La Izquierda debate
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Entrevista a Abel
Paz, historiador y biógrafo de Durruti:
"Nosotros ganamos la revolución, lo que perdimos es la guerra"
x Indymedia Argentina
"La revolución consiste en que los trabajadores se hagan dueños de los instrumentos de trabajo y no fracasen en la gestión de los medios de producción. La revolución no fracasó, fue derrotada militarmente"[...]"Se ha querido olvidar. Ha habido la voluntad política de ocultarla. Sí, porque hay mucho miedo. El anarquismo está muy enraizado en España".
Quizá una de las últimas personas que pueden dar testimonio vívido de la,
pretendemos no sea, olvidada revolución libertaria es Abel Paz, seudónimo de
Diego Camacho, historiador y biógrafo de Durruti, autor de numerosos libros
entre los que se encuentran los cuatro ejemplares que componen su obra
autobiográfica, abarcando desde su temprana e ilusionante militancia anarquista
hasta el horror de las carceles franquistas.
Casi nadie sabe o cree que hubo una revolución en España. ¿La hubo?
Sí, claro que la hubo, aunque ha quedado oculta por la mentira. De todos modos,
cuando dices la verdad tarde o temprano se te reconoce esa verdad. Para empezar,
hay que tener en cuenta las Comunidades de Castilla. El único historiador que ha
hecho una reflexión seria sobre eso ha sido Maravall. En 1519 nos anticipamos
dos siglos a la revolución de 1789, porque en esencia se trata de la misma
revolución. Aquella gente tenía un concepto de democracia muy avanzado, se
hablaba por ejemplo del mandato imperativo. El regidor que se nombraba para
representar a la comunidad, si no respetaba la voluntad popular, el mandato
imperativo, era automáticamente cesado, como pasó en Segovia por haber votado
los impuestos que exigía Carlos V. Era tan radical aquella visión que de hecho
el anarquismo no hizo más que retomar el hilo de la historia y arrastralo hasta
1936. No se puede hablar de revolución en España en 1936 sin tener en cuenta los
períodos de la historia en que esa revolución era algo que estaba en suspenso.
Malraux, hablando de la revolución española, decía que era algo que estaba en
suspenso, que se veía venir a través de la historia de España.
Si se puede decir que la revolución ha estado en suspenso hasta 1936, a juzgar
por la realidad también podría decirse que la contrarrevolución ha campado a sus
anchas a lo largo de la historia.
Desde luego. Para muchos la historia de España comienza con Fernando e Isabel,
lo anterior no existe. Con la particularidad de que con la cultura árabe España
había entrado ya en la modernidad. Con los reyes católicos, cuando se expulsa a
judíos y árabes España retrocede dos siglos, se hunde en la edad media. Esos son
dos siglos de retraso que ha tenido España. Aquí aún tenemos estructuras
feudales. Aristocracia, una concepción social que no se corresponde con la que
hay en Europa. Latifundios... Problemas que nosotros resolvimos en 1936.
¿Ustedes?
Fue el pueblo quien los resolvió y de manera inmediata. La república intentó
hacer la reforma agraria pero no puedo llevarla a cabo porque no se atrevió a
enfrentarse con la aristocracia que era la que tenía el poder. Pero nosotros
llegábamos, ocupábamos el terreno y se creaba una colectividad, así de simple. Y
si el aristócrata o el burgués quería formar parte de la misma, se le admitía,
si no se le echaba. Pero no se echó a los que querían integrarse, a los que
aceptaron las reformas, los planes de expropiación. El dueño de la fábrica que
no tuvo miedo y se quedo a formar parte de la colectividad se integró. Incluso a
veces participaba del control, pero si no lo aceptaba, se le quitaba de en
medio. No era cuestión de retrasar la marcha en los obstáculos que se pudieran
encontrar. En esos aspectos, la revolución española superó a la propia
revolución rusa.
¿En qué sentido dice eso?
La revolución rusa apenas sobrevivió tres meses, mientras que la nuestra duró
hasta 1939. La economía estuvo en manos de los trabajadores y se consiguió
descentralizar totalmente el poder. El poder local tenía una personalidad: los
comités. A pesar de la Generalitat, en los pueblos funcionaban los comités,
existía una especia de democracia directa, no se prohibieron los partidos pero
éstos enviaban a sus representantes al comité. No había programas, los programas
consistían en resolver las necesidades imperiosas del pueblo. 7 u 8
representantes votados por la asamblea popular tenían que cumplir con la
voluntad popular. Si no funcionaban, se les cambiaba y con los altibajos que se
quiera, aquello funcionó. Por ejemplo, la línea de ferrocarril se electrificó
durante y a pesar de la guerra. Se distribuyó la tarea por sectores y cada
ayuntamiento asumió la parte que la tocaba. En tres meses la obra estaba
terminada. Hoy una cosa así es inconcebible. Se daba trabajo a los parados del
pueblo. Los salarios se proporcionaban desde la cooperativa del pueblo ya que
era una obra de interés para todos.
