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Toni Negri y Giuseppe Cocco, los movimientos sociales y los nuevos gobiernos sudamericanos
"Am�rica latina est� viviendo el momento de una
ruptura"
Los intelectuales italianos, te�ricos de los movimientos sociales
alternativistas, discuten la relaci�n con gobiernos como los de Lula, Ch�vez,
Kirchner y Evo a los que, con diferencias, ven con aperturas hacia pol�ticas no
neoliberales. Plantean que estos gobiernos deben concebir al desarrollo desde lo
democr�tico y lo social.
Por Ver�nica Gago
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Desde
la aparici�n del libro GlobAL. Biopoder y luchas en una Am�rica latina
globalizada (Paid�s, 2006), los italianos Antonio Negri y Giuseppe Cocco
(residente en Brasil) se lanzaron a intervenir en los debates pol�ticos de este
continente de manera expl�cita. As�, los lineamientos del obrerismo italiano
surgidos al calor de las luchas aut�nomas de fines de los �60 en ese pa�s, luego
combinados con el posestructuralismo franc�s en los �80 y presentados como gran
relato mundial a inicios del nuevo siglo con el libro Imperio (A. Negri y M.
Hardt) ahora buscan su aclimataci�n latinoamericana. La hip�tesis de Negri y
Cocco, en este caso, bendice a algunos de los gobiernos de la regi�n: Lula,
Kirchner, Ch�vez y Evo �cada uno a su modo� expresar�an una novedosa posibilidad
de relaci�n entre los movimientos sociales y los gobiernos, ya que la llegada al
poder de estos mandatarios �sugieren los te�ricos italianos� no puede entenderse
sin las revueltas sociales que los precedieron y que abrieron un espacio
pol�tico antineoliberal latinoamericano.
Los italianos se propusieron, incluso, discutir sus afirmaciones con los propios
gobiernos. Ch�vez los recibi� hace poco tiempo en Caracas y les prometi� un
nuevo encuentro; la Central Unica de Trabajadores (CUT) de Brasil y varios
miembros del PT tuvieron m�s de una reuni�n con ellos y hace apenas un mes Negri
dio el discurso de apertura del �ltimo congreso de esa central sindical; en
Buenos Aires tuvieron un encuentro con funcionarios en el 2003 y el
vicepresidente de Bolivia, Alvaro Garc�a Linera, ha nombrado p�blicamente m�s de
una vez a Negri, aunque muchas para refutarlo.
A prop�sito del reciente encuentro de ambos en Brasil, Negri y Cocco contestan a
d�o esta entrevista para polemizar, una vez m�s, con la izquierda que sigue
entendiendo la dominaci�n actual en t�rminos imperialistas, pero tambi�n con
aquella que critica a los nuevos gobiernos latinoamericanos por su moderaci�n.
�Algunos acontecimientos en Brasil abren preguntas sobre c�mo es hoy la relaci�n
entre los movimientos sociales y el gobierno de Lula. Tal vez el m�s difundido
haya sido la invasi�n al Congreso en Brasilia de una fracci�n del MST. �C�mo
interpretan estos hechos? �Cu�l fue el clima en relaci�n con la reelecci�n de
Lula en el congreso de la CUT?
Giuseppe Cocco: �La invasi�n al Congreso no fue realizada por el MST, sino por
una disidencia ultraminoritaria del movimiento que lucha por la reforma agraria
y que parece francamente extra�a en la actual coyuntura pol�tica brasile�a.
