Lección de Toni Negri en el Festival de Radio Sherwood
La nueva fase del Imperio
Global Project Padova
El 6 de julio en el Sherwood Festival Antonio Negri ha vuelto a enseñar en
Padova en la "Universidad libre de Sherwood".
Siempre que vengo a Padova, cosa que no sucede a menudo y sólo para saludar a
los parientes y la familia, siempre me siento muy incomodo… esta es la ciudad
donde nací, donde he crecido, a la que estoy ligado por infinitas razones, en la
que también fui a la Universidad: y querría deciros ahora, quizá por primera vez
desde hace 25 años después de haber sido arrestado "por horribles delitos", que
siento un poco de vergüenza de volver a Padova. Vergüenza ligada a la presencia
de una Universidad que todavía no ha hecho autocrítica por abrir un año
académico con una conferencia del profesor Ventura, publicada por la Revista
Histórica Italiana, donde podéis encontrarla, conferencia en la cual la tesis de
Calogero - por la cual mis compañeros y yo, algunos de los cuales están aquí
presentes, éramos asesinos y cobardes porque no nos presentábamos como tales –ha
sido sostenida con ocasión de la apertura del Año Académico. Otras veces, en la
Universidad de Padova, cuando la gente decía cosas así se la echaba de la
cátedra. ¿Cuándo será posible en Padova echar a estos estúpidos,
intelectualmente inexistentes, que continúan manteniendo tales cosas? ¿Cuándo
será posible cambiar los directores de los periódicos que no han hecho jamás
autocrítica? ¿Cuándo será posible hacer pagar al procurador general Calogero las
falsedades, las calumnias, las cosas vergonzosas que ha arrojado sobre nosotros
arruinando familias enteras?
Soy un hombre feliz, he salido de esta historia en pie, pero del grupo de mis
compañeros arrestados quince han muerto de cáncer: quisiera que el buen Dios, si
existiese, se apareciese a Calogero, contándole la infelicidad que provocó y que
la ley, la responsabilidad de la ley, no llena. Padova nos debe demasiadas cosas
para que pueda olvidarla; Padova nos debe el estar todavía viva, y por lo
agradecemos tener un buen carácter, de haber conseguido atravesar estos sucesos
como personas fuertes, continuando estudiando, trabajando, proponiendo ideas y
propuestas al movimiento: lo que hoy para todos dice ser lo fundamental para
sostener el mundo…
Se acabó el concepto según el cual la democracia era la constitución dada; la
democracia no es una de las formas de gestión del gobierno, tal como era la
monarquía o la aristocracia o la democracia así como nos la han enseñado los
Griegos: estas son todas formas a través de las cuales el caos de la sociedad se
reduce al uno. La democracia no es otra cosa que el gobierno del pueblo; pero el
pueblo es uno, exactamente como es una la democracia. Bodin, un viejo y
formidable teórico del siglo XVI, decía que todas las formas de gobierno se
reducen a la monarquía ya que todas pretenden ser forma de gobierno del uno, de
la unidad. Esto hoy no es verdad: si se habla de democracia (y si no se habla de
ella en los términos de Bush) hay que referirse a otra cosa, a la expresión de
los deseos, del trabajo, de la producción, de la capacidad de poner juntas las
diferencias: la democracia es esta formidable capacidad de unir a través del
trabajo, la dialéctica continua, a través de la capacidad de ponerse de acuerdo,
de construir en común.
Estos días atrás leía una serie de reflexiones producidas, en todo el mundo y
también en la Universidad de Padova, por historiadores de la filosofía y de las
ideas políticas. Este sentido de la democracia, que no se reduce a la idea de
Platón y Aristóteles de la ciudad-tribu que nos une a todos, sino que es
producción de identidades diversas, de deseos diversos, no puede ser presentada
todavía en la forma de la soberanía. En cambio viene representándose en la
articulación de la expresión de los deseos, de las resistencias de las minorías;
éstas son ideas que circulan por todas partes, y es este el enorme alcance del
movimiento no-global: una nueva idea de democracia. Una idea de democracia que
tiene poco que ver con Lenin y la democracia comunista, con los federalistas,
con Madison y con la gran tradición americana que ninguno de nosotros desprecia,
sino que descubre y pone de nuevo en pie. Se descubre lo que es el verdadero
clinamen de libertad que atraviesa el deseo. Una democracia que en el momento en
que es expresión de la multiplicidad no es caos porque nosotros vivimos en
comunidad, vivimos inmersos en un lenguaje que comunica, vivimos inmersos en la
producción que está en red, vivimos inmersos en los afectos que son la única
sustancia que nos une, también cuando se trata de odio o sentimientos negativos.