¿A pesar de todas las carencias y dificultades?
A pesar de todo. Y es que cuando hay hambre, si todo el mundo pasa hambre y no
hay ningún privilegiado que no la pase, entonces eres feliz con tu hambre. Estás
compartiendo la desgracia colectiva, el problema llega cuando hay un grupo de
gente que está comiendo bien y los demás se mueren de hambre. En general, la
gente soportaba todo aquello porque era igual para todos. Recuerdo al Conseller
de Defensa de la Generalitat. Su mujer iba por la mañana a hacer la cola del
pan, a recoger su ración, cuando el por su cargo podía haber pedido que le
llevaran el pan a casa, era un hombre de culto. Es decir, la igualdad no era un
mito, era una realidad.
¿En qué partes del territorio se puede decir que hubo una revolución?
Alcanzó toda la zona republicana aunque no por igual. Hubo zonas en que la CNT
era minoritaria. No obstante, allí también se produjeron colectivizaciones.
Hubo, en cambio, algún pueblo con poder cenetista donde todo quedó igual. En
otros coexistieron colectivizaciones socialistas junto a otras libertaria; la
socialista respetaba a la propiedad privada y los métodos eran más autoritarios.
Pero en general, las colectivizaciones se extendieron por toda la república.
¿Cuáles fueron las características más significativas de esa revolución?
Sus rasgos más definitorios se dieron en realidad el 6 de octubre de 1934 en
Asturias. Allí la alianza obrera entre CNT y UGT fue la que hace que aparezca ya
la comuna, la colectivización era un acuerdo entre socialistas y anarquistas con
el que se intentaba conseguir un socialismo libertario pero en general fue la
tendencia libertaria la que influyó en esa revolución. Hasta ese momento la CNT
había intentado movimientos de carácter insurreccional pero no había alcanzado a
las bases de la UGT. La alianza era imprescindible. En una población activa de 9
millones de trabajadores, la UGT contaba con un 1.200.000 afiliados y la CNT con
1.500.000, nada que ver con la afiliación de hoy. La gente era muy activa aunque
la burocracia socialista frenaba la alianza entre sindicatos. Pero en las
elecciones de febrero del 36, ganó el frente popular frente a las candidaturas
de las derechas. Cuando la izquierda llega al poder la gente que la ha votado no
es ya la misma que la había votado en el 31. Algo ha cambiado, hay más
experiencia. Los partidos de izquierda llegan al poder pero las bases se guardan
el poder de acción. No esperan que haya una amnistía si no que pasan a la acción
y de inmediato abren la puerta a 80.000 presos. Los campesinos no esperan a que
se reinicie el debate de la reforma agraria si no que se lanzan a ocupar las
tierras. En el mes de marzo son 80.000 los campesinos que en Extremadura,
Andalucía y La Mancha se incáutan de los feudos. No toman la tierra para ellos
sino que la colectivizan, la toman para trabajarla en comunidad. En marzo de
1936 se inicia la revolución de manera pacífica
Sin embargo, al gobierno republicano no parecía que le gustara mucho lo que
estaba empezando a pasar.
Es verdad, el gobierno de Azaña no lo ve con buenos ojos. A ningún político le
gusta verse desbordado por las bases, pero tampoco puede enviar guaridas civiles
a expulsar campesinos. Y las comunidades agrícolas empiezan a desarrollarse.
Mientras tanto la derecha se precipita hacia el golpe militar. Aleccionada por
la revolución de octubre fortifica sus alianzas. Por otra parte, cuando se
proyecta el golpe militar la alianza entre CNT y UGT también se había
consolidado.
Esa alianza incipiente era una amenaza terrible para las clases
conservadoras. Quizá les hizo acelerar la preparación del golpe.
