presidente del Deutsche Bank,
el más importante de Alemania, imploran al estado que intervenga para controlar
la crisis, pues, como él dijo hace unos días, "las fuerzas autoreguladoras del
mercado" han fallado.[3]
Paralelamente, los candidatos "demócratas" a la presidencia de los Estados
Unidos, Hillary Clinton y Barak Obama, condenan el tratado de libre comercio con
México y Canadá (TLCAN), y han prometido renegociarlo - el tratado parece haber
producido solo perdedores, pues pedidos similares de su renegociación se alzan
desde hace años en los tres países miembros. Y en algunas capitales del mundo
industrializado, en Londres en particular, empieza a cocinarse un sistema de
control de inversiones extranjeras, dirigido expresamente contra los llamados
fondos soberanos de inversión, controlados por estados como India, Dubai, Arabia
Saudita, Rusia, y China, o bien por grandes empresas originarias de estos
países.[4]
Todas estas medidas anuncian el fin de la globalización neoliberal, y han
llevado al antiguo ministro austríaco de finanzas, Ferdinand Lancina hace pocos
días a decir que "el neoliberalismo ha muerto, y lo estará por mucho tiempo."[5]
Sin embargo, la muerte del neoliberalismo solo concierne aquellos aspectos que
son nocivos para el mundo industrializado, para sus empresas, especialmente los
bancos y los fondos de inversión, y para la protección de sus mercados. Las
medidas que han afectado a los propios asalariados alemanes, franceses, gringos,
o al tercer mundo, esas son, por ahora, intocables. Estas son en efecto, las que
que deberían ser revertidas primero, dados sus decepcionantes resultados, no
solo en lo que concierne la generación de riqueza, si no sobre todo a su
distribución . El propósito de este artículo es revelar esos fallidos números
del neoliberalismo.
Los renegados del neoliberalismo
Que el neoliberalismo es un proyecto político reprensible e indefendible, se
demuestra facilmente preguntando en público a los sospechosos si ellos son
neoliberales. Confrontados con la alternativa de una condena moral popular o de
la deshonestidad consigo mismos, la mayoría de ellos prefiere mentir:
"¿¿Neoliberales nosotros?? ¡¡Noooo, de ninguna manera!!," dicen entonces. Basten
como pruebas las reacciones de egregios representantes de la oligarquía
guatemalteca, o sus juggernautas, a un artículo de Marcela Gereda en elPeriódico
hace unos meses, o la hipocresía del ex-presidente mexicano Carlos Salinas de
Gortari, quien, tras haber impuesto el neoliberalismo en su país durante su
espurio gobierno entre 1988 y 1994, publicó en 1999 una nueva propuesta de
política económica en le que renegaba de su propia obra.[6] Al mismo tiempo, los
neoliberales de provincia que todavía defienden su doctrina, repiten frases
hechas y facilmente rebatibles, del tipo: "El neoliberalismo se defiende
básicamente por sus buenos resultados económicos," o "Es falso afirmar que 'el
modelo neoliberal empobrece a los más y enriquece a los menos.'"[7]
Este fariseísmo de los neoliberales es tan generalizado, que ha llevado al
economista mexicano Enrique Dussel Peters a afirmar que "hay muy pocos ...
analistas o escuelas de economía que adhieran al neoliberalismo."[8] A Dussel
Peters, por lo demás un excelente economista, habría que recordarle aquello de
que "por sus obras los conoceréis." Pero dejemos a dios y sus profetas al
margen, y ocupémosnos de la realidad del neoliberalismo, que ella explica el
fariseísmo de sus beneficiarios, y desmiente, de paso, la afirmación de Thatcher
citada en el acápite: Si bien la economía es el método, el verdadero objetivo
del neoliberalismo no es "cambiar el alma", como pretendía la hija de la Gran
Bretaña, sino el dinero, su concentración. La acumulación de capital, para
decirlo con las palabras de los ortodoxos. El resto, la verborrea neoliberal
sobre la libertad y la eficiencia del mercado no es nada más que eso, palabrería
hipócrita, que necesita esconder sus prosaicos propósitos detrás de nobles
ideales. O, como diría David Harvey, "un programa cuyo objetivo abiertamente
declarado sería el de restaurar el poder económico de una élite, no ganaría
soporte popular. Pero un ensayo programático para promover libertades
individuales que disfrace la campaña de restauración del poder de clase sí puede
atraer a las masas."[9]
Así es: Aunque al neoliberalismo hay que verlo desde dos perspectivas, nacional
la una, internacional la segunda, en ambos casos se trata de un proyecto de
lucha de clases en favor de la élite económica dominante, ya sea nacional como
en el primer caso, o de los centros motores del capitalismo, en Europa, pero
sobre todo en Estados Unidos, en el segundo.
