La Izquierda debate
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Globalización del gran capital y nuevo internacionalismo revolucionario.
Narciso Isa Conde
Entre las reflexiones mas importantes y los desafíos mas trascendentes del
movimiento revolucionario continental y mundial está lo relacionado con la
teoría y la practica del internacionalismo en el presente planetario.
Los déficits en ese plano son realmente preocupantes.
En nuestra América hablar de internacionalismo es hablar de antillanismo, de
latinoamericanismo, de latinocaribeñismo.
Es emular a Hatuey, Tupac Amaru, Martí, a Emeterio Betances, a Duarte, a Luperón,
a Bolívar, Morazán, Artigas ,San Martín, Máximo Gómez....
En el mundo actual hablar de internacionalismo revolucionario es emular y
enriquecer a Marx, a Engels, a Lenin, a Trosky, a Rosa Luxemburgo, a Gramsci, a
Mao, a Ho Chi Ming y al inmenso Ché Guevara.
Pero es hablar de todo esto en el contexto del capitalismo y del imperialismo de
hoy, en el marco de su globalización neoliberal, partiendo de las luchas
actuales y sus actores y asumiendo la recreación teórica y los cambios en la
practica política que exigen las luchas actuales, los nuevos proyectos de
democracia, las nuevas variantes del transito revolucionario y las nuevas
propuestas del socialismo surgidas de las experiencias fracasadas del Siglo XX y
de las evoluciones del orden capitalista en pleno Siglo XXI.
La globalización neoliberal y la guerra infinita practicada desde la
unipolaridad militar a favor de EU son componentes esenciales del
internacionalismo de las derechas y ultraderechas.
Y a esto es preciso oponerle un internacionalismo que no dejará de ser
proletariado, pero que debe ir mucho mas allá de los(as) proletarios(as): deberá
agrupar a todos(as) los(as) que enfrentan el capitalismo altamente concentrado y
sus designios de muerte y sufrimiento, en cada país, en cada región, en cada
hemisferio y en el mundo actual.
Las grandes masas excluídas.
Los sectores medio arruinados.
Los defensores de la vida y la naturaleza.
Las mujeres patriarcalmente y socialmente oprimidas.
Las etnias y nacionalidades oprimidas, discriminadas y marginadas.
Las comunidades abandonadas.
Las poblaciones bombardeadas o desplazadas.
Todos los sujetos dominados y oprimidos .
Todos los actores de las luchas contra la globalización neoliberal y contra las
diversas modalidades de expresión.
Límites de las luchas locales y nacionales.
Es cierto lo del "techo bajo" de los procesos nacionales, sobre
todo en países pequeños. El aislamiento al escenario nacional de los cambios se
constituye en perspectiva en un factor adverso al movimiento transformador y
favorable a la contrarrevolución imperial e interna. Los procesos localizados en
naciones aisladas o en zonas limitadas son más fáciles de ahogar, asfixiar,
revertir o estancar.
Una estrategia imperial obliga a una estrategia revolucionaria continental y
mundial, sin desmedro de la diversidad y las particularidades nacionales.
Hay que coordinar más las luchas.
Hay que sincronizar más las luchas.
Hay que articular y darle más simultaneidad a los procesos liberadores en todo
el continente y en todo el mundo.
Hay que construir nuevos espacios para un internacionalismo revolucionario
innovador, para una orientación común de la diversidad revolucionaria.
La aspiración a una humanidad liberada del mal de la explotación, capaz de
autodeterminarse, de autogobernarse y dirigir conscientemente su destino ha sido
un elemento sustancial de la identidad moral del movimiento obrero, de las
fuerzas populares y de la izquierda.
El internacionalismo fue una consecuencia necesaria de una concepción del mundo
que pretende transformar la injusta y desigual estructura social poniendo el
acento en la necesidad, para lograr estos objetivos, de la unidad de los
trabajadores y los pueblos oprimidos del planeta.
Hay que decir que esta aspiración ha sido muchas veces una proclamación, más o
menos justificadora o testimonial, que una práctica real y una acción plenamente
consecuente.
En la presente etapa, la crisis de la izquierda ha supuesto una disminución
dramática del carácter internacionalista del movimiento, cuando paradójicamente
hay una aceleración de los procesos de mundialización del capitalismo.
La globalización: el internacionalismo del gran capital
Estamos frente a una nueva fase de la internacionalización del capital altamente
concentrado y ante una potenciación del internacionalismo de las fuerzas que lo
representan y lo hegemonizan.