En parte sí, pero no se puede separar el conflicto español del contexto
internacional de la época. Es el momento de auge de los fascismos, está el
problema de Marruecos. No se trata de un problema doméstico si no que está
internacionalizado y es desde ese momento que nosotros ya hemos perdido la
guerra. Franco asegura a Inglaterra y a Francia un régimen fuerte que garantiza
la propiedad privada y su posición en el Mediterráneo. Desgraciadamente, España
es el punto más estratégico del Mediterráneo. Es en ese contexto que puede
afirmarse que desde el principio está perdida la guerra. ¡Claro que hubo
revolución en España! Pero en un contexto internacional en el que no podía
sobrevivir. Hay aspectos de nuestra guerra que han sido silenciados. Por ejemplo
el problema de Marruecos. La fuerza militar de Franco está en Marruecos. Cuando
estallas el conflicto en España los obreros están desarmados. La república no
les da armas. A pesar de ello los obreros derrotan en Barcelona a los sublevados
y Barcelona eran en aquellos momentos el faro de España. Si ellos hubieran
conseguido dominar Barcelona, se habría perdido desde el primer momento pero al
derrotar a los fascistas en 32 horas, se envalentonó todo el mundo y Madrid
también les derrotó. Cuando se supo por radio la noticia de que Goded había sido
hecho prisionero en Barcelona y de que la revuelta había sido dominada, le
fueron a decir a Azaña: "Presidente: los catalanes han derrotado al ejército.
Goded ha sido hecho prisionero". Azaña contestó: "Eso no puede ser, es un cuento
que están propagando los catalanes. Anda, ponme con Companys. Oye, Lluís -se
trataban así-, ¿qué pasa ahí en Barcelona?" Companys le dijo: "Nada, que somos
los amos". "¿Cómo, los amos? ¿Pero qué ha pasado? ¿Qué es eso de que está preso
Goded?" Sí, sí. Lo tengo aquí conmigo en mi despacho". "Y como ha sido?" "Pues
ya ves, esos anarquistas locos que se han echado a la calle". A partir de ahí
empezó todo el follón. Son tantas cosas...
Me contaba lo de Marruecos...
Sí, la noche del 18 al 19 de julio Franco ya se había hecho su programa. Ellos
habían confiado mucho en los 35.000 hombres que tenían en África, pero tenían
que trasladarlos a España. Azaña, muy equilibrado, encargó un gobierno de crisis
a Martínez Barrio y que se pusiera en contacto con los facciosos. Es cuando Mola
le dijo: llegas tarde, esto es imparable. Así Azaña encargó un nuevo gobierno a
José Giral. Éste, sin consultar a Azaña armo a los trabajadores socialistas (no
a los anarquistas). Empiezan a prepararse milicias en Madrid. Manda un telegrama
Leon Blum pidiendole armas para combatir el golpe militar. Lo pide con fuerza
porque Francia se había comprometido a abastecer de armas al pueblo español
cuando lo necesitara, armas pagadas por adelantado con un depósito en la banca
francesa. Hay un pacto firmado. Pero la burguesía francesa se niega. Blum se
desplaza a Londres y allí le dicen que no se meta, que se maten entre ellos. Es
cuando el idea el pacto anti-intervención, es una manera de apoyar a Franco y de
perder la República. Francia que estaba obligada a ayudar se niega. Marruecos es
un problema muy importante. España no había firmado un protectorado con el
Sultán. España estaba en Marruecos por presión de los ingleses que no querían
que Francia se pusiera enfrente de Gibraltar. Así, España queda como gendarme de
Gibraltar. Hay un acuerdo en 1904 entre Francia y España para repartirse
Marruecos: Francia se compromete en el supuesto de que España no pueda
garantizar el orden a ayudarla. España se compromete a que no dará la
independencia a su zona ni apoyará a otra potencia. Giral le recuerda este punto
a Francia. Es el momento de que Francia entre en juego, pero no lo hace. Los
fascistas pasan sus tropas a la península con ayuda de Hitler. Pero aquí
intervienen los anarquistas, formando un comité de milicias, que se crea el 21
de julio, y la gente que forma parte de ese comité asume la consejería de
defensa de la Generalitat. Se encontraba aquí un representante de la liga árabe.
