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La Izquierda debate

Discurso en la apertura de la Asamblea "�D�nde van los movimientos contra la guerra y contra la globalizaci�n?", Beirut, 17 de septiembre de 2004

Por un movimiento global que vaya m�s all� de acciones espont�neas

Walden Bello
Rebeli�n
Traducido para Rebeli�n por Germ�n Leyens

Nos reunimos aqu� en Beirut en un momento cr�tico. Es un momento marcado por contracorrientes: En Irak, EE.UU. se hunde cada vez m�s en un atolladero similar a Vietnam, al sobrepasar la cantidad de soldados estadounidenses muertos desde la invasi�n del 20 de marzo de 2003 la marca de los 1.000 en la primera semana de septiembre.
Pero en Palestina, el muro sionista sigue en construcci�n al ritmo de un kil�metro por d�a.
Hace un a�o, el 14 de septiembre de 2003, algunos de los que estamos en esta sala estuvimos en Canc�n, M�xico, bailando de alegr�a en el Centro de Convenciones, al celebrar el colapso de la Quinta Reuni�n Ministerial de la Organizaci�n Mundial de Comercio. Actualmente, la OMC, la instituci�n suprema de la globalizaci�n impulsada por las corporaciones, vuelve sobre sus pies con la adopci�n el mes pasado del Documento Marco de Ginebra hecho para acelerar el desarme econ�mico de los pa�ses en desarrollo.
En Nueva York, hace unas pocas semanas, vimos el masivo repudio de George W. Bush y de sus pol�ticas belicistas por m�s de 500.000 personas que marcharon por las calles de la ciudad. Sin embargo, hoy en d�a, los sondeos muestran que el mismo George Bush tiene una ventaja de 10 puntos sobre John Kerry en la preparaci�n de elecciones que tendr�n un masivo impacto sobre la suerte del mundo en los pr�ximos a�os.
El futuro, compa�eros, est� en juego, mientras nos reunimos en esta hist�rica ciudad, con su gloriosa historia de resistencia a la agresi�n israel� y a la intervenci�n de EE.UU.
Como saben, muchos m�s quisieron venir a Beirut para estar con nosotros. El tama�o, la amplitud y la diversidad de nuestra asamblea de hoy subrayan la fuerza, la potencia de nuestro movimiento.
Ser�a �til lanzar una breve mirada a nuestra historia durante el �ltimo decenio para apreciar d�nde nos encontramos hoy.
Lejos de la marginalizaci�n
Hace menos de 10 a�os, nuestro movimiento se encontraba marginado. La fundaci�n de la OMC en 1995 parec�a se�alizar que la globalizaci�n era la onda del futuro y que los que se le opon�an estaban destinados a sufrir la misma suerte que los luditas que lucharon contra la introducci�n de m�quinas durante la revoluci�n industrial. La globalizaci�n iba a traer prosperidad y �c�mo era posible oponerse a la promesa del mayor bien para la mayor�a con la que las corporaciones transnacionales, guiadas por la invisible mano del mercado, iban a colmar al mundo?
Pero el movimiento se mantuvo firme frente al desd�n del establishment durante los a�os 90, cuando la prosperidad en la m�quina capitalista m�s poderosa del mundo � la econom�a de EE.UU. � parec�a destinada a continuar eternamente. Se mantuvo inquebrantable en su predicci�n de que, como resultado de la l�gica de la rentabilidad de las corporaciones, la liberalizaci�n y la desregulaci�n del comercio y de las finanzas iban a producir crisis, ampliar las desigualdades dentro y entre los pa�ses, y aumentar la pobreza global.
La crisis financiera asi�tica en 1997 fue una prueba repentina, salvaje, del impacto desestabilizador de la eliminaci�n de controles del flujo del capital global. Por cierto, �qu� pod�a ser m�s salvaje que el hecho de que la crisis iba a llevar a un mill�n de personas en Tailandia y a 22 millones de personas en Indonesia por debajo de la l�nea de pobreza en unas pocas semanas durante el fat�dico verano de 1997?