Nacionalmente, el neoliberalismo tiene por objetivo reinstaurar, reforzar, o
revertir la distribución de la riqueza en favor de la clase dominante, y en
detrimento de las clases medias y bajas, y de cimentar ad aeternum su poder
político. En los Estados Unidos, el neoliberalismo fue impuesto bajo el gobierno
de Ronald Reagan como reacción al retroceso de la porción de la riqueza
detentada por la élite económica de ese país, ocurrida a lo largo de los años
1970s, como consecuencia de la pérdida de valor de sus propiedades, tanto en
activos financieros como en bienes de capital, derivada de la crisis económica
que siguió al choque petrolero de 1974.
Redistribuier la riqueza, no crearla
Los economistas franceses Gérard Dumenil y Dominique Lévy han demostrado como el
programa económico de Reagan fue uno de restauración del poder de clase - y como
sus secuelas, de redistribución de la riqueza en beneficio de la ínfima élite
gringa, y la creciente desigualdad social, son tan persistentes y parecen tan
irreversibles, y que tienen que se consideradas consustanciales al proyecto
neoliberal.[10] Para dar unas pocas cifras: Entre 1978 y 2000, el 0.1 por ciento
de la población gringa de más alto ingreso triplicó su porción del PIB del dos
por ciento en 1978 a más del seis por ciento en 1999 - es decir, menos de
300,000 personas se apropiaron ese último año de 586 millardos de dolares; la
relación entre los salarios promedios de los dirigentes ejecutivos y los de los
trabajadores pasó de 30 por uno en 1970, a más de 500 por uno en el año 2000.
Mientras los ingresos del diez por ciento más pobre de la población gringa
aumentaron en promedio apenas unos 45 dólares al año entre 1990 y 2005, pero los
del 20 por ciento más rico aumentaron 1,920 dólares por año en el mismo
período.[11] Esta reconcentración de la riqueza en beneficio de una minúscula y
ya riquísima élite económica se refleja en el índice de Gini: Mientras en 1969,
el indicador tenía un valor de 0.39, en 2005 el mismo alcanzaba 0.47, el valor
más alto jamás reportado para los Estados Unidos.[12] Resultados similares han
sido confirmados por los estudios de Wolff y de Baker.[13]
Y si estas cifras no son suficientemente ilustrativas, aquí otro dato, esta vez
de un reciente reporte de UNICEF: El 22 por ciento de los niños gringos menores
de 17 años vive en la pobreza - éste es, junto con el de México, el peor
indicador de la pobreza infantil de todos los estados miembros de la
Organización para el Desarrollo Económico y la Cooperación (OCDE), que incluye a
países que, cuando Reagan establecía los fundamentos de su imperio de la
injusticia, recién salían del oscurantismo cuasi medieval de sus respectivas
dictaduras católicas, como España y Portugal.[14] Ante estas cifras, oficiales
todas ellas, la afirmación de los defensores del neoliberalismo, que el estado
no debe intervenir para redistribuir la riqueza en favor de los desposeídos,
pues ésta goteará (trickle down) naturalmente hacia las clases pobres, se revela
como lo que es, una simple y burda mentira. Que el neoliberalismo no solo
produce injusticia y pobreza, si no también represión, se ilustra con el hecho
de que que los EE UU tienen la población encarcelada más numerosa entre los
países industrializados - de cada 100,000 gringos, unas mil personas están en
prisión, es decir, más del 1.5 por ciento de la población economicamente
activa.[15]
Casi 30 años despúes del putsch neoliberal de Reagan, con los sindicatos
practicamente destruídos, y con las políticas social y económica de los dos
partidos políticos dominantes diferenciadas solo en matices, el programa
neoliberal con todas sus secuelas sociales parecía solidamente anclado en el
subsuelo institucional del país - hasta que la burbuja financiera explotó.[16]
Algo similar ocurre en Europa, donde el neoliberalismo fue introducido por
Margaret Thatcher en 1979 en Inglaterra, país en el que conviven hoy los niveles
más desmesurados de riqueza y los más miserables de pobreza, en todo caso para
un país industrializado. Un reciente estudio del Instituto de Estudios Fiscales
de Londres determinó que un poco más de 46,000 personas - el 0.1 por ciento de
la población - tienen un ingreso de más de 350,000 libras - unos 686,000 dólares
-, lo que corresponde a 31 veces el ingreso promedio anual per cápita de
Inglaterra. Practicamente todas estas personas viven en Londres, y son
mayoritariamente abogados, o economistas (o futbolistas, pero esa es otra
historia), y trabajan en los bancos y fondos de inversión y especulación de la
City.[17] En su estudio, Brewer et al. muestran cómo el índice de Gini inglés
saltó en 1979, en el primer año del gobierno de Thatcher, de 0.25, indicando una
alta equidad en la distribución del ingreso, a alrededor de 0.35 en 2005. Los
autores dicen literalmente, que "este salto en la desigualdad de la distribución
de la riqueza es incomparable (unparalleled) tanto historicamente, como en el
contexto de los cambios ocurridos al mismo tiempo en otros países
industrializados."[18] Este incremento en la desigualdad en Inglaterra se
aceleró entre 2003 y 2006, precisamente durante el gobierno laborista,
supuestamente de izquierda, de Anthony Blair, con altos incrementos en los
ingresos del 10 por ciento de la población más rico.[19] ¿Como canta Leonard
Cohen? "Everybody knows the fight was fixed: the poor stay poor, the rich get
richer. That's how it goes. Everybody knows."
