La Izquierda debate
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Los falsos criterios sobre la revolución en América Latina
Frei Betto, entre Lula y la moderna imaginería religiosa colonial.
Luis Arce Borja.
Frei Betto en un articulo titulado "Desafíos a la nueva izquierda" (01/02/2005),
falsea a Lenin y manipula el pensamiento de José Carlos Mariátegui bajo el
propósito de sostener una idea política que beneficia a los grupos de poder y al
imperialismo y no a los movimientos que buscan el cambio social en América
Latina. Su planteamiento político se resume en anteponer las "fuerza de las
ideas" a la fuerzas de la rebelión popular para buscar el cambio. La esencia de
este discurso, como veremos en el desarrollo de este artículo, es anunciar que
no hay que tocar al Estado opresor (no hay que asaltarlo) y dejar que todo siga
igual sin que nada cambie. Según Betto, en la "actual coyuntura latinoamericana
queda descartada la estrategia liberadora centrada en la propuesta de asalto al
Estado. antes de apelar a la idea de fuerza es necesario recurrir a la fuerza de
las ideas. La elección de Lula es expresión de este nuevo camino".
Lenin decía que si los axiomas geométricos chocasen con los intereses de los
hombres (grupos de poder), "seguramente habría quien los refutase" (1). Algo
parecido se da en la distorsión que hace Frei Betto de la concepción socialista
propuesta por el marxismo. Usa para ello el problema de la electrificación y del
progreso material en Rusia socialista de los bolcheviques. Según Frei Betto, "el
ideario socialista" se vino abajo "víctima de su pragmática identificación con
el progreso material", y acusa a Lenin de haber enfatizado "el socialismo como
sinónimo de electrificación" (2).
Desde el punto de vista de la teoría del socialismo científico es un error
ubicar en el mismo nivel un elemento tecnológico (electrificación) y la
concepción socialista de la sociedad. Lenin nunca hizo una amalgama conceptual
de electrificación y socialismo. La electrificación en la Rusia soviética de los
años 20 fue concebida, de acuerdo al mismo Lenin (3), como parte del programa de
desarrollo socialista de este país para "reconstituir la economía nacional, y
que mostrara la manera de asentar a Rusia sobre la verdadera base económica
necesaria para el comunismo". El aspecto principal de este planteamiento tiene
que ver con el atraso económico de este país al momento de la revolución y con
la necesidad que tenía el nuevo sistema de dotarse de un aparato de producción
moderno y competente. La agricultura en Rusia era una de las más atrasadas de
Europa donde millones de familias ligadas a la tierra eran víctimas de un
sistema de explotación casi feudal y alejado de todo rasgo
tecnológico en la producción. Cerca del 90% de los campesinos pobres eran
analfabetos, y miles de pueblos y millones de personas sobrevivían en un estado
de atraso medieval sin electricidad y al margen de cualquier elemento que les
aliviara la vida cotidiana y las duras jornadas de trabajo.
No se puede reducir el socialismo a un elemento de naturaleza tecnológica
importante pero que no hace parte de la concepción doctrinaria de la teoría
socialista. La conquista del poder político y el establecimiento de la dictadura
del proletariado es el primer paso hacia la construcción del socialismo. Pero la
nueva sociedad no se reduce a la destrucción del viejo Estado y las antiguas
relaciones de producción capitalistas, sino también a edificar el Estado
socialista que sólo puede desarrollarse en la medida que consolide bases
materiales de producción socialistas y que las necesidades de los trabajadores
sean resueltas y satisfechas plenamente. Materialmente, y en todo los aspectos
de la vida social (económico, científico, ideológico y cultural), el nuevo
sistema tiene que ser superior a la sociedad abolida. El socialismo no significa
la distribución de la miseria engendrada por el sistema que ha sido reemplazado,
sino más bien desarrollar la economía en función de abolir
para siempre los sufrimientos materiales de la población. Para cumplir este
objetivo estratégico (suprimir la miseria y la explotación) se plantea no
solamente la electrificación, sino también la industrialización del país. En el
supuesto caso de que el socialismo, ya sea en China, Vietnam u otro parte del
mundo, no sea capaz de desarrollar su base material bajo el propósito de
suprimir la miseria, la desocupación, la prostitución, la corrupción y otras
lacras propias del sistema capitalista, no podrá sobrevivir mucho tiempo al
desarrollo de sus propias contradicciones internas y a las inevitables
explosiones de la lucha de clase.