Por lo tanto, el gobierno ¿cuánto cuenta en nuestra vida? Un 10% más o menos,
todo el resto lo hacemos y construimos, porque el hombre ha sido educado así:
como un gran animal político de la multiplicidad. Lo que construimos no es el
caos con que nos amenazan siempre, si lo construimos libremente: es siempre
búsqueda de una complejidad y comunidad superior.
Quisiera resumir topología que individualizamos Michael Hardt y yo al escribir
Impero, hace siete u ocho años –¡hace un siglo!- donde decíamos: se esta
construyendo este Impero que tiene una forma de gobierno mixto. Éste observa la
participación de la monarquía, de la aristocracia y de una forma de democracia
desde abajo y que se llama multitud. EE.UU. hace unos diez años era el rey:
Washington comandaba las armas, mantenía el orden en el mundo tras el fin la
escisión soviética del mercado mundial, después del 89; New York sostenía de
manera monárquica el mercado mundial; Hollywood, el mercado de la comunicación.
Este era el esquema de la monarquía. Había una aristocracia mundial compuesta
por los estados-nación y por sus intermediarios, pero sobretodo por las grandes
multinacionales que no coincidían con aquellas del impero global americano y que
intentaban precisamente reequilibrar el sistema. Y después estaba la gran
presión de los movimientos, de los movimientos de liberación o de los
trabajadores, que ahora habían adquirido esta nueva realidad. El trabajador
móvil, flexible, migrante; el trabajador intelectual o de los servicios, el
operario emprendedor, hombre activo en la comunicación, era alguien que llevaba
consigo un nuevo patrimonio de producción y de libertad. No era ya posible
producir sin producir libertad, no era ya posible producir sin ponerse en
circulación: la multitud no era ya la masa, sino este conjunto de singularidad,
de personas, hombres y mujeres que ponían su espíritu y su libertad en juego en
la producción; no existía valor producido sin esta capacidad de compromiso.
Ya no más masificados e indiferenciados, sino un máximo de diferencias:
estábamos, por tanto, en esta situación de extremo movimiento. A la primera
insurrección general de la multitud, es decir, de esta nueva realidad del
trabajo, ¿qué ha sucedido? Una tentativa de golpe de estado, puro y simple,
sobre el Impero por parte de la dirigencia americana, de los neoconservadores,
por parte de Bush. Nosotros lo habíamos parodiado diciendo "el 17 Brumario" de
George W. Bush, pero en realidad se correspondía a lo que Marx llamaba el golpe
de estado de Napoleón ‘il Piccolo’, de Napoleón Bonaparte, sobre el desarrollo
de la republica francesa.
Un golpe de estado que venía a decir "l’empire c’est moi" y se correspondía con
el unilateralismo. Era una tentativa precisa de reducir y volver a llevar a uno
esta nuevas tendencias que se disponían y que era antes que nada una resistencia
aristocrática fuerte. Chirac y Shroeder no estaban ciertamente interesados en el
movimiento de las nuevas libertades productivas de la multitud: pensaban
concretamente en los intereses de sus multinacionales y de sus mercados
financieros y veían en la posición de Bush un ataque y una reducción feroz a la
unidad del Impero Americano. Se oponían por esto, no porque amaran la paz: ¡no
se les pasaba ni siquiera por la cabeza el amor por la paz! Tal vez a Chirac le
preocuparan por un momento las manifestaciones, pero son elementos completamente
relativos respecto a la verdadera razón de su posición. Se decía "los franceses
son unos bribones porque no aceptan la guerra": es cierto, son unos bribones, se
deben a sus intereses. Pero el hecho importantísimo era que debiéndose a sus
intereses, coincidentes con la opinión publica mundial, por la multitud mundial
nuevamente organizada, estos hombres rechazaran la guerra, a pesar de la
estructura mixta compuesta por monarquía, aristocracia y multitud, estas
aristocracias se vieran fueran obligadas de alguna manera a no coincidir con el
monarca americano. Esta ha sido una gran victoria de la multitud: que la guerra
irakí haya devenido una guerra que de algún modo ha aislado a EE.UU.