En Alemania, donde el programa neoliberal fue impuesto paulatinamente al final
de los 1980s, pero sobre todo en los 1990s, tras la caída del muro de Berlín y
la unificación, los salarios reales (es decir, los salarios nominales
descontando la inflación) de los trabajadores son hoy más bajos que en 1986. En
alemán es cotidiano hoy hablar de los "working poor", así, en inglés, para
describir a éstos asalariados quienes, a pesar de su trabajo, no salen del
atolladero de la pobreza. Mientras, el número de los billonarios permanece
inmóvil - como dirían los chapines, "ellos ya están completos" - y son los
herederos o propietarios de las grandes industrias, desde la de automóbiles BMW
y la editorial Bertelsmann, hasta la de prensa, Springer, o de cadenas de
supermercados, como Aldi y Lidl, tristemente famosos por sus despiadadas
políticas contra sus empleados.
Estas tendencias han sido confirmadas por un estudio publicado en marzo, del
Instituto de Investigación Macroeconómica, de Berlin. De acuerdo con el estudio,
la clase media alemana se redujo en nueve por ciento entre 1986, año simbólico
del principio de la aplicación del neoliberalismo, y 2006.[20] En total, la
clase media alemana perdió unos seis millones de personas - asalariados quienes,
a pesar de disponer de un trabajo, descendieron en la escala social, o bien
desempleados, juntos los grandes perdedores de la reconversión alemana al
neoliberalismo.
No muy diferente es la desigualdad en Francia, donde, practicamente desde 1983,
desde que el gobierno "socialista" de François Mitterrand se inclinara ante la
política monetarista del banco central alemán, y aplicara la famosa "politique
de rigueur" de corte neoliberal, París se ha convertido en la "capital del
malthusianismo", como lo afirmaba Le Monde hace pocas semanas, a principios de
febrero.[21]
Los fatídicos números del neoliberalismo son particularmente comprobables en
Nueva Zelanda, país que fuera, hasta 1984, modelo de una socialdemocracia
ilustrada, socialmente igualitaria, ecológica y feminista. Pero, desde entonces,
desde que el neoliberalismo fuera introducido de manera sistemática y orgánica
por el entonces ministro de finanzas Roger Douglas (¡un socialdemócrata!), y
bajo los aplausos de instituciones tales como la OCDE, el Banco Mundial, y el
Fondo Monetario Internacional (FMI), los niveles de vida de Nueva Zelanda han
ido retrocediendo paulatinamente, hasta donde se encuentran hoy - con tasas de
injusticia tan elevadas, que incluso la OCDE las lamenta, y que afectan sobre
todo a madres solteras, a la niñez y a la juventud, y a los maoris. Esta
involución la confirma la del índice de Gini, que saltó de 0.31 en 1970 a 0.40
en los 1990s, para deteriorarse aún más en los primeros años del nuevo siglo.
Tanto, que en su más reciente reporte país, la OCDE, organización estándarte del
neoliberalismo, admite lo que muchos dicen desde hace años: Que a pesar del
modesto crecimiento económico los niveles de vida promedio en Nueva Zelanda han
descendido paulatinamente, y que probablemente lo continuarán haciendo en el
porvenir. Y eso, a pesar de que ese crecimiento económico es superior al
crecimiento de la población, lo que sugeriría un crecimiento del PIB per cápita.
Esta aparente paradoja demuestra que el objetivo del neoliberalismo no es el de
fomentar la riqueza, sino redistribuirla, a beneficio de las minorías ya ricas.
Lo único que la OCDE se niega a admitir es que el neoliberalismo sea responsable
del desastre - al contrario, como receta contra el mal, la OCDE actua como el
matasanos que está matando a su paciente con la medicina erronea, y propone ...
más neoliberalismo. Si los neozelandeces se dejan convencer, es otra historia:
En todo caso, muchos de entre ellos llaman a la política social y económica
inspirada en el neoliberalismo ruthanasia - un juego de palabras entre Ruth (Richardson),
el nombre de la primera ministra que confirmó el neoliberalismo en los 1990s, y
eutanasia, que, esperemos, no necesita explicación.[22]
Fenómenos semejantes ocurren en numerosos países de la OCDE. En España, que
registra desde hace 10 años un fuerte crecimiento económico, y cuyo PIB aumenta
más rápido que la media europea, y la creación de empleo prosigue a buen ritmo y
la renta per cápita se acerca también a la media de la Unión Europea, no se ha
reducido sin embargo el porcentaje de población que vive por debajo del umbral
de pobreza relativa.[23] "Mientras los beneficios empresariales suben, el poder
adquisitivo del salario medio ha bajado un 4% entre 1995 y 2005: España es el
único país de la OCDE en el que se ha producido ese retroceso, en términos
reales," escribió Andrea Rizzi, en el diario El País, hace poco más de seis
meses. Y, oh sorpresa, la CEOE (la Confederación española de organizaciones
empresariales, el CACIF de Madrid) encuentra esta situación digna de ejemplo.