Es una tergiversación de la historia de la lucha de clases y del socialismo,
admitir que la bancarrota y fragmentación de la ex Unión Soviética, tuvo como
causa primordial, como dice Frei Betto, en una "pragmática identificación con el
progreso material". Esta idea hace creer que si los soviéticos se hubieran
quedado en los marcos de una economía de autarquía y atrasada, el socialismo se
hubiera mantenido sano y robusto hasta ahora. Eso no es así. La electrificación,
junto con el desarrollo industrial, constituyó uno de los logros más grandes de
la época del socialismo en Rusia. Por ello hay que anotar que las causas
fundamentales de la caída del socialismo en la ex Unión Soviética, no hay que
buscarlas en los éxitos industriales y materiales de este país, sino más bien en
el desarrollo de la intensa lucha de clases en el seno mismo del socialismo.
Desde 1917 se inicia una aguda contienda entre la burguesía que había perdido el
poder, y las fuerzas socialistas que hacían su experiencia en el manejo del
Estado y la nueva sociedad. Esta lucha fue más aguda en las altas instancias del
Estado y en el Partido Comunista donde el revisionismo y el oportunismo
complotaron con el apoyo de burgueses y terratenientes. El fin del socialismo en
la Unión Soviética se relaciona al triunfo político de la alianza burguesía y
revisionismo que en acción conjunta (apoyados por las potencias mundiales)
actuaron desde adentro y desde afuera contra la dictadura del proletariado y el
Estado socialista. Cuando en 1956 Nikita Kruschev implanta el capitalismo
monopolista burocrático y da inicio al desmantelamiento del socialismo, a pesar
que habla en nombre del socialismo, lo hace en función de los intereses de la
burguesía rusa y de las potencias imperialistas. El proceso de restablecimiento
del capitalismo en la ex Unión Soviética y su banca
rrota económica posterior, bajo la dirección de Kruschev, Brezhnev, Kosygin y
Gorbachov, no hay que cargarlo a la cuenta del sistema socialista diseñado por
Marx y Engels, sino más bien al fracaso del revisionismo moderno.
Betto y Mariategui.
Según Frei Betto, Mariátegui "latinoamericanizó el marxismo" y propugno un
"socialismo a partir del pueblo", contrario al progreso y basado en la cuestión
indígena y no en "el proletariado industrial". En resumen, dice Frei Betto, tomó
"más atención al pueblo y menos rigor en la óptica de clase" (4).
¿Verdad o mentira?.
No es la primera vez que se tergiversa el pensamiento de Mariátegui. Por lo
general los intentos de manipulación provienen más del campo de la "izquierda",
que de la propia derecha que en este terreno ha perdido toda esperanza de ganar
alguna batalla. Aquí hay una confusión, y se trata de adjuntar a los postulados
de Mariátegui, las ideas reaccionarias y anticlasistas de Víctor Raúl Haya de la
Torre, fundador en 1924 del APRA (Alianza Popular Revolucionaria Americana), que
durante toda su existencia propuso una "revolución antiimperialista", al margen
de la lucha de clases y del socialismo. Alan García Pérez, actual líder de este
partido reaccionario a señalado que la "lucha de los pueblos por su desarrollo
no es una lucha de clases sino de pueblos...Esa es la diferencia entre el
comunismo científico y el socialismo democrático, cuyo fundador en América
Latina es Haya de la Torre" (5). Haya de la Torre, cobró notoriedad como
promotor de las más sucias campañas contra el com
unismo y contra la revolución bolchevique en Rusia. Durante sus 50 años de
carrera política, pactó y colaboró con los peores regímenes civiles y militares
del Perú. El jefe del APRA buscó un entendimiento con el imperialismo yanqui y
los grupos de poder en el Perú, mientras que Mariátegui postuló una total
ruptura con el capitalismo, la semifeudalidad y el sistema imperialista mundial.