Creo ser el menos antiamericano del mundo: para mi los EE.UU. son siempre
interesantes, hubiera querido emigrar allí de pequeño… pero el problema no es
ser el menos antiamericano sino considerar objetivamente cuánto sucede: un golpe
de estado que ha sido derrotado y no solamente por las luchas, sino también por
la ruptura de las alianzas del poder. Es esta ruptura de las alianzas que
debemos analizar, pues estamos en una fase en que la derrota complica
enormemente las cosas. Que los americanos no se hayan apoderado de toda la
energía mundial a través de la operación irakí, para confirmar su poder
unilateral, es una victoria, aunque abre también enormes problemas. Creo que las
reflexiones del movimiento deben insertarse en este marco y pienso que gran
parte de las posiciones críticos dentro del movimiento, así como ciertas
"conversiones criticas", "cíclicas", que lo atraviesan deben ser trasladadas a
este gran cuadro.
Por tanto, nosotros podemos pensar que en los próximos años se dará una
recomposición "constitucional" del Impero. Podemos pensar con toda probabilidad
que en los próximos años Chirac, Shroeder o quien sea se podrán de acuerdo con
Bush o quien sea; que la alianza entre monarquía y aristocracia imperial se
recompondrá y que las posibilidades de las multitudes, de los trabajadores, de
los oprimidos se recompondrá en términos nuevos. Creo que dentro del pasaje que
estamos viviendo hay algunos elementos irreversibles. El primero es la guerra,
la concepción de la guerra preventiva.
"Guerra preventiva" no significa "guerra imperialista", sino "policía imperial";
significa la transformación de los ejércitos en estructuras policiales
dispuestas a intervenir, a partir de este centro mundial recompuesto, para
ordenar en términos de desarrollo capitalista todos los espacios del mundo. No
hay ya una guerra entre naciones o el "imperialismo" de una nación fuerte
respecto a una nación débil, sino que hay una red de poderes policiales que
intervienen dondequiera que sea y ha entrado ya de manera totalmente profunda en
la organización misma de las fuerzas armadas siendo ser irreversible. Ahora las
fuerzas armadas ya no son aquellas que nos presentaban para combatir sobre
frentes alzando continuamente el estandarte del potencial de destrucción que
poseían. Las fuerzas armadas son ahora móviles, dinámicas, más o menos
mercenarias (como es mercenaria la policía), siempre dispuestas a intervenir
donde sea para poner orden, organizadas en red en torno a unidades móviles,
constituyendo al mismo tiempo una capacidad de intervención y una capacidad de
asistencia, de organización, de nation-building.
La vergonzosa experiencia italiana en Nassirya y la aún más vergonzosa
propaganda hecha a su alrededor son pequeños ejemplos y paradigmas de en qué se
está convirtiendo la organización del poder: ¡pensad que mundo más bello, con
los Carabineri distribuidos por todas partes! Esta retícula de counterinsurgency,
un termino casi intraducible porque no es contra-guerrilla, sino
contra-insurgencia, contra-libertad, debe contener todo el conjunto que
constituye este bello mundo capitalista: Organizaciones No Gubernamentales, la
Banca; puede contener las religiones, organizadas, juntas, combinadas o
unificadas. Esto es un elemento respecto al cual no volvemos atrás. Emerge
entonces la relación entre democracia y violencia: entre una democracia como
aquella de la que hablaba antes, que es efectivamente expresión de necesidades,
de deseos y de capacidad en común, de comunidad; expresión de voluntad desde por
abajo, de federalismo, todas estas cosas formidables que sentimos en nosotros
mismos y percibimos como naturales, como parte de nuestra vida del mismo modo
que el lenguaje, su enriquecimiento, la investigación, etc... Frente a este
pensamiento que se expande, está el horizonte de la guerra ahora ya
irreversible. La guerra de Irak ha quebrado la tensión unipolar, monárquica,
exclusivista, del grupo dirigente americano, pero ha iniciado y generalizado
esta nueva situación de guerra.
