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La Izquierda debate

Mercado, producción y propiedad

Ramón Galán
Rebelión

El Capital de Karl Marx está lleno de ejemplos ilustrativos relativos a los procesos de ocultación, o procesos donde la apariencia oculta o enmascara la esencia. El estudio de El Capital me permite desentrañar esos procesos, ir más allá de la apariencia y descubrir su esencia.

En el mercado tiene lugar la circulación simple de mercancías, representada por medio de la fórmula M-D-M, es decir, trasformación de la mercancía en dinero y reconversión del dinero en mercancía: vender para comprar. Al lado de ésta encontramos otra, específicamente distinta: la circulación del dinero como capital, D-M-D, o transformación del dinero en mercancía y reconversión de mercancía en dinero: comprar para vender.

Analicemos en primer lugar la circulación simple de mercancías, M-D-M. El punto de partida del movimiento es una mercancía. El punto final, de igual modo, lo constituye otra mercancía que sale finalmente de la circulación, o esfera del mercado, y entra en la esfera del consumo. El dinero actúa como intermediario del proceso. Por tal motivo, el fin último de la circulación de mercancía es el consumo y, por ello, la satisfacción de necesidades. Yo, como asalariado que soy, voy al mercado de trabajo. Llevo conmigo la única mercancía que poseo: mi fuerza de trabajo. La cambio o vendo por dinero. He realizado la fase M-D. Vuelvo de nuevo al mercado, ahora con el dinero obtenido en la venta de mi mercancía, mi fuerza de trabajo, compro diversos productos. He completado el ciclo mediante la fase D-M. De regreso a casa, consumo allí dichos productos y satisfago, de esta forma, mis necesidades. Para mí, como asalariado que soy, el dinero es y actúa como simple dinero.

Analicemos ahora la circulación del dinero como capital, D-M-D. Por de pronto, observamos que los dos extremos del movimiento es, en este caso, el dinero. Ahora el movimiento se realiza mediante las dos mismas fases contrapuestas pero en orden inverso. Primero D-M: el dinero, mediante la compra, se transforma en mercancía. Después M-D: la mercancía, mediante la venta, se transforma de nuevo en dinero. Ahora el motivo propulsor, la finalidad determinante de la circulación del dinero como capital es el propio dinero. Dinero que sale de un bolsillo y retorna de nuevo al mismo bolsillo. El poseedor del dinero, como capitalista que es, va al mercado sin la necesidad de tener que vender su fuerza de trabajo para sobrevivir. Allí, invierte su dinero comprando diversas mercancías. Mercancías que pasan a ser de su propiedad. Realiza la fase D-M. Posteriormente, retorna de nuevo al mercado y las pone en venta, realizando su valor, esto es, transformándolas de nuevo en dinero. Dinero qu e es de su propiedad. Completa el ciclo mediante la fase M-D. Pero el capitalista sabe que cambiar dinero por dinero es una operación inútil y absurda si no se embolsa más dinero que el que desembolsó al inicio. Él de forma consciente y voluntaria lanza dinero a la circulación sabiendo que no solamente se conservará, sino que se valorizará, es decir, se incrementará con una plusvalía. La finalidad del capitalista es la ganancia. Para el capitalista el dinero es y actúa como capital.

Como las dos fases D-M y M-D, compra y venta, tienen lugar en el mercado podríamos caer en el error de considerar que es aquí donde se genera o se crea la plusvalía. Sin embargo, el estudio de la teoría del valor de Karl Marx y la transformación de la mercancía en dinero, me ha enseñado que en el mercado se intercambian equivalentes, es decir, mercancías del mismo valor, mercancías que necesitan del mismo tiempo de trabajo humano para producirlas, pero de distinta utilidad. De modo que finalizado el proceso del intercambio, los propietarios tienen en sus manos distintos valores de uso que tenían al principio y, sin embargo, siguen siendo poseedores de la misma cantidad de valor. Y el hecho de que en el intercambio de mercancías, una de ellas se presente bajo la forma de dinero, no cambia para nada la cuestión concreta que estamos analizando. Como tampoco cambian las cosas por el hecho de que el intercambio adopte la forma de fuerza de trabajo – salario porque también aquí la mercancía se paga por lo que vale. Por ello, la venta, desde el punto de vista del poseedor de la mercancía, o la compra, desde el punto de vista del poseedor del dinero, no crea valor añadido, sino tan solo realiza el valor de la mercancía.