Las tergiversaciones a Mariátegui comienzan a partir de su famosa frase de que
la "revolución peruana no será ni calco ni copia sino creación heroica". Es
cierto que el revolucionario peruano hizo de la teoría revolucionaria marxista
no un simple calco o copia (más cerca del estilo dogmático religioso que
científico) sino más bien una creación heroica del proletariado y su partido
comunista. En esta dirección supo combinar la ciencia marxista surgida en Europa
donde la lucha de clases había alcanzado pleno desarrollo (por el rol
preponderante del proletariado) a la situación concreta del Perú con una
economía semifeudal y de capitalismo incipiente. Desde esta perspectiva
internacionalista él precisó que: "La revolución latinoamericana, será nada más
y nada menos que una etapa, una fase de la revolución mundial" (6).
Mariátegui es internacionalista, y su forma de aplicar el marxismo no niega de
ninguna forma la importancia de la experiencia revolucionaria mundial, sobre
todo la revolución Rusa a la que Mariátegui consideró paradigma y ejemplo
universal del tránsito del capitalismo al socialismo. "La Aurora de una edad
nueva", dice el marxista peruano (7). Mariátegui, nunca habló de un "socialismo
a la peruana", o un socialismo a la brasileña, o ecuatoriana, alejado de la
ciencia marxista y de la lucha de clases. El marxismo es universal y su
aplicación depende de las circunstancias objetivas de la realidad, pero ello no
significa ningún cambio en sus principios y en sus propuestas estratégicas. Como
él mismo lo señala, el marxismo es "un método fundamentalmente dialéctico que se
apoya íntegramente en la realidad en los hechos" (8). Y en esta misma dirección
señala en 1929: "El Partido socialista adapta su praxis a las circunstancias
concretas del país, pero obedece a una amplia visión d
e clase, y las mismas circunstancias nacionales están subordinadas al ritmo de
la historia mundial" (9).
Acusar a Mariátegui de haber concebido la revolución como un hecho alejado de
las clases dejando de lado al proletariado, es una exageración pocas veces
vertida contra el fundador del Partido Comunista del Perú. Para Mariátegui
ningún cambio social se realizaba al margen de la lucha de clases. Enfatiza que
sólo la lucha política dirigida por el proletariado tenía carácter liberador. En
1923 analiza problemas históricos en Perú, Brasil, Ecuador y Bolivia y otros
países de América Latina. Su conclusión resume su posición clasista y
revolucionaria para resolver las reivindicaciones del campesinado pobre
(principalmente indígena), y de otras clases oprimidas. Señala que el problema
de la tierra y el brutal sistema de explotación semifeudal impuesto contra
millones de campesino, se resolvía únicamente con la lucha por el poder político
y el establecimiento del socialismo. Como él mismo lo dijo, estas eran "tareas
que incumben a los Partidos Comunistas de la América Latina", y que
los partidos tenían que infundir en las masas "una clara conciencia de clase,
orientándolas a sus reivindicaciones concretas y revolucionarias", alejándolas
de soluciones utópicas de carácter moral o religioso. "Sólo una conciencia de
clase, sólo el "mito" revolucionario" hará avanza a las masas hacía su
liberación dice Mariátegui (10).