La crisis financiera asi�tica fue uno de esos eventos trascendentales que hicieron caer las escamas de los ojos de la gente y la hizo ver las fr�as, brutales, realidades. Y una de esas realidades fue el hecho de que las pol�ticas de libre mercado, que el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial impusieron a unas 100 econom�as en desarrollo y transici�n, hab�an provocado, no un c�rculo virtuoso de crecimiento, prosperidad e igualdad, sino un ciclo vicioso de estagnaci�n econ�mica, pobreza y desigualdad. El a�o 2001 no s�lo produjo el 11 de septiembre. 2001 tambi�n fue el a�o de la verdad para el fundamentalismo de libre mercado � el a�o en el que se derrumb� la econom�a argentina, el ni�o modelo de la econom�a neoliberal, mientras en Estados Unidos, las contradicciones del capitalismo global, desregulado, impulsado por el mundo de las finanzas, eliminaron 4,6 billones de d�lares de la riqueza de los inversionistas � la mitad del producto interno bruto de EE.UU. � e inauguraron un per�odo de estagnaci�n y de creciente desempleo del que la econom�a capitalista central del mundo a�n no se ha recuperado.
Mientras el capitalismo global pasaba de una crisis a otra, la gente se organiz� en las calles, en los sitios de trabajo, en la arena pol�tica, para confrontar su l�gica destructiva. En diciembre de 1999, una masiva resistencia callejera de m�s de 50.000 manifestantes se combin� con una revuelta de los gobiernos de los pa�ses en desarrollo dentro del centro de convenciones de Seattle para derribar la tercera reuni�n ministerial de la OMC. Las protestas globales tambi�n socavaron la legitimidad del FMI y del Banco Mundial, los otros dos pilares del gobierno econ�mico global, pero de modo menos dram�tico. Movimientos de masas contra el neoliberalismo condujeron al poder a nuevos gobiernos en Venezuela, Argentina, Brasil, Ecuador, y Bolivia. La quinta reuni�n ministerial en Canc�n, un evento asociado en la mente de mucha gente con el suicidio altruista del campesino coreano y activista de V�a Campesina Lee Kyung-Hae en las barricadas, se convirti� en Seattle II. Y en noviembre del a�o pasado, en Miami, la misma alianza de la sociedad civil y de los gobiernos de los pa�ses en desarrollo forz� a Washington a dar marcha atr�s en el programa neoliberal de liberalizaci�n radical del comercio, las finanzas y las inversiones que amenaza con imponer en el hemisferio occidental a trav�s del �rea de Libre Comercio de las Am�ricas (ALCA).
Lucha contra el imperio
La lucha por la justicia y la igualdad globales ha sido una ofensiva de nuestro movimiento. La otra ha sido la lucha contra el militarismo y la guerra. Para el movimiento contra la intervenci�n imperial, los a�os 80 y 90, no fueron d�cadas positivas. Las luchas por la liberaci�n nacional se retiraron, perdieron �mpetu, o fueron comprometidas en muchas partes del mundo. Desde luego, hubo excepciones: en Sud�frica, donde lleg� al poder el ANC; en Palestina,, donde la primera Intifada caus� una derrota pol�tica y militar de Israel; en L�bano, donde EE.UU. huy� en 1983 despu�s de la muerte de 241 marines estadounidenses en el atentado contra su base ubicada a pocos kil�metros de este lugar, y de donde los israel�es fueron gradualmente expulsados durante la d�cada siguiente y, no hay que olvidar a Somalia donde la destrucci�n de una unidad de los rangers de EE.UU. en Mogadishu oblig� a la administraci�n Clinton a terminar su intervenci�n militar en octubre de 1993.
