Economía
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Sobre la captación de cerebros de los países del Norte
¿Robo en verde o en azul?
Hedelberto López Blanch
Rebelión
Estados Unidos y la Unión Europea lejos de ayudar a mejorar las economías de
naciones en desarrollo, les han puesto nuevas zancadillas a los países pobres
con la finalidad de extraer de sus territorios recursos humanos que con enormes
esfuerzos y sacrificios han logrado formar durante años.
Mientras los ricos incumplen los acuerdos aprobados por la Asamblea General de
las Naciones Unidas de otorgar a los pobres el 0,7 de su Producto Interno Bruto
(PIB) para el desarrollo de esos pueblos, Estados Unidos ha puesto en marcha un
programa denominado Tarjera Verde para extraer profesionales de las naciones en
desarrollo, a la par que los 27 de la Unión Europea le han seguido los pasos con
otro ardid similar llamado Tarjeta Azul.
Estados Unidos, la potencia hegemónica mundial (que ahora se halla en una de sus
peores crisis económico-financieras) ha sido la impulsora de esas políticas de
escamoteo humano pues para mantener su desarrollo y producción necesita
constantemente mano de obra y de profesionales ajenos sin gastar un centavo en
sus formaciones.
En primer lugar depende de la mano de obra barata proporcionada por los
inmigrantes la mayoría indocumentados (ahora obligados a retornar a sus países
de orígenes tras finalizar sus contratos leoninos) para trabajar en las siembras
en zonas agrícolas.
Pero el robo de cerebros va más allá pues varias agencias publicitarias
estatales y privadas en páginas Web, ofrecen 50 000 Tarjetas Verdes (Green Card)
para que profesionales con títulos universitarios de ingeniería,
telecomunicaciones, medicina, física, matemáticas u otras carreras puedan
trabajar y vivir en el país.
Como es de suponer, los mensajes se dirigen a los que en el mundo
subdesarrollado poseen computadora y acceso a Internet, lo cual significa que
disponen de buena posición y grado cultural suficiente para emigrar a
Washington.
Durante la XVI Cumbre Iberoamericana realizada en Montevideo, Uruguay en 2006,
el vicepresidente del Consejo de Estado de Cuba, Carlos Lage denunció que 24 000
profesionales universitarios latinoamericanos emigraron en 2005 hacia los países
altamente desarrollados lo que representó para los primeros la pérdida de 5 000
millones de dólares solo en la educación y preparación de ese personal.
Lage enfatizó que médicos, informáticos, maestros, enfermeras y otros
profesionales y técnicos, son estimulados a emigrar a los países ricos con todas
las facilidades, ofreciéndoles salarios y condiciones que en nuestros países no
pueden obtener. Para ellos no hay muros ni devoluciones forzosas, por el
contrario, hay planes y programas para captarlos.
El Líder de la Revolución cubana, Fidel Castro, en la Reflexión del 18 de julio
de 2007, expuso que "la fuga de cerebros es un golpe por partida doble para las
economías débiles pues no solo pierden sus mejores recursos humanos y el dinero
en su capacitación, sino que después deben pagar aproximadamente 5 600 millones
de dólares al año para emplear a los expatriados" que ocupen esas plazas.
Añadió que en los últimos años la promoción de esta emigración se convertió en
una política oficial de Estado en varios países del Norte, con incentivos y
procedimientos especialmente diseñados para ese fin como el Acta para la
Competitividad Americana en el Siglo 21aprobada por el Congreso de Estados
Unidos en el 2000 la cual incrementó las visas para trabajo temporal, conocidas
como H-1B, de 65 000 a 115 000 en el año fiscal 2000, y después hasta 195 000
para los años 2001, 2002 y 2003. El objetivo del incremento fue promover el
ingreso a Estados Unidos de inmigrantes altamente calificados que pudieran
cubrir puestos en el sector de la alta tecnología
Fidel Castro señaló que ese continuo saqueo de cerebros en los países del Sur
desarticula y debilita los programas de formación de capital humano, un recurso
necesario para salir a flote del subdesarrollo. No se trata solo de las
transferencias de capitales, sino de la importación de la materia gris, cortando
de raíz la inteligencia y el futuro de los pueblos.
Seguidamente informó que "entre 1959 y el 2004 se graduaron en Cuba 805 903
profesionales, incluyendo médicos. La injusta política de Estados Unidos contra
nuestro país nos ha privado del 5,16 % de los profesionales graduados por la
Revolución."