El pensamiento de Mariátegui, tiene su más alta materialización en la fundación
del Partido Comunista del Perú (PCP) en octubre de 1928. Esta organización, que
en sus inicios se llama Partido Socialista, fue concebida como organización del
proletariado, y en tanto ello, hizo parte de la Tercera Internacional Comunista
dirigida por los bolcheviques rusos. Su concepción de la revolución y el
socialismo es científica y dialéctica, cuya gestación es parte del proceso de la
agudización de la lucha de clases y de la crisis del sistema económico social
imperante. Basándose en el marxismo sabe que el socialismo se gestaba en las
mismas entrañas del capitalismo, pero para llegar a ella, no bastaba que se
desarrollen las causas objetivas (crisis del sistema) sino que era fundamental
la actuación conciente (factor subjetivo) y la decisión de lucha del sujeto
revolucionario, es decir del proletariado y sus partido de vanguardia. Pero
Mariátegui no sólo habla de la lucha violenta para ll
egar al socialismo, sino que plantea su concepción doctrinaria sobre socialismo
y modernidad. No hay ninguna contradicción dice él en respuesta a sus enemigos
que han tratado de adjudicarle sin ninguna razón posiciones campesinistas y
hasta anti modernidad. El no concibe el socialismo al margen de la tecnología,
la ciencia y en todo lo adquirido por la "civilización moderna", comprendiendo
en esto lo que en toda su existencia ha producido el capitalismo. Dice
Mariátegui: "El socialismo presupone la técnica, la ciencia, la etapa
capitalista, y no puede importar el menor retroceso en la adquisición de las
conquistas de la civilización moderna, sino, por el contrario, la máxima y
metódica aceleración de la incorporación de estas conquistas en la vida
nacional." (11).
Como quiera que sea, Mariátegui en aplicación del marxismo-leninismo, proclamó
que no había lucha antiimperialista sin lucha por el socialismo, y que no habría
solución al problema de los pobres del campo sin una tenaz contienda de clase
por el poder político. Mariátegui sustenta su estrategia revolucionaria en un
profundo análisis de las clases sociales y sus relaciones en el proceso de
producción de bienes materiales. Para él, la clase más oprimida de la sociedad
peruana es el campesinado (a causa de la semifeudalidad), pero admite que esta
clase, no era portadora del nuevo régimen social, el socialismo, al cual se
llega solamente bajo la dirección del proletariado y de su partido
revolucionario. Mariàtegui sostuvo romper con cualquier relación con el
capitalismo y el imperialismo, y llamo a luchar contra las posiciones pequeño
burguesa "adversa a toda fórmula de populismo demagógico e inconcluyente y de
caudillaje personalista" (12). De ahí que quedan refutados todos los i
ntentos de sociólogos, historiadores, curas y otros personajes, de poner a
Mariátegui como un teórico abstracto y no clasista.
Frei Betto y el camino de Lula
Frei Betto, no tiene ningún problema para anunciar su concepción abstracta sobre
el "mal y el bien" en las acciones políticas en América Latina. Recurrir a la
fuerza y asaltar el Estado es lo malo, lo importante es la fuerza de las ideas,
dice. Y para reforzar sus argumentos anuncia que la "elección de Lula es la
expresión de este nuevo camino". () "En la actual coyuntura latinoamericana
queda descartada la estrategia liberadora centrada en la propuesta de asalto al
Estado. antes de apelar a la idea de fuerza es necesario recurrir a la fuerza de
las ideas. La elección de Lula es expresión de este nuevo camino" (13).