Los ide�logos de la globalizaci�n promovieron la ilusi�n de que una globalizaci�n acelerada conducir�a al reino de una "paz perpetua". Al contrario, nuestro movimiento advirti� que a medida que progresaba la globalizaci�n, sus efectos desestabilizadores econ�mica y socialmente multiplicar�an los conflictos y la inseguridad. Llevada por la l�gica corporativa, la globalizaci�n, advertimos, anunciar�a una era de imperialismo agresivo que tratar�a de aplastar toda oposici�n, de apoderarse del control de los recursos naturales y de asegurarse mercados.
Tuvimos raz�n, pero cost� bastante tiempo hasta que recuperamos la orientaci�n.
Est�bamos todav�a demasiado desorientados por los eventos del 11 de septiembre de 2001 y la pol�tica interna de Afganist�n para ser capaces de reaccionar efectivamente ante la invasi�n de ese pa�s por EE.UU. Pero pronto qued� en claro que la as� llamada Guerra contra el Terror era simplemente una excusa para realizar una b�squeda de la Supremac�a Militar Absoluta, o en la jerga del Pent�gono, el "Dominio de Espectro Total".
A fines de 2002 y comienzos de 2003, el movimiento finalmente entr� en acci�n, convirti�ndose en una fuerza global por la justicia y la paz que moviliz� a decenas de millones de personas en todo el mundo el 15 de febrero de 2003, contra el plan de invadir Irak. No tuvimos �xito en impedir la invasi�n anglo-estadounidense, pero hicimos una contribuci�n definitiva para deslegitimar la Ocupaci�n e hicimos que fuera cada vez m�s dif�cil que los invasores, que han violado descaradamente el derecho internacional y muchos puntos de la Convenci�n de Ginebra, permanezcan en Irak.
El New York Times, en ocasi�n de la marcha del 15 de febrero de 2003, dijo que quedan s�lo dos superpotencias en el mundo de hoy: Estados Unidos y la sociedad civil global. Perm�tanme que agregue que no dudo que las fuerzas de la justicia y la paz se impondr�n sobre la encarnaci�n contempor�nea del imperio, la sangre, el terror y la codicia que es EE.UU.
Irak, la resistencia y el Movimiento
Nuestro movimiento se encuentra en ascenso. Pero nuestra agenda es masiva, nuestras tareas formidables. Para nombrar s�lo unas pocas: Tenemos que sacar a EE.UU. de Irak y Afganist�n. Tenemos que detener las pol�ticas cada vez m�s genocidas de Israel contra el pueblo palestino. Tenemos que imponer el estado de derecho sobre estados canallas, fuera de la ley, como EE.UU., Gran Breta�a e Israel. Adem�s, tenemos todo un camino que recorrer antes de convertirnos en una masa cr�tica que afecte decisivamente la lucha por la liberaci�n nacional en Irak.
Me explico. Durante los �ltimos meses, ha habido dos eventos definidores en Irak: Uno fue la denuncia del sistem�tico abuso sexual en la prisi�n Abu Ghraib en las afueras de Bagdad. El segundo fue la insurrecci�n en Faluya en abril.
El esc�ndalo de Abu Ghraib, que ha enfurecido a la mayor�a del mundo y avergonzado a la mayor�a de los estadounidenses, elimin� el �ltimo vestigio de legitimidad para la presencia de EE.UU. en Irak. La insurrecci�n en Faluya, que mostr� a combatientes hombres, mujeres y ni�os, derrotando a la elite de las legiones coloniales de Washington, los marines, fue el momento crucial de la guerra iraqu� de liberaci�n nacional. Faluya fue seguida por levantamientos en otras ciudades como Nayaf y Ramadi. Mostr� que la resistencia iraqu� no es conducida por residuos del r�gimen de Sadam Husein sino que es generalizada, popular, y se encuentra en ascenso.
