Economía
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El crepúsculo del capitalismo
Francisco Puche Vergara
Rebelión
Luchar por combatir un paradigma hegemónico es un paso importante: reduce la
ideología dominante de un estatuto hegemónico a un concepto refutado, aunque
siga siendo dominante ( T. Spangenberg, Ecología Política, nº 35, 2008)
No es por ponerme solemne, pero asistimos a un especial momento histórico: el
sedicente "libre" mercado ha sido refutado.
El término refutación lo tomo en el sentido popperiano, es decir es ese momento
de las teorías científicas en el que los hechos, la experiencia, en lugar de
corroborar las hipótesis formuladas (en nuestro caso las de la economía
neoclásica-neoliberal-capitalista) la desechan. Y como dice David Southwood,
Director científico de la Agencia Europea del Espacio, " la ciencia tiene que
ser experimental. La idea más genial puede estar equivocada" (El Público,
2.10.08)
¿Qué dice exactamente Popper, padre de la actual filosofía de la ciencia y
acérrimo defensor de la sociedad abierta- léase también "libre" mercado?. Lo
formularé enlazando títulos de su bibliografía: que la lógica de la
investigación científica ha de transitar entre conjeturas y refutaciones en una
búsqueda sin término.
La razón epistemológica de esa propuesta es fácil de entender: parte del axioma
de que no es posible atrapar toda la realidad en un modelo o teoría y mucho
menos librar a este modelo de sesgo cultural y subjetivo (" las teorías son
nuestras propias invenciones, nuestras propias ideas", dice Popper). No podemos
encerrar lo "infinito" en algo limitado. Es la aporía que Agustín de Hipona
propuso al niño de la playa para mostrarle la inefable existencia de Dios.
Pero, ¡qué angustia, andar de refutación en refutación! Popper nos da un respiro
con un criterio parecido al principio de precaución, dice:" lo que afirmo es que
una teoría bien corroborada es racionalmente preferible a otra peor
corroborada... incluso aunque sepamos muy bien que puede llevarnos a un mal fin
en algunos casos futuros".
El modelo neoliberal pretendía ser una de esas teorías provisionales, la mejor
ajustada a los intereses generales de los individuos (no digo sociedad dado el
carácter epistemológicamente individualista del modelo). La mejor posible, la
única posible, incluso, decían sus defensores, habida cuenta que la otra
alternativa ( la economía planificada y de propiedad estatal) había sido
refutada y desechada por la historia, en el devenir del "socialismo real".
La Escuela de Chicago, con Friedman a la cabeza, paladines de este modelo,
consideraban a la economía como una disciplina del mismo rango científico que la
física, por tanto desligada de valores y subjetividades (Naomi Klein ha dado
buena cuenta de esta Escuela triunfante en su reciente libro "La doctrina del
Shock")
La aplicación del modelo neoliberal a Chile primero, sin cortapisas bajo la
égida de Pinochet, y después a Bolivia, Indonesia, la antigua URSS y finalmente
al mundo entero, atestiguan su hegemonía. La enseñanza en las Universidades de
medio mundo sigue a píe juntillas los teoremas del "libre" mercado y de la
consecuente benefactora "mano invisible"( por eso, con mucha gracia H. Dieterich
anunciaba días atrás que se habían suicidado 15 profesores de economía al
contemplar la caída de sus creencias. No había sido el caso pero parecía que
"nobleza" hubiese obligado)
Nunca, en la historia del capitalismo, el laboratorio para experimentar los
supuestos e hipótesis de un modelo basado en la propiedad privada, el "libre"
mercado, la competencia, el Estado mínimo, y el equilibrio general procurado por
una "mano invisible", que guiados por el afán individual de maximizarlo todo (
los beneficios, las utilidades, la producción...) iba a procurar el bienestar
general y universal, ha estado mejor dotado.
En efecto, no sólo diversos países y el mundo entero, si no empresarios,
gobiernos, organismos internacionales, intelectuales y ciudadanos eran creyentes
de la última buena nueva de que la globalización neoliberal y las leyes del
mercado habían salido de las entrañas de la naturaleza.
Un experimento del capitalismo que ha podido, casi sin trabas, deslocalizar,
comerciar, provocar migraciones controladas, especular, monopolizar, hacer
propaganda, chantajear, etc., ha tenido todas las condiciones para triunfar y
por tanto para afirmarse como la mejor de las hipótesis corroboradas hasta el
momento (dejando a salvo las posibles refutaciones en el futuro)
Nunca como ahora, decimos, las posibilidades de mostrar sus excelencias han sido
mayores para el capitalismo, pues en los siglos pasados o bien los factores
productivos y las mercancías no tenían la movilidad supersónica de este siglo o
bien había otras hipótesis en liza, caso del "socialismo real".
Pero desde 1989, dejado a su anchas, el "libre" mercado lo que ha demostrado es
que:
a) Es incompatible con la vida tal como la conocemos: su crecimiento exponencial
(a interés compuesto) en un mundo limitado socava los fundamentos ecosistémicos
en los que se sustenta la especie humana (efecto Tánatos)
b) Exacerba las desigualdades de partida, condenando a la inmensa mayoría a la
miseria material, cultural y moral (efecto Mateo)
c) Es autodestructivo, porque se realimenta exponencialmente a sí mismo con la
ponzoña del beneficio, hasta dosis mortales de necesidad (efecto escorpión
suicida)
Los apartados a) y b) habían sido largamente anunciados y comprobados antaño, al
c) es justamente al que asistimos novedosamente. Que dejado a merced de la mano
invisible del "libre" mercado desregulado, el sistema capitalista haya tenido
que protagonizar las mayores intervenciones del Estado que se recuerden en su
historia no deja de ser una refutación definitiva de tal sistema.
Las tres imágenes que acompañarían a este momento histórico podrían ser: la del
oso polar hundiéndose con el Ártico; la de la gente modesta en la Ciudad de
Nueva Orleáns a merced del Katrina; y la del Secretario del Tesoro usamericano,
Sr. Paulson, (ex directivo de la Goldman Sachs, la mayor banca de inversiones
del mundo, recientemente rescatada del naufragio) hincando una rodilla delante
de la presidenta del Congreso, sra. Pelosi, pidiéndole postrado que apoyase el
plan de ayudas para rescatar del hundimiento al sistema (el relato que de este
episodio hace el famoso economista Krugman incluye la broma de la presidenta
contestándole: "no sabía que fuese usted católico")
Obviamente, el capitalismo ha sido refutado y está en su crepúsculo, pero la
agonía puede ser duradera y perniciosa por lo que está pidiendo una eutanasia
asistida.
Se impone un nuevo paradigma, en el sentido kuhniano, para acabar con esta
pesadilla de la miserabilización y posible autodestrucción del mundo humano.
Para esta necesaria sustitución, resulta pertinente desempolvar el viejo eslogan
de Rosa Luxemburgo, pero adaptado a los tiempos, que vendría a profetizar
aquello de: ecosocialismo o barbarie.
Málaga a 5 de octubre del 2008, año crepuscular.