La Izquierda debate
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La enajenación de la sociedad civil por medio del Estado
Francisco Umpiérrez Sánchez
(Con una pequeña alusión a la teoría del valor)
Una gran parte de la crítica de la izquierda radical está dirigida hacia
el Estado. Para la conciencia teórica marxista el Estado es siempre un Estado de
clase, pero para la conciencia mayoritaria el Estado es una tercera cosa frente
a todos los ciudadanos que tiene el don de la neutralidad y que puede caer
alternativamente en manos de la izquierda o de la derecha. No digo que no sea
cierto lo que dicen los marxistas, que todo Estado es esencialmente un Estado de
clase, pero también hay que saber que no es así como se manifiesta. El error de
una buena parte de los marxistas estriba en que sólo se dedica a proclamar a los
cuatro vientos cuál es la esencia del Estado, pero descuida por completo el
estudio de su rica y variada manifestación. Quedarse sólo con la esencia es
quedarse en la abstracción, mientras que incorporar la manifestación es ganar en
concreción. Y sólo conociendo las diversas manifestaciones del Estado podemos
alcanzar al corazón y cabeza de la gente. De otro modo, permaneciendo
exclusivamente en la esencia, permaneceremos en la marginalidad y en la
incomprensión. No debemos perder de vista que son los capitalistas quienes más
critican al Estado, mientras que son los socialistas quienes más lo defienden.
Resulta curioso que los capitalistas quieran liberar a los ciudadanos del peso
del Estado, mientras que los socialistas quieren aumentar su peso. No estaría de
más recordar que el fin último de los socialistas es destruir el Estado. Eso
debemos decírselo con voz clara a los capitalistas: nosotros coincidimos con
ustedes en la necesidad de liberar a los ciudadanos del peso del Estado. Pero el
Estado son muchas cosas y desempeñan diversas funciones. La cuestión estaría
entonces en saber de qué cosas nos quieren liberar los capitalistas y de qué
cosas queremos liberarla los socialistas. (Entiendo por socialista a quien lucha
por transformar de raíz el capitalismo en socialismo)
La izquierda dominante europea es una izquierda reformista de corte conservador,
porque podría ser muy bien una izquierda reformista radical. No busca cambiar el
sistema económico, sino paliar sus malos efectos. ¿Cómo lograrlo? Haciendo un
Estado social, esto es, aumentando el gasto del Estado en servicios sociales. Y
todo aumento en gastos sociales supone una mayor recaudación impositiva y, por
consiguiente, un aumento del peso del Estado. Esta es la razón de que los
socialistas aparezcan como estatalistas y los capitalistas como liberales. La
izquierda debe sacudirse de su tradición reformista conservadora, dirigiendo su
crítica a la sociedad civil y no sólo exclusivamente al Estado. Esta enajenación
de la sociedad civil por medio del Estado se pone claramente de manifiesto en
los casos de corrupción. Sabemos que algunos políticos han sido condenados a
cárcel por corrupción, por haberse enriquecido de manera ilícita. El nombre del
corrompido se sabe y se airea, pero el nombre del corruptor no se sabe ni se
airea. El corrompido es enjuiciado y encarcelado, el corruptor no. Acaban con el
efecto, el corrompido, pero no con la causa: el corruptor. Y los corruptores son
siempre capitalistas, puesto que para corromper al miembro de Estado hay que
tener mucho dinero en los bolsillos. La crítica oficial sólo se centra en el
miembro del Estado que se ha corrompido, pero no en los miembros de la sociedad
civil que corrompen. De ahí que vea la necesidad de que la izquierda centre su
crítica más en la sociedad civil y menos en el Estado.
Esta enajenación de la sociedad civil por medio del Estado también se pone de
manifiesto en otros hechos económicos. ¿Por qué es importante la teoría del
valor de Marx para la gente de izquierda? Porque la riqueza de una persona debe
medirse por el trabajo. Pero los sueldos que tienen ciertos futbolistas,
periodistas y famosos en general, la enorme riqueza que han acumulado, son
inexplicables basándonos en el trabajo propio. Sólo es explicable como
apropiación de trabajo ajeno. El modo en que se lleva a cabo esa apropiación es
difícil de explicar, pero tiene una explicación. Falta en el mundo una izquierda
que someta a dura crítica a los capitalistas como los antes mencionados, porque
pasan por la vida como si no tuvieran nada que ver con la pobreza y la
marginación. La riqueza de un país la producimos todos los que trabajamos, pero
es una evidencia que hay ciertas personas, como los futbolistas de elite, que se
llevan muchísimo más trabajo del que aportan.
No debemos escuchar a aquellos que dicen que la teoría del valor está superada o
es insostenible científicamente. Puesto que en verdad sólo se trata de medir la
riqueza personal por medio del trabajo. Sólo se trata de saber cuántas horas de
trabajo ha realizado una persona hasta el momento presente y saber a cuánto
asciende su patrimonio personal. Y si así lo hiciéramos, veríamos que muchas
fortunas sólo pueden ser explicadas por medio de la apropiación de trabajo
ajeno. Por último, si la riqueza personal no la medimos por el trabajo, y esto
se lo digo a quienes rechazan la teoría del valor, ¿con qué la medimos? En la
práctica la riqueza personal, como cualquier otra forma de la riqueza, se mide
por medio del dinero. La economía convencional es incapaz de ir más allá del
dinero, la forma acabada del valor, para llegar a la sustancia del valor: el
gasto de fuerza de trabajo. Lo que nos dicen las mercancías en forma de valores
es que en ellas se ha gastado fuerza de trabajo humano. ¿Hay algo más humano y
más verdadero que reconocer que la riqueza es obra del trabajo humano? Yo creo
que no. Lo otro, lo que hace la economía convencional, es quedarse en la forma
más enajenada del valor, la forma de dinero, donde sobra pensar en su substancia
social. Pero a la izquierda radical le interesa sobremanera la substancia del
valor: el gasto de fuerza de trabajo que ha empleado la sociedad en producir la
riqueza.
En Las Palmas de Gran Canaria. 23 de julio de 2004.