Juan Iranzo, economista director del Instituto de Estudios Económicos, asociado
a la CEOE, cree que España no tiene que intentar converger con Europa en
cuestiones de distribución del ingreso. "Es más bien Europa la que tiene que
converger con España", dice Iranzo.[24]
En su estudio sobre la desigualdad en la distribución del ingreso en algunos
paises de la OCDE, John Weeks confirma lo que los combatientes contra el
neoliberalismo siempre supieron: Que la desigualdad es producto de las políticas
impuestas por los gobiernos.[25] "Primero, no debe ser motivo de polémica
constatar que los cuatro países tendiendo a una mayor desigualdad (los EE UU,
Inglaterra, Australia, y Nueva Zelanda) son aquellos que aplicaron programas
socioeoconómicos de corte neoliberal. Segundo, y sin excepción, la creciente
desigualdad se manifestó más marcadamente en estos cuatro paises durante los
años en los que estas políticas fueron aplicadas de manera más vigorosa, en los
1980s y en los 1990s. En estos cuatro países, la desigualdad promedio durante
los 1980s y 1990s fue mayor que antes que la liberalización de los mercados
fuese impuesta, en los 1960s y 1970s," concluye Weeks.[26]
Incremento de la desigualdad en América Latina
En América Latina, según una lectura instintiva, tanto de neoliberales como de
"izquierdistas", el caso más conspicuo de la imposición del neoliberalismo como
un modelo clasista de dominación, es Chile, con la dictadura de Pinochet, cuyo
corrupto carácter ha sido confirmado recientemente, sin hablar de su sangrienta
contabilidad de muertos y desaparecidos.[27] Le sigue México, país en el cual la
crisis de la deuda en 1982 abrió las puertas al neoliberalismo quimicamente
puro, impuesto en 1989 por Salinas de Gortari, y confirmado a traves del tratado
de libre comercio (TLCAN) en 1994. En ambos casos, sobre todo en el mexicano,
los resultados son deplorables: En el caso de Chile, baste decir que, según
cifras del ministerio de planificación y cooperación, el 10 por ciento de la
población chilena con el ingreso más alto, se apropia del 42 por ciento del
ingreso nacional anual, tanto cómo el 80 por ciento con el ingreso más bajo.
Esta injusta distribución permanece sin cambios desde los años 1980s, y se
refleja en el índice de Gini, que se mantiene constante desde hace 20 años,
alrededor de 0.54, uno de los más altos del mundo.[28]
En el caso mexicano, el índice de Gini ha sufrido una regresión desde el
implantamiento del neoliberalismo en 1988 - después de haber descendido a partir
de 1960 hasta 1982, indicando una distribución paulatinamente más equitable del
ingreso, el índice ha vuelto a subir desde entonces, hasta alcanzar el 0.54 en
2007, reflejando la reconcentración de la riqueza en pocas familias, y
personificada por Carlos Slim, el hombre más rico del mundo. Seguramente no es
necesario decir que Slim es beneficiario personal de la privatización de las
empresas estatales mexicanas, decidida por el gobierno de su amigo y socio
Carlos Salinas de Gortari, quien hoy, como buen renegado del neoliberalismo,
clama no ser uno.
Esta injusta distribución del ingreso en Chile y México documentada por la
involución de los respectivos índices de Gini, es excepcional, incluso en
América Latina, un continente marcado por la desigualdad. Como lo demuestran los
análisis al respecto de Samuel A. Morley, ambos países forman parte del pelotón
de punta de la injusticia social en el continente.[29]
Sí, diran algunos de los renegados del neoliberalismo, pero el crecimiento
económico en ambos casos es excepcional. El caso chileno seguramente permite
argumentos de este tipo, pero no como los neoliberales, y algunos insensatos
comentarios de "izquierda" lo quieren creer. Puesto que la discusión exhaustiva
del modelo económico chileno necesitaría mucho espacio, me limito aquí a
comparar la evolución del PIB real per cápita en Chile y en Corea del Sur entre
1973 y 2004: En 1973, mientras cada chileno dispuso en promedio de 2,078
dólares, cada coreano del sur solo dispuso de 1,004 dolares. En 2004, 31 años
después del golpe de la C.I.A. que impuso a Pinochet, el PIB real per capita en
Chile había aumentado a 15,161 dólares, contra 19,354 dólares en Corea de Sur.
