Econom�a
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Lehman y el fin de la era del apalancamiento
Spengler
Asia Times
Traducido del ingl�s para Rebeli�n por Germ�n Leyens y revisado por Horacio
Garetto
Lehman Brothers sobrevivi� a la Guerra Civil estadounidense, a dos guerras
mundiales y a la Gran Depresi�n, pero hoy, lunes, la firma que estableci� el
est�ndar para los mercados de ingresos fijos ser� liquidada. Las p�rdidas
potenciales son tan t�xicas que ninguna de las principales instituciones
financieras estuvo dispuesta a adquirirla.
El fin de Lehman Brothers viene despu�s de la quiebra durante la semana pasada
de dos de las agencias de garant�a hipotecaria estadounidenses, Fannie Mae y
Freddie Mac. Es notable que las autoridades de EE.UU., agotadas por sus
esfuerzos de rescatar a los garantes de hipotecas y otras firmas, hayan
abandonado a Lehman a su suerte.
Se ha perpetrado un inmenso enga�o contra los mercados financieros globales
durante los �ltimos 10 a�os. Una econom�a estadounidense basada en abrir
contenedores de China y vender su contenido en Wal-Mart, o vender casas de ac�
para all�, suministra una rentabilidad limitada. All� donde la rentabilidad
subyacente de la econom�a estadounidense era pobre, la ingenier�a financiera
lograba transformar ganancias escasas en otras aparentemente copiosas usando la
magia del apalancamiento.
El ingreso de los consumidores estadounidenses se estanc�, pero el precio de sus
casas se duplic� simult�neamente entre 1998 y 2007 gracias al uso del
apalancamiento de las finanzas hipotecarias. La rentabilidad de las
corporaciones estadounidense podr� haberse desacelerado, pero la aplicaci�n del
apalancamiento en la forma de fusiones y adquisiciones financiadas con bonos
basura multiplic� la estrecha banda de la rentabilidad.
Wall Street y la City de Londres aprovecharon la ola de rentabilidad sin
precedentes suministrando apalancamiento a precio excesivo a los mercados de
consumidores y corporativos. Dirigida por los ingenieros financieros en Lehman,
la industria de los valores gener� una enorme infraestructura de personal,
sistemas, y riesgos financieros. Tuvieron tanto �xito que cuando par� la m�sica,
no hubo manera de liquidar elegantemente ese mecanismo. No qued� otra cosa que
permitir que se desplomara.
El Gran Crash Financiero de 2008 ha entrado a una nueva fase, a juzgar por la
apertura del mercado en Europa y los precios de futuros en EE.UU. El fracaso de
Lehman y la r�pida decadencia de otras firmas financieras, sobre todo American
International Group (AIG), el mayor asegurador del mundo, han llevado los
valores de las acciones a sus m�s bajos niveles del a�o.
La causa m�s pr�xima del Gran Crash es el incremento de los escasos rendimientos
del capital mediante el apalancamiento. La disminuci�n del rendimiento del
capital, sin embargo, provino de un desequilibrio global de la oferta y la
demanda de capital como reacci�n ante el r�pido envejecimiento de la poblaci�n
del mundo. Los jubilados que envejecen en Europa y Asia tienen que encontrar a
j�venes que paguen intereses para sus pensiones, y no hay suficientes j�venes en
su pa�s. Los alemanes entre 15 y 24, en el umbral de la formaci�n de familias,
representan s�lo un 12% de la poblaci�n actual del pa�s y bajar�n a s�lo un 8%
en 2030. Pero ahora un quinto de los alemanes est� al borde de la jubilaci�n y
la mitad estar� all� a mediados del siglo.
En efecto, los estadounidenses pidieron prestado un bill�n de d�lares al a�o
contra la esperanza de que continuara el ritmo de aumento de un 10% en los
precios de las casas, produciendo una burbuja que ahora ha estallado. No es
diferente de la burbuja de los bienes ra�ces que contribuy� a la devaluaci�n del
bhat tailand�s en 1997, con la excepci�n del tama�o y del impacto global.
Es f�cil cambiar el sistema financiero, argument� en mi ensayo del 20 de mayo.
Los bancos centrales pueden reunirse cualquier martes por la ma�ana y anunciar
est�ndares m�s duros para pr�stamos. Pero es imposible arreglar los problemas
financieros que surgen de la senectud europea. Gracias a la pol�tica de un solo
ni�o, sin embargo, China tiene una poblaci�n relativamente joven que envejece
m�s r�pido que cualquier otra, y el apetito chino por los ahorros excede
ampliamente lo que puede ofrecer su propio mercado financiero.