Se intentó un acuerdo con los resistentes marroquíes. Este representante se va a
Ginebra, donde habla con los representantes de la liga. Ellos se comprometen a
alzar las cabilias e impedir que Franco siga nutriendose de las levas
marroquíes. Firman un acuerdo pero los árabes del Comité de Acción Marroquí eran
todos gentes del aparato: propietarios, burgueses. Dicen: estamos de acuerdo con
vosotros los catalanes pero lo que hemos firmado tiene que estar avalado por el
gobierno central. Entonces se desplazó una comisión a Madrid. Julián Gorkin, por
el POUM, Jaume Miratvilles por ERC, Aurelio Fernández por la CNT y Rafale
Vidieia por el PSUC. En Madrid les dijeron: como se les ocurre a ustedes los
catalanes asumir una cuestión internacional. Largo Caballero se lo comunicó a
Blum, y éste le dijo que ni hablar. Blum tenía muchos problemas en el Marruecos
Francés y los ingleses tenían problemas en Egipto: si armamos el follón en el
Rif, los alzamientos podrían correr como un reguero de pólvora. Los anarquistas
sabían que sería fácil aproximar la revolución al sur porque eran pueblos
atrasado económicamente. Y sabían que al norte sería más difícil con los
comunistas y los socialistas. Fueron problemas internacionales muy enrevesados.
Largo Caballero se arrepintió. Blume también, pero mucho más tarde. Largo
Caballero intentó ceder Marruecos a ingleses y franceses para que ayudaran. Todo
esto va unido a la cuestión de que nuestra guerra se produjo en un contexto
internacional que podríamos considerar como el capítulo final de un período
histórico en el que en cierto modo el honor del proletariado es salvado por los
proletarios españoles que hacen la revolución más profunda que se conoce en la
historia, como he dicho más que la revolución rusa. Incluso se puede decir que
la revolución española enlaza con la comuna del 1500 y con la comuna de París.
Es la heredera de todos esos procesos históricos.
¿La revolución que grado de penetración tuvo en el tejido económico?
En Cataluña, se puede decir que toda la industria quedó colectivizada. Luego
surgió el problema de los inversionistas extranjeros que empezaron a reclamar, a
quejarse a los embajadores... Hay que tener en cuenta que la economía española
estaba un 45% monopolizada por el capital extranjero, una cosa parecida a la de
Cuba cuando la revolución. Y una revolución quiere intervenirlo todo porque si
quedan bolsas de miseria entonces no es una revolución. Nosotros colectivizamos
los tranvías, metro, industria... Aquí todo era textil, no había industria
pesada y hubo que crearlas con las 50 fábricas que se crearon de armamento. Lo
curioso es que a los 15 días de revolución ya se fabricaba trilita, dinamita y
obuses. Antes habían fábricas importantes pero sin grandes concentraciones de
obreros. El comité de milicias formó un comisión y unificó a tres sindicatos:
Químico, Metalúrgico y minero para formar la industria de guerra. Allí se puso a
Eugenio Vallejo, un obrero metalúrgico, en poco tiempo se recogieron todos los
tornos y fresas disponibles de entre los muchos pequeños industriales repartidos
por Cataluña y se logró concentrar diez fábricas en grandes solares que lograron
emplear a 150.000 trabajadores en tres turnos. O sea que la gran concentración
industrial que la burguesía fue incapaz de realizar la realizamos nosotros,
todos los trabajadores. Todo esto estuvo administrado por los comités de fábrica
y los sindicatos hasta 1939. Hubo una injerencia oficial del ministerio de
defensa que quiso intervenir. Nombró directores para la fábrica y cuando
llegaron ocuparon despachos, pero nada más. De allí no salía ni una bala, ni un
fusil si no era con lo firma del comité de defensa. Podía salir sin la firma del
director pero no sin la del comité. Estuvieron siempre administradas por
asambleas. Lo máximo que se puede alcanzar en una revolución parcial como era la
nuestra. En la industria textil se funcionaba igual: con comités de fábrica
coordinados por el consejo de economía, nombrado por los sindicatos. Sobrevino
las crisis de las materias primas. No se podía producir debido al embargo. Los
que mejor se lo montaron fueron los valencianos, que se organizaron muy bien. El
ministro de agricultura, comunista, intentó intervenir en eso sin conseguirlo.
Valencia exportaba cítricos a Inglaterra y con las divisas compraba lo que
necesitaba. A pesar de las pegas que ponía el ministerio de agricultura esto se
mantuvo así hasta el final de la guerra. Había problemas de abastecimiento, de
comida. En Valencia, el consejo técnico trabajó la chufa, la manipuló
químicamente y llego a extraer una leche con calidad suficiente para amamantar.