Es decir, mientras el modelo chileno multiplicó el PIB per cápita por 7.3, el
modelo surcoreano lo multiplicó por 19.[30] Para no hablar de los fundamentos de
ambos modelos - uno, el surcoreano, sustentado en una política industrial y de
comercio exterior concebida y coordinada por un estado desarrollista, y que
ignoró los dictados del Banco Mundial y del FMI; el otro, el chileno, aún hoy
basado en la exportación de cobre, uvas, madera, y salmón - todas materias
primas, con escaso nivel de elaboración industrial.[31] Ojalá no sea necesario
repetir que este último modelo es, a la larga, insostenible, como lo demuestra
la reciente infección masiva de salmón chileno. [32]
Además, aquellos que elogian el relativo éxito económico chileno como muestra de
que el neoliberalismo funciona, olvidan o ignoran que Chile ha mantenido
controles sobre los flujos de capital hacia y desde el país, que la explotación
del cobre sigue estando en manos del estado chileno, y que la industria
pesquera, sobre todo del salmón, también fue durante años manejada por el
estado, a través de la Fundación Chile, hasta su venta a principios de los 1990s
a una compañía japonesa. De la misma manera, el estado chileno es responsable
del crecimiento de las exportaciones de fruta y de vino, gracias a importantes
inversiones en investigación y desarrollo, así como en la creación de clusters
industriales alrededor de la madera, como la industria de papel, de muebles, y
similares.[33] Como bien dice Rodrik, "la diversificación productiva de la
economía chilena puede dificilmente ser atribuída al funcionamiento de mercados
libres."[34] Aunque la conclusión del economista de Harvard tampoco es
extraordinariamente sofisticada, ésta se le escapa a nuestros neoliberales de
provincia, y a comentaristas mal informados, cuyos "análisis" se basan más en
sus propios mitos que en una confrontación racional con la realidad.
El caso mexicano es mucho más claro: Aparte de que los gobiernos mexicanos desde
1988 han ejecutado las recetas del neoliberalismo - el tristemente famoso
consenso de Washington - al pie de la letra, las tasas anuales de crecimiento
entre 1988 y 2007 - es decir, durante el período de aplicación del
neoliberalismo - yacen muy por debajo de los valores nacionales históricos
alcanzados antes de la crisis de la deuda. Según cifras de la CEPAl y del FMI,
entre 1950 y 1980, la economía mexicana creció a un ritmo anual promedio de 3.39
por ciento, para caer a 1.3 por ciento entre entre 1990 y 1999. Especialmente
entre 1995 y 1999, el crecimiento mexicano fue particularmente bajo, de solo
0.89 por ciento. Las tasas de crecimiento mexicanas desde los mediados de los
1980s están también por debajo de las alcanzados por otros países en procesos de
industrialización similares, pero guíados por estados desarrollistas, como
Malaysia, China, y Corea del Sur.[35]
Además, tras casi 20 años de experimento neoliberal, México no ha sido capaz de
constituir clústers industriales, que encadenen la transformación de materias
primas nacionales en insumos semiindustriales hasta productos terminados. Al
contrario, el proceso de industrialización orientado hacia la exportación,
promovido por el neoliberalismo, es un oximoron, como lo muestra el constante
deficit comercial mexicano: México importa insumos industriales semielaborados
para la maquiladora y para sus industrias más avanzadas por valores
considerablemente mayores que el total de sus exportaciones industriales,
reduciendo este proceso de "industrialización orientado hacia la exportación" al
absurdo.[36]
Por si esto fuera poco, y gracias al TLCAN, México está en trance de dejar de
ser un país agrícola: Sus hombres y mujeres de maiz se alimentan hoy
mayoritariamente de tortillas hechas de grano importado - de los EE UU, por
supuesto. Aunque la tecnocracia neoliberal de Salinas de Gortari había prometido
que su programa provocaría un aumento de las inversiones de capital en la
agricultura y de su eficiencia, y lanzaría un proceso sostenido de modernización
y desarrollo de la producción de alimentos y materias primas agropecuarios, la
realidad es completamente opuesta: En valores per cápita, la producción agrícola
en 1995 era 16.5 por ciento menor que en 1981; la producción forestal 30.6 por
ciento menor, y la producción pecuaria cayó en un 20.8 por ciento en el mismo
período. Considerando los valores agregados, el PIB mexicano agropecuario per
cápita cayó en 19.6 por ciento entre 1981 a 1995. Y en kilogramos per cápita, la
producción de los ocho principales granos era en 1996 menor en 32.4 por ciento
que en 1981; la producción de carnes rojas disminuyó en 35 por ciento en el
mismo período, y la de leche en 21.2 por ciento.[37] Este desastre se ha
agravado desde 1996: Como lo resumía el diario mexicano La Jornada en marzo de
2005: "Mientras (en México) los subsidios se han eliminado en la práctica, las
importaciones de maíz proveniente de Estados Unidos se multiplicaron por 15
desde la entrada en vigor del TLCAN. En ese periodo, el valor de la compra de
alimentos de aquella nación creció a una tasa superior a 100 por ciento. A la
avasalladora competencia estadunidense se ha sumado una ''política más liberal''
del gobierno mexicano que, en el caso del maíz, ha liberalizado el mercado más
allá de lo requerido por el propio acuerdo."[38] ... Para no hablar de la
amenaza de hambruna que sacude al area rural mexicana en estos días. Todo ésto,
para mayor gloria del capitalismo estadounidense - QED.