No hay nada complicado respecto a las finanzas. Se basan en que la gente mayor
presta a los j�venes. Los j�venes invierten en casas y negocios; los ya mayores
ahorran para adquirir activos para su jubilaci�n. La nueva generaci�n apoya a la
anterior, y los sistemas de jubilaci�n simplemente reparten proporcionalmente
los derechos al ingreso entre las generaciones. Nunca antes en la historia
humana, sin embargo, ha sucedido que no haya surgido una nueva generaci�n.
El mundo sigui� enviando capital a EE.UU. durante los �ltimos 10 a�os, sin
embargo, porque ning�n otro mercado pod�a absorber los ahorros de Europa y Asia.
Los mercados financieros, por su parte, encontraron medios de persuadir a los
estadounidenses para que pidieran prestado m�s y m�s dinero. Si no hab�a
suficientes estadounidenses j�venes pujantes para que se prestara dinero sobre
una base s�lida, los bancos ama�aron que a una cantidad menor de estadounidenses
se les prestara m�s dinero sobre una base fr�gil. Por ese motivo, hipotecas de
alto riesgo, con s�lo inter�s, sin pago inicial y otros pr�stamos aumentaron
considerablemente en las carteras de los bancos.
Es tentador ver en el fracaso de Lehman Brothers y la fusi�n forzada de Merrill
Lynch con Bank of America un fracaso de la "cultura corporativa." En el caso de
una gran firma financiera que ha superado muchas tormentas, el fracaso de una
cultura de negocios contiene m�s informaci�n. Los mercados crediticios conectan
lo que hacemos hoy con lo que planificamos para el futuro. Como el futuro es
incierto tenemos que tener fe en el resultado, y por eso la palabra "cr�dito" se
deriva de la misma ra�z latina que denota creencia en el sentido religioso.
Necesitamos un cierto grado de confianza en nuestras contrapartes. La tarea de
las grandes firmas financieras es crear confianza entre prestatarios y
prestadores y establecer un lazo entre el presente y el futuro.
Es de poca importancia en la situaci�n general, pero en el triste, extra�o
peque�o mundo de los estudios empresariales, la cultura de Lehman val�a como
ejemplar, un fanal para los ambiciosos y avariciosos. El fin de Lehman es, sin
duda, un evento menor en comparaci�n con los afanes de las agencias de garant�a
de hipotecas de EE.UU., que necesitaron un rescate gubernamental en la semana
pasada, pero es un hito en la descomposici�n corporativa estadounidense.
Por una encantadora coincidencia, las dos quiebras de grandes firmas de
negociaci�n de valores que han tenido lugar hasta la fecha ocurrieron en
extremos puntos opuestos del espectro cultural corporativo. Lehman es la segunda
gran firma de valores de EE.UU. que quiebra este a�o, despu�s del desplome en
marzo de Bear Stearns, cuyos fragmentos fueron recogidos por J P Morgan Chase.
Bear era un grupo de incoherentes intrusos, dirigido por jud�os sin pedigr�
social. Jimmy Cayne, presidente de la firma, nunca termin� la universidad y
literalmente comenz� su carrera comerciando con chatarra. Los gerentes de Bear
jugaban bridge, y se enorgullec�an de no poseer cultura corporativa excepto un
instinto de pira�a para el pr�ximo negocio. Un libro de notas del ex director
ejecutivo de Bear, Alan Greenberg, circul� hace algunos a�os, incluyendo una
s�tira en la que el jefe de Bear clasificaba a sus competidores que hab�an
mordido el polvo con el pasar de los a�os seg�n la filosof�a de direcci�n que
cada uno hab�a abrazado, por ejemplo, "gerenciamiento total de la calidad" y
otras palabras grandilocuentes. Bear rechazaba orgullosamente la cultura
corporativa y la filosof�a administrativa como muestras de amor propio
desgastado.
En Bear, los socios llevaban sus propios negocios y ocultaban sus mejores
m�todos ante sus colegas para impedir que alguno se entrometiera en su acci�n.
El m�todo favorito de comunicaci�n de la direcci�n era el llamado telef�nico de
un minuto de duraci�n. Lehman realizaba reuniones para planificar la reuni�n que
establecer�a la agenda para la reuni�n que tomar�a la decisi�n y, claro est�,
cada departamento e inter�s ten�a que estar representado. Era llamado "trabajo
de equipo." Como resultado, todos los recursos de Lehman eran reunidos para los
proyectos en los que la firma fijaba sus prioridades.