Se trató químicamente la fibra vegetal. Luego los americanos inventarían el
nylon con el mismo procedimiento. Era un revolución obrera. Y los obreros no
tenían grandes conocimientos técnicos pero sí prácticos. Así, se crearon los
institutos obreros para chavales como yo. Allí, a marchas forzadas te
especializabas en economía, química, estudios muy concretos. Y eso aportó gran
cantidad de jóvenes en condiciones de poder mejorar la agricultura, por ejemplo
en Aragón. Allí toda la agricultura quedó colectivizada. Y a los campesinos les
dio la manía de hacer estudios de agronomía, para cultivar mejor las tierras,
para hacer granjas experimentales. Todo eso era lo que iba a dar la base
esencial de la economía de la revolución. En Aragón fue donde más se colectivizó
la tierra.
¿Y en Cataluña, donde tú estabas?
En Cataluña se tropezó con organizaciones catalanistas como ERC, el campo era de
otra manera. Los pequeños propietarios tenían sus cultivos diseminados en
minifundios, con un pedazo aquí y otro allá. Ellos tuvieron la gran virtud de
unir todas las tierras para producir más y con menos cansancio. Así pasó en
Aragón y menos en Cataluña. Líster decía estúpidamente que las colectividades
fueron impuestas. Siempre había gente en desacuerdo claro. Pero la ambición era
eliminar la propiedad privada, la explotación del hombre por el hombre. Darle a
la mujer ventajas que nunca había tenido... Por ejemplo una de las primeras
cosas que aportaron las colectivizaciones fueron los lavaderos colectivos, las
guarderías, escuelas donde no había. La mujer ganó tiempo. En una colectividad
donde viví, las mujeres jóvenes utilizaban ese tiempo creando cuadros escénicos,
haciendo teatro, o con otras iniciativas culturales... La que mas sabía ayudaba
a la que menos.
¿Fueron muy traumáticas las expropiaciones de las fábricas?
Pues no: a veces los dueños se quedaron y colaboraron pero en general cuando
amos y técnicos vieron que los trabajadores se echaban a la calle y derrotaban
al ejército se esfumaron. Cuando entrabas en las fábricas, ya solo quedaban las
máquinas. Los obreros se encontraba solos y se dijeron: ¿Qué hacemos?. Y se
pusieron a trabajar formando comités para hacer funcionar las fábricas. Yo tuve
la suerte de pasar por toda clase de experiencias. Pasé por una calderería, por
un instituto obrero, estuve en el campo... El jefe de la calderería tenía 50
obreros pero era un hombre muy campechano. Cuando le colectivizaron la
calderería se presentó y dijo: yo me quedo, ¿qué hago?. Soy técnico, ¿os puedo
dar consejos?. Y allí estuvo, cobrando un salario como los demás. Y después fue
a la cárcel como los demás. Incluso se colectivizaron las barberías. Me
sorprendí cuando en la revolución de las cláveles, en Portugal, llegué allí en
avión. Salgo del aeropuerto y veo a un tío limpiando zapatos. Me dije, ¿qué
clase de revolución es esta?. Y le dije al tío: ¿qué haces limpiando zapatos?.
Es mi oficio contestó el otro. ¿La revolución no te ha liberado aún de la caja
de zapatos?. Y le pegué un puntapié a la caja. Eso se terminó, que cada uno se
limpie los zapatos en casa.
¿Qué pasó con las empresas extranjeras?
Estuvieron controladas hasta el final de la guerra. Pero es curioso, en la
cámara de la propiedad están los balances de aquella época... Cuando llegaron
los propietarios de nuevo, en el 39, se encontraron que sus fábricas tenían
superhábit y una mayor producción que antes de la guerra. Ahora ha salido a la
luz la contabilidad de la época. Desde el punto de vista económica aquello no
fue un fracaso, porque no fue una economía dirigida sino una autogestión. No fue
la autogestión de Tito: en Rusia tampoco hubo autogestión. Uno de los grandes
errores es que cuando se crearon los soviets de fábrica y se dirigieron
directamente a los mineros para abastecerse inmediatamente llegaron los
interventores del estado y la intervención derivó en la parálisis de los
primeros tiempos de la industria soviética. La antigua estructura sindical
sirvió de columna vertebral al desarrollo de la economía obrera. En Rusia no
existía eso, tuvieron que inventarlo y fue una revolución campesina más que otra
cosa. Nosotros dimos soluciones a muchos problemas que se han planteado después.
Por ejemplo, Tito copió muchas cosas de nuestra economía, desgraciadamente con
carácter autoritario, centralista.
En la discusión de si es mejor una autogestión dirigida por el mercado o una
economía totalmente planificada, en el caso de la revolución española hubo una
peculiaridad, que es que las necesidades de la guerra imponían una determinada
manera de producir. Pero en unas circunstancias en que no hubiera habido guerra
¿la revolución habría optado por una economía de autogestión con mercado?
