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La Izquierda debate


 

Los �ltimos anarquistas (II)
Los grandes rebeldes de la Argentina moderna

por Juan Suriano (*)
Revista Sudestada

Los anarquistas tuvieron un paso relativamente fugaz por el sendero de la historia argentina. Sin embargo, dejaron una huella indeleble en la memoria colectiva pues fueron los grandes rebeldes de la sociedad argentina que se conform� desde fines del siglo XIX. Con sus ideas de libertad, su fe en el cambio social y su absoluta entrega a la causa de los oprimidos contribuyeron de manera notable a poner en locuci�n los problemas inherentes a los despose�dos.
Naci�, se desarroll� y comenz� su indeclinable decadencia durante el per�odo en el que predominaron las actividades agroexportadoras, esto es entre 1880 y 1930. Las razones de su notable arraigo entre los trabajadores durante la primera d�cada del siglo XX, se debieron a su capacidad para contenerlos y organizarlos frente a las adversidades del sistema. En un momento en donde miles de individuos llegaban a estas tierras desde ultramar con la ilusi�n de "hacer la Am�rica", muchos descubr�an que esta no era la tierra de promisi�n que esperaban encontrar. Librados a sus propias fuerzas, los trabajadores pronto tomaron conciencia de la inestabilidad laboral, las malas condiciones de trabajo, el maltrato patronal, la ausencia de instituciones que los protegieran de los abusos. Y si bien es cierto que la aventura migratoria es una empresa esencialmente individual, era muy dif�cil llevarla a cabo sin la asociaci�n en organizaciones autodefensivas y solidarias, fueran estas sociedades �tnicas, mutuales o gremiales.
Y el anarquismo estaba all�, dispuesto a cubrir esa zona casi vac�a y articular las redes de sociabilidad indispensables para desarrollar la vida social de los trabajadores. Crearon peri�dicos y revistas, organizaron sociedades de resistencia (sindicatos) y centros culturales, pusieron en funcionamiento escuelas y bibliotecas con el fin de nuclearlos y darles voz. Pero el esfuerzo de los anarquistas de ninguna manera pretend�a limitarse a las reivindicaciones b�sicas de los trabajadores. Esto era s�lo el primer paso pues pretend�an convertir a los obreros en individuos rebeldes, inconformistas que apuntaran a cambiar la sociedad capitalista de manera dr�stica y construir una ut�pica sociedad alternativa en la que reinar�an la libertad y la felicidad.
Y es en este punto donde aparece una de las peculiaridades del anarquismo que lo separar� del resto del campo de la izquierda: cuestionaba absolutamente el criterio de autoridad, y esa impugnaci�n lo llevaba al desconocimiento del estado, de las instituciones de gobierno y de la representaci�n electoral que, sosten�a, creaba un �rgano autoritario como el estado que representaba a los poseedores y coartaba las libertades individuales al obligar a los individuos a elegir representantes mediante el sufragio.
El anarquismo pretend�a una sociedad sin gobierno, sin ataduras autoritarias de ning�n tipo en la que reinara el libre albedr�o de los individuos, se contemplara las necesidades de todos y no existieran fronteras nacionales. Para concretar esta utop�a la sociedad actual deb�a destruirse desde los cimientos. De esta manera era l�gico repudiar la t�ctica socialista de intentar nacionalizar a los trabajadores y hacerlos participar en el sistema electoral para reformar el sistema desde adentro. Los anarquistas boicoteaban las elecciones. Pero tambi�n se alejaban del marxismo, al que consideraban autoritario y defensor del estado.
Los anarquistas lograron el respaldo de los trabajadores para lograr sus reivindicaciones m�s inmediatas pero no consiguieron que estos adhirieran a sus ideas de cambio social. En realidad la Argentina agroexportadora gener� una sociedad que, al margen de sus m�ltiples injusticias, permiti� una notable movilidad social y los trabajadores parec�an preferir construir su propia casa y ascender socialmente aunque fuera a un costo elevado. A medida que esta tendencia se fue acentuando, que la reforma electoral incorpor� a una porci�n trabajadores al sistema pol�tico, que el estado se fue involucrando con pol�ticas sociales y, a la vez, se fueron ajustando las herramientas represivas contra el anarquismo �ste comenz� a decaer y su lugar fue ocupado por otras tendencias.
Del anarquismo qued� latente a trav�s de los tiempos su esp�ritu de rebeld�a, su lucha contra el autoritarismo y su defensa incondicional de la libertad del individuo, tres cualidades que mantienen vivas su presencia a trav�s del tiempo.
(*) Es profesor de Historia Social General en la Facultad de Filosof�a y Letras (UBA); director y editor de la revista de historia Entrepasados y autor de los libros: "La huelga de inquilinos de 1907 en Buenos Aires" (CEAL, 1984) y "Anarquismo. Cultura y pol�tica libertaria en Buenos Aires" (El Manantial, 2004).
 

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