Esa realidad ha sido acelerada por los efectos del tránsito hacia un nuevo
patrón de acumulación y gestión basado en la microelectrónica, la informática,
la robótica y otros formidables adelantos tecnocientíficos secuestrados por los
grandes consorcios privados y por los mecanismos estatales bajo su dominio.
En esta fase concurre también un extraordinario proceso de concentración del
poderío económico, social, cultural-ideológico-comunicacional, político y
militar del capital imperialista y de su sistema de dominación integral.
Vivimos la era de las grandes fusiones empresariales, de la conformación de
potentes redes transnacionales de la concentración de la comunicación en
escogidas y potentes cadenas internacionales, de una altísima concentración y no
menos elevada movilidad y volatilidad del capital especulativo (con capacidad
para quebrar economías nacionales y apropiarse de enormes recursos activos en
cuestión de segundos y minutos).
Vivimos y sufrimos la etapa de las privatizaciones masivas de los patrimonios
estatales, sociales y nacionales a favor del capital transnacional, de la
conformación de los megamercados "libres" vía el derrumbe unilateral de
las barreras proteccionistas en los países dependientes; de la puesta en
práctica de un intenso proyecto de uniformización y totalitarismo cultural bajo
control estadounidense a escala planetaria.
Estamos sometidos a una espectacular modernización de las fuerzas militares y de
su capacidad de despliegue y destrucción a escala global bajo el signo de la
unipolaridad.
Sufrimos, en consecuencia, una franca subversión de la legalidad internacional y
del marco institucional creado con posterioridad a la Segunda Guerra Mundial, y
una espeluznante impunidad de la imposición ?por vías administrativas, políticas
y económicas, por vías militares, por acciones punitivas y represalias diversas?
de los intereses de las cúpulas capitalistas, de los grandes Estados bajo su
control, de las fuerzas dominantes en los EE.UU.... todos ellos situados por
encima de los derechos vitales de casi toda la humanidad y por los derechos
universalmente consagrados.
El internacionalismo de las poderosas minorías dominantes se expresa hoy más
brutal y descaradamente que nunca, por encima incluso de las dificultades que
entraña la tripolaridad económica y la globalización fragmentada por la
competencia entre las grandes potencias capitalistas.
Unas veces la concertación de la tríada (EU, Japón, Alemanida o Union Europea),
otras las fuertes tendencias transnacionales del capital, y otras la imposición
de la unipolaridad político-militar a favor de EE.UU. y las subordinaciones
forzadas, determinan su avasallador accionar contra los más débiles, contra
naciones periféricas, contra regiones subordinadas o subordinables en mayor
grado y contra las fuerzas del trabajo, del campo popular y de las capas medias
y hasta contra las fuerzas del capital no beneficiarias de la nueva
reestructuración del sistema.
Vivimos la era de la declinación del Estado-nación (sobre todo de sus
expresiones más débiles) y del tránsito hacia nuevos poderes supranacionales que
resultan de la combinación de los poderosos componentes que se conforman por
encima y más allá de los países en particular y que resultan de las
concertaciones entre los Estados más fuertes que constituyen sus bases
originarias; cuando de la prepotencia y los afanes de EEUU en pos del
imperialismo totalitorio.
A la subversión de la legalidad vigente le acompañan los procesos de refundación
y de formación de determinados mecanismos supranacionales: ONU, OTAN, BM, FMI,
OMC, etc., en los cuales las hegemonías se comparten o se arrebatan y las
competencias se complementan con las concertaciones entre los siete grandes
países (Estados Unidos, Alemania, Japón, Francia, Canadá, Italia e Inglaterra),
o con las subordinaciones de ellos o gran parte de ellos al poderío militar
estadounidense.
El marco conceptual que nutre la globalización neoliberal se convierte así en el
nuevo ideario del internacionalismo burgués y de la complicidad del gran capital
transnacional.
Necesidad de un nuevo internacionalismo revolucionario
En tal contexto, en el mundo de hoy el reto de las izquierdas, de los
revolucionarios y de las fuerzas de la transformación y del progreso, es
realmente de dimensiones planetarias y a todas luces titánico.
El nuevo internacionalismo de las cúpulas capitalistas del mundo exige de un
nuevo y revitalizado internacionalismo de todos / as los / as oprimidos / as y
afectados / as.
Si más global es el dominio del gran capital más global deberá ser la respuesta
necesaria para liberarnos de él.
Y esa respuesta, a partir de lo acontecido en los países del llamado socialismo
real, necesita de un esfuerzo creativo que recoja sus lecciones, explique las
causas de ese colapso y reformule el proyecto emancipador a fin de restaurar la
esperanza, de elevar la subjetividad estropeada, de revitalizar el ideal
socialista.