El segundo elemento a destacar es la ambigüedad de la nueva alianza entre
monarquía y aristocracia. Una alianza totalmente ambigua, porque los americanos
sabían que antes o después tenían que llegar a una situación del genere (de este
tipo). Hay un ejemplo formidable en la historia anglosajona: la constitución de
la Carta Magna. En el siglo XIII, el rey Juan debe costarse (hasta un cierto
punto) las guerras que ha hecho (Cruzadas, guerra contra Francia, etc...) y los
nobles, la aristocracia, le dicen: "querido amigo, nosotros no te damos más
soldados, si tu no nos das el poder". Desde aquel momento la relación entre la
aristocracia y el rey se convierte en una relación contractual, constitucional.
La Carta Magna, que ahora nos dicen es el fundamento de la democracia y de la
libertad, es en realidad un acuerdo entre el rey y la aristocracia guerrera, que
dice "antes que masacrarnos nosotros mismos, queremos el poder que tú tienes.
¿Por qué el rey tiene este poder?" Hoy podemos pensar que más o menos las cosas
andan en estos términos: Chirac, Schroeder o los Chinos se presentaran a Bush:
"Paga!" Paga en términos de acuerdo político, de distribución del poder.
Hablar del fin del monocentrismo es una cosa hermosísima: pero el fin del
monocentrismo americano se corresponde con la emergencia de un policentrismo que
en cuanto nos concierne –en cuanto multitud de proletarios explotados, en cuanto
multitud de trabajadores- nos interesa bastante, aunque no demasiado.
Sabiendo que irían hacia la situación que os he planteado han intentado la
estrategia del ‘divide y vencerás’, han intentado dividir, subdividir, romper
‘tutti quanti’. En lo que respecta a Europa esto se ha llevado a cabo de manera
incluso mezquina, la tentativa de ruptura se ha hecho a través de las formas más
espantosas.
Esto vale para América Latina, vale para las relaciones con la ex Unión
Soviética, vale por lo que respecta a China y su ingreso en la Organización
Mundial del Comercio. Cuando nosotros procuramos individualizar este pasaje
debemos verlo en todas sus diferencias: diferencias que sin embargo revelan el
enorme poder de la insurrección que está desarrollándose.
¿Europa? Es desde 1953 que el Tratado sobre la Defensa Europea intenta
unificarse. La oposición de los americanos con respecto a los Estados Unidos de
Europa, a la posibilidad de una unificación europea como mercado y como potencia
política ha sido continua. El hecho de que Europa se unifique es para nosotros
un elemento de enorme importancia y de importancia secundaria al mismo tiempo.
De enorme importancia porque es sólo sobre dimensiones europeas que una política
a nivel mundial puede salir adelante; de secundaria importancia porque una
Europa hecha sólo por las aristocracias, por los Chirac y Schroeder, puede
concernir solo relativamente los intereses de los trabajadores. Y esto vale
también para América Latina donde las nuevas políticas globales,
fundamentalmente brasileñas y argentinas, determinan pulsiones a la unidad y a
la construcción de polos continentales que son fundamentales en el equilibrio y
en el contrapoder respecto a los Estados Unidos y a su voluntad monárquica. Vale
para China, que no es de ninguna manera ese país unitario dirigido por el
Partito Comunista: como todos saben es un país en continuo movimiento, donde
doscientos o trescientos millones de personas ya están incorporadas a un proceso
capitalista fuerte, pero mil millones de campesinos pobres presionan para tener
libertad. La nueva constitución imperial, donde monarquía y aristocracia se
combinan, ¿cómo puede abrir los espacios a los nuevos movimientos?
Hoy por hoy el movimiento mundial, tal como se había posicionado contra la
guerra, está acabado. ¿Por qué?