Voy a leerles un reciente informe del New York Times sobre las condiciones en Ramadi y Faluya, que representan bastante bien un microcosmo de Irak en este momento. Dice que "los esfuerzos estadounidenses de edificar una estructura gubernamental alrededor de antiguos incondicionales del partido Baaz� se han derrumbado". En su lugar, ambas ciudades y gran parte de la provincia Anbar, "est�n controladas ahora por� milicias, y las tropas de EE.UU. est�n confinadas sobre todo a fuertes poderosamente protegidos al borde del desierto. La poca influencia que tienen los estadounidenses es impuesta mediante cautelosas incursiones en veh�culos blindados, y por bombas guiadas por l�ser� [Pero] incluso los ataques de bombardeo parecen haber fortalecido a las [milicias], que culpan a los estadounidenses por numerosas muertes civiles".
El problema, amigos y compa�eros, ya no es si Washington ser� derrotado en �ltima instancia por la resistencia iraqu�. Ser� derrotado. El problema es cu�nto tiempo insistir� en una situaci�n imposible. En la soluci�n de este problema, nuestro papel en el movimiento global por la paz tiene una influencia considerable.
Washington insiste, a pesar de los ataques diarios contra sus soldados de la resistencia. En vista de esta situaci�n, la victoria del pueblo iraqu� ser� acelerada definitivamente por la emergencia de un fuerte movimiento global contra la guerra como el que sali� a diario de a por miles a las calles antes y despu�s de la Ofensiva del Tet de 1968. Hasta ahora, esto no se ha materializado, a pesar de que la oposici�n a la presencia de EE.UU. en Irak es el sentimiento global dominante y de que la desilusi�n con la pol�tica de su gobierno en Irak se ha extendido ahora a la mayor�a del p�blico de EE.UU.
Por cierto, justo cuando es m�s necesitado por el pueblo de Irak, el movimiento internacional por la paz tiene dificultades para ponerse en movimiento. Las manifestaciones del 20 de marzo de 2004 fueron mucho m�s peque�as que las del 15 de febrero de 2003, en las que decenas de millones marcharon en todo el mundo contra el proyecto de invasi�n de Irak. Simplemente no se evidencia, por lo menos a�n no, el tipo de presi�n masiva internacional que hace impacto en los pol�ticos � la realizaci�n diaria de manifestaci�n tras manifestaci�n de cientos de miles en una ciudad tras otra.
Tal vez una parte importante del motivo sea que gran parte del movimiento internacional por la paz duda en legitimar la resistencia iraqu�: �Qui�nes son? �Podemos realmente apoyarlos? Estas preguntas son lanzadas cada vez m�s a los defensores de una retirada militar y pol�tica incondicional de Irak. Seamos realistas: el uso del suicidio como arma pol�tica contin�a preocupando a numerosos activistas que son repelidos por declaraciones como las de l�deres palestinos que afirman orgullosamente que los atacantes suicidas son el equivalente de los [caza-bombarderos] F-16 de los pueblos oprimidos. Seamos realistas: el que una gran parte de la resistencia tanto en Irak como en Palestina sea de inspiraci�n isl�mica en lugar de laica contin�a preocupando a numerosos activistas occidentales por la paz.
Pero nunca ha habido alg�n movimiento bonito por la liberaci�n nacional o la independencia. Muchos progresistas tambi�n se sintieron repelidos por algunos de los m�todos del movimiento de los "Mau Mau" en Kenia, del FLN en Vietnam. Lo que los progresistas olvidan es que los movimientos no les piden sobre todo apoyo ideol�gico o pol�tico. Lo que realmente quieren del exterior, de progresistas como nosotros, es la presi�n internacional por el retiro de un poder ocupante ileg�timo para que las fuerzas internas puedan tener el espacio para forjar un gobierno genuinamente nacional basado en sus propios procesos. Hasta que renuncien a su condicionamiento impl�cito de sus acciones a trav�s de la garant�a de que un movimiento de liberaci�n nacional se ajuste a sus valores y discurso sea el que llegue al poder, muchos activistas por la paz seguir�n estando atrapados dentro de un paradigma que impone sus condiciones a otros pueblos.