Lo que acontece en el presente: la quiebra de las promesas formuladas desde el
capitalismo después del colapso del bloque socialista, el fracaso progresivo del
orden neoliberal, el empeoramiento de las condiciones de vida en el planeta,
sienta las bases para esa trascendente recreación.
El planteo de Chávez sobre la necesidad de pensar y debatir lo relativo al
socialismo del siglo XXI, estableciendo la debida diferenciación con los
proyectos fracasados de Europa oriental, le devuelve actualidad a esa
trascendente construcción.
No hay ningún orden político-jurídico o económico-social sin alternativa. Menos
aún el que hoy hunde a la inmensa mayoría de los seres humanos en la pobreza, la
explotación, la exclusión, la incertidumbre, la desertificación, la
contaminación...
Pero además, lo decisivo, lo radical de esta situación, es que el
internacionalismo hoy no puede consistir sólo en identidad o en aspiración moral
sino que debe concretarse en una opción política real. Para decirlo con
claridad, o la izquierda es capaz de dotarse de un programa y de una práctica
social efectivamente internacionalista o será derrotada en cada país, y
globalmente por el capitalismo. Este es el gran desafío.
Sujetos potencialmente alternativos
En primer término procede identificar los sujetos potenciales con posibilidad de
enfrentar y superar los efectos y el dominio de esa globalización neoliberal en
los escenarios locales, nacionales y regionales y finalmente en el propio
escenario mundial que ella todavía hegemoniza: esto es, las contrapartes del
nuevo internacionalismo burgués.
Cada escenario precisa de una coordinación, de una unidad y de un accionar
común, enmarcadas siempre dentro de la óptica y del proceso de articulación de
un potente y diverso torrente mundial.
La coordinación de sujetos golpeados, explotados, oprimidos, excluídos,
afectados y la creación de sus referentes políticos transformadores, son
precondiciones obligadas para la conversión de sus potencialidades en fuerza
realmente activa, impugnadora, forjadora de contrapoder y de poder.
Nos referimos:
A fuerzas del trabajo explotado, a sus dos géneros (masculino y femenino)
sometidos con intensidad diferenciada por el capitalismo neoliberalizado.
Las fuerzas del trabajo expulsadas de la esclavitud asalariada, excluidas del
sistema económico, lanzadas al desempleo, a la incertidumbre y al desamparo.
La juventud que llega a la edad laboral y no encuentra fuente de trabajo
remunerado.
Las mujeres ligadas al trabajo doméstico no remunerado.
Las mujeres súper-oprimidas por un capitalismo neoliberal y patriarcal.
La diversidad social que integra el mundo de la llamada economía informal.
Los campesinos sin tierra y sin medios de producción.
Los pequeños y medianos propietarios o empresarios urbanos y rurales en
proceso de ruina.
Los empresarios que producen para el mercado interno y han sido golpeados por
la apertura y el impacto de las mal llamadas "areas de libre comercio."
Las etnias oprimidas y discriminadas y los pueblos originarios excluidos y
maltratados.
Las naciones en proceso de recolonización, especialmente sus fuerzas sociales
y políticas excluidas de las decisiones del poder dominante.
La niñez abandonada y maltratada.
Los / as envejecientes despreciados / as y abandonados / as.
El llamado Tercer y Cuarto Mundo, excluidas sus elites privilegiadas.
Los y las protagonistas de las diversas corrientes culturales, artísticas,
creativas afectados / as por la uniformidad cultural que se nos quiere imponer y
por el totalitarismo ideológico en desarrollo.
La gran parte de la humanidad afectada por la desertificación, la
contaminación, el calentamiento de la Tierra, la depredación de su flora y de su
fauna, y todo el deterioro ecológico en marcha.
Las diversas fuerzas sociales y políticas que reclaman participación poder de
decisión, y cese del autoritarismo y de la exclusión política.
Dentro de esa variedad, dentro de ese abanico, claro está hay que poner un
énfasis especial en el rol determinante de las fuerzas del trabajo, es decir,
del campo anticapitalista, proletario, popular en toda su diversidad de genero,
etnias y edades.
Los sujetos potenciales son pues más vastos y diversos que los asumidos en la
concepción revolucionaria internacionalista que dominó nuestro pasado. Incluye,
pero a la vez supera, el sujeto que inspiró aquel grito emancipador en el plano
de la solidaridad internacional: "¡Proletarios de todos los países,
uníos!"