Primero: en gran parte ha sido un movimiento soberanista, es decir, pensaba que
la restauración de los estados-nación y su capacidad fuese de por sí suficiente
para batir al imperialismo, en este caso, americano.
Segundo: principalmente en los países del Sur se pensaba otra vez en la
posibilidad, a través de la reafirmación soberanista, de un proyecto de
desarrollo autónomo: también esta es una gran mentira.
Tercero: el mecanismo general de las alianzas no se confrontaba con los
movimientos.
Pero el movimiento ha sido más fuerte que todo esto. Si hoy nos encontramos
frente a un relativo impasse ante este nuevo proceso que se configura, es decir,
una nueva alianza entre monarquía estadounidense y aristocracia europea,
latinoamericana, china, etc..., nos encontramos también frente a algunas otras
cosas fundamentales. Sobre todo la liquidación del terreno soberanista, del
Estado-nación que no es ya un ámbito sobre el que se pueda llevar a cabo una
lucha eficaz para la liberación de las multitudes. El Estado-nación es un lugar
en el cual la estructura imperial, especialmente esta que se nos presenta de
nuevo determinada por la presencia imperial americana y por las varias
asociaciones, por los capitalistas y por las elites política locales, debe ser
superada. No podemos ya hacer política a nivel nacional. El nivel nacional es un
nivel en el que no se decide ya nada: ni el valor de la moneda, ni la capacidad
de la fuerza, ni la capacidad del lenguaje ni de la comunicación. El nivel
nacional está ya completamente acabado en la experiencia de la liberación.
En segundo lugar la liquidación de una idea de gobierno ligada a aquel concepto
de democracia del cual se hablaba antes. Ha sido una grandísima experiencia ya
sea en China como en los países de América Latina: los gobiernos no se cierran
más a los movimientos, no hay ya un gobierno que hasta cierto punto pueda
planificar por sí mismo el desarrollo del sistema normativo y regulativo, de los
dispositivos generales de organización social, si no tiene presente en su
interior la dinámica de las fuerzas de contrapoder, de los movimientos. No
existe posibilidad de desarrollar producción y riqueza si no es en este sentido.
No se trata de que un concepto de democracia nuevo haya penetrado en los
movimientos. Se trata de que cuando tú debes trabajar, ahora ya, participando
con tu inteligencia y capacidad mental en el trabajo, poniendo en juego tu
libertad en el trabajo, en ese momento no existe la posibilidad de producir si
no determinando espacios de aceptación de esta libertad, de esta nueva fuerza
productiva. Todo esto no tiene nada que ver con las fuerzas sindicales, aquellas
clásicas que conocemos bien. Tiene que ver en general con la estructura misma
del trabajo. En el ejemplo de los campesinos, esa enorme masa que todavía
produce bienes alimentarios o agrícolas, nos encontramos frente a modificaciones
enormemente interesantes. Encontramos grandes multitudes que no son ya
simplemente atraídas por los grandes mecanismos de la producción masificada,
sino que viven una diferenciación continua y singular de su capacidad
productiva.
El campesino ha sido siempre esa criatura formidable que se ponía en relación
con el tiempo, con las producciones, con el cambio de los cultivos y que portaba
en la producción esta singularidad. Hoy estos son procesos que se expanden por
todas partes: si queréis valorizar la producción agrícola debéis actuar
singularmente. Estos fenómenos no se refieren a los campesinos del Val Padana,
sino a las grandes extensiones de producción en Sudamérica o en los EE.UU. o en
China.
Otra enorme transformación es la del trabajo de servicios, de afecto, de
relación: estas formas de trabajo que ahora ya piden siempre más libertad y
capacidad de expresión.
Dicho esto os encontráis frente a gobiernos que balbucean, que no consiguen
expresar ya sustancia normativa si no se ponen en relación con esta nueva forma
de gobierno. Los intentos hechos en Brasil por el gobierno Lula y en Argentina
por el de Kirchner respecto a los grandes movimientos que estaban
desarrollándose, están en este punto de vista de los paradigmas. Ciertamente,
hoy nos encontramos frente a los bloques también sobre este terreno, bloques que
representan las grandes dificultades; pero tenemos experiencias y debemos
ponerlas en el centro de la situación que vivimos.