Se escucharon chasquidos de lenguas en todo Wall Street cuando Bear sucumbi� por
�ltima vez. "A nadie le gustaba Jimmy Cayne [de Bear], dijo un alto asociado de
Lehman Brothers, "pero a todos les gusta Dick Fuld [presidente ejecutivo de
Lehman Brothers]. Cayne no era de nuestra clase, querido; el refugiado
advenedizo de un dep�sito de chatarra hab�a subido demasiado alto y recibi� lo
que merec�a. La Reserva Federal abri� sus facilidades de pr�stamo para bancos
comerciales a compa��as de inversi�n en la bolsa de valores por primera vez en
la historia, el d�a despu�s del cierre de Bear Stearns. Lehman y otros fueron
los beneficiarios de la dadivosidad oficial que no fue ofrecida a Bear Stearns."
Puede que a todos les guste Dick Fuld, que preside un ej�rcito de especialistas
en redes con conexiones sociales, participaci�n pol�tica, que tiene uno de los
mejores acopios de favores hechos y cobrables. Pero a nadie le gusta
suficientemente como para comprar su firma, que al parecer ha sido rechazada a
cualquier precio por un banco coreano, por Barclay�s Bank del Reino Unido, y
finalmente por Bank of America.
Anteriormente, durante este a�o, las autoridades estadounidenses permitieron que
instituciones financieras marcaran sus libros a valores ficticios, en la
esperanza de que finalmente volvieran los precios de hipotecas, las
estructuraciones de deudas de consumidores, instrumentos financieros
estructurados corporativos, etc. Si las autoridades hubieran obligado a los
bancos a marcar al nivel de la oferta existente en el mercado, todos ellos
habr�an sido insolventes.
El problema es que lo m�s fundamental est� empeorando, no mejorando � los
precios de todo este producto estructurado no vuelven y en algunos casos los
flujos de fondos est�n siendo afectados. Un seis por ciento de las hipotecas de
EE.UU. est�n pendientes de liquidaci�n, y el recobro al liquidar parece moverse
alrededor de un 50%, en lugar del nivel de 98% que exist�a cuando los precios de
casas estaban aumentando. Mientras m�s se espere, peor resulta la cosa. Todos
miraban a la cartera de Lehman, la comparaban con la oferta del mercado, y se
daban cuenta de que podr�an tener un agujero negro de p�rdidas. Lo mismo vale
para Washington Mutual, la instituci�n de ahorratividad estadounidense que
probablemente ser� la pr�xima en llegar a la guillotina.
La quiebra de Lehman y de Bear Stearns no refleja el colapso de un tipo
particular de cultura corporativa. Como se�alara, las dos firmas encarnaban
puntos de vista radicalmente diferentes de la cultura corporativa. Lo que
destruy� a ambas firmas fue, m�s bien, una repentina ruptura en la cadena de
expectativas entre el presente y el futuro. Los ahorristas de hoy ya no pueden
tener ninguna confianza en que vayan a ganar suficiente para financiar sus
jubilaciones arriesgando dinero. Han descubierto que de una u otra manera, sus
inversiones han alimentado una burbuja del mercado de valores en lugar de crear
valor.
Los participantes en el mercado est�n reaccionando mediante una hu�da del
riesgo, y es lo que tienen que hacer. Es lo que lleva a las grandes crisis. El
modelo de rebote de los mercados burs�tiles en baja fue marcado por repuntes del
mercado bajista cada vez que los gobiernos de EE.UU. y otros pa�ses interven�an
para rescatar a la �ltima v�ctima. La capacidad del gobierno de EE.UU. de
influenciar los eventos, sin embargo, parece haberse agotado. El Tesoro y la
Reserva Federal no pueden rescatar a todos. Despu�s de Lehman, el asegurador AIG
y Washington Mutual pueden ser los pr�ximos en quebrar, seguidos por varios
bancos regionales.
No veo otra soluci�n que permitir que los grupos familiares estadounidenses
inicien el doloroso proceso de reconstruir sus estados de cuentas, lo que
implica una econom�a desacelerada durante los dos pr�ximos a�os. Es demasiado
tarde para detener el Gran Crash de 2008. La pregunta sigue siendo cu�l ser� el
mejor modo de salvar lo que se pueda.
(Copyright 2008 Asia Times Online (Holdings) Ltd.
http://www.atimes.com/atimes/Global_Economy/JI16Dj08.html