Un informe del Banco Mundial publicado en 2005 indicaba que en los últimos 40
años, más de 1 200 000 profesionales de la región de América Latina y el Caribe
emigraron hacia Estados Unidos, Canadá y el Reino Unido. De Latinoamérica han
emigrado como promedio más de 70 científicos por día, durante 40 años.
Varios países, sobre todo los pequeños de África, el Caribe y América Central,
han perdido a través de la migración más del 30 % de su población con educación
superior.
El Caribe insular, donde el idioma de casi todos los países es el inglés, posee
la fuga de cerebros más alta del mundo. Ocho de cada 10 haitianos y jamaicanos
con títulos universitarios viven en el extranjero, y más del 50 % de los
graduados en altos centros de estudios de Centroamérica y el Caribe. En América,
otras dos naciones cuentan con un alto grado negativo en este aspecto: Guyana
con 86 % y Surinam con 90 % de profesionales emigrantes.
La formación de un profesional universitario, según sea la carrera o el país de
Latinoamérica donde curse los estudios tiene un costo que estriba entre los 50
000 y 90 000 dólares y lo más perjudicial es que después, si emigra, no prestará
ningún servicio a sus países ni a sus pueblos que tanto lo necesitan. Por ese
motivo, Carlos Lage apuntó en aquella Cumbre: "El Norte opulento y derrochador
usa y discrimina a los inmigrantes; el Sur es el proveedor de la materia prima
del Norte, el almacén de donde sacan recursos de todo tipo, desde el mineral
hasta el talento."
Datos aportados por la emisora Voz de Alemania señaló que el 55 % de los
médicos, expertos en computación y especialistas de otras ramas que emigran
hacia el Primer Mundo, lo hacen hacia Estados Unidos y solo el 5 % escoge por
destino a la Unión Europea.
En la competencia por el saqueo de cerebros, los países europeos desarrollados
se han quedado a la zaga de Estados Unidos y por tanto se hacía necesario tratar
de equiparar esa realidad...y surgió la Tarjeta Azul.
Sin ningún disimulo, el Consejo de Ministros de Justicia e Interior de la UE
acordó crear en su última reunión la Tarjeta Azul (la proposición que databa de
julio de 2007), para inmigrantes cualificados, destinada a atraer a los
trabajadores, técnicos y expertos desde países del tercer mundo.
De esta forma, dice, se ofrecerán ventajas prácticas legales a los inmigrantes
más capacitados procedentes de países extracomunitarios, que por ahora se
dirigen preferentemente a Estados Unidos o incluso Canadá, donde las condiciones
para ellos son mucho más simples. El mecanismo europeo es más o menos una
imitación de la conocida Tarjeta Verde estadounidense.
Según el Pacto, los países de la UE siguen siendo libres para organizar la
inmigración legal en función de sus prioridades, sus necesidades y sus
capacidades de recepción nacionales y mediante el nuevo mecanismo, los
beneficiados y sus familiares podrán trabajar y residir en el Estado que se lo
otorga.
Como la verdadero motivo de la medida resulta difícil de ocultar, el ministro
francés de Inmigración, Brice Hortefeux, declaró primero que la Tarjeta Azul no
es la tarjeta verde de Estados Unidos, aclaró después: "lo cierto es que la
propuesta europea es una respuesta a la iniciativa del otro lado del Atlántico
para captar a los mejores profesionales de todo el mundo.
Por su parte, el ministro de Interior de Alemania, Wolfgang Schäuble fue más
allá al decir que con la tarjeta azul se refuerzan y amplían los derechos de los
extranjeros cualificados con el objetivo de competir con la oferta
estadounidense. Así, a los trabajadores que hayan cumplido 18 meses de
residencia en un país se les permitirá trabajar en otros países de la Unión, con
la única limitación administrativa de que no se rebasen las cuotas establecidas
por cada Estado.
Tanto Azules como Verdes, las tarjetas, visas o como deseen llamarles a estos
nuevos ingenios, van dirigidas a un solo objetivo: robarse a los profesionales
que con tanto esfuerzo se han formado en los países en desarrollo, sin que las
naciones ricas beneficiadas por esta emigración incurran en gastos para sus
formaciones. Se hace necesario detener este robo Verde-Azul.