Hace más de 500 años el fraile Bartolomé de las Casas (14), uno de los máximos
exponentes del movimiento pro indigenista de su época, no con pocos méritos,
había recurrido a la fuerza de las ideas para convencer a los conquistadores
españoles de mantener una relación "humana y cristiana" con los indios
americanos. Era posible, había dicho él, "colonizar a los indios sin
arrebatarles sus derechos sobre sus tierras, ni atropellarles física o
culturalmente" (15). De las Casas, dedicó gran parte de sus 82 años, y entre
1515 y 1566 fue el autor de numerosas denuncias y textos plenos de razones
morales, éticas y evangélicas, con el propósito de defender a los indios del
crimen, tortura y genocidio practicado contra ellos por los españoles. Como se
conoce, los españoles, entre ellos los reyes católicos de España, si bien es
cierto leyeron las bien documentadas denuncias de Bartolomé de las Casas, ello
no sirvió para detener el genocidio y la inhumana explotación de los indígenas
ame
ricanos. Los conquistadores se quedaron 300 años y fueron expulsados de las
tierras conquistadas, no con razones morales o cristianas, sino más bien cuando
los pueblos se levantaron en armas, y con cañones, fusiles, y cuchillos,
violentamente acabaron con el Estado colonial y el sistema impuesto a la fuerza
por los conquistadores.
¿Alguien cree, que bastará la "fuerzas de las ideas" (razones morales, éticas,
etc.) para que los americanos y las otras potencias mundiales dejen de matar de
hambre y de miseria a los pueblos latinoamericanos?. ¿Se puede concebir una
América Latina justa, en paz y de pleno confort para sus habitantes, sin echar
abajo al Estado y los testaferros del imperialismo que tienen el control del
poder político?.
Se equivocan quienes piensan así. Como ya lo hemos señalado anteriormente (16),
y ahora lo volvemos a repetir, la gran burguesía y los terratenientes, además
del imperialismo, no van a ceder voluntariamente y en forma pacifica el poder
político y económico a las masas populares. Ninguna "clase social opresora, así
lo confirma la historia social, abandona el poder si antes no es derrotada
completamente en el terreno militar y político. El cambio histórico de una
sociedad a otra, no se realiza por cuestiones de carácter moral, ético,
humanista o religioso, sino más bien por la contienda en torno a intereses
económicos, sociales y políticos propios de las clases que componen una sociedad
determinada. El esclavismo fue sepultado sólo cuando los esclavos se levantaron
en armas contra los grandes imperios esclavistas. La feudalidad sólo fue
liquidada como sistema cuando los siervos armados lucharon por su libertad. El
sistema capitalista, solo será reemplazado por el socialismo cua
ndo la clase obrera, como en Rusia en 1917 y en China en 1949, se organice en su
propio partido revolucionario y se plantee decididamente dirigir una guerra de
clases (en alianza con otras clases oprimidas) que culmine en la derrota
definitiva de los grupos de poder y del imperialismo.
El aspecto esencial del discurso de Frei Betto, convocar a la "fuerza de la
idea", antes de "recurrir la fuerza" resume un planteamiento político que se
desarrolló en América Latina desde mediados de la década del 80 y que cobra
fuerza en 1990 cuando la Perestroica, se había convertido en el libro de
cabecera de la burguesía internacional, y cuando el naufragio de la URSS se
había consumado. A partir de aquí, la izquierda latinoamericana se puso a la
cabeza de una campaña internacional con el claro objetivo de defender y apoyar
los "acuerdos de paz", en Centroamérica y en toda América Latina, incentivar el
abandono de la lucha armada, proponiendo al mismo tiempo la participación
electoral y el abandono de la lucha por el socialismo. Estos puntos servirán de
base para que en los inicios de la década del 90, una centena de organizaciones
de izquierda de diferentes países de América Latina, entre ellos el Partido de
los Trabajadores de Brasil (PT) representado por Luis Igna
cio Da Silva (Lula, actual presidente de Brasil) crean lo que se conoce como el
Foro de Sao Paulo. Este Foro en su III encuentro de julio de 1992, realizado en
Managua (Nicaragua), y en el que estuvieron presentes los máximos dirigentes de
los grupos guerrilleros latinoamericanos , entre ellos las FARC-EP (Colombia) y
la Unión de Liberación de Guatemala (URNG). En dicho evento, exigió la
"agilización del proceso negociador en Guatemala y en Colombia", indicando que
el contenido de esta negociación constituía "una respuesta viable" para lograr
una solución política y no militar al conflicto armado" (17). Las conclusiones
de este evento, apuntalaron la campaña para que los grupos guerrilleros
capitulen y se integren al sistema político burgués. Las discusiones y
resoluciones de este Foro, como lo señalaron sus voceros en 1993, durante la
clausura del IV encuentro realizado en La Habana (Cuba), significaban para la
llamada izquierda latinoamericana: "el programa de la izquie
rda de América Latina y del Caribe" (18). ¿Y cuál fue este "programa"?. El
programa, que aún esta vigente se resume en lo fundamental en el rechazo a la
vía armada para la conquista del poder político, y descarta la lucha por el
socialismo, en tanto no "hay condiciones subjetivas ni objetivas", se dice. Se
privilegia la lucha electoral, y aboga por una economía, "Social de Mercado", en
contraposición al "capitalismo salvaje". Y es aquí que nace lo que se conoce
como "antineoliberalismo".