Más aún el capitalismo actual exige de un internacionalismo que incorpore y a la
vez rebase con creces la divisa ¡Proletarios y pueblos oprimidos del mundo,
uníos!, de aquella primera fase del imperialismo.
De lo potencial a lo real
Pero el reto no es sólo la creatividad y la innovación en ese aspecto si no en
cuanto a los esfuerzos e iniciativas que posibiliten lograr en esos sujetos la
conciencia de identidad de intereses a escala regional y local, y la
articulación a referentes políticos emancipadores, así como también su
movilización, su conversión en movimientos sociales, en movimientos
político-sociales, en organizaciones que formen contrapoder y poder con
programas comunes destinados a enfrentar los diversos ejes de la dominación
imperial a escala local, nacional, regional y mundial; destinados a construir un
poder alternatico y a producir la ruptura y la toma de la maquinaria del Estado
con la creatividad que las nuevas circunstancias demandan.
Todo ello desde espacios de coordinación específicos y tendiendo a lograr una
izquierda militante articulada y profundamente compenetrada de la necesidad de
potenciar el internacionalismo revolucionario y de convertir la solidaridad en
tarea cotidiana, creando a la vez los espacios flexibles que posibiliten darle
permanencia a su coordinación a escala regional y mundial.
Esto último pasa por darle aliento, fortalecer y potenciar todos los foros o
encuentros establecidos de la izquierda continental y de sus diferentes
corrientes, por establecer los puentes intercontinentales y finalmente por
conformar los espacios mundiales de articulación.
Y esto es especialmente necesario, incluso imperioso, en el caso de la izquierda
transformadora, anticapitalista, antisistémica y definidamente socialista.
Cuando se habla hoy en tantos debates, eventos, jornadas,... de mundialización,
globalización o de integración territorial, con frecuencia se olvida que estamos
hablando del Poder, de dominio y de lucha de clases en el ámbito mundial, de
imposición de intereses y de determinantes modalidades de opresión.
Los procesos de reestructuración en curso dentro del capitalismo actual han
significado y están significando un gigantesco proceso de concentración política
y económica a escala mundial. Y esta asimetría de poder se está reflejando
dramáticamente en términos de intervención político-militar en todo el planeta.
Nada pone mejor de manifiesto esto que los acontecimientos que se han producido
en la antigua Yugoslavia en Afganistán y en Irak. Después de la reunión de
Washington conmemorativa del 50 aniversario de la fundación de la OTAN, se
confirma que el dramático problema de Kosovo ha sido sólo un pretexto para crear
las condiciones para refundar la OTAN y poner en práctica un nuevo orden
político-militar multinacional hegemonizado por los EE.UU.
La OTAN, o sea EE.UU. como fuerza militar a partir de esta reunión es
quien decidirá quién cumple o no los derechos humanos y, lo que es más
importante y peor, se convierte en poder punitivo a escala planetaria. Quien es
terrorista y quien no.
Previamente los patrones que se imponen desde el FMI, el BM ?matizados por las
contradicciones de la diversidad imperial? y las acciones militares contra
Panamá, Somalia, Irak... evidencian una vocación hegemonista más drástica que
nunca y ahora sin los pretextos esgrimidos en el período de la "guerra fría".
El 11 de Septiembre marcó el momento de inflexión para desplegar esa estrategia
guerrerista terrorista, siendo Afganistán e Irak sus primeros blancos de ataque,
pero apuntando también contra Cuba y el norte de Sudamérica(Venezuela, Colombia,
Amazona...).
Las respuestas en Irak ha sido vigorosa evidenciando que a pesar de su poderío
unipolar no son inderrotables. En Afganistán tampoco han logrado estabilizar la
ocupación.
Solo la unidad, la coordinación creciente de las fuerzas políticas y militares
revolucionarias la determinación de desplegar todas las energías acumuladas,
podría o disuadir a EU de una aventura similar en nuestra América o empantanar
sus fuerzas militares en la región hasta infringir una aleccionadora derrota
política.
Dentro del conjunto de las grandes potencias capitalistas, comprometidas todas
con la globalización del neoliberalismo –sobre todo cara al mundo dependiente-
los EEUU ejecuta un plan de reconquista militar del planeta (de sus zonas de mas
importancia geoestratégica y regiones ricas en recursos naturales) basada en su
supremacía militar y en su estrategia de guerra infinita, de terrorismo de
Estado.
Esto emplaza, por razones de vida o muerte a construir una estrategia
alternativa desde los pueblos.