Reformistas arrepentidos - a medias
Estos irrefutables números de la bancarota del neoliberalismo han llevado hoy a
algunos defensores del "reformismo" bancomundialista y fondomonetarista a
olvidar su entusiasmo de hace unos años, y a imponerse a si mismos modestia y
circunspección. Es el caso de Sebastián Edwards, por ejemplo, ex-economista jefe
del Banco Mundial. Hace 10 años, Edwards decía: "A mediados de 1993, los
analistas y medios económicos internacionales recibían las reformas hacia una
política de mercado como un éxito y proclamaban que varios países
latinoamericanos iban camino de convertirse en una nueva generación de 'tigres'.
Los inversores extranjeros se aproximaron rápidamente a la región y los
consultores y estudiosos se apresuraron a analizar las experiencias de Chile,
México y Argentina con el fin de aprender de primera mano cómo unos países que,
sólo unos años antes, habían parecido no tener esperanza, se habían vuelto tan
atractivos para el dinero internacional."[39]
En abril de 2007, Edwards admitió que si hay algo que aprender de Chile, Mexico,
y Argentina, es lo que no se debe hacer. Su entusiasmo de 1997 cedió paso a un
pesimismo más acorde a la triste realidad del neoliberalismo: Además de admitir
que las crisis monetarias de los últimos 20 años costaron 16 por ciento del
producto interno bruto de América Latina (precisamente durante el período de
aplicación de las recetas neoliberales), su conclusión principal es que es
improbable que la economía de América Latina crezca en el largo plazo. "Aunque
es posible que algunos países latinoamericanos progresen en comparación con las
naciones industrializadas, ésta no será la norma; la mayoría de países de
América Latina van a perder terreno con respecto de los países asiáticos y otras
naciones emergentes."[40] Nada de "nuevos tigres", pues; en el mejor caso,
gatitos mancitos y hambrientos: Sólo para absorver la gran masa de jovenes que
ingresan cada año al mercado de trabajo, países como México requieren de un
crecimiento económico de más del cinco por ciento - una quimera, pues, siendo el
país tan dependiente de los EE UU, lo más probable es que México también se
deslize en la recesión, a la cola del amo gringo.Así, el destino inmediato de la
gran mayoría de los mexicanos, y como ellos, de latinoamericanos, es mayor
pobreza. Esta, y no otra, es la verdad del neoliberalismo.
[1] El caso de Long Term Capital Management (LTCM) es particularmente
ilustrativo de la irresponsabilidad del neoliberalismo, y de la ilusión de la
llamada economía neoclásica, es decir, la "ciencia" económica del capitalismo,
de ser una ciencia exacta, que puede resumir la realidad en modelos matemáticos.
Cuando el LTCM, fundado en 1994, estaba a punto de la quiebra en 1998, tras
perder 4.6 billones de dolares en cuatro meses, el estado gringo, a través del
banco central de Nueva York, tuvo que intervenir, pues representaba un
importante riesgo sistémico que amenaraba con provocar un efecto dominó, que
habría arrastrado a bancos y empresas también a la quiebra. Con esta
intervención, una fianza por un total de casi 4 mil millones de dolares, el
estado gringo socializó las pérdidas, aliviando a los gerentes del fondo de su
responsabilidad por sus inversiones. Pero LTCM cerró de todos modos, en el año
2000 ... a pesar de que el fondo trabajaban como consejeros científicos dos
economistas, Myron Scholes y Robert C. Merton, quienes recibieron el premio
Nóbel de economía en 1997, por su, como decía el elogio del banco central de
Suecia, "trabajo fundamental en el análisis y control del riesgo de la economía
financiera."
[2] Los esquemas Ponzi, popularmente conocidos como pirámides, son llamados así
en "honor" de Carlo Ponzi, un inmigrante italiano quien, en 1920, prometía
réditos de 50 por ciento a inversionistas ingenuos deseosos de creer en
ganancias fáciles. En efecto, Ponzi pagó al principio los réditos prometidos,
pero solo a los primeros tontos que le confiaron su dinero, utilizando para ello
las nuevas "inversiones" - y se quedó con el resto. Hasta que un día, la
ilusoria pirámide se hundió, los inversionistas perdieron su dinero, y Ponzi
terminó en la cárcel.
[3] Ver Godoy, Julio: "So, back to regulation, then", IPS, 21 de Marzo 2008,
Berlín.
[4] Ver Godoy, Julio: " New Curbs on Investment From the South", IPS, 14 de
abril 2008, Berlín.
[5] Godoy: "So, back to regulation, then".
[6] Ver Gereda, Marcela: "Instrucciones para desconstruir los mitos de los
'Chicago boys'" elPeriodico, Guatemala, 11 de junio de 2007, sobre todo las
reacciones al artículo en la edición internet del diario; Salinas de Gortari,
Carlos y Roberto Mangabeira Unger: "Hacia un mercado sin neoliberalismo", Diario
La Reforma, Mexico, DF, 20 y 21 de enero de 1999.
[7] Así escribe Ramón Parellada en "Repensémoslo Marcela", en Siglo XXI, 12 de
junio de 2007. Aparentemente, Parellada es profesor de economía de la
universidad Francisco Marroquín (!).
[8] Dussel Peters, Enrique: "Polarizing Mexico: The impact of the liberalization
strategy", Lynne Rienner Publishers, Boulder, Colorado, 2000, página 26. Todas
las traducciones de los textos en alemán, francés o ingles son de Julio Godoy.