La aplicación de estos planteamientos han sido desastrosos para el movimiento
popular en América Latina, y ha entregado grandes beneficios al imperialismo
(sobre todo a los americanos) y a los grupos de poder locales. Los primeros en
poner en ejecución las directivas del Foro de Sao Paulo fueron los grupos
guerrilleros (M-19 en Colombia, El Salvador, Guatemala, Nicaragua, etc.) que
mediante acuerdos de paz y salidas electorales capitularon frente a la gran
burguesía, los terratenientes y el imperialismo. Más fresco aún se refiere a la
guerrilla Zapatista, que públicamente ha renunciado a la lucha por el poder del
Estado, cuya acción política y guerrillera, sirve más a la especulación
turística que a los intereses de los campesinos pobres en México. Una acción
renovada de las ideas del Foro de Sao Paolo, se han materializado en los
conceptos de gobierno "antiimperialista" y "antineoliberalismo" acuñados por una
izquierda que ha perdido completamente el paso de la historia de
la lucha social. El producto, más reciente y destacado de este peregrinaje hacia
la derecha y el engaño, son Lula en Brasil, Lucio Gutiérrez en Ecuador, Néstor
Kirchner en Argentina, Carlos Mesa en Bolivia, y ahora ultimo la participación
gubernamental de los Tupamarus en Uruguay.
Es esencial tener claro la dimensión histórica clasista del Estado, y como en
más de 190 años de República no ha cambiado su carácter de clase. En los
gobiernos (sistema de gobierno) se han turnado civiles, militares, democráticos,
dictaduras, cholos, blancos, obreros y otros, pero ello no ha afectado en nada
el lugar preponderante en el Estado de burgueses y terratenientes. No tomar en
serio la lucha contra el Estado, es como recibir la muerte por cucharadas.
Mientras se mantenga la intangibilidad del Estado, se continuará pagando la
deuda externa, el Fondo Monetario Internacional (FMI) y otras instituciones
imperiales seguirán dictando la política interna, el hambre y la miseria
seguirán en alza, y los grupos de poder locales y el imperialismo seguirán
explotado brutalmente a los oprimidos de este sub continente.