Solidaridad: actitud insoslayable
En este punto conviene detenerse en un aspecto puntual: la solidaridad. La
solidaridad internacional es inseparable del quehacer de la izquierda y de su
vocación internacionalista. Durante decenios la izquierda latinoamericana ha
mostrado una gran sensibilidad solidaria con proyectos revolucionarios y
progresistas sometidos a la injerencia agresiva de Estados Unidos. Hoy la
izquierda no puede vivir de espaldas a los movimientos reivindicativos
populares, no importa cuáles formas adopten.
No cabe dudas que no se puede ser integralmente de izquierda si no se enfrenta
radicalmente la cuestión del bloqueo imperialista contra la isla, y si no se
defiende el derecho de los cubanos y cubanas a decidir su propio futuro al
tiempo que tal actitud conlleve la defensa de los valores de ese proceso
emancipador, en tanto proceso de orientación socialista, en tanto revolución
popular y en tanto avanzada de la liberación social y nacional en América y el
hemisferio occidental.
Puerto Rico, Las Malvinas y todas las posesiones coloniales nos convocan a la
solidaridad sin limites.
Nuevas amenazas de intervención militar se ciernen sobre Colombia, mientras el
accionar contrarrevolucionario no cesa en su propósito de aplastar o
desestabilizar la revolución cubana.
Otros casos insoslayables en cuanto a requerimientos solidarios imperiosos son
los referidos a la autodeterminación de los pueblos venezolano y colombiano y a
la defensa de las fuerzas que ambos países encarnan las alternativas a los
podridos sistemas políticos impuestos durante decenios y las estrategias
neoliberales aplicadas durante la última década. En Ecuador y Bolivia no cesan
las luchas sociales en medio de una evidente deterioro del orden dominante.
Venezuela, Colombia, Bolivia y Ecuador, escenario de una nueva ola
transformadora, con sus procesos sumamente originales y esperanzados, pasan a
ser blancos fundamentales de poder imperialista estadounidense asociado a los
derechos locales. A ese se agregan los cambios políticos progresistas en Brasil
y Uruguay.
La perversa manipulación estadounidense del narcotráfico, de los derechos
humanos, de la supuesta defensa de la democracia, han sido potenciada para
justificar las iniciativas contrarrevolucionarias en marcha, llegando incluso a
escudarse en esos temas para trasladarse a puntos cercanos (Ecuador, Colombia,
Perú...) sus bases en Panamá y tratar de ampliar su agresividad militar en la
zona y su capacidad intervensionista a través de la creación de una fuerza
militar multinacional bajo mando. En Haití esa fuerza pone a pruebas nuevas
formas de intervención.
Redefiniciones y nuevas iniciativas
Esta realidad impone una redefinición sustancial de lo que conocemos por
internacionalismo revolucionario, en el sentido de acentuar su importancia y
relevancia, sobre todo si las clases y los sectores sociales subalternos quieren
intervenir para realmente transformar este nuevo orden que se está configurando,
hoy por hoy a sus espaldas y contra sus intereses.
Argumentamos pues la necesidad de un referente internacional de la izquierda
capaz de actuar como sujeto político en el ámbito global, lo que exige una
recreación de la utopía revolucionaria, una reformulación del proyecto
socialista.
No se trata de ir hacia otra Internacional o de construir un partido político
internacional como se diseñó en el pasado.
Lo que proponemos es la articulación de un conjunto plural de sujetos políticos
revolucionarios, movimientos sociales y organizaciones civiles y culturales
contestatarios en torno a un programa de acción común que permita definir las
grandes opciones democráticas y revolucionarias, movilizar la opinión pública
internacional y organizar la solidaridad entre los trabajadores, los pueblos y
las naciones con el objetivo de alcanzar una Humanidad justa en una tierra
habitable y previa derrota de la nueva modalidad opresiva del capitalismo.
Lo que proponemos son espacios originales y flexibles de coordinación y acción
común de todas las fuerzas transformadoras del mundo y muy especialmente de sus
componentes antisistémicos, anticapitalistas, pro-socialistas.
Lo que proponemos es oponerle a la ofensiva globalista del gran capital la
contraofensiva de las fuerzas alternativas capaz de frenar su prepotencia
militar, su nefasta acción económica imperial y su prepotencia avasalladora;
capaz de reimplantar la legalidad internacional y de apuntalar un orden mundial
justo y equitativo.
En la misma medida en que se constituye un sujeto social revolucionario más
diverso y complejo, también es necesario construir un nuevo internacionalismo,
amplio, diverso y radicalmente transformador, así como los mecanismos de
condición para llevarlo a la practica.
Problemas de la unidad y la coordinación alternativa.