Toni Negri: �La sensaci�n que tuvimos en ocasi�n de la conferencia de apertura
del Congreso Nacional de la CUT es contraria a �sa: en primer lugar, percibimos
una gran determinaci�n del movimiento sindical y social para profundizar las
relaciones con el gobierno de modo de garantizar el pr�ximo mandato de Lula y al
mismo tiempo hacer que eso constituya un paso adelante en t�rminos de
transformaci�n social. En segundo lugar, existe una gran conciencia por parte de
los sindicatos obreros sobre el hecho de que las transformaciones sociales y la
nueva din�mica de desarrollo marchan juntas, sobre todo frente a la movilizaci�n
productiva que tiene lugar en la metr�poli, m�s all� de la f�brica. Por �ltimo,
es clara la convicci�n de que este segundo "tiempo" del gobierno de Lula podr�
realizarse efectivamente en la medida en que encuentre la base de una
radicalizaci�n democr�tica que implique la afirmaci�n de relaciones siempre m�s
abiertas entre gobierno y movimientos.
�Ustedes postulan la presencia en el Cono Sur de un antagonismo entre "el
gobierno de la interdependiencia" y el "bloque biopol�tico" del capital.
�Podr�an explicar los t�rminos de este conflicto actualmente?
T.N.: �Entre las cosas que han cambiado, est� indudablemente el pasaje de la
dependencia a la interdependencia. La izquierda que se dice "radical" ha atacado
las pol�ticas de Lula y Kirchner cuando ellos han asumido una posici�n
responsable en la confrontaci�n del FMI y del Club de Par�s. A nosotros, por el
contrario, nos alegra que finalmente otras fuerzas de izquierda, aquellas que
Lula y Kirchner representan, hayan aprovechado la ocasi�n de volver
relativamente independiente a Am�rica latina �y no s�lo a sus pa�ses� del
comportamiento ultrajante y r�gido del FMI y el Club de Par�s. Ha comenzado una
nueva �poca. El gran problema de los pr�ximos a�os ser� c�mo gobernar la
interdependencia del continente latinoamericano �de la misma manera el problema
se plantea en Europa, en China y en general en Asia� debido a la descomposici�n
de la hegemon�a imperial norteamericana. Todo esto no significa que internamente
en los pa�ses de Am�rica latina no existan problemas. El bloque de biopoder es
indudablemente feroz. Pero se trata de escapar e inventar una nueva pol�tica
democr�tica que lo desarticule. El nacionalismo, el discurso econ�mico del
desarrollismo y el lamentable antiimperialismo s�lo refuerzan el bloque de
biopoder. En esta perspectiva, la ruptura de la dependencia operada por Lula y
el lanzamiento del proyecto bolivariano resultan complementarios. Nosotros
esperamos que el gobierno de Lula, en su pr�ximo segundo mandato, se abra y se
nutra de las iniciativas bolivarianas tanto como esperamos que los colores
exageradamente nacionales de una gran experiencia como la de Ch�vez �y tal vez
la de Evo� se desti�an.
��Por qu� creen que la cr�tica al desarrollismo nacional es apta en pa�ses como
Argentina donde el fen�meno de desocupaci�n �y subocupaci�n� masiva empuja a los
trabajadores a aceptar bajos salarios y trabajos hiperprecarios?
G.C.: �En GlobAL criticamos la tentativa de "resucitar" el modelo
nacional-desarrollista de la misma manera que criticamos a aquellos que piensan
que es posible, en una econom�a avanzada, resolver la cuesti�n dela
precarizaci�n del trabajo a trav�s del retorno de un "pleno empleo industrial",
hoy impracticable. No se trata de "marginalizar" la cuesti�n del desarrollo,
sino de tratarla de un modo adecuado. La precariedad actual ya no es el residuo
del subdesarrollo, sino la base y el resultado mismo del desarrollo. Con los
sindicatos metalmec�nicos del ABC paulista hemos discutido justamente esto: por
ejemplo, la Volkswagen quiere despedir, flexibilizar y tambi�n bajar los
salarios en funci�n de sus planes de modernizaci�n global, es decir, seg�n la
tendencia general que atraviesa el mundo del trabajo y la producci�n.