¿Lula es el camino como se dice?. Los hechos hablan por si solos y no hay
necesidad de ningún argumento adicional. En Brasil nada ha cambiado para los
pobres. El hambre y la miseria sigue en desarrollo, los campesinos siguen
sufriendo el brutal sistema de explotación semifeudal. La lucha de los pobres se
criminaliza como en las peores épocas dictatoriales. Los grandes propietarios de
tierras siguen asesinado a cientos de pobladores. Los ricos siguen explotando y
manejado el Estado y la política de este país a su antojo. La gran burguesía y
los terratenientes no han perdido un milímetro de su poder con la llegada al
gobierno del líder del Partido de los Trabajadores de Brasil. El discurso de
Lula disfrazado de populista, de antiimperialista o de antineoliberalismo, es
parte del juego político que le conviene ahora a la burguesía, y que en lo
inmediato sirve como elemento de una estrategia de largo alcance que refuerza
(momentáneamente) el Estado y el cimiento jurídico-político
donde descansa la falsa democracia y el derecho de los opresores. Además, los
gobiernos de "izquierda" como el de Brasil, aparte de constituir una mascarada
de gobierno burgués-terrateniente, son una especie de espejismo en los ojos de
los pobres y contribuye a desactivar (por poco tiempo), las explosiones sociales
en América Latina, cuyo crecimiento es inevitable a causa de la aguda lucha de
clases y del sufrimiento de los pobres. Terminamos este artículo con la opinión
de uno de los fundadores del PT de Brasil, cuyo argumento es un contundente
desmentido a la plegaria de Frei Betto en torno a la validez política del
ejemplo de Lula en esta región. "La dirección del partido se convirtió de manera
fanática al neoliberalismo y las reformas que están siendo hechas en Brasil son
mucho más profundas y perversas que las reformas que ya venían del gobierno
anterior de Fernando Henrique Cardozo". (19).
Bruselas, 25 de febrero 2005.
Notas
1. Lenin, Marxismo y Revisionismo, 16 de abril 1908.
2. Frei Betto, Desafíos a la nueva izquierda, Rebelión, 01/02/05.
3. Lenin, VIII Congreso de los Soviet de toda Rusia, diciembre 1920, publicado
en Obras Completas N° 42.
4. Frei Betto, Desafíos a la nueva izquierda, Rebelión:1/2/2005. "El peruano
José Carlos Mariátegui , que latinoamericanizó el marxismo, denunció en sus
escritos el culto supersticioso de la idea de progreso. Interesado en superar el
positivismo y el determinismo, propuso un socialismo como 'creación heroica' a
partir del pueblo, poniendo en el centro, en América Latina, la cuestión
indígena, el universo campesino, la multitud de pobres, y no el prometeico
proletariado industrial. En resumen, más atención al pueblo y menos rigor en la
óptica de clase".
5. Alan García Pérez, Modernidad y Política en el siglo XXI, mayo 2003.
6. José Carlos Mariátegui, "Mensaje al Congreso Obrero", 1923 publicado en
Ideología y Política. Obras Completas.
7. José Carlos Mariátegui, "Mensaje al Congreso Obrero", 1923 publicado en
Ideología y Política. Obras Completas.
8. Mensaje al Congreso Obrero, 1923 publicado en Ideología y Política. Obras
Completas.
9. Programa del Partido Socialista Peruano. Este programa fue redactado por José
Carlos Mariátegui en octubre de 1928, y aprobado en el Comité Central del
partido, en 1929.
10. J.C. Mariátegui, 1923, El Problema de las razas en la América Latina.
11. Programa del Partido Socialista Peruano. Este programa fue redactado por
José Carlos Mariátegui en octubre de 1928, y aprobado en el Comité Central del
partido, en 1929.
12. J.C. Mariátegui, 1923 Punto de Vista Antiimperialista.
13. Frei Betto, Desafíos a la nueva izquierda, Rebelión:1/2/2005.
14. Bartolomé de las Casas, nació en Sevilla (España) en 1484 y murió en julio
de 1566. Fue actor de memorables denuncias de defensa de los indios y de la
sanguinaria conducta de los españoles en el "Nuevo Mundo".
15. José Alcina Franch, prológalo a Bartolomé de las Casas, Obra Indigenista,
1986.
16. Luis Arce Borja, El Estado Sagrado en América Latina, 29 de noviembre 2003.
17. Declaración de Managua, III Encuentro del Foro de Sao Paulo, julio de 1992.
18. Fidel Castro, discurso en la clausura del IV Encuentro del Foro de Sao
Paulo, julio de 1993.
19. Declaraciones de Plinio Arruda Sampaio Junior, fundador del Partido de los
Trabajadores de Brasil (PT), O4/02/05).