Se trata de la necesidad de un nuevo internacionalismo, de la exigencia de un
nuevo latinoamericanismo y antillanismo, capaces de contrarrestar y contraatacar
el intenso y despiadado internacionalismo neoliberal, el nuevo modelo hegemónico
de seguridad nacional de los EEUU y su destructivo y aparentemente avasallante
componente militar.
No hay dudas de que algo importante se esta haciendo en esa dirección, aunque
muy incompleto y bastante concentrado en una parte significativa de los
movimientos sociales contestatarios (Foro Social Mundial, Foro Social
Latinoamericano) mezclados con una parte menor de las organizaciones políticas
alternativas y en menor grado alianzas parecidas expresadas por el Congreso
Bolivariano de los Pueblos, Coordinadora Bolivariana y otros espacios similares.
También ?y en menor escala geopolítica? tiene un significativo valor la
cooperación entre Estados con políticas exteriores progresistas, diferenciadas
de los TLC y del ALCA (alianza entre Venezuela y Brasil, eje de cooperación
entre Venezuela, Brasil y Argentina, al cual de seguro entrara ahora Uruguay,
cooperación entre esos estados y Cuba Revolucionaria, coincidencias dentro del
MERCOSUR y los Países Andinos, entre los gobiernoscon ciertas posiciones
independientes de EUA.
Sobresale ?y es el único caso de ese tipo? la alianza estratégica entre Cuba y
Venezuela, que incluye un pacto de defensa militar frente a la amenaza de
agresión estadounidense.
El acumulado militar revolucionario en este periodo de guerras, amenazas
estadounidenses, en ese orden se circunscribe a las fuerzas armadas de esas dos
naciones y a la presencia paralela del formidable ejército irregular de las
FARC-EP y las fuerzas guerrilleras del ELN, del Ejército Zapatista de Liberación
Nacional (EZLN) y de otras organizaciones político-militares del continente.
Es claro que las fuerzas armadas institucionales de Cuba y Venezuela cooperan en
una lógica de Estado, incorporando un trascendente pacto de defensa mutua; como
es obvio que las fuerzas armadas irregulares responden a otra lógica
diferenciada, operando contra Estados y poderes con los cuales Cuba y Venezuela
tienen relaciones diplomáticas y consulares, e incluso algunos acuerdos de
cooperación.
Semejantes situaciones, pero en otros planos, tienen los partidos políticos
revolucionarios y movimientos político-sociales antineoliberales que operan en
países dominados por el neoliberralismo, cuyos gobiernos a su vez tienen
relaciones de Estado con países donde gobiernan fuerzas revolucionarias y
progresistas.
Y esto se complejiza mas aun cuando en el seno de los procesos transformadores
convertidos en gestiones estatales-gubernamentales, se producen suplantaciones
y/o fusiones entre las políticas de Estado y de partidos, y se generan
contradicciones entre la política exterior de sus gobiernos y las políticas de
los partidos revolucionarios, los movimientos antiimperialistas y progresistas y
las organizaciones sociales contestatarias que no están en el poder.
Entonces surgen los desencuentros y el accionar contrapuesto de fuerzas que
sustentan objetivos estratégicos comunes y metas coincidentes.
Un déficit injustificable
Un déficit injustificable y fundamental es la falta de coordinación, planes e
iniciativas comunes de las fuerzas mas avanzadas del continente, de aquellas
capaces de asumir los desafíos del proceso revolucionario en todas sus etapas y
escenarios, lo que tiene que ver con los desencuentros señalados
Esto acontece en muchos casos en el plano nacional y es una gran verdad en el
plano continental y mundial.
La unidad de carácter estratégico esta mas débil que nunca en nuestra América.
Los partidos y corrientes revolucionarias, antiimperialistas, anticapitalistas,
antisistema, socialistas... carecen de espacio de coordinación propia, y de
políticas concertadas en iniciativas comunes.
Y esto es injustificable en medio de esta gran crisis continental y del avance
de una ola transformadora como la que ya describimos en esta ponencia.
Ese déficit a su vez afecta en diferentes grados la unidad en amplitud, la
convergencia político-social antineoliberal y la convergencia armónica entre
Estados progresistas y movimientos populares, democráticos y revolucionarios.
La ultraderecha, las derechas, el centro-derecha, la socialdemocracia, la
democracia cristiana, las oligarquías se coordinan y trazan planes comunes, pero
las izquierdas revolucionarias no lo hacen.
El centroizquierda concierta políticas comunes, mientras las izquierdas y
fuerzas antisistema no van más allá de crear espacios de debates propios o de
espacios convergentes con las fuerzas de centro o de centro izquierda.