T.N.: �Esa tendencia es hacia la difusi�n social de la producci�n, la
tercerizaci�n de la econom�a, la movilizaci�n del trabajo directamente sobre el
terreno de la reproducci�n social. La disciplina de la f�brica hoy se
metamorfosea en control de las redes sociales. La exclusi�n ya no es m�s una
funci�n necesaria para la movilizaci�n productiva dentro de la relaci�n
salarial, sino un mecanismo de comando que no s�lo tiene lugar dentro del
mercado de trabajo, sino directamente sobre toda la sociedad. La exclusi�n es en
realidad una modalidad de la inclusi�n (de control) basada en el no
reconocimiento de la dimensi�n productiva de la vida. Por esto, la desocupaci�n
y la subocupaci�n, de un lado, ya no son residuales y, del otro, combinan la
herencia nefasta del subdesarrollo y del neoliberalismo con el fruto actual de
la "modernizaci�n" capitalista. Vemos hoy c�mo el "tercer mundo" penetra por
todas partes las grandes metr�polis del primer mundo: lo demuestran los sucesos
de Nueva Orle�ns o las revueltas de las periferias de Par�s. Frente a esto, el
desaf�o de los "nuevos" gobiernos y los movimientos es poner en primer plano la
organizaci�n para el desarrollo como una cuesti�n democr�tica y social al mismo
tiempo. Y esto pasa por reconocer que para movilizar las fuerzas productivas de
modo alternativo a la precarizaci�n que el mercado pretende imponer, hoy el
trabajo debe reconocerse como la constituci�n de lo com�n, a trav�s �en primer
lugar� de un salario ciudadano.
�El discurso que reivindica "volver a la f�brica", adem�s de anacr�nico, �puede
ser pol�ticamente reaccionario, seg�n ustedes?
T.N.: �El sindicato tradicional nace cuando hab�a pleno empleo, pero en una
situaci�n en la que la flexibilidad y la movilidad se vuelven requisitos
fundamentales del trabajo, la precarizaci�n se convierte en el problema central
y no hay pol�ticas desarrollistas que puedan modificar esa situaci�n. Esto tiene
que cambiar pero porque la propia idea de trabajo se ha transformado. El trabajo
ya no es lo que se realiza en una f�brica solamente, sino que depende de una red
social organizada. Esto es lo que hemos visto en Francia en donde, luego de los
conflictos de marzo pasado (el masivo rechazo de los j�venes al Contrato de
Primer Empleo impulsado por el Gobierno) se hizo presente el problema de los
derechos de ciudadan�a, una cuesti�n, sin dudas, fundamental.
G.C.: ��Por qu� los sindicalistas nunca regresan a la f�brica? Porque el trabajo
asalariado es una prisi�n, una forma de subordinaci�n. Recordemos la pel�cula La
clase obrera va al para�so, de Elio Petri (Italia, 1971), en la que el personaje
principal, Lulu, pierde un dedo. All� se muestra que los obreros luchaban para
disminuir el tiempo de trabajo y contra la disciplina. Despu�s de la lucha, los
trabajadores continuaban en la f�brica, pero la disciplina no funcionaba de la
misma manera. La crisis de la relaci�n salarial no fue programada por el capital
sino que fue forzada por las luchas. El capital desde entonces se reorganiza e
intenta imponer un sistema de control adecuado y esto transforma las f�bricas,
ya que se pasa a exigir la movilizaci�n productiva de toda la sociedad.
�Se ha entendido que teorizan la desocupaci�n y las migraciones como
experiencias de �xodo en Am�rica latina cuando estassituaciones parecen ser
salidas desesperadas m�s que pol�ticas libertarias. �Qu� opinan?