No creo. No porque en España habría tenido que existir como mínimo un sistema
mixto. Si no nos habríamos encerrado en una especie de autarquía. Tampoco
teníamos grandes pretensiones. La gente solo pretendía vivir, aunque fuera
pobremente, con dignidad. No te importaba ir con alpargatas pero querías tener
por lo menos las alpargatas, un trozo de pan con aceite y un ajo. Se practicaba
mucho el intercambio. Aragón hacía muchos intercambios con Tortosa, por el
arroz. Lo importante es que hubiera lo básico. Nosotros dimos un valor a las
cosas que nada tiene que ver con la concepción marxista del valor, ni con la
capitalista. Creamos una moneda no acumulativa sin valor alguno, los bonos. Tu
en la colectividad lo tenías todo pagado. El único control que tenías era el de
la comunidad, el de tener que ir a trabajar. Si el domingo tenías ganas de ir a
otra colectividad, utilizabas los bonos porque no formabas parte de esa otra
colectividad. Si querías tomar un café en algún otro sito pagabas con los bonos.
Pero no eran dinero. Era un elemento de control. Con ellos tampoco podías
comprar alpargatas o pantalones porque ya te los daban en tu colectividad. No
podías decir: tengo 10.000 ptas. en bonos. ¿Qué ibas a comprar, si no había nada
que pudieras comprar con ellos? Nosotros, en nuestra colectividad teníamos
aceite. Era difícil calcular las cantidades con que se debían hacer los
intercambios pero había otra mentalidad. A la gente de Tortos se les daba más
aceite de lo que valía el arroz.
¿Se consiguió hacer desaparecer al 100% el dinero en las colectividades?
Si, en muchos sitios en el campo dejó de existir. Aunque en la industria el
asunto era más delicado. Pero por ejemplo el problema del alquiler estaba
resuelto. Con la comida no había problemas, podías comer en la fábrica o en la
cantina. Un hombre casado con dos hijos podía ganar lo equivalente a cuatros
personas. Un soltero ganaba menos claro. Si un soltero tenía a su cargo a su
madre tenía una prima. Se trataba de un salario familiar menos arbitrario que el
convencional.
¿En cualquier caso de la revolución no ha quedado nada, ni siquiera la
memoria? La derrota militar lo borró todo.
Nosotros ganamos la revolución, lo que perdimos es la guerra. La revolución
consiste en que los trabajadores se hagan dueños de los instrumentos de trabajo
y no fracasen en la gestión de los medios de producción. La revolución no
fracasó, fue derrotada militarmente. Quizá con el tiempo se hubiera desarrollado
una burocracia paralizante pero eso nunca lo sabremos. Hay victorias que son
derrotas y derrotas que son victorias. Si lo de Rusia fue una victoria, ¿quién
venció?, ¿los obreros?. No. En cambio la comuna de París fue una gran victoria
obrera. Lo nuestro, también. Fue una victoria revolucionaria aunque se produjo
una derrota militar. Llevamos la revolución hasta donde nos fue posible.
El olvido de esa revolución que tú viviste, que vivieron tantas personas que
aún están vivas es ciertamente incomprensible.
Se ha querido olvidar. Ha habido la voluntad política de ocultarla. Sí, porque
hay mucho miedo. El anarquismo está muy enraizado en España. El orgullo, la
resistencia son valores propios de nuestra gente. Entre nosotros la anarquía es
una actitud natural que nace de la rebeldía ante la injusticia, no es una
teoría. El ser humano de cualquier época tendrá siempre ese espíritu de
rebeldía. Hoy hay un anarquismo virtual en los okupas, en los insumisos, en la
lucha feminista, en todas esas luchas parciales y es bueno que se desarrollen
paralelamente a la lucha política porque un partido político ahogaría todo eso.
En ese aspecto soy bastante optimista, pienso que puede resurgir porque nosotros
aún somos rebeldes. Lo que para otros es modernidad, en realidad es una moda. Me
gustaría que se formara una plataforma donde estuvieran los okupas, los
ecologistas, feministas... en un pacto solidario. Esas son las nuevas formas de
organización. Hay mucho anarquismo en la calle, en el individuo, pero eso no se
puede organizar. Yo quiero esperar que el futuro no sea barbarie, sino
socialismo. El capitalismo no sabe a donde va: ha perdido el rumbo y quiero ser
optimista, y por eso pienso que el tercer mundo nos va a dar muchas lecciones.