He estado en Madrid en los días sucesivos a la derrota electoral de Aznar, y he
escuchado del relato directo de muchos compañeros, pero también por
desconocidos, la emoción de aquellos días.
Una emoción que consistía en el hecho de que una enorme multitud de ciudadanos,
encontrándose frente a una falsedad evidente (atribuir a ETA la autoría del
atentado de la estación de Atocha), se organizaba singularmente. El partido
socialista (PSOE) de Zapatero no ha organizado a nadie, sino que han sido los
grupos de personas que han dicho ¡NO! a la mentira. Y entonces comunico a mi
amigo por un SMS, telefoneándole, quedando, esta exigencia. Y esta multitud de
singularidades ha derribado al gobierno en un día, pero no sólo eso: lo ha
sacado de la alianza irakí, lo ha acercado a Europa. Los compañeros españoles
llamaban a este movimiento "la Comuna de Madrid": es una forma insurreccional no
a través de masas, sino a través de la conciencia de verdad de cada
singularidad. Y es lo mismo que se pide para la producción, es su revés.
Todo esto sucede de manera absolutamente inesperada: todos los instrumentos del
poder, desde los sondeos a la unánime presión de los medios, daban la victoria a
Aznar y ¡NO! Ocurre lo contrario en dimensiones irresistibles. Pienso que el
movimiento ha tomado conciencia del gran pasaje que se anuncia, en el cual no se
trata ya de luchar por la paz y contra la guerra americana, sino de luchar por
la paz contra la resistencia de las multitudes y de todos aquellos que trabajan.
En tercer lugar subrayo la idea de que las formas de organización y de
representación son diversas respecto a aquellas que nosotros habíamos visto en
el siglos pasados y que hoy finalmente empiezan a revelarse agotadas. La
continuación de los nuevos contenidos de las luchas sociales, ligadas a la nueva
forma del proletariado y de las multitudes que trabajan, ha devenido ahora ya en
pasaje fundamental.
Nosotros decimos frecuentemente que se trata de formular un programa
post-socialista; el socialismo, esta gran experiencia que todos nosotros hemos
visto y en la que incluíamos también el comunismo soviético, era un programa que
se basaba en la toma del poder por parte del proletariado para desarrollar la
capacidad productiva del capital. Hoy comenzamos a proponer un programa, para
nada anárquico o veleidoso, que es el de conquistar colectivamente el poder para
expresar la potencia productiva de todos; para expresar con la producción la
libertad. Tenemos los nuevos estratos, centrales a la producción temporanea, que
están ahí, fundamentalmente concentrados sobre el punto más importante del
desarrollo productivo. Son estos estratos que deben producir con su deseo un
programa. Por un lado, el movimiento que hemos visto ha recompuesto el poder
sobre una posición diversa, reunificando monarquía y aristocracia, y por otro ha
expresado nuevos sujetos y nueva subjetividad. Esta nueva subjetividad nace de
las nuevas formas del trabajo, de las nuevas formas de comunicación, de las
nuevas formas de producción en general que atañen a campesinos, mujeres, el
trabajo domestico, en suma todo; que generalizan el contenido reticular de la
producción de la multitud.
Necesitamos constituir un programa a la altura de este desarrollo: este es el
Nuevo Manifiesto Comunista que nos aguarda, el nuevo tipo de movilización que
debemos determinar.
Podemos concretar algunos temas fundamentales o centrales de la construcción de
este programa postsocialista. El primer tema es el global del cosmopolitismo, de
la ruptura de las fronteras nacionales, de la construcción por ejemplo de
Europa, o de la unidad de América Latina, en fin la expresión de todas aquellas
potencias que se dan a nivel continental con la capacidad de condicionar el
poder imperial.
El segundo terreno, fundamental, es la posibilidad de determinar específicamente
las nuevas formas de renta, es decir, de la reproducción, de la capacidad de
producción de reproducción que tenemos. El tema de la renta de ciudadanía no
debe simplemente estar ligado a la desocupación u otra cosa, sino que está
ligado a la producción general y social: si la sociedad es del trabajo, ¡todos
deben tener la posibilidad de participar en el trabajo!