Quiero dejarlo bien claro: No podemos promover soluciones condicionadas � incluso si dicen que las tropas de EE.UU. y de la Coalici�n se retiren s�lo si hay una presencia de seguridad de la ONU que tome el sitio de los estadounidenses. La �nica posici�n de principio es: Retiro incondicional de las fuerzas militares y pol�ticas de EE.UU. y de la Coalici�n., ahora mismo. Y punto.
Pero aunque el futuro en Irak mismo sigue poco claro, la resistencia iraqu� ya ha ayudado a transformar la ecuaci�n global.
EE.UU. es m�s d�bil hoy de lo que era antes del 1 de mayo de 2003, cuando Bush cant� victoria en Irak. La Alianza Atl�ntica que gan� la Guerra Fr�a ya no funciona, en gran parte debido a la divisi�n sobre Irak. Espa�a y Filipinas han sido obligadas a retirar sus tropas de Irak, y ahora Tailandia ha seguido el mismo camino silenciosamente, contribuyendo a�n m�s al aislamiento de EE.UU. La situaci�n en Afganist�n es m�s inestable ahora que el a�o pasado: el poder de EE.UU. alcanza s�lo a los suburbios de Kabul. El Islam militante, que ahora EE.UU. considera su enemigo N� 1, se extiende ahora m�s vigorosamente en todo el Sudeste Asi�tico, Asia del Sur y en Medio Oriente. En Am�rica Latina, hay ahora masivos movimientos populares contra el neoliberalismo y EE.UU. en Brasil, Argentina, Venezuela y Bolivia que o est�n en el gobierno o dificultan que los gobiernos mantengan sus pol�ticas neoliberales, de libre mercado. Hugo Ch�vez ha desafiado de frente al imperialismo en su propio patio trasero y sigue en el poder gracias al apoyo organizado del pueblo venezolano. �M�s poder a Ch�vez y al pueblo venezolano!
Por su engreimiento, EE.UU. sufre las enfermedades fatales de todos los imperios � la sobreextensi�n imperial. Nuestro papel, citando al gran revolucionario cubano Che Guevara, es empeorar esta crisis de sobreextensi�n, no s�lo creando o expandiendo movimientos de solidaridad internacional contra EE.UU. en Irak, el eje EE.UU.-Israel en Palestina, y la sigilosa intervenci�n de EE.UU. en Colombia. Tambi�n debemos fundar o reforzar las luchas contra la presencia imperial de EE.UU. en nuestros propios pa�ses y regiones. Por ejemplo, la lucha contra las bases de EE.UU. en el Noreste Asi�tico y la renovada presencia militar de EE.UU. a trav�s de la llamada Guerra contra el Terror en el Sudeste Asi�tico es algo a lo que nosotros, los del este de Asia, debemos volver a dedicarnos.
Hacia un Nuevo Orden Econ�mico Global
La lucha contra el imperialismo y la guerra es un frente de nuestra lucha. El otro frente es la lucha por cambiar las reglas de la econom�a global, porque la disrupci�n de la sociedad y del medio ambiente se origina en la l�gica del capitalismo global cuyas fuentes son EE.UU., la Uni�n Europea y Jap�n. El desaf�o correspondiente va m�s all� de la simple destrucci�n de la autoridad de instituciones como el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional y la Organizaci�n Mundial de Comercio, aunque no hay que subestimar esta tarea � v�ase, por ejemplo, la reciente resurrecci�n en Ginebra de la OMC, que muchos hab�amos pensado hab�a sufrido un golpe importante en sus fundamentos en Canc�n.
El desaf�o es que incluso mientras deconstruimos lo antiguo, nos atrevamos a imaginar, y a ganar gente para, nuestras visiones y programas par algo nuevo. Contrariamente a las afirmaciones de los ide�logos del establishment, los principios que servir�an de pilares para un nuevo orden mundial est�n presentes. El principio primordial es que en lugar de que la econom�a, el mercado, impulsen a la sociedad, el mercado debe ser � para utilizar la imagen presentada por el gran erudito h�ngaro Karl Polanyi � "reincrustado" en la sociedad y regido por los valores superiores de comunidad, solidaridad, justicia y equidad. A nivel internacional, la econom�a global debe ser desglobalizada o liberada de la l�gica deformadora, desfiguradora, de la rentabilidad corporativa y ser verdaderamente internacionalizada, queriendo decir que la participaci�n en la econom�a internacional debe servir para fortalecer y desarrollar en lugar de desintegrar y destruir las econom�as locales y nacionales.