G.C.: �Los gobiernos con econom�as centrales han multiplicado siempre los
instrumentos de control de los migrantes con el fin de fijarlos e
inferiorizarlos y as� imponer nuevamente la mec�nica del mercado a sus
movimientos. El �xodo, por el contrario, es un proceso constituyente de nuevos
territorios y multitudes, tal como en el mito b�blico de la fuga de la
esclavitud del antiguo Egipto. Es en la fuga que se constituye el pueblo y la
tierra prometida. Esta perspectiva es incompatible con la teor�a cl�sica del
mercado de trabajo y con el marxismo vulgar �y tambi�n con el desarrollismo� que
transformaron la noci�n marxista de "ej�rcito industrial de reserva" en un dogma
reaccionario. La desocupaci�n es funcional al desarrollo capitalista, que ha
necesitado de ella para imponer la subordinaci�n salarial del trabajo libre. Por
esto, la globalizaci�n permite el flujo libre de los capitales pero no deja de
crear barreras a la circulaci�n humana.
T.N.: �La reciente y masiva lucha de los migrantes clandestinos en los Estados
Unidos es una demostraci�n de la potencia libertaria del fen�meno migratorio:
�si no, por qu� la administraci�n Bush ha intentado crear condiciones para su
control a trav�s de la criminalizaci�n de los ilegales?, �si no, por qu� esas
multitudinarias manifestaciones han mostrado que los migrantes son capaces de
organizarse y de luchar y que esto no es necesariamente una consecuencia de su
inserci�n en las relaciones del capital? Si recordamos que la mayor�a de ellos
son latinoamericanos podemos decir que han llevado al coraz�n del imperio el
ciclo pol�tico y social que se desarrolla desde Buenos Aires a La Paz, pasando
por Brasilia y Caracas. En Argentina: �cu�ntos de los piqueteros no son
migrantes internos o de otros pa�ses? �C�mo ignorar la potencia de sus luchas y
la innovaci�n debido al hecho de que estos movimientos se constituyen
independientemente del trabajo asalariado?
�Otro elemento de pol�mica de su interpretaci�n se debe a que ustedes leen la
crisis argentina del 2001 como un momento pol�ticamente positivo. �A qu� se
debe?
G.C.: �Simplemente porque al final del gobierno de Alfons�n, r�pidamente despu�s
de la apertura democr�tica, el pa�s era prisionero de una impasse que no
encontraba soluci�n. Es verdad que la crisis econ�mica era dram�tica, pero la
crisis de representaci�n afirmada en el momento constituyente del 19 y 20 de
diciembre de 2001 ha puesto la base para un desplazamiento, madurado en las
profundidades de la crisis. Kirchner ha sido el producto de ese desplazamiento,
que es al mismo tiempo determinado como espacio abierto a lo nuevo. El solo
hecho de que Kirchner tenga conciencia de todo esto nos parece extremadamente
positivo.
��Consideran que existe un acompa�amiento de los movimientos socialeshacia el
gobierno de Lula y de Kirchner?
T.N.: �Para quien mira Brasil, pareciera que s�. El movimiento sindical, por
ejemplo, ha vuelto a desarrollar por dentro y por fuera del gobierno una
importante movilizaci�n cr�tica que �manteniendo una lealtad a Lula� ha
contribuido a la inflexi�n de la pol�tica econ�mica y a la mayor revalorizaci�n
del salario m�nimo de los �ltimos veinte a�os. Esto vale tambi�n para el
movimiento negro y m�s ampliamente para todos los que trabajan contra el
racismo. Sin embargo, permanecen algunas incertezas �especialmente por parte de
algunos exponentes del PT o del gobierno� de que en este plano exista una
relaci�n real entre gobierno y movimiento. Lo mismo puede decirse de la din�mica
democr�tica de la ciudad, aunque a�n es insuficiente. Sin estos elementos no
habr�a sido posible que Lula se mantuviera en el poder despu�s de un a�o de
linchamiento medi�tico.
G.C.: �Para quien observa Argentina, pareciera poder afirmarse lo mismo en el
terreno de los derechos humanos, especialmente por la relaci�n del gobierno con
las Madres de Plaza de Mayo. Con los piqueteros estamos un poco perplejos porque
no se ve una gran determinaci�n a afrontar lacuesti�n del salario universal.