El tercer tema es la producción de subjetividad, es decir, por un lado la
ruptura sistemática de todas las formas en las que la comunicación es comandada,
y por otra parte la reapropiación constructiva de las formas de la comunicación,
ya sea de la subjetividad como de la de los grandes medios de comunicación.
El quarto tema es el proyecto de nuevas formas de gobierno. ¿Qué significa tomar
el poder? Nada, si por el poder se entiende la gestión del capital. ¿Qué puede
significar si decimos que tomar el poder es expresar libertad plena, libertad de
producción y pensamiento, libertad desde todos los puntos de vista. Es un
proyecto en el cual la excedencia de nuestra vida está puesta en juego. Corremos
siempre el peligro del extremismo, pero somos extremadamente cautos en esto, lo
hemos dicho más veces, lo éramos incluso a los tiempos en los que nos acusaban
de ser extremistas…
El problema es de nuevo vez construir las formas de gobierno que comiencen a
investir el común y toda la actividad política militante con capacidad de
forzar, de destruir los vínculos de gobierno, para que la iniciativa de base
retome una capacidad real de modificación. Son cosas que siempre hemos dicho,
pero que ahora asumen una valencia distinta, porque ahora ya las estructuras
federales, de participación, las cuales la formación misma de la riqueza activa,
son terriblemente diversas. Y luego hay otro elemento fundamental: el poder no
acepta todo esto.
Este poder ha asumido como justificación de sí mismo la guerra, por una simple
razón: el capital es siempre más parasitario, los capitalistas ya no tienen
capacidad para comandar. Esta es la gran realidad que esta fase de movimiento y
de lucha nos ha revelado.
Los capitalistas no tienen ya más el control de la producción: cuando la
producción deviene social y común, cuando significa que todos nosotros somos más
inteligentes, los capitalistas no pueden comandar más. En su día los
capitalistas cogían a nuestros abuelos en el campo, les ponían un despertador al
cuello y les decían: cuando suene tira de la palanca. Y después les han puesto
delante de una maquina a la que deben responder: ¡hoy la producción es
inteligencia y la inteligencia no se puede programar! ¡Y la libertad no se puede
contener: los capitales se convierten en el gendarme mundial no ya de guerras
entre imperialistas, sino en formas de policía global en el momento en que la
producción no se puede contener, en que el capitalista no sirve para nada!
Por tanto, la temporalidad del programa socialista debe ser puesta sobre estos
pasajes y requiere un cambio radical de la representación. [No podemos aceptar
ya los partidos nos digan "esta es nuestra línea, si os conviene bien, si no,
no. Nosotros somos los representantes de los movimientos". No, no sois los
representantes de nadie. Los movimientos deben ser representados continua y
sistemáticamente; el partido, si todavía sirve para algo, no puede ser una
caricatura de las exigencias de los movimientos.]
Otro tanto vale para la administración. Nosotros debemos estar presentes en
todos los pasos administrativos sabiendo que cada uno de ellos está roto, que su
normatividad va fraccionada haciendo emerger energías nuevas; debemos estar
presentes en todas las luchas sindicales, pero sabiendo que el problema no es el
costo del trabajo porque el costo del trabajo ya no existe: son sólo necesidades
de la sociedad para reproducirse. Luego debemos generalizar la encuesta sobre la
renta; debemos estar presentes en todas las luchas de la enseñanza sabiendo que
esta es un recurso productiva central; debemos estar presentes en todas las
luchas de la mujer sabiendo que la diferencia de la mujer constituye la cualidad
del salto da una sociedad patriarcal a una sociedad de producción abierta.
Nosotros debemos estar inmersos de todo esto porque representa el único
programa. Teniendo presente que nos encontramos en una situación nueva y, como
siempre, difícil.
La nueva fase del Impero: texto de la lección de Toni Negri en el Festival de
Radio Sherwood
Global Project Padova - Giovedì 29 luglio 2004
www.globalproject.info
traducción autsoc: http://usuarios.lycos.es/pete_baumann/autonomial.html