Se ha avanzado mucho en materia de foros sociales, pero siguen presentes las
contraposiciones dañinas entre lo político y lo social.
Los propios espacios de debate y de resoluciones generales ?salvo este seminario
y algunos encuentros parecidos? sufren el mal de la discontinuidad y el
anquilosamiento.
Incluso el Foro de Sao Paulo, concebido inicialmente como espacio de las
izquierdas devino en espacio de partidos de izquierda y centroizquierda, con
algunos componentes bastante derechizados, incapaz por el mal tratamiento de sus
diferencias, de adoptar iniciativas consistentes.
Los planos de la unidad se han confundido y la ausencia de una coordinación
estratégica de las fuerzas revolucionarias ha afectado otros niveles de alianza
como lo es ese Foro, al tiempo que ha impedido impulsar mejor las perspectivas
que se le abren a las fuerzas antineoliberales, a las alianzas mas amplias a las
convergencias político-sociales, o simplemente sociales.
Acontece también que hay quienes privilegian unilateralmente las alianzas entre
Estados progresistas y revolucionarios y/o la unidad en amplitud con débil
presencia de las fuerzas revolucionarias, menospreciando el espacio de
concertación de la diversidad revolucionaria y la posibilidad de contribuir a
articular y armonizar desde ahí diferentes niveles de alianza.
Contraposiciones infundadas
Por igual existen los que procuran contraponer dinámicas diferenciadas, las
formas de lucha y las vías de los cambios, despreciando la riqueza de nuestra
continente en esos y otros aspectos del proceso emancipador.
Y no faltan quienes hacen suyas las estigmatizaciones promovidas por las fuerzas
contrarrevolucionarias y por el poder mediatico imperial contra determinadas
rebeldías, procesos y movimientos revolucionarios.
El chantaje imperial ha permeado el campo de las fuerzas de izquierda y
progresistas y algunos de sus expresiones de poder institucional.
Recuerdo como la rebelión militar que encabezo Chávez fue vilipendiada por las
derechas y como el calificativo de golpista permeó importantes fuerzas del Foro
de Sao Paulo que impidieron que éste hablara en el Encuentro de San Salvador y
que el Encuentro posterior, en México, respaldara claramente su opción
electoral.
Son respetables el proceso particular de acumulación electoral del PT de Brasil,
acompañado de luchas sociales y la original modalidad del Frente Amplio
uruguayo, como la realidad de que tanto en Venezuela como en Ecuador para
triunfar electoralmente las fuerzas antineoliberales tuvieron primero que
producirse dos rebeliones cívico-militares.
Mas aun, ¿qué de condenable o de desfavorable para la causa común puede tener la
insurgencia armada colombiana?
¿Por qué no solidarizarnos en mayor escala con las luchas multifacéticas de los
pueblos vasco, irlandés, palestino, iraquí, afgano?
Casos como la represión de Henry Batasuna deben convocarnos a la solidaridad.
¿Por qué no entender las raíces de sus expresiones violentas, contrapartidas de
las variantes mas crueles del terrorismo de Estado?
Casos como el Palestino estremece el alma.
Confieso que me alarma que las estigmatizaciones de nuestros enemigos respecto a
esas luchas y esas fuerzas contaminen el campo popular y progresista.
Esta pasando así con la lucha de las FARC y el ELN, acosados por el imperio y
por las derechas de todos los países donde han tenido delegaciones, chantajeados
una parte de los sectores que con ellos han tenido relaciones, sin registrarse
una respuesta solidaria en la dimensión necesaria.
Colombia puede acoger sin reparos a Carmona (el efímero) y a los golpistas
venezolanos, pero Venezuela y sus organizaciones progresistas no deben brindarle
hospitalidad a los hermanos (as) revolucionarios de las FARC y el ELN.
Haití esta intervenido militarmente unos cinco mil soldados de Estados Unidos,
Francia, Argentina, Chile, Brasil y otros países afectan gravemente su
autodeterminación y un hecho tan grave no alarma a los que se escandalizan por
cualquier gesto de solidaridad entre revolucionarios ¿y nos preguntamos qué hace
Brasil acompañando a Estados Unidos en nuestra isla?
Estados Unidos y República Dominicana pueden servirle recientemente plataforma
sediciosa al magnate venezolano Gustavo Cisneros y a Bush padre, pero ni
Venezuela, ni México, ni Ecuador, ni Brasil... pueden aceptar delegaciones de
las FARC.