[9] Harvey, David: "A Brief History of Neoliberalism", Oxford University Press,
Oxford, 2005, página 40.
[10] Dumenil, Gerard & Dominique Lévy: "Capital Resurgent, Roots of the
Neoliberal Revolution", Harvard University Press, Cambridge, Massachusetts,
2004.
[11] Estos datos han sido tomados de Clerc, Denis: "Repoussoir", Alternatives
Economiques, Paris, Octubre 2007.
[12] Como se sabe, el índice de Gini es un indicador de la desigualdad en una
distribución en general, y es utilizado normalmente para medir la desigualdad en
la distribución de los ingresos de un país. El índice de Gini toma valores entre
0 y 1, en donde 0 representa la igualdad perfecta de la distribución, (todos los
habitantes de un país tienen los mismos ingresos) y 1 corresponde con la
desigualdad absoluta (una persona tiene todos los ingresos y los demás ninguno).
Los valores del índice de Gini para los EE UU son datos oficiales del U.S.
Census Bureau, y accesibles en Internet en http://www.census.gov/hhes/wwww/incomehistinc/ie6.html
[13] Wolff, E..N.: "Why stocks won't save the middle class" y Baker, Dan: "Something
new in the 1990s? Looking for evidence of an economic transformation", ambos en
J. Madrick (Ed): "Unconventional wisdom: Alternatives perspectives on the New
Economy", New York, Century Foundation Press, 2000.
[14] UNICEF: "Child poverty in perspective: An overview of child-wellbeing in
rich countries", Innocenti Report Card 7, 2007.
[15] Clerc, op. cit., y Liptak, Adam: "One in 100 adults behind bars, new study
says", en The New York Times, February 28, 2008.
[16] En su excelente libro "Corporateering: How Corporate Power Steals Your
Personal Freedom... And What You Can Do About It" (Jeremy P. Tarcher/Putnam
Books, New York, 2003), el abogado estadounidense Jamie Court muestra como las
grandes empresas gringas desde principios de los años 1970 concibieron y
financieron un programa de diseminación del neoliberalismo en todas las
instituciones del país, desde universidades hasta periódicos, pasando,
obviamente por partidos políticos y centros de investigación económica. Es
decir, el neoliberalismo es una ideología prefabricada y diseminada de manera
estratégica por los grandes líderes de poder económico gringo, para su propio
beneficio.
[17] Brewer, Mike, Luke Sibieta & Liam Wren-Lewis: "Racing away? Income
inequality and the evolution of high incomes", The Institute for Fiscal Studies,
Briefing Note No. 76, Londres, January 2008, página 10.
[18] Ibidem, página 2.
[19] Ibidem, página 3.
[20] Institut fuer makrooekonomische Forschung: "Wer profitiert vom Aufschwung?"
(¿Quien se beneficia del crecimiento?"), Berlin, Marzo 2008.
[21] Le Boucher, Eric: "Paris, capitale du malthusianisme", Le Monde, Paris, 2
de febrero de 2008. Según las hipotésis de Malthus, una catástrofe social era
inevitable, dado que el crecimiento demográfico sería exponencial, mientras que
el de los alimentos solo sería aritmético. Por ello, no había razón para la
caridad hacia los hambrientos, pues ésta solo serviría para aumentar el número
de pobres. La única solución que Malthus concebía para evitar la catástrofe
sería la de obligar a los pobres a vivir en condiciones aún más miserables, y a
morir más rápido. Ver su "Ensayo sobre el principio de la población", de 1798,
publicado en castellano por Editorial Claridad, Buenos Aires.
[22] Sobre el neoliberalismo en Nueva Zelandia ver Kelsey, Jane: "Economic
Fundamentalism - The New Zealand Experiment. A world model for structural
adjustment?" Pluto Press, London, 1995; sobre el descenso de los estándares de
vida, ver OCDE, Economic Survey of New Zealand, 2007. Este reporte país es
accesible a través de Internet: http://www.oecd.org/dataoecd/30/20/38418204.pdf.
Leer también la cobertura del diario New Zealand Herald del 30 de abril de 2007,
"OECD report a cause of concern", también accesible vía Internet: http://www.nzherald.co.nz/category/story.cfm?c_id=34&objectid=10436846&ref=rss
[23] Rizzi, Andrea: "El salario real medio ha bajado un 4 % en 10 años pese al
fuerte crecimiento económico", en El Pais, 24 de Junio 2007. El reporte de El
País se basa en otro, de la OCDE. Accesible en Internet en http://www.elpais.com/articulo/economia/salario/real/medio/ha/bajado/anos/pese/fuerte/crecimiento/economico/elpepueco/20070624elpepieco_1/Tes
[24] Ibidem.
[25] Weeks, John: "Inequality Trends in some developed OECD countries", DESA
Working Paper No. 6, London, October 2005, páginas 7 y 8.
[26] Ibidem.