La perspectiva y los principios existen; el desaf�o es c�mo cada sociedad puede articular estos principios y programas de modos singulares que correspondan a sus valores, sus ritmos, su personalidad como sociedades. Ll�mennos posmodernos, pero el punto central de nuestro movimiento es la convicci�n de que, en contraste con la creencia com�n tanto del neoliberalismo como del socialismo burocr�tico, no hay un zapato que le vaya a todos. Ya no se trata de una alternativa sino de alternativas. Y a menos de que haya un nuevo orden global basado en los principios de justicia, soberan�a y respeto a la diversidad, no habr� una paz real.
Dos desaf�os
Perm�tanme que termine volviendo a nuestra urgente tarea: derrotar a EE.UU. en Irak y a Israel en Palestina. Estamos todos aqu� no para celebrar nuestra fuerza sino, lo m�s importante, para enfrentar nuestras debilidades durante los pr�ximos d�as.
Quisiera s�lo decir que uno de los desaf�os que consideraremos es c�mo vamos m�s all� de acciones espont�neas, m�s all� de una coordinaci�n que sigue estando al nivel de la coordinaci�n de d�as internacionales de protesta. El enemigo est� extremadamente bien coordinado en el �mbito global y no tenemos otra alternativa que igualar ese nivel de coordinaci�n y cooperaci�n. Pero debemos igualarlo con un profesionalismo que respete nuestras pr�cticas democr�ticas � por cierto, debemos confrontarlo con m�todos que conviertan nuestra pr�ctica democr�tica en una ventaja.
El otro desaf�o que quisiera subrayar es que debemos cerrar la brecha pol�tica y cultural entre los movimientos globales por la justicia y la paz y sus hom�logos en los mundos �rabe e isl�mico. Existe una brecha que el imperialismo ha explotado al m�ximo, con sus esfuerzos por presentar a la mayor�a de nuestros compa�eros �rabes y musulmanes como terroristas o partidarios del terrorismo. No podemos permitir que esta situaci�n contin�e, motivo por el cual realizamos esta reuni�n en Beirut. Por cierto, quiero decir que a menos que los movimientos globales y los movimientos �rabes forjen lazos estrechos, org�nicos, de solidaridad, no venceremos en la lucha contra la globalizaci�n impulsada por las corporaciones y el imperialismo.
Se trata del futuro de nuestra lucha � un futuro que ser� afectado por lo que suceda aqu� en Beirut en los pr�ximos d�as. �Avanzaremos, nos quedamos donde estamos, o emprenderemos la retirada? La respuesta depende de cada uno de los m�s de 300 delegados registrados que han venido aqu� de todo el mundo. Siento una confianza cautelosa. �Por qu�? Porque s� que existe buena voluntad, que existe tolerancia para las diferencias y que existe la voluntad pol�tica de lograr la acci�n unificada para vencer a las fuerzas de la injusticia, la opresi�n y la muerte.
19 de septiembre de 2004, Beirut
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Walden Bello recibi� el "Right Livelihood Award" (Nobel Alternativo) de 2003. Bello es director ejecutivo de la organizaci�n de investigaci�n de Bangkok Focus on the Global South y profesor de sociolog�a y administraci�n p�blica en la Universidad de las Filipinas.
Este art�culo proviene de Focus on the Global South
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http://www.focusweb.org/main/html/modules.php?op=modload&name=News&file=article&sid=511
http://www.focusweb.org/main/html/Article511.html?POSTNUKESID=eaa9f3bc0e0f03a2b3a41c185e80ff8e


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