Carlos Andrés Pérez sigue conspirando desde EEUU mientras Simón Trinidad,
expresión de la dignidad colombiana, es solicitado en extradición por el
gobierno de Bush y nuestro hermano de lucha Rodrigo Granda (Ricardo) es
secuestrado en Venezuela por la seguridad colombiana.
El ex general Salvador Lluberes Montás, asesino de nuestro compañero Orlando
Martínez y de muchos revolucionarios dominicanos, esta refugiado en Miami para
evadir la acción de la justicia, mientras que a luchadores por la dignidad de
sus pueblos se les califica de narcoterroristas y se les persigue con saña.
Y no hablemos de lo que hace la mafia de Miami desde EEUU, Centroamérica y
Panamá.
Desearía sí que estas preocupaciones no se interpreten como un llamado a la
imprudencia y a la temeridad infecundas, sino como un intento de reestructurar
mejor y de resituar mejor esa temática sensiblemente deformada que incluida
indudablemente entorpece nuestra unidad.
Todos tenemos que admirar el valor de la dirección cubana en la promoción de la
campaña por la libertad de los cinco patriotas que guardan prisión en las
cárceles del imperio acusados de "espías".
Admiro en esto, sobre todo, el desafío al criterio de equiparar el uso de las
técnicas de inteligencia para asesinar y oprimir, con el uso de las mismas para
contrarrestar el terrorismo y la agresión.
Igual pienso que estamos en el deber de exigir la libertad de Simón Trinidad y
la vuelta a Venezuela de Rodrigo Granda, así como enfrentar la práctica
estadounidense de suplantar la justicia, la policía y las instituciones de
nuestros países. Y de darle un mayor nivel a la solidaridad con todos los
movimientos insurgentes y los procesos transformadores ascendentes.
Debemos empeñarnos en derrotar las políticas de extradición y las practicas de
apresamientos fuera de las fronteras norteamericanas, ejecutadas unilateralmente
por autoridades estadounidenses. En verdad, si no reaccionamos con energía
frente a estas y otras barbaridades, no pocos de nosotros (as) pronto iremos a
parar a las cárceles yanquis en Guantánamo.
Este es el prólogo del ejercicio de la dictadura mundial.
De una dictadura a la cual ciertamente hay que ganarle en primer lugar la
batalla de las ideas y contraatacarla eficazmente con todos los medios que el
ingenio y el coraje de los pueblos sometidos sean capaces de inventar, crear y
recrear.
No olvidemos la naturaleza del imperio y las características de su modelo
hegemónico de seguridad nacional.
No olvidemos el genocidio que hoy mismo práctica en Palestina y en Irak, y las
amenazas que se ciernen contra Siria, Irán, Corea del Norte, Venezuela,
Colombia, Cuba y todo aquel que ose querer la autodeterminación.
Una estrategia de dominación integral necesita de una estrategia liberadora
también integral, donde las diversos formas de lucha, modalidades de acumulación
política, militar, cultural, se conjuguen y complementen.
Por eso saludamos que junto a la batalla de ideas Cuba haya puesto en practica
la campaña militar de diciembre pasado y haya fortalecido la concepción de la
guerra de todo el pueblo en caso de agresión de Estados Unidos.
Que se haya concretado el pacto militar defensivo cubano-venezolano.
Y que el pueblo colombiano cuente con las FARC y el ELN para contrarrestar el
Plan Patriota y la Iniciativa Andina, primeras expresiones de la amenaza de
intervención gringa en el norte de Sudamérica.
Solo sumando rebeldías nacionales, protestas sociales, avances electorales,
resistencias diversas; solo conquistando espacios de poder para el pueblo en
nuestros países y mas allá de las fronteras nacionales proyectando crear un
bloque de Estados progresistas; solo creando una gran coordinación político
social continental, un amplio frente antineoliberal y una coordinación
estratégica revolucionaria que articule los liderazgos y organizaciones de
vanguardia de los diferentes países, podremos construir la Patria Grande como
suma articulada de las diferentes identidades nacionales, latinoamericanas y
caribeñas emancipadas y del hermoso y diverso colorido étnico cultural de
nuestros pueblos.
No debemos tener miedo a ser felices, ni escatimar esfuerzos y sacrificios para
conquistar el pan y la alegría y merecernos el cielo prometido aquí EN ESTA
TIERRA DONDE LAS OLIGARQUIAS CAPITALISTAS SE PROPONEN SEGUIR CONSTRUYENDO UN
PARAÍSO PARA ELLAS Y UN INFIERNO PAREA LA INMENSA MAYORIA DE SUS HABITANTES.