[27] Los interesados en el deterioro de la justicia social en Chile bajo la
dictadura del neoliberalismo pueden consultar los trabajos al respecto de la
economista mexicana Nora Lustig ("Medición de la pobreza y de la desigualdad en
América Latina. El emperador no tiene ropa", en: Trimestre Económico, México,
1993, páginas 200 y siguientes), y del economista chileno Dante Contreras
("Pobreza y desigualdad en Chile", en: Estudios públicos Nr. 64, Santiago, 1996,
páginas 57 y siguientes).
[28] MIDEPLAN (Ministerio de Planificación y Cooperación) (1988, 1991, 1993,
1995, 1997), Encuestas de Caracterización Socioeconómica Nacional (CASEN),
Santiago.
[29] Morley, Samuel A.: "Distribution and growth in Latin America in an era of
structural reform", International Food Policy Research Institute, Washington,
January 2001, página 10. Morley subraya que Chile y México pertenecen al grupo
de seis países latinoamericanos donde la desigualdad en la distribución de la
riqueza creció dramaticamente durante los años 1900s, sin que haya, al presente,
signos de revertimiento de esa tendencia.
[30] Estimaciones basadas en Alan Heston, Robert Summers & Bettina Aten, Penn
World Table Version 6.2, Center for International Comparisons of Production,
Income and Prices at the University of Pennsylvania, September 2006. Si bien el
autor es consciente de que el crecimiento del PIB no basta para calificar un
modelo económico, esta breve discusión tiene por objeto desmentir "los buenos
resultados" del neoliberalismo. Además, esta comparación debe ser complementada
con el crecimiento demográfico en ambos países en el período, relativamente
inferior en Corea. Sobre el estado desarrollista coreano, ver, entre otros,
Amsden, Alice: "Asia's next Giant: South Korea and late Industrialisation",
Oxford University Press, Oxford, 1989; también Evans, Peter: "Embedded Autonomy:
State and Industrial Transformation", Princeton University Press, Princeton,
U.S.A. 1995.
[31] Ver Rodrik, Dani: "One economics, many recipes - Globalization,
institutions, and economic growth", Princeton University Press, Princeton, U.S.A.,
2007, página 110.
[32] Sobre este tema, ver, entre otros: Barrionuevo, Alexei: "Salmon Virus
Indicts Chile's Fishing Methods", en The New York Times, 27 de marzo de 2008,
accesible en http://www.nytimes.com/2008/03/27/world/americas/27salmon.html?_r=1&scp=1&sq=Chile+Salmon&st=nyt&oref=slogin
[33] Sobre el rol de la Fundación Chile en el desarrollo de la explotación del
salmón, asi como en los subsididos estatales en las industrias de papel y de
muebles, ver Agosin, Manuel: "Trade and growht in Chile: Past performance and
future prospects", Facultad de Economía, Universidad de Chile, Santiago, 1999;
sobre las inversiones estatales en la agricultura frutera, en especial en la
onología, ver Jarvis, Lovell: "Changing private and public roles in
technological development: Lessons from the Chilean fruit sector", en Anderson,
J.R. (Ed.): "Agricultural Technology: Policy Issues for the International
Community", CAB International, Wallingford, England, 1994; sobre la actividad
estatal en el fomento de la silvicultura, ver Clapp, Roger Alex: "Creating
Comparative Advantage: Forest Policy as Industrial Policy in Chile", in Economic
Geography, Clark University, Massachussets, U.S.A. 1995, Volumen 71, Número 3,
páginas 273-296.
[34] Rodrik, op. cit., página 109.
[35] Ver, por ejemplo, Weisbrot, Mark; David Rosnick & Dean Baker: "Getting
Mexico to Grow with NAFTA: The World Bank Analysis", Center for Economic and
Policy Research, Washington, October 2004; también Moreno-Brid, Juan Carlos,
Juan Carlos Rivas Valdivia & Jesús Santamaría: Mexico: "Economic growth exports
and industrial performance after NAFTA," CEPAL, Mexico, 2005, páginas 13 y
siguientes.
[36] Sobre la evolución del déficit comercial mexicano, ver las estadísticas de
la OCDE, accesibles en http://stats.oecd.org/wbos/viewhtml.aspx?queryname=326&querytype=view〈=en.
En cuanto al absurdo carácter de la industrialización mexicana "orientada hacia
la exportación", ver Dussel Peters, Enrique, op. cit., páginas 51 y siguientes.
[37] Datos apuntados por José Luis Calva en "El campo mexicano: Ajuste
neoliberal y alternativas," Juan Pablos Editor, Mexico, 1997, página 11.
[38] "La importación de maíz de EU creció 15 veces con el TLCAN", en La Jornada,
16 de marzo de 2005. http://www.jornada.unam.mx/2005/03/16/029n2eco.php
[39] Edwards, Sebastian: "Crisis y reforma en América Latina", Buenos Aires,
Emecé, 1997, página 17.
[40] Edwards, Sebastian: "Crisis and Growth: A Latin American perspective",
National Bureau of Economic Research, Washington, 2007, página 22. Accesible en
Internet en http://www.nber.org/papers/w13019.