El poseedor del dinero, el capitalista, después de haber comprado sus mercancías no se dirige a su casa sino a su fábrica. Es aquí donde consumirá las mercancías compradas: medios de producción y fuerza de trabajo. Sale del mercado y entra en la esfera de la producción. En su fábrica tiene lugar un proceso de trabajo entre cosas que ha compró, entre cosas de las que él es propietario, de tal suerte que también le pertenecerá el producto final de dicho proceso. Bajo la atenta mirada del capitalista, el obrero pondrá en acción su fuerza de trabajo, actuando sobre el objeto de trabajo o materias primas y haciendo uso de un conjunto de herramientas y maquinarias. El obrero mediante su trabajo transferirá el valor de los medios de producción al producto final y añadirá, al mismo tiempo, un nuevo valor. Este nuevo valor creado por el obrero es superior al valor que pagó el capitalista por la compra de la fuerza de trabajo. De esta forma se crea un valor añadido, una plusvalía que r esidirá en el cuerpo del producto final o mercancía ya lista y dispuesta para venderla en el mercado. La nueva mercancía, que ya contiene la plusvalía, es propiedad del capitalista y no del obrero porque éste es el propietario de todos los elementos que intervienen en el proceso de trabajo. En definitiva, el obrero mediante su trabajo crea la plusvalía y el capitalista se la apropia. Por lo tanto, no es en la esfera del mercado donde se crea la plusvalía sino en la esfera de la producción. En la esfera del mercado tiene lugar la realización de la plusvalía, en el momento que la nueva mercancía revalorizada se transforma de nuevo en dinero mediante la venta. Finalmente, el capitalista tiene en sus bolsillos más dinero que al principio. Suyos son los medios de producción. Suya es la ganancia. Suyo es el dinero que actúa como capital.

Aquellos que se muevan en la superficie, en la simple apariencia, en el dogmatismo y en el idealismo político, llegarán a la conclusión de que el dinero, el mercado y el proceso de producción son la causa y el origen de la explotación del hombre por el hombre, de la contradicción entre la riqueza y la pobreza, y de tantas y tantas injusticias sociales que asolan al mundo, dado que es en las esferas del mercado y de la producción donde se efectúa, se crea y se realiza la plusvalía. En consecuencia, manifestarán su rechazo a la existencia del dinero como capital, al mercado y proceso de producción por considerarlas formas económicas exclusivas y consustanciales al modo de producción capitalista.

Sin embargo aquellos que analicen el modo de producción capitalista al detalle y en profundidad, y la izquierda radical así debe hacerlo, llegarán a concluir que la esencia del mismo no es otra cosa que la forma que adopta la propiedad y que determina las relaciones de producción entre los hombres. La causa y el origen de la explotación del hombre por el hombre, de la contradicción entre la riqueza y la pobreza y de las injusticias sociales que asolan al mundo es la propiedad privada: propiedad privada sobre el mercado, la propiedad privada sobre los medios de producción y la propiedad privada sobre el dinero que actúa como capital.

Las condiciones históricas del capital no se dan en modo alguno con la circulación de mercancías y dinero que tiene lugar en el mercado. De hecho, históricamente las mercancías, el dinero y el mercado han existido con anterioridad al modo de producción capitalista, lo cual demuestra que tienen una existencia independiente. Lo mismo puede decirse del proceso de trabajo y de producción. El modo de producción capitalista surge únicamente con la forma burguesa de la propiedad privada, es decir, cuando unos, los capitalistas, poseen los medios de existencia, los medios de producción y el dinero y otros, los trabajadores, poseen únicamente su fuerza de trabajo. Por consiguiente, la izquierda radical debe poner en primer término la lucha por el carácter social de la propiedad. Hacer de la defensa de la propiedad pública su principal bandera. El capital es un producto colectivo que surge y se revaloriza mediante el trabajo de millones de hombres y, por lo tanto, colectiva debe ser su propiedad. Nuestro esfuerzo para lograr la transición del modo de producción capitalista al modo de producción socialista no debe centrarse destruir o negar la existencia del capital y las formas que adopta: mercantil, industrial o financiero. No se trata de destruir la riqueza en su forma abstracta sino lograr que esta riqueza sea patrimonio de todos.

Ramón Galán. Miembro del CEKAM. Las Palmas.