Pero este titubeo no se limita a la Argentina: pasa lo mismo en Brasil o en
Francia. Creemos que debe desarrollarse m�s el debate sobre las transformaciones
del trabajo. Y es indiscutible que Lula y Kirchner ofrecen un terreno abierto y
positivo para este desaf�o.
��Creen que estos "nuevos gobiernos" dependen, en buena medida, de sus
estrategias medi�ticas para mantener su legitimidad �o directamente construirla�
una vez que llegan al poder?
T.N.: �Am�rica latina est� viviendo el momento de una ruptura que todav�a est�
por anunciarse. Una ruptura que est� en relaci�n a las dimensiones del comando
mundial. En ese sentido es un momento excepcional. Cualquier forma de gobierno
popular tiene necesidad absoluta de la comunicaci�n. Es verdaderamente un
elemento fundamental. No logro comprender por qu� en todo el largo per�odo de
gobierno de Lula no se produjo una iniciativa de comunicaci�n alternativa a los
centros medi�ticos dominantes.
G.C.: �La comunicaci�n tiende a estar entre los proyectos que forman parte de la
din�mica de integraci�n, tanto en cuestiones de infraestructura �la cuesti�n
energ�tica, por ejemplo�, como en aquellas vinculadas con las relaciones
internacionales.
��C�mo analizan el escenario actual mexicano, donde la derecha parece haber
montado un gran fraude y la hip�tesis zapatista del triunfo de L�pez Obrador ha
quedado desplazada?
G.C.: �Me parece que esta vez el giro hacia la izquierda que atraviesa todo el
continente se choc� de manera m�s directa con los intereses de los Estados
Unidos. El v�nculo entre M�xico y Estados Unidos es mucho m�s que una relaci�n
de proximidad geogr�fica: el Nafta es el marco de una integraci�n real y el
fraude electoral en M�xico es muy similar a aquel que �desde Florida� permiti�
ganar la primera elecci�n de George W. Bush a la presidencia. Creo que para el
neozapatismo all� aparecen dos problemas: no s�lo la sorpresa respecto a la
previsi�n de la victoria del PRD, sino tambi�n al hecho de haber optado por una
cr�tica de la candidatura de L�pez Obrador. Se trata de un error pol�tico que
deber� ser bien evaluado en la pr�xima fecha electoral en Argentina y, a�n
antes, en Brasil, donde la extrema izquierda corporativa y moralista �Heloisa
Helena del PSOL� puede impedir la reelecci�n de Lula en la primera vuelta y
darle una bocanada de ox�geno al candidato de la derecha. De todos modos no creo
que este sea el hecho principal. Lo fundamental es que el ciclo de luchas ya no
tiene a Chiapas como epicentro. Hoy el epicentro se ubica en el coraz�n mismo
del Imperio con la lucha de los migrantes latinos, en su mayor�a mexicanos. Las
maquiladoras, para explotar los bajos salarios de la frontera, tienen necesidad
de mantener la frontera. La frontera y la soberan�a nacional son instrumentos
del poder del capital en M�xico y del capital en Estados Unidos que discriminan
y criminalizan a los migrantes. La soberan�a nacional es un instrumento
fundamental del control capitalista del mercado de trabajo. La ret�rica
neoliberal aparece as� en toda su instrumentalizaci�n. Pero las luchas indican
los flujos migratorios capaces de socavar la frontera y de abrir de este modo un
nuevo horizonte, una nueva ofensiva, un nuevo despliegue: m�s all� del Estado
naci�n, la lucha de la multitud de migrantes ilegales en los Estados Unidos
se�ala un horizonte pol�tico posnacional y muestran que el giro a la izquierda
del continente le interesa a toda Am�rica.
